09 septiembre 2015

Bestia, La / The Beast, de Pedro Ultreras

Francisco Peña.

“Cuando vengo en el camino, por las noches, yo le hablo a Dios, le digo, Dios mío guárdame, cuídame Señor, porque yo no quiero perecer en este camino”. Ana María López, migrante de El Salvador.


El documental LA BESTIA / THE BEAST, del director mexicano Pedro Ultreras, relata la travesía de varios migrantes centroamericanos a través de México en su intento por cruzar a Estados Unidos. El viaje lo realizan en vagones de diferentes trenes, que abordan desde Chiapas a distintas ciudades de la frontera norte: Mexicali, Nogales, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Nuevo Laredo…



Con este planteamiento, ¿qué es lo que destaca a LA BESTIA entre otros documentales que tocan el tema de forma parecida? La sobriedad con que Ultreras maneja las formas cinematográficas; el trabajo de dirección, que le permitió ganar la confianza de los migrantes hasta captar testimonios más sinceros, alejados de demagogias o lugares comunes; captar en directo lo que sucede a los migrantes en el recorrido de los trenes sin forzar la presencia (física e/o ideológica) de protagonistas ajenos a la ruta; por lo tanto, también pesan ciertos silencios y ausencias. En síntesis, LA BESTIA es relevante por su respeto a lo que sucede “a ras de riel”.


El documental maneja su tema con sobriedad gracias a un trabajo de fotografía relevante. Destaca porque las condiciones de filmación no eran las más propicias: situaciones de alta inestabilidad, movimientos inesperados, acciones no planeadas, riesgos de equilibrio y ambientes sociales potencialmente violentos. A pesar de todo lo anterior las imágenes son estables, con un buen balance de color, y la cámara no es protagonista sino testigo que capta.

En ese sentido, el trabajo de dirección es brillante. El documental recoge la presencia de 29 migrantes en total y, lógicamente, la duración de sus testimonios varía. Sin embargo, en todos los casos presentados se nota que –atrás de cámara- el director pudo lograr que confiaran en él, en especial las y los migrantes a los que pudo seguir en todo el recorrido bajo circunstancias que no podía controlar –rutas diferentes, separaciones, deportaciones, etc.

En el caso de la edición no hay complicaciones innecesarias. La historia transcurre cronológicamente desde el cruce de la frontera sur en Chiapas hasta los testimonios finales del viaje, sean de los pocos que sí llegaron a Estados Unidos o de los que regresaron a sus países de origen donde el documentalista los localizó. En ese sentido, LA BESTIA plantea una Trama de Resolución donde una historia se plantea, se desarrolla y se remata con lo que le ocurrió a varios migrantes. Sin embargo, uno de los logros del film es entretejer la Resolución de la historias individuales con una Trama de Revelación (1) - (2), es decir, de cómo son las cosas, cuál es el estado de una situación –en este caso la migratoria, en México-. La revelación del cómo son las cosas se obtuvo en la edición, que mezcló muy bien testimonios y acciones de los migrantes con momentos “irrelevantes” como “tiempos muertos” a bordo del tren, largas esperas en las vías, silencios, risas, el paso del tren por ciudades desiertas a obscuras.


Asimismo, el texto de la narradora en over trata de ceñirse a la objetividad. Aporta un discurso con observaciones, comentarios y datos en una voz sin inflexiones. En ese sentido, deja que las emociones (en sonido e imagen) se expresen en los testimonios de los migrantes mismos.

Las tomas largas, la forma de narran los acontecimientos dejando espacios para mostrar como son las cosas, la confianza depositada en Pedro Ulteras permiten que los migrantes se confíen y expresen sus sentimientos, dudas, miedos y esperanzas. Así, LA BESTIA como film va adquiriendo una densidad humana que va más allá de lo narrado por otros documentales semejantes. Este peso que logra la película beneficia a los espectadores: pueden sentir la incertidumbre de los migrantes, sus pequeñas victorias y significativas derrotas, la ansiedad y el miedo. El drama de la migración centroamericana ilegal en su paso por México hacia Estados Unidos se comprende con mayor profundidad.

Los cambios por los que pasan los migrantes centroamericanos, tanto en los acontecimientos externos como en las motivaciones y sentimientos internos, están plasmados en el documental en sus diferentes etapas… etapas no impuestas por una edición o dirección… sino que se desprenden de la realidad misma.

