Francisco Pena.
El baño, o La Ducha en España, película del realizador chino Zhang Yang, se centra en un baño público de Pekín, con sus usos y costumbres, que terminan por convertirlo en un centro vivo de la comunidad, donde se respeta a los adultos mayores y a las personas con discapacidad intelectual. Lugar de encuentro, descanso, plática y juego, el baño público iguala a las personas al despojarlas de uno de sus símbolos sociales de clase: el vestuario.
La película se centra en tres personajes principales a los que rodean los clientes del baño público. El conflicto se establece entre el dueño del baño, el adulto mayor Liu, y uno de sus hijos, Da Ming. El tercer personaje es el segundo hijo del maestro Liu, una persona con discapacidad intelectual llamado Er Ming, que trabaja en el establecimiento.
Da Ming es una especie de ejecutivo "yuppie" que nace con la apertura económica de China en los corredores industriales del sur. Una tarjeta postal de Er Ming hace pensar a Da que su padre está enfermo.
Da Ming llega como un extraño y se dedica a observar todo lo que ocurre en el baño público. Las cosas han cambiado poco. Los clientes llegan realmente a socializar entre ellos y no propiamente a bañarse (rito solitario e intimo para la mayor parte de los occidentales que, al igual que Da, usan la ducha).
Esa socialización va desde un masaje hasta peleas de grillos, de pláticas en la alberca entre todos los clientes a confesiones amistosas particulares. Es ese espíritu de comunidad que tiende a desaparecer, el que exalta el director a lo largo de la cinta.
Yang diseña su guión de tal manera que lleva de la mano al espectador. Lo logra con el personaje de Da Ming porque éste se adentra en el ambiente del baño público: conforme Da reconoce su ambiente familiar, el espectador "conoce" los pormenores, los matices, las relaciones de ese microcosmos social. Yang muestra la riqueza de estas relaciones humanas, e inclusive llega en su film a dos momentos líricos muy interesantes.
Dan descubre que su padre, ya un adulto mayor, es una figura respetada y muy estimada por la comunidad que asiste al baño público. No sólo se encarga de manejar el local sino que funge como consejero, mediador y protector de sus clientes. Tiene una función social crucial que le reconoce la comunidad: es un sabio al que todos acuden informalmente.
Para llegar a este delicado retrato de la comunidad y de sus personajes principales, Zhang Yang recurre a una economía del relato y de la puesta en escena envidiable. Su cámara, su edición, las actuaciones están en función de la historia que quiere contar. Todo es preciso y no hay excesos que distraigan al espectador de la anécdota.
Gracias a este hecho, Yang pone atención particular en el detalle que devela un todo. A partir de pequeños cuadros construye a sus personajes y les de una dimensión profunda y humana. No hay grandes conflictos o desastres, pero el espectador sale del cine con un buen sabor de boca: es como si hubiera estado con los amigos, a los que conoce desde hace años.
Yang construye de esta forma tanto a personajes principales como secundarios y muestra al cinéfilo un compleja trama cuya riqueza se siente más en los puntos finos.
Así, el espectador entiende porque al maestro Liu le gusta su trabajo; también percibe por que Da pospone su regreso y se queda en el baño; finalmente siente porque para Er Ming el baño público es su mundo, en donde es aceptado y nadie lo trata como un ser "retrasado".
El maestro Liu no pide que se acerquen a él pero muchos lo buscan: desde el pequeño pillo que debe dinero a los gangsters del barrio hasta los jugadores que enfrentan grillos. Todo se debe a que Liu, con esa sabiduría del adulto mayor, concede un valor especial al hecho del baño. El maestro proviene de un lugar en las montañas donde el agua es valiosa por su escasez, al grado que se le atesora en tiempos de sequía y llega a convertirse en símbolo cultural.
En una de las secuencias más bellas y poéticas del film de Yang, Liu narra como poco a poco una familia almacena agua para el baño ritual de una bella joven, que se efectúa la noche previa a su boda. Ese baño ritual, donde el agua es vehículo de rito y mito, fue el de la esposa del maestro Liu, la madre de Er Ming.
