10 enero 2015

El planeta de las mujeres invasoras, de Alfredo B. Crevenna

Francisco Peña.

El cinebasura es sólo basura. Enzo Grazzini.


El (falso) problema de la valoración del cine basura es cíclico. Cada generación redescrubre algunos valores positivos en las malas películas comerciales, lo cual es válido. El camino correcto de dicha valoración pasa por el análisis del cine de géneros. Jamás pasa por la exaltación del Cine Basura o cine bizarro que algunos filmópatas promueven para alabar lo burdo, idolatrar la estupidez en pantalla y corromper la sensibilidad del espectador. Se trata de justificar, por snobismo, la existencia estética de los productos más asquerosos del cine que atentan contra la inteligencia de los cinéfilos.

Una cosa es que el cinéfilo normal disfrute de cierta inocencia en una mala película, que se deleite con los rasgos naif o camp de algunas cintas, que en algún momento de tiempo libre vea estas películas con cierto cariño o hasta nostalgia (cuando uno era "inocente e indocumentado", diría García Márquez).


Película Completa en YouTube -mientras la dejen estar en línea-.

Otra cosa muy diferente es cuando cierto tipo de filmópata pretende exaltar al Cine Basura como la máxima expresión estética del Séptimo Arte. Adjudica al Cine Basura una serie de valores inexistentes en la pantalla, repite hasta la naúsea los mismos "argumentos" para todos estos filmes, mientras hace desfilar ante sus receptores cautivos una larga hilera de abominables películas presentándolas como Suma Teológica o Corán de la diversión.


Al plantear este tipo de cine como "lo máximo" y atiborrar a sus oyentes o lectores con múltiples ejemplos (que sólo él ha visto junto con algunos elegidos / the chosen ones), lo que demuestra este tipo de filmópata es una trágica aridez intelectual, incapacidad de preferir otro tipo de cine, y malicia antiintelectual para deformar la sensibilidad de otros espectadores a su conveniencia.

Este fenómeno también se da en México. Ante la ausencia de una corriente constante de películas de arte, de cintas comerciales o de géneros de buena factura en la historia de la industria cinematográfica mexicana después de la Época de Oro, alguno que otro desorientado se conforma con lo que hay y lo exalta. Establece así un doble estándar de valoración. Es implacable con las producciones extranjeras. Se ensaña contra el cine de arte, el buen cine comercial y de género porque lo dejan "insatisfecho". Por otro lado, sólo aplaude a rabiar el Cine Basura nacional e internacional: monstruos de cartón, gore descerebrado con galones de sangre, thrillers de octava clase, espejos sadomasoquistas y toda clase de incoherencias fílmicas tanto en lo narrativo como en la factura de imágenes.

En el caso mexicano, este tipo de filmópata sólo tiene orgasmos mentales autoinducidos con cintas de octava clase de El Santo, Blue Demon, Charros Negros y demás engendros. Todo estaría bien si no pretendiera que sus gustos personales se conviertan en la normativa para todos los espectadores. Para este tipo de filmópata, nadie sabe de cine si no comparte sus gustos (no sus conocimientos: él es el Jefe Máximo y/o El Jefe de Jefes o las dos narcocosas juntas) sobre este tipo de cine.

La verdad es que estos filmes se conocen en México génericamente como "CHURROS". Es decir, productos de ínfima calidad, de escaso presupuesto y cero creatividad en ideas, guiones y realización. Los "churros" existen en todas las cinematografías del mundo: es el producto comercial que sólo busca un beneficio económico inmediato para los productores EXPLOTANDO la legítima necesidad de diversión del público. Lo que se entrega a cambio al espectador son emociones baratas por medio del sexo, sangre, asesinato, mutilación, sadomasoquismo y otras lindezas. Lo que los estadounidenses llaman, con acierto, "cheap thrills".


A reserva de que algún día me aproxime a algún film del sobrevalorado e inflado cine de El Santo (por ejemplo, Santo contra La Tigresa - Irma Serrano), hoy pierdo mi tiempo con uno de los churros más absurdos de la ciencia ficción fílmica mexicana (¡Sí, existe!): El Planeta de las Mujeres Invasoras, film de Alfredo B. Crevenna, de 1965. La película fue rodada en blanco y negro, sin contrastes y una iluminación plana, más horrible que cualquier programa de televisión. Este detalle técnico de iluminación, donde toda la luz es plana, es una constante "estética" del cine basura mexicano: se hace al aventón y de prisa bajo la premisa: "pinche, pero parejo".