La Pobreza y el Mítico Sueño Americano
El punto inicial para las y los migrantes es la decisión de partir, de ir a Estados Unidos dejando atrás familia, amores, hijos o padres. En el fondo, lo que los obliga a la migración es la pobreza endémica en la que vive la mayoría de la población, gestada por diversos factores como carencia de educación, injusto reparto de la riqueza, explotación, desempleo, explosión demográfica (familias entre 4 y 7 hijos o más). A lo anterior se suman las familias fragmentadas por la frágil economía familiar, que ha provocado un incremento de la migración de las mujeres a Estados Unidos. De hecho, de los 29 migrantes citados en los créditos finales, 19 son hombres y significativamente 10 ya son mujeres, que además concentran la mejor calidad de los testimonios.

Tanto hombres como mujeres expresan razones muy parecidas para migrar, que en el fondo hablan de pobreza. El documental las sintetiza en voz de su narradora: “Abandona a sus seres queridos con la esperanza de proveerles una vida mejor”. A lo largo de la proyección varios de ellos mencionan cuántos hijos tienen, que se mueven por necesidad de darle mejor calidad de vida a la familia (Willian Amaya – El Salvador), que alguien tiene que tomar la iniciativa (Edgar Sáenz – Guatemala), y porque simplemente ya no alcanza para vivir (Alicia Rivera – El Salvador).


Como consideran que no hay una salida socioeconómica a la situación, el documental capta que las vidas de estas personas sólo encuentran un punto de fuga en una (falsa) esperanza: el Sueño Americano. Su Sueño Americano es Mítico, no tiene conexión con la realidad ya que viajan sin tener una noción verdadera ni del viaje por México y de la estancia en Estados Unidos (como, por ejemplo, lo atestigua Julio Monjibar – El Salvador). Para la mayoría basta con llegar allá para que las cosas mejoren, y han pasado mucho tiempo pensando en la migración (Alicia Rivera – El Salvador). Es lo que les permite seguir y aguantar todo: el sueño equilibra las carencias y ayuda a soportar las vejaciones que padecen en el camino.

La Fe Católica como único bálsamo
Empujados por la pobreza, con el mítico Sueño Americano como meta, emprenden el viaje con un único bálsamo de consuelo: su Fe Católica. “Cuando vengo en el camino, por las noches, yo le hablo a Dios, le digo, Dios mío guárdame, cuídame Señor, porque yo no quiero perecer en este camino”. Ana María López, migrante de El Salvador. Esta especie de oración se repite en boca de otros migrantes: por ejemplo, “En el nombre de Dios, uno va pa’lante” (Germán Alfredo – Guatemala); “Mi primera ilusión es llegar. Y pues Dios sabrá lo demás” (Edgar Sáenz – Guatemala); “Es duro el sueño americano, pero sólo Dios con uno” (José C. Guardado – Honduras) y otros más como William Amaya – El Salvador.


En primera instancia desde cierta academia y ciertas ideologías se puede argumentar que esta fe católica de los migrantes, más que un apoyo, es un impedimento en el viaje y en sus vidas. Independientemente de si esto es real o no, o que la verdad quizás se encuentra en algún punto intermedio, el documental muestra la existencia de dicha fe en los migrantes como un hecho, que se ve reforzado por varias presencias y ausencias. Lo que si se observa es que, lleguen o no a Estados Unidos, permanezcan o sean deportados, dicha fe sigue activa y se convierte en un motor para seguir con sus vidas, sea en un nuevo intento por cruzar o en la permanencia definitiva en sus países. Esta es la presencia interior, personal e íntima de los migrantes, pero también hay una presencia externa que refuerza esta fe.

El documental plantea que en el trayecto de los trenes hay muchísimos puntos de peligro y muy pocos oasis de descanso. Dichos oasis son los albergues para migrantes que se encuentran distribuidos a lo largo de la ruta del ferrocarril. La gran mayoría son atendidos por sacerdotes y fieles católicos. Nombres como Hogar de la Misericordia (Arriaga, Chiapas), Jesús el buen Pastor (Tapachula, Chiapas), Casa del migrante Nazareth (Nuevo Laredo, Tamaulipas) y Hermanos en el Camino (Ixtepec, Oaxaca) se reparten en el territorio mexicano. Pocos, muy pocos oasis de comida y descanso frente al número mucho mayor de estaciones migratorias oficiales donde son detenidos. Es la presencia exterior, social y pública que ayuda a los migrantes.


