29 octubre 2016

La heredera / Washington Square, de Agnieszka Holland

Francisco Peña.


La película de Agnieszka Holland “La Heredera / Washington Square” está basada en la obra del mismo nombre del escritor norteamericano Henry James. Holland ha logrado recrear con firmeza y creatividad el NuevaYork de la era victoriana, con sus prejuicios, sueños y ambiente social gracias al material literario.



Pero Agnieszka Holland, a partir de esa base, logra un film sensible y con excelentes matices emocionales trazados en sus personajes. De esta forma, el espectador puede ver una cinta meritoria que no desmerece ante el resto de la filmografía de la cineasta polaca. De hecho, citando al Dr. Hans Falkenheimer, hay que recordar que Holland trabajó como asistente de Andrzej Wajda, no puede uno dejar de recordar las películas de época del director polaco y un cierto ambiente semejante con el film “Las señoritas de Wilko” de este autor.


Sin embargo, Agnieszka Holland crea un film propio, con un manejo certero de los elementos cinematográficos. La trama respeta la obra de James y nos muestra las relaciones de cuatro personajes: la inocente heredera Catherine Sloper (Jennifer Jason Leigh), el pretendiente arribista Morris Townsend (Ben Chaplin), la tía alcahueta (Maggie Smith) y el padre opresivo Dr. Austin Sloper (Albert Finney).

El planteamiento de las relaciones amorosas femeninas donde se conjugan sentimientos y factores económicos se ha planteado por diversos autores y escritoras. Basta recordar las tramas de las novelas de Jane Austen, por dar un ejemplo, para ver la importancia del tema en la literatura anglosajona. Henry James la retoma y Holland la filma.


Catherine, muchacha tímida y sensible pero heredera de 40 mil dólares anuales de renta, es introducida a la sociedad de su tiempo y sus parientes buscan casarla con un hombre adecuado. Es decir, alguien que iguale o supere esa riqueza, y con condiciones de clase que se consideren “aceptables”.

Sin embargo, su inocencia la puede hacer víctima de arribistas e interesados, por lo que su padre la “cuida” en todo momento. A esta rica heredera, sin mayor chiste aparente, se acerca un joven pobre pero con educación y encanto: Morris Townsend. El resultado del asedio y la galantería es previsible, la chica se enamora perdidamente del muchacho.


Bajo estas circunstancias, el padre busca investigar el pasado y la calidad del pretendiente y descubre su pobreza; de allí a deducir que va tras la fortuna de la chica sólo hay un paso. El enfrentamiento entre los dos hombres es inmediato y se llega a la ruptura.

La tía, transladando su romanticismo al joven, interviene para permitir carteos y visitas fugaces. Catherine se ve confrontada por la situación y debe elegir casarse y perder su herencia u obedecer al padre.

Hasta este momento, la trama no difiere de otras obras semejantes, melodramáticas y casi telenovelescas. Pero la obra de James complica la situación dando otro punto de vista. Pronto se descubre que tanto el padre como el pretendiente no toman en consideración los sentimientos y la personalidad de Catherine. Ambos se enfrentan por sus propios propósitos y por orgullo, y se justifican intelectualmente con ideas que en el fondo ocultan el machismo, la avaricia y la soberbia.


Lo sorprendente es que, en el fondo, ambos personajes masculinos desprecian a Catherine y, sin conocer la fuerza de su personalidad y determinación, la consideran una mujer sin chiste. Lo que hay en el fondo es un desprecio por la figura femenina. Catherine debe obedecer sin rebelarse, sólo es digna de casarse con un viudo o ser un objeto decorativo, no tiene ningún atributo en el “mercado de los pretendientes” más que su herencia.

Holland se centra en Catherine y va estudiando las diferentes etapas del desarrollo de la personalidad de la chica. La muchacha va moldeándose conforme se enfrenta a los obstáculos de su vida. De la torpeza física y la inocencia para al descubrimiento de su sexualidad y su pasión; de la entrega ilusionada para a la terca confrontación con el padre; de su firme decisión de casarse bajo cualquier circunstancia pasa a la amarga realidad de que para los dos hombres no representa más que dinero y un peón en el juego de su orgullo.



Catherine es el verdadero eje de la cinta. Vemos ese desarrollo hasta llegar a la toma de una decisión personal: no casarse.

Lo que esto implica es que Catherine quiere ser reconocida como persona, como adulto independiente. Dentro del contexto social en el que vive no tiene otras opciones más que permanecer soltera, vivir de su herencia y tener uno de los trabajos permitidos en ese entonces “de acuerdo a su condición femenina”.