El film es una especie de secuela (hay que llamarla de alguna manera) de Gigantes planetarios (también de Crevenna, también de 1965). En resumidas cuentas, José Felipe Coria dice de este film: "...sucedió la pasmosa El planeta de las mujeres invasoras (1965, Crevenna), apenas tolerable por las exhuberantes féminas invasoras Elizabeth Campbell, Maura Monti y, but of course, Lorena Velázquez, en papeles lo suficientemente desquiciados para obsequiarles, por valentía, una estrella en el Paseo de la Fama. No en México, en Hollywood". (1)


El guión trata del secuestro (abducción diría algún culterano de diccionario descatalogado) de varios terrícolas para llevarlos al planeta Síbila (nada más... y nada menos). El problema es que en Síbila sólo viven mujeres (¿guerreras, lesbianas, viudas, vírgenes, cachondas, golosas, frígidas o simplemente atractivos visuales en pantalla? ¡Nadie sabe! ¡Tampoco el culterano!).


Cómo se reproducen es un misterio. El hecho es que las Mujeres de Síbila pretenden invadir la Tierra por gandallas, no por mujeres, claro. La bronca es que no aguantan la atmósfera terrestre, especialmente la de la Ciudad de México, seguramente por el entonces incipiente smog.

Para vivir en la Tierra necesitan seres humanos para experimentar con sus pulmones (de los terrícolas, no los de ellas), lo que les podría dar más aguante en la Tierra para vivir. Como contrapartida, resulta que Síbila es un planeta donde nunca se pone el Sol (jamás se dice que carece de movimiento de rotación: ¡simplemente el Sol sibilense está cañón!). Los terrícolas que no tienen viseras (que no visceras) truenan de balazo, se quedan ciegos y mueren: C'est fini, Kaput, Fine.

Las güeroskhas sibileñas secuestran (o abducen) a varios ejemplares de mexicanos: familia con niño rubio, pareja de novios, banda de gangsters, burócrata gordito... Se los llevan en un platillo volador instalado en una Feria donde la gente se sube al artefacto para un Viaje a la Luna por Cinco Pesos. Resulta que el platillo volador de la Feria es un Platillo Volador sibileño de a deveras, y despega de la Feria con sus secuestrados (abducidos).



Nuestro diletante despistado "daría pruebas" de que esta idea e imágenes del churro mexicano fueron "plagiadas" por la saga estadounidense de Los Hombres de Negro (Men in Black).


Desde estas secuencias iniciales vemos a algunos actores que después destacaron en el mundo de la televisión: Adriana Roel, Rogelio Guerra, Guillermo Murray, Aarón Hernán, Raúl Ramírez, el cómico Ferrusquilla; y las "golosas" ya mencionadas: Elizabeth Campbell, Maura Monti y otras más, encabezadas no por una ¡sino dos! Lorenas Velázquez.


El secuestro (perdón, abducción) es registrado por el científico David Wolf (Guillermo Murray) junto con una especie de asistente: el famoso boxeador Taquito Kid (Ferrusquilla). Son testigos de que el Platillo Volador sibilítico (por poco y escribo sifilítico, pero no me excuso diciendo que ya no veo bien la Arial de 12 puntos...) llega, ¡claro!, a Síbila, "el planeta del brillo perpetuo".


El Platillo Volador sibílino frena en veinte metros y se posa "suavemente" en un paisaje pedregoso. Las güeroskhas les pasan a los terrícolas unas viseras de plastico, cruce incestuoso entre caretas de soldador y visera de motociclista de los 60: eso sí, del mejor plástico transparente nacional de la época en que se protegía a la industria del país. A pesar de ser gandallas, las Mujeres de Síbila no quieren que los terrícolas se queden ciegos. Caminan por el planeta pedregoso (¿suena a Pedregal de San Angel, una zona de la Ciudad?) y comienza a oirse una insoportable música entre sintetizador y serrucho.


Las gueroskhas se reportan con su Reina Adastrea, que encarna Lorena Velázquez. Uno de los gangsters se rebela y es ejecutado con un ligero toque de unas lanzas de palo de escoba que traen las soldadas, digo, las escoltas de Adastrea. Adastrea les advierte que las lanzas de palo de escoba con puntas de madera son ¡Lanzas Necrolumínicas! (en este punto cierta clase de gourmet de Cine Basura ya está tratando de conseguir el DVD de este film en Ucrania para cotejar si lo que digo sobre Lanzas Necrolumínicas es verdad deductiva, mentira inductiva, invención sinérgica, fantasía universitaria o plagio del guión original en Cineteca Nacional).

