Francisco Peña.
Al recorrer Italia de Milán a Venecia, de Verona a Palermo, uno nota que hay cosas a las que ninguna italiana o italiano podría renunciar: soberbia comida, futbol, celulares último modelo, exclusivos lentes para sol de diseñador. La Vespa también es parte de estas tendencias al ser un objeto de culto amoroso y símbolo del estilo de vida “a la italiana”.
Parece una contradicción que el país que se enorgullece de haber creado el potente Ferrari, el elegante Alfa Romeo o el exclusivo Lamborghini, haya convertido a la “humilde” Vespa (Avispa en italiano) de cuerpo redondeado, fina cintura y zumbido semejante al ronroneo de un gato, en elemento esencial de la cultura italiana y de su cine.
No, no es una contradicción. De hecho las raíces sociales y proletarias de la Vespa son más profundas que las de sus famosos parientes automovilísticos.
El cine italiano adoptó a la pequeña moto como “actriz” imprescindible y la volvió estrella internacional. El Times de Londres resumió la percepción mundial cuando publicó que la Vespa “es un producto completamente italiano, como no se había visto desde la época de las cuadrigas romanas”. Los clubes de “vespistas” se fundaron en todo el planeta, entre ellos el actual Club Vespa de México (http://clubvespademexico.foroactivo.com/).
La primera película donde aparece la motoneta es la cinta italiana Domingo de agosto (1950, Luciano Emmer) a sólo cuatro años de su creación. Irrumpe en la cinematografía estadounidense con la cinta de Hollywood La princesa que quería vivir/ Vacaciones Romanas / Roman Holiday (1953, William Wyler). De hecho, en esta película se conjugan dos consagraciones internacionales que registran los cinéfilos: una joven y bellísima Audrey Hepburn se escapa de sus deberes de joven princesa montada en una Vespa 125 guiada con seguridad por el “periodista” Gregory Peck para recorrer a placer las calles de Roma y, de paso, vivir un intenso romance veraniego como cualquier chica italiana del momento.
En el caso de los galanes hay que citar a Marcello Mastroianni (¡infaltable!), Henry Fonda y Gary Cooper. Cuando algunas estrellas filmaban en Roma, en el apogeo de los famosos estudios de Cinecittà, la compañía no perdía la oportunidad de hacer “campaña periodística” para promover la Vespa con actores estadounidenses. Es conocida la anécdota de que Charlton Heston, cuando filmaba Ben Hur (1959): iba de su hotel a los estudios montado en una Vespa, o recorría el camino a las locaciones cercanas en Frosinone. Claro, lo mejor era cuando los actores famosos se dejaban ver en Vía Veneto en una Vespa para vivir la “dolce vita” nocturna, como lo hizo Anthony Perkins (ya famoso por Psicosis) mientras filmaba El Proceso (1962) en Roma, dirigido por Orson Welles.
Para rematar, quizás la secuencia clásica de unas Vespas en movimiento está en La Dolce Vita (1960) de Federico Fellini. Se trata del vehículo preferido de los paparazzi para cazar fotográficamente a las estrellas y celebridades que rondan en la noche fílmica felliniana.
Pero para calibrar lo que es la Vespa para el cine hay que ver el video (arriba) http://youtu.be/RnHRUeMhxqc (Nicole Kidman de 00:24 a 00:27): se puede sentir lo que es bailar con alegría por las calles. Esta moto es el orgullo de quienes aprecian la libertad, el estilo y el buen diseño: triunfo nada despreciable para la “humilde” Vespa que cumple años.