Catherine no es una revolucionaria, pero se enfrenta al orden patriarcal establecido con las únicas armas que le son permitidas: la callada rebelión y la soltería. Ambas son las únicas vías en las que puede afirmarse Catherine dentro de esa sociedad, con el apoyo de las otras mujeres. Con base en una excelente actuación de Jennifer Jason Leigh, Agniesza Holland va develando los diferentes matices que componen al personaje, desde su inocencia e inseguridad hasta la afirmación de su personalidad y de sus propias decisiones.


Uno de los puntos importantes que marca el film y sobre el cual insiste la Holland y el diálogo, es que Catherine puede ser independiente gracias a la herencia que recibió de su madre. Al no tener que depender totalmente de la economía masculina, Catherine tiene bases para su rebelión callada de resistencia.

Tal como lo describe Virginia Woolf en su ensayo “Una Habitación Propia / A Room of One’s Own”, una mujer puede ser creativa e independiente, tener un lugar propio, si tiene una cantidad suficiente de dinero que le permita esa libertad. Este punto da la posibilidad a Catherine de enfrentarse a su padre y a su mismo amante. En el fondo, son los primeros pasos de un feminismo incipiente, pero no por incipiente menos valioso, porque de él nace el hecho de tomar las propias decisiones sin depender de otros.



Holland narra sútilmente los cambios de Catherine por todo este víacrucis emocional. Algunas situaciones son de una delicadeza perfecta, como el hecho de que la joven luego de ver a su novio se dirija al espejo y bese su propia imagen; es el despertar de una sexualidad que no sabe aun como expresarse. Los momentos de pasión del primer beso, la dureza frente al padre, la desesperación del abandono, son otros ejemplos en donde brilla la actuación y la dirección de las dos artistas. Los cambios, los gestos, la mirada de Jennifer Jason Leigh son un instrumento perfecto para que la directora polaca muestre los cambios de sentimiento y los vaya modulando.

Agnieszka Holland

Aun los momentos álgidos de la verdad, cuando Catherine enfrenta el desprecio del padre durante su viaje a Europa y la avaricia del amante, el personaje saca fuerzas de si misma para resistir y afirmarse en su decisión. Las actuaciones son claves para lograr esta fuerza. Una de las secuencias clave está en la confrontación en la montaña entre el padre (Albert Finney) y Catherine. El duelo de actuaciones entre el viejo lobo de mar Finney -en “Tom Jones” o “Bajo el Volcán”- saca los mejor de Jennifer Jason Leigh -“Kansas City”-, o las escenas finales donde el Dr. Slope sufre su ataque y Catherine no acude en su ayuda.

También cabe mencionar la presencia de la gran actriz inglesa Maggie Smith. La tía alcahueta y enamorada de Morris se encarna perfectamente gracias al trabajo de esta actriz que tiene toda la experiencia del mundo. Ben Chaplin maneja a su personaje adecuadamente y es cuando revela la verdad de la avaricia donde se percibe con claridad la mezquindad emocional de Morris Townsend.

Para narrar con esa fuerza y con esa sensibilidad, Agnieszka Holland se rodea curiosamente de polacos en puestos claves. Basta ver quienes están a cargo de la fotografía y la música, puntos claves en la factura de esta cinta.



Todos estos elementos se conjuntan en un melodrama feminista de magnífica factura. No deja de ser una película comercial, pero las subtramas y los matices que maneja y logra Agnieszka Holland hacen de “La Heredera / Washington Square” una película digna de ser vista.

Lo valioso de la película de la Holland es que, parafraseando a Hemingway, se puede ver que una mujer puede ser derrotada pero no destruida.

LA HEREDERA. 1997. Estados Unidos. Producción: Hollywood Pictures, Caravan Pictures, Roger Birnbaum, Julie Bergman Sender, Agnieszla Holland. Dirección: Agnieszka Holland. Guión: Carol Doyle, basado en "Washington Square", de Henry James. Fotografía en Color: Jerzy Zielinski. Música: Jan A. P. Kaczmarek. Edición: David Siegel. Intérpretes: Jennifer Jason Leigh (Catherine Sloper), Albert Finney (Dr. Austin Sloper), Ben Chaplin (Morris Townsend), Maggie Smith (tía Lavinia Penniman), Judith Ivey (Elizabeth Almond). Duración: 115 minutos. Distribución: Quimera Films.