Desgraciadamente, era peor de lo que muestran las películas.
Reneé Weinfeld, sobreviviente de Auschwitz.
...una de sus respuestas en Los últimos días.
Francisco Peña.
Los últimos días, del estadounidense James Moll es un documental desgarrador que investiga la tragedia de los judíos húngaros durante el Holocausto.
Se entiende, por su calidad y crudeza, que haya ganado el Oscar al Mejor Documental en 1998. Se exhibió dentro de la XXXIV Muestra Inernacional de Cine como una de sus piezas fuertes.
Con base en los testimonios de cinco sobrevivientes, que pasaron por el largo tormento que se condensa en nombres como Auschwitz, Bergen-Belsen, Dachau, Moll reconstruye el proceso por medio del cual la comunidad judía en Hungría fue exterminada por los nazis.
Desde los días de vida "normal" en el campo húngaro y en Budapest, se sigue la secuencia estrictamente cronológica de las víctimas del Holocausto.
La deportación de las ciudades, el viaje en los trenes de la muerte, la llegada a los campos de concentración, el exterminio inmediato de los débiles en las cámaras de gas, la separación salvaje de las familias, el horror de la vida diaria de los prisioneros, la brutalidad de los guardianes, los comandos encargados de la cremación, las increíbles pilas de cadáveres, la liberación y el estado de los sobrevivientes, la dificultad de la nueva vida, la angustia por la pérdida de los seres queridos.
A esta narración, llena de duras imágenes -algunas inéditas-, Moll suma las declaraciones de los cinco en la época actual y una visita a los lugares donde estuvieron prisioneros.
Una de las cosas que se desprende de esta cinta es la fría precisión matemática con la que fue planeada, ejecutada y sostenida la Solución Final. Todas las fases de la persecución a los judíos no sólo fue diseñada para su destrucción física sino moral... para hacerles perder todo sentido de humanidad propia.
Sin embargo, hubo quien resistió para contarlo. De allí que situaciones como la contada por Alice Lok Kahana, la artista, tenga una fuerza simbólica extraordinaria: enmedio de los excrementos de las letrinas de las mujeres, las jóvenes judías que no se conocían entre sí -polacas, húngaras, checas, etc.- se hermanaban en los cánticos del Sabbath.
Los cinco casos personales se van convirtiendo, a lo largo de la cinta en símbolos de lo acontecido durante el Holocausto. Junto a las narraciones actuales frente a la cámara, Moll inserta las imágenes documentales de archivo, provenientes de los archivos alemanes y de los aliados.
Todo dentro de una estricta fidelidad histórica y sin ninguna reconstrucción.
Las imágenes, crudas y sin maquillaje, no ocultan lo sucedido sino que hablan por sí mismas. Moll intercorta del presente de sus testigos al pasado familiar, a las reuniones familiares, a los rostros sonrientes de los que ya no son para mostrar, por contraste, lo terrible de la vida en los campos de concentración.
En ese sentido, como afirma en una frase Reneé Weinfeld, una de las sobrevivientes, "desgraciadamente, era peor de lo que muestran las películas". Los últimos días cae en la misma situación.
La película traza esa curva asintótica que recorren todas las películas que tocan el tema del Holocausto. Ninguna cruza la frontera para narrar todo el horror... es imposible.
No se puede reconstruir y transmitir totalmente el insoportable dolor y la experiencia inhumana que significó para millones el vivir y morir en esos lugares diseñados para el exterminio. Los productores lo saben y no pretenden otra cosa que transmitir los testimonios y dejar que sean éstos los que comuniquen al espectador la crudeza del Holocausto.
Inclusive Moll ha hecho un documental que no es "limpio", porque no elimina ni corta las reacciones emocionales de los testigos frente a la cámara: el recuerdo trae el llanto a los ojos, la tristeza, el desvario y la indignación.
Moll deja que los espectadores atestigüen el dolor actual de las personas frente a los hechos del pasado. De esa manera indirecta, a través del dolor actual que es espejo del dolor del pasado, es como el espectador puede intuir y sentir un poco de la intensidad del sufrimiento de quienes sobrevieron a esa experiencia.