Así que se podrá discutir en la pertinencia o impertinencia de esta fe; pero el documental plantea su existencia como un elemento vital en la vida de los migrantes, que forma parte de su personalidad y, en muchos casos, impide el desplome psicológico durante el viaje o incluso después de todas las agresiones que sufren en el trayecto.

La defensa de los migrantes, la discriminación y la cuestión de los derechos humanos
En relación a la fe católica, otro punto que plantea el documental es la casi nula defensa “a ras del riel” de los derechos humanos de los migrantes ante los graves actos de discriminación que les suceden en el camino. Casi los únicos testimonios que muestra el film con un fondo de defensa a los migrantes, de crítica a las autoridades y la ineficiencia de sus políticas públicas, son expuestos por los sacerdotes a cargo de los albergues, como el Padre Flor María Rigoni (Arriaga, Chiapas) o el más conocido Padre Alejandro Solalinde (Ixtepec, Oaxaca. Premio Nacional de los Derechos Humanos 2012, otorgado por el Gobierno de la República, y Premio Nacional por la Igualdad y la No Discriminación 2007, otorgado por el Conapred).

En diversos foros, Solalinde ha hablado de las situaciones de discriminación que sufren los migrantes centroamericanos y que se expresan en actos de violencia: robos, violaciones, asaltos, secuestros, asesinatos… En el documental, Pedro Ultreras recoge esta declaración -entre varias- a cámara: “El problema de todos los que caen en el tren, que los matan, que los asaltan, es que de muchos de ellos nunca se sabe y nunca se sabrá. Pero no hay nadie que los reclame. Si cae una persona no la identifican, no la reclaman, se va a la fosa común y nadie sabe ni sabrá nunca nada. Es el Tren de la Muerte porque nadie sabe, y no sólo el tren sino la Ruta en sí, verdad. ¿En qué país vivimos? Es increíble que en México, que firma tantos tratados y contra la tortura y no sé cuánto, estamos viviendo estas cosas tan terribles. Desgraciadamente nuestros funcionarios, nuestros altos funcionarios, ni pasan hambre ni se exponen, no corren riesgos y no sienten lo que está pasando exactamente con nuestros hermanos del Sur”.


Como se puede leer, esta defensa de los migrantes no es una declaración con lenguaje académico, universitario… Tampoco usa los términos del discurso sobre Derechos Humanos, común en otros ámbitos como el gobierno o las organizaciones de la sociedad civil que se enfocan al tema. La defensa está aterrizada en los acontecimientos de la vida diaria de los migrantes, de lo que les pasa en el camino; es un discurso sobre hechos y no para reforzar las ideas de la gente ya convencida de que existe un problema.

En ese sentido todo el documental, al usar estas entrevistas como la única presencia de defensa de los migrantes, marca una ausencia evidente de otras voces.

Se puede discutir el enfoque de Pedro Ultreras sobre sí dejó afuera otras entrevistas posibles con estudiosos del tema, afamados intelectuales, funcionarios públicos, cabezas visibles de organizaciones de la sociedad civil, etcétera. Es probable que sea una cuestión que cae fuera del ámbito del documental LA BESTIA. Así, lo que parece mostrar Ultreras con estas ausencias es que el respeto a los Derechos Humanos, las políticas públicas, los actos de gobierno y otras acciones no han calado a profundidad. Parece señalar que todo el discurso de Derechos Humanos se concentra en una esfera estéril. En las vías, en los techos del tren, en las escalerillas de los vagones no hay evidencia real de que ese discurso existe y actúa. Al “ras del riel” donde se mueven los migrantes todo lo anterior es una Nada, un Vacío.

Reflexiones externas
A partir del film pero ya fuera de su ámbito narrativo, el espectador y el cinéfilo pueden reflexionar sobre esta situación. Lo primero que salta a la vista es que la discriminación que sufren los migrantes centroamericanos no es sólo la negación de sus derechos como seres humanos (si nos atenemos a la definición más difundida). Los actos discriminatorios, de los cuales son objeto estos migrantes, tienen una multiplicidad de aristas que la academia separa en distintos elementos (es una de las funciones del análisis y estudio académicos); pero en la realidad esas aristas de la discriminación se manifiestan en una mezcla de violencia, desprecio, humillación, agresividad… Varios migrantes señalan que el acto discriminatorio en el tren, en la ciudades, comienza con palabras (3): insultos, gritos… La situación inicia con palabras y escala del desprecio a la violencia verbal, a la violencia física (golpes, violación), secuestros, hasta culminar en el más cruel de los actos de discriminación: el asesinato, la muerte… la eliminación total del Otro.