¡Las Lanzas Necrolumínicas!

El gangster es el primer sujeto de experimentación: le sacan cachos del pulmón para usarlos en una chava sibilera. Pero estamos a mediados de los 60 en México, así que no hay litros de sangre ni vivisección ni mutilaciones (¡fiuuuu, de la que nos salvamos!): Ruggiero Deodato o Lamberto Bava están en el futuro del film y en nuestro pasado cinéfilo.

Quien quiere salvar a los terrícolas es, nada más y nada menos, que ¡Lorena Velázquez! en el papel de Albunia (¿Albúmina?), la gemela buena (como el pan viejo) de la gandalla Reina Adastrea. Hace un doble papel que multiplica por dos la mediocridad del film en cuanto al planteamiento de las hermanas gemelas como personajes.



(De verdad, los nombres de las sibilíticas, sibileñas, sibilenses, sibilítecas o simplemente mujeres gandallas son así: Adastres, Albunia, Fitia, Marpesia...).


Todos los personajes caen en un set (iluminado "pin... pero parejo") que es un verdadero laberinto sacado de la mente de Borges o Kafka. No se entiende donde queda que cosa en tan sólo cuatro cuartos y cuatro pasillos: ¡milagro de la escenografía mexicana y la pésima dirección de cámara!. Este laberinto está acompañado en pantalla por otro delicioso detalle de sonido: durante todo el film, la maravillosa escenografía de triplay hace que rebote por todos lados el ruido del taconeo producido por las botas de las guardias sibilípantas (¡casi escribo suripantas!) y las zapatillas de plástico transparente de Lorena Velázquez en sus dos versiones narrativas: gemela gandalla VS gemela buenaza (y buenona también). Eso sí, las dos hacen el mismo ruido insoportable con sus tacones.

Las sibíleras (¡no, no, eso suena a jineteras!) encierran a todos los humanos en distintas recámaras que se cierran con la misma clase de puertas hechas con delgadas hojas de triplay, que se abren con un empujoncito y hay que pararlas con la mano para cerrarlas. Ya en sus recámaras (con camas de triplay, porque los colchones desde entonces eran caros y no alcanzaba el billete para la producción, y después de todo están en Síbila y no en la Tierra), Adastrea les advierte a sus huéspedes que deben obedecer porque tiene el control (¿dónde he oido eso antes?).


Adastrea se los comunica desde una pantalla que transmite su mensaje en todos los cuartos, lo que seguramente explica que la tecnología sibilense permita asombrosos Brincos de Eje de la Cámara ¡En la misma transmisión Lorena Velázquez aparece en una pantalla viendo a la derecha en un cuarto, y en otro cuarto aparece viendo a la izquierda mientras dice la misma frase en pantalla! ¡Si los vanguardistas franceses pueden hacerlo, Crevenna y Juan Orol también! Adastrea transmite desde el cuarto de control, armado con pantallas y cascajo electrónico desechado de las cabinas de radio y de televisión: equipo viejo pues, pero con lucecitas.


Un gangster ve los experimentos "pulmonares" y se asusta. Histérico, huye del laberinto, pero el Sol sibilino lo ciega. La escena donde queda ciego es una de las peores actuaciones (y miren que tiene muchísimas más) del inefable José Chávez Trowe, perpetuo actor de cuadro del cine mexicano, al que los gourmets del cine basura deberían dedicarle un homenaje o al menos algunos párrafos conmovedores y emocionados, salpicados de "wows" o sea "guaus".

Como ayuda para los diletantes, les diré que José Chávez Trowe le entraba a todo lo que le ofrecían como chamba (casi como su sucesor, el famoso Chiquilín). Se la vivía en la vieja cafetería de los Estudios Churubusco (ya desaparecida) y hacía incursiones por los Estudios América (también desaparecidos) rondando siempre a los productores. Así, JCT era el ajonjolí de todos los moles fílmicos entre los 60 y los 80: la hizo de vaquero, revolucionario (compadre de Villa, frente al Villa de Pedro Arméndariz), policía, gangster, matón y, claro, otros personajes gandallas. Dejo en las curiosas manos diletantes el resto de la historia de José Chávez Trowe: están en todo su derecho de exaltarlo.