Un pequeño ejemplo es la visita de Reneé Weinfeld a la casa de su niñez. En unos segundos intenta abrir la puerta de la reja con una desesperación que termina por quebrarse en el llanto. En ningún momento se ve su cara pero la escena trasmite su desolación ante la muerte de sus seres queridos.
La misma Reneé Weinfeld, en otra parte de su testimonio, habla de como el hecho de que la despojen de un traje de baño -recuerdo de vacaciones con su hermana-, la priva de sus recuerdos, de su humanidad.
Los últimos días es sólo un testimonio y como tal se asume. Luego de la descripción de los horrores, prefiere afirmar la vida de las nuevas generaciones que descienden de los sobrevivientes. Como se narra en un pasaje del film, dos hijas dan a su madre -que ha perdido a toda la familia en Auschwitz- el mejor regalo de amor que le pueden entregar: diecisiete nietos, un obsequio de vida humana.
La nota de amor que cierra la cinta no deja a un lado el hecho de que el interés de la cinta es que no se olvide el Holocausto, de que no caiga en el polvo de la Historia. Y no se olvida por las terribles imágenes con las que está formada: los esqueletos vivientes de Dachau durante la liberación por parte del ejército estadounidense, las pilas de cadáveres, los crematorios, las barracas, el alambre de púas...
Tampoco permiten el olvido la búsqueda de los seres queridos, la investigación... sólo queda el consuelo de las velas votivas...
La crueldad del hombre contra el hombre en el Holocausto tiene sus antecedentes... Esos esqueletos vivientes, puro hueso con la piel pegada, han sido retratados desde el siglo XIX. Esas fotos provienen de la Guerra Civil estadounidense (1861 - 1865), de un nombre tampoco olvidado pero menos conocido: el campo de prisioneros norteños en el Sur norteamericano conocido como Andersonville.
Pero la escala de la operación montada por el régimen nazi para el exterminio del pueblo judío desborda cualquier precedente. Su fría efectividad es increíble.
Los países que sufrieron la persecusión y el establecimiento de campos de concentración en su territorio han precedido el esfuerzo de Los últimos días por no olvidar. En ese sentido destaca la obra del cineasta polaco Andrzej Wajda.
Wajda hizo en 1970 la cinta Paisaje después de la batalla / Krajobraz po bitwie, con Stanislawa Celinska y Daniel Olbrychski. Analiza las heridas existenciales y psicológicas de los sobrevivientes de los campos de concentración a partir de los cuentos del polaco Tadeusz Borowski.
Este escritor, sobreviviente de Auschwitz, fue acusado de inhumano sólo porque describió fríamente la verdad de lo que vió. Como muestra basta el título de uno de sus cuentos: Señoras y señores, a la cámara de gas / Prosze panstwa, do gazu. Borowski, que vivió después, como dice una frase de su obra, "contaminado por la muerte", se suicidó en 1951.
En 1995 Wajda retoma el tema. Si en Paisaje después de la batalla narra las consecuencias de sobrevivir a un campo de concentración, en Semana Santa / Wielki tydzien muestra la persecución de una judía en Varsovia y las reacciones de la población polaca, que oscilaron entre el odio y el apoyo solidario a los perseguidos.
Pero aun la mano maestra de Wajda, al igual que el documental Los últimos días, únicamente se aproxima al dolor real de los sobrevivientes-
La nota final de Los últimos días es la esperanza de que la vida venza a la maquinaria de la muerte. Pero aclara que para que ésto suceda no se puede olvidar que hubo una vez en que la muerte estuvo a punto de entronizarse en el mundo.
LOS ULTIMOS DIAS / THE LAST DAYS. Producción: Survivors of The Shoah Visual History Foundation, Steven Spielberg, Junre Beallor, Ken Lipper. Dirección: James Moll. Año: 1998. Fotografía en color y en blanco y negro: Harris Done. Música: Hans zimmer y Nathan Wang. Edición: James Moll. Participantes: Bill Basch, Alice Lok, Reneé Firestone, Tom Lantos, Irene Zisblatt, Darío Gabbai. Duración: 90 minutos. Distribución: Quimera Films-
Premios Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, Estados Unidos, 1998: Óscar al Documental.