Así como la academia y algunas políticas públicas nacientes consideran al Derecho a la No Discriminación como el Derecho Llave que abre la puerta al ejercicio y respeto del resto de los Derechos Humanos, el acto discriminatorio es la llave negativa que abre la puerta a la violencia extrema. Por lo tanto, si la academia, las instituciones gubernamentales y privadas, quieren impulsar el respeto a los Derechos Humanos de los migrantes, tienen que trabajar en todos los estratos sociales para permear lo más rápidamente posible a la sociedad mexicana. Este esfuerzo engloba desde cambios legislativos que den “dientes” a las leyes para evitar la impunidad (lo que implica trabajar con diputados y senadores federales y estatales) a la implementación de políticas públicas que sean ejecutadas con convicción (que implica formar, convencer y capacitar a funcionarios y fuerzas de seguridad de los tres niveles de gobierno en dichas políticas) pasando por la educación (a los educandos y maestros en las escuelas, a los periodistas y líderes de opinión en los medios de comunicación, etcétera). Quizás sólo de esta manera, sin esperar efectos en cascada, se pueda llevar la No Discriminación (como derecho llave) y el respeto a los Derechos Humanos a manifestarse realmente “a ras del riel” para marcar la diferencia positiva en la vida de cada migrante.


La solidaridad mexicana
En LA BESTIA hay testimonios de que el paso por México es un infierno amargo para los migrantes, pero la narración fílmica es equilibrada y no condena monolíticamente a “todos” los mexicanos como culpables. No sólo presenta a los albergues como oasis de calma para los migrantes, sino que muestra la solidaridad de muchas personas mexicanas en actos sencillos pero muy significativos.


La solidaridad que se observa en el trayecto de los trenes la ejercen personas humildes, con la misma condición económica que los migrantes. Hermanados por la misma pobreza sin fronteras, muchas mujeres mexicanas (por ejemplo, Las Patronas) reparten agua y comida a lo largo de la ruta: entregan pequeños paquetes y botellas en las manos de los migrantes al paso del tren en marcha. La solidaridad está presente en los simples actos de dar de comer y beber… para los migrantes este pequeño apoyo es muy significativo: para muchos es la única agua, el único sustento que prueban en el viaje.




De nuevo, se puede hacer la observación de que muchas organizaciones e instituciones apoyan a los migrantes en su paso por territorio mexicano, pero están ausentes en las imágenes… no se les ve “a ras del riel” en el film. También, de nuevo, esto es motivo de reflexión posterior para espectadores y cinéfilos.

LA BESTIA visibiliza a los olvidados de los olvidados
Un punto donde LA BESTIA rompe con otras películas semejantes es que da voz e imagen a un grupo de personas ignoradas cuando se toca el fenómeno de la migración centroamericana. Durante varios minutos se presentan testimonios de personas que se cayeron del tren en marcha. Este peligro, del que se habla constantemente en la cinta, se concreta a los 22 minutos de proyección. Entonces se muestra el albergue “Jesús el Buen Pastor”, en Tapachula, Chiapas. Allí viven, varados en ese refugio, los olvidados de los olvidados: los migrantes con discapacidad física.


Se les da voz por medio de los testimonios de Eva García Suazo y Manuel J. Canales, que narran a cámara cómo perdieron las piernas o se quebraron la espina dorsal. Ambos, con discapacidad física y en silla de ruedas, hablan del tren y de las operaciones que tuvieron. A estas dos voces se une la de José C. Guardado – Honduras, que viaja de nuevo en el lomo metálico de La Bestia a pesar de que en el viaje anterior perdió parte del brazo. A una sola mano y usando como puede el muñón, José sube las escaleras del tren. Su discapacidad física la equilibra con decisión personal y la esperanza de conseguir una prótesis en Los Ángeles. Sin embargo, duda en continuar el viaje, no por su discapacidad sino por los ruegos de sus hijos para que no se arriesgue ya a otro accidente o a morir.


Este segmento es importante porque coloca en primer plano a un grupo de personas que comparten dos o tres características de modo transversal. En el caso de Eva García Suazo porque es mujer, porque es migrante, porque es una persona con discapacidad y por ser desempleada. Manuel Canales y José Guardado por ser migrantes, personas con discapacidad y desempleados. Los migrantes con discapacidad casi no aparecen como tales en estudios, ponencias, declaraciones o acciones positivas. Es muy valioso que Pedro Ultreras enfoque la atención de la audiencia en estas personas por varios minutos, y dé espacio relevante a sus testimonios particulares.