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Volvamos a las Mujeres Invasoras... Pepe (o sea Chávez Trowe) muere y lo diseccionan. Las gueroskhas sibileñas para ello usan unos como guantes de hule para lavar platos como en cualquier casa terrícola, mismos que también después aparecen en las manos de los astronautas rescatadores terrícolas. En realidad, se trata de un vulgar error de continuidad (uno más).


Mientras, Adastrea y Albunia se pelean. Albunia reta a la Reina a que la mate, pero la Reina se niega porque hay una leyenda que dice que, cuando nacen gemelas, no sólo se separan sus características espirituales (gandalla VS buenaza, aunque ambas estén buenonas) sino que, ¡si una muere, la otra también truena en el mismo momento!

Albunia busca ayuda en la Tierra y manda a una mensajera (Fitia) a que localize a Daniel Wolf y que traiga armas nucleares, únicas que pueden enfrentarse a la tecnología del planeta Síbila. La buenaza Fitia se va a la Tierra y es perseguida por las esbirras gandallas de la gandalla Adastrea.


Las tres se encuentran en casa de Wolf pero Fitia se asfixia ya con la atmósfera terrestre. En eso, el guión se saca de la manga la llegada de Taquito Kid. Saca el Mercedes Benz de Wolf de la casa, en cuya cajuela va Fitia (Ojo: si lo desea, algún gourmet de Cine Basura puede checar que las placas del Mercedes sí son 11-18-17, para que no se diga después que NO ví este film o me plagié la crítica del "gorditou" Roger Ebert que, como Chabelo "es el amigo de todos los niños gourmets de cine basura").




Ojo, el número en la placa pudo ser seis, pero hay que ver el film para saber que es Ocho. Mientras, hay que ver la cara de Fitia, precursora de los crímenes de encajueladas en México.

En varias escenas gratuitas, Taquito Kid se da cuenta de que trae una encajuelada porque (para demérito de la publicidad de Mercedes Benz) el coche se para inexplicablemente. Toma un taxi cocodrilo (de los 60 en la Ciudad de México, negro abajo, con toldo verde, y en medio una franja de triángulos blancos y negros = dentadura de "cocodrilo").


Va por Wolf y regresan a la escena de la muerte en el mismo taxi cocodrilo (sin placa delantera, detalle que confirma que sí ví el film). Wolf y Taquito Kid no reciben el mensaje de Fitia (no importa, en el guión ya no se hace mención de ese detalle) y salen en un cohete al planeta Síbila.

Los efectos "especiales" se notan a leguas. Fondo forillado de espacio, con estrellitas y nubes (o nebulosas, pues) y juguetito que se desplaza hacia adelante o hacia atrás (según "venga" o "vaya"), con cuete escupidor colocado en la parte trasera, con humito que se eleva en un medio donde no hay gravedad ni aire ni nada, claro... El Platillo volador sibíleño, en cambio, está estacionado entre unas hojotas de unas plantotas: ni la Selva Amazónica tiene plantotas tan grandes para la escala del platillo volador. Es decir, el modelito a escala lo pusieron entre las plantas de un jardín, cerraron la toma de la cámara y se olvidaron de cualquier tipo de proporción dentro de la imagen ("pin... pero parejo").

El cohete de Wolf y Taquito Kid llega a Síbila, frenando en menos de, a escala, 20 metros (¡olvídense de la inercia, retrocohetes o cualquier cosas que de verdad frene una nave en la atmósfera terrestre!). ¡Esa es "tecnologìa basura de punta" y no la sugerida por el Dr. Isaac Asimov en sus libros!

Wolf comenta que ya llegaron a "Síbila, el planeta de las mujeres sin alma". ¡Oraleeeee! Y viene uno de los mejores diálogos del film (para antología del Cine Basura mexicano):

WOLF: Síbila, el planeta de las mujeres sin alma.

TAQUITO: Pos así son todas, profesor. ¿A poco las mujeres tienen alma?

WOLF: ¿Por qué dices eso?

TAQUITO: Pos será porque a mí siempre me han pagado muy mal.

Sin comentarios...

Mientras, el villano terrícola, el gangster interpretado por Raúl Ramírez, ya le tiró los perros a la Reina Adastrea para "salvar el pellejo".