Esa presencia del agua a lo largo de toda la cinta como motivo de juego, encuentro, limpieza y renovación, se refuerza en otra secuencia poética que tiene a Liu como promotor, y que Yang narra con delicadeza y cuidado en el detalle.
Al inicio de la cinta, uno de los clientes narra el por qué su matrimonio se va a pique. Su esposa lo regaña, lo persigue. El problema llega a las manos de Liu que escucha las causas: la esposa, por salvar un collar que le fue robado, ha caído en la deshonra a los ojos de su marido. A partir de ese día no tienen relaciones sexuales.
Liu platica ante el hombre lo que significa el agua para él, lo que implica su carencia en otros lugares. Pero no le dice lo que tiene que hacer para solucionar su problema. Más bien pone en marcha un plan para que los esposos se acerquen. Engatusa al marido impotente para que se de un baño especial. Para darse dicho baño el hombre camina hacia la alberca y oye ruido.
En ese momento, el director Yang maneja los recursos cinematográficos de tal forma que plasma en pantalla otro momento poético, que las palabras no pueden describir pero si las imágenes. El reencuentro de los esposos se da sin diálogo de por medio; todo ocurre a través de las miradas, del movimiento de los cuerpos, con el agua como elemento vital que los rodea.
Así, no es de extrañarse que Dan revalorice a su padre y a su hermano, que por medio de este personaje también el espectador pase por el mismo proceso y se "asimile" al lugar donde la comunidad tiene su punto de encuentro humano.
Por esta vía el espectador puede captar la humanidad del tercer personaje, el segundo hijo Er Ming. Su discapacidad intelectual no le impide ejercer su sensibilidad ni obstaculiza su amor por su padre, su hermano y los clientes. Por ejemplo, en un tono humorístico Er Ming es el único que puede hacer cantar ópera a un joven que tiene pánico escénico pero que si canta en el baño.
Hay que aclarar que El baño no es una película cómica, no es una comedia como tal, pero no carece de humor al igual que la vida cotidiana.
Ya a la mitad de la cinta Dan ha recuperado una parte de sí mismo y está reincorporado a la comunidad. Es el momento en que Yang plantea el punto del oficio que pasa de padres a hijos. No es una transmisión automática ni impuesta por la tradición vacía. El director subraya que si un oficio pasa de padre a hijo se debe al amor por ese trabajo y a la comprensión cabal de lo que significa para la comunidad y para quien lo ejerce.
Planteado el punto el padre desaparece de escena.
La oposición tradición comunitaria contra modernidad salvaje se plantea más claramente en la segunda parte de la cinta, ante la amenaza de que el baño -y el resto de barrio- será destruido para construir un nuevo conjunto habitacional. El terreno del baño público será ocupado por un centro comercial.
El planteamiento parece resumirse en la idea de que frente a la globalización económica se responde con la regionalización cultural, pero el miedo de ciertos regímenes es que la tradición comunitaria - individual derive en conservadurismo.
Yang apuesta por la tradición en tanto esté vigente y forme parte viva de la comunidad. Sabe que la modernidad, en ciertos aspectos, es imparable y los cambios sobrevienen. Pero la imagen final de Dan Ming sumergido en el agua de la alberca se puede interpretar como el hecho de que, si el hombre hace suyos los valores de la comunidad, podrá revivirla en otro lugar, en otro tiempo.
El baño / La ducha / Shower. Producción: Imar Film, Peter Oler, Sam Duann, Zhang Yang. Dirección: Zhang Yang. Guión: Shangiun Cai, Yinan Diao, Xin Huo, Fendou Liu y Zhang Yang. Año: 1999. Fotografía en color: Zhang Jian. Música: Xiaogang Ye. Edición: Hongyu Yang. Intérpretes: Wu Jiang (Er Ming), Quianxin Pu (Da Ming).