En conclusión, hay una exigencia moral y ética para que, en el momento de impulsar acciones positivas en la situación de los Derechos Humanos de los migrantes centroamericanos, se incorpore en ellas a las y los migrantes con discapacidad; gracias a Ultreras ya no hay excusa posible para cometer un acto de discriminación por omisión con los “olvidados de los olvidados”.

La atención al detalle
La verosimilitud documental de LA BESTIA no sólo está anclada en el trabajo de dirección, fotografía y edición sino en un enfoque particular que permea a las tres actividades anteriores: la atención al detalle que permea la narración. No sólo se da cuerpo a testimonios de los migrantes sino que se puntean cinematográficamente con imágenes y escenas particulares.


Dentro de las distintas rutas migratorias que se presentan en pantalla de manera cronológica, desde su inicio con los pateros que cruzan el río Suchiate en Ciudad Hidalgo, Chiapas, a las ciudades de la frontera norte como Piedras Negras, Nuevo Laredo, Nogales (a los que se suman Mexicali, Matamoros, Tijuana y Ciudad Juárez…), la cinta muestra detalles según el lugar. Por ejemplo, la ruta a pie entre Ciudad Hidalgo y Arriaga culmina en el albergue donde algunos muestras sus pies con los restos de ampollas; cuando reciben comida y agua, se ilustran las botellas, algunas recicladas; cuando van en el tren, la cámara y la edición enseñan los paisajes, atardeceres, las sonrisas y convivencia entre ellos. También cómo cuando suben a los vagones y se ven las ruedas corriendo en close up.


En la atención al detalle, estos elementos se colocan en contrapunto según surgen ciertos elementos en las rutas. Así LA BESTIA contrapuntea los paisajes rural (Chiapas) y urbano (Lechería, Nogales), las ciudades de día y de noche, los momentos de espera con los de actividad frenética cuando los migrantes abordan los trenes o viajan en los techos, la separación emocional de los amigos migrantes hechos en el viaje a la altura de Lechería.

El contrapunto le permite a Ultreras que su narradora en over entreteja datos duros y comentarios que guían la reflexión de los espectadores: que entre 500 y 700 migrantes suben a cada tren en Chiapas, cuales son las ciudades del norte por donde cruzan y por qué las eligen, entre otros elementos. Asimismo, la edición presenta frases contundentes de los migrantes en momentos clave, como cuando Omar Cruz – Honduras dice una gran verdad en Ixtepec: “Los ladrones venían con nosotros…”


Todos estos elementos vistos a detalle se acumulan hasta provocar un cambio cualitativo en el interior de los espectadores. El efecto producido acerca a los migrantes al punto de que el cinéfilo de pronto se descubre involucrado en el viaje, y no distanciado de la problemática que ve. Así, la audiencia se ve presionada a reflexionar sobre la situación que acaba de ver al finalizar la proyección de LA BESTIA. El efecto real comienza a la salida del cine…

El sueño (de opio) americano
El hecho de que Ultreras use una edición de contrapunto para presentar distintas fases de cada testimonio de los migrantes según avanzan por las rutas, hace que estas historias se crucen y se comprenda lo que ocurre a cada uno.

Todos comienzan con el mismo sueño americano, marcado en todos los casos por ideas muy vagas de lo que harán y de cómo es la sociedad estadounidense. Pero es claro que los impulsa la pobreza y, en algunos casos, las promesas -falsas o verdaderas- de parientes ya asentados en Estados Unidos.


El sueño americano devela su carácter opiáceo, falso, conforme avanzan los migrantes por México. De los 29 migrantes que se mencionan en el documental, sólo 5 llegan a Estados Unidos y sólo 2 llegan a establecerse en Los Angeles y Memphis con trabajos eventuales… Ni siquiera el 10 por ciento de los que iniciaron el viaje en Ciudad Hidalgo y Arriaga. Sólo en un caso, uno sólo, los parientes ya radicados en Estados Unidos apoyaron la llegada del migrante, los demás sólo les dieron largas o definitivamente les negaron el apoyo.

NARRADORA: “La vida en el Otro Lado no era como le habían contado”.