Las gueroskhas sibilíticas llegan con Wolf y Taquito y les dan las mentadas viseras, que se ponen DETRÁS de las viseras que ya traían en sus cascos de astronautas, haciendose bolas con las DOS viseras. Viene otro diálogo para incluir en antología de Cine Basura internacional:

GUARDIANA: Póngase estas viseras o quedarán ciegos. Afortunadamente llegamos a tiempo para proteger su vista.

WOLF: ¿Para qué quiero yo esa cosa?

GUARDIANA: Nuestro Sol es tan poderoso que en pocos minutos quedarían ciegos.

WOLF (SEDUCTOR, A LA GUARDIANA): ¿Ah, sí? Pues sería una verdadera lástima habiendo cosas tan bonitas para ver.

TAQUITO KID: ¡Tú callate y obedece, mano!

WOLF: ¿Y tú quién eres para darme ordenes? ¡Imbécil!

TAQUITO KID: Ex-campeón gallo de la República.

DE INMEDIATO, TAQUITO KID GOLPEA A WOLF EN EL ESTOMAGO. WOLF CAE PARA ADELANTE, FRENTE A LAS SIBILINAS.

TAQUITO LE DICE A LAS GUARDIANAS SIBILEÑAS.

TAQUITO KID: Ustedes perdonen, pero pos tuve que hacerlo porque pos él es muy malo pa' la bebida... y uno también tiene su carácter.

Sin comentarios...


Entran todos al laberinto y empiezan a abundar las tomas llamadas "Monton Shot" (Monton, de Montón, pero sin acento en la O, porque así se dice en el medio... ni modo). Es decir, la cámara no sabe cómo encuadrar a tantos personajes en la misma escena, ni a quien dirigir la atención.

Wolf y Taquito Kid fingen ser traidores, pero al final intentan liberar a los escuestrados (ok, ok, abducidos). Descubren que Adastrea tiene un arma: un satélite que rebotará selectivamente la luz del Espejo Fulmíneo (¡por dios que así se llama!). La luz impactará la Tierra matando a todos los adultos (sólo tres) para abducir (ahora si, aunque los secuestren) a todos los niños (sólo se ve una veintena). El Espejo Fulmíneo no es otra cosa que un viejo reflector grandote (ok, ok, un arco voltaico, como los que se usan en los estrenos de Hollywood para iluminar la noche o vulgar Sky Tracker).


Wolf manda por un tubo a la Reina y se convierte en el héroe (que no érue, como pronunciaría probablemente Taquito Kid) que debe ser. Encierra a la Reina Adastrea en el cuarto de control junto con el villano (Raúl Ramírez). El gangster quiere salir y dispara su pistola contra las endebles puertas de triplay, cuya debilidad ha sido evidente en todo el film. Pero gracias a la magia del diálogo las puertas NO se abren porque Adastrea explica que "son más fuertes que el acero" (a ver, todos a coro, ¡a la unaaaa!, ¡a las dosssss!, ¡dossss y media!, ¡trreeesssss!: ¡Ahhhhhhhh! ¡Woooowwwwww!).


Adastrea, gandalla como es e incapaz de un buen sentimiento, ordena el funcionamiento del aparatejo. El satélite rebota la luz justo en la Escuela Primaria #5 (y ninguna otra de la Ciudad de México: de Adastrea como una Osama Bin Laden avant la lettre, vanguardista del terrorismo interplanetario selectivo). Los chavitos y un maestro bajan la escalera de la escuela y el maestro muere fulminado; la maestra que encabeza la fila también cae fulminada. Dos gueroskhas se llevan a los inocentes niñitos, y cuando sale el director y reclama, muere también fulminado por el Espejo Fulmíneo.

Albunia se pela con sus cuates (ok, ok, aliados terrícolas) a unas cuevas. Les cae Adastrea pero la someten entre todos (Ojo: no la secuestran ni la abducen). En la escena, unos traen viseras y otros no, ya no se sabe a quien se le rostizarán los ojos. Los terrícolas regresan para sabotear el espejo, lo dirigen contra las dos gueroskhas que estaban en la Tierra, las fulminan y liberan a los niños terrícolas (¿A poco no merece este film un remake japonés, para que luego hagan el remake los gringos? Digo, la basura se recicla, ¿no?).

Ya encarrerados los gatos... revientan al resto de las guardianas sibileñas, aventándoles en vivo y en directo el rayote fulminante. Todas mueren fulminadas y desaparecen del piso por elemental truco de disolvencia y cámara amarrada. O sea, sus cuerpos fulminados se desvanecen