JULIO MONJIBAR – EL SALVADOR, cuando ya trabaja en un restaurante de comida rápida china en el poblado de Liberty, Texas, Estados Unidos: “Sí, ahorita como un esclavo se trabaja. Que le dicen ven pa’acá, que esto esto, que esto y esto. Es como un esclavo. Y si uno le dice (al patrón) ya me voy lo mandan a la chingada y pa’donde agarrás si no conoce uno. Como prisionero, como estar casi en una prsión de cárcel porque del trabajo a la casa, de la casa al trabajo y no salir. El día de descanso sólo puedo ir a la Walmart a comprar mis alimentos, lo que yo quiero comer, o ropa, y de ahí de vuelta pa’la casa. No puedo salir porque ahí anda la pinche gente viéndolo a uno que puede decir que es delincuente y todo eso, y no, no vale la pena”.


Este testimonio de Monjibar desnuda al sueño americano y lo coloca “a ras de piso” en la vida diaria de los migrantes que si llegaron a Estados Unidos. Testimonio que se une al de Alicia Rivera – El Salvador, que llega a Los Angeles y cumple su obsesivo sueño americano personal, que sobrevive entre puros trabajos eventuales aunque no piensa regresar ya que quiere “al menos estarme unos tres años”.

Las supuestas dos “historias de –muy relativo- éxito” ocultan un alto porcentaje de fracasos por encima del 90 por ciento en el film. El sueño americano se revela con toda su carga de fantasía, irrealidad y profunda crueldad social.

Como coda, entre las historias hay otras de fracaso y éxito. Fracasa el joven salvadoreño que muere ahogado en el río Bravo al tratar de cruzar a nado, o la positiva de la chica migrante de Nicaragua que se queda en Nogales porque encontró a un joven nacional como pareja, y que probablemente logrará traer a sus dos hijos a vivir a territorio mexicano. Un ejemplo de sueño logrado sin buscarlo… quizás con mejor calidad de vida que el americano.

Conclusiones
LA BESTIA plasma un buen panorama fílmico de la migración centroamericana a través de México. Su estructura narrativa de entrecruzamientos, planteamiento - cierre de las historias individuales, presencias / ausencias en pantalla, logra comunicar muy bien al espectador lo que le ocurre a los migrantes “a ras de riel”.

Consigue hacer visible esa realidad y acercarla a la audiencia del film, no sólo porque se esfuerza en retratarla sino porque la hace patente, real, objetiva. El efecto que logra es que el espectador no pueda evadirse y confronte el problema: tiene que reflexionar, pensar sobre la realidad que le comunica el cine y, ante ella, tomar una posición.

Este simple hecho, que la audiencia se involucre y piense sobre lo que ha visto, es el mayor entre todos los logros del documental LA BESTIA. Una cinta así es un paso en la dirección correcta. Combina las características de un buen film como cine en sí mismo y de un buen documento que desarrolla su tema.

Por lo tanto, la película de Pedro Ultreras tiene el sello del mejor cine social: es objetiva e imparcial, lo que le permite convertirse en una herramienta de transformación cultural y social. Alejada del panfleto y discurso ideológicos, ambos vacíos, impulsa una verdadera cultura en pro de la Igualdad. Al nacer la reflexión en el espectador y no estar “impuesta” desde la pantalla, LA BESTIA nos hace conscientes de que el cambio a favor de la No Discriminación y los Derechos Humanos de los migrantes es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros. Cambio que, como dice de su viaje Alicia Rivera, de El Salvador, es “difícil, pero no imposible”.


(1) - (2) Sobre cuestiones de estructura narrativa y las Tramas de Resolución y Tramas de Revelación, en cine y literatura, se puede consultar:

- Chatman, Seymour. Story and Discourse. Narrative structure in fiction and film. Cornell University Press, Ithaca, New York. 1978. pp. 277.

- Campari, Roberto. Il racconto del film. Generi, personaggi, immagini. Biblioteca di Cultura Moderna Laterza BCM 876. Laterza & Figli Spa, Roma-Bari, Italia. Prima edizione, 1983. pp. 161.


(3) Sobre la importancia de las palabras como primera manifestación del acto discriminatorio, que puede escalar hasta llegar al crimen de odio y la muerte del Otro, se puede consultar:

Islas Azaïs, Héctor. Lenguaje y discriminación. Colección Cuadernos de la Igualdad #4. Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, México. Segunda reimpresión -y última a la fecha-, 2009. pp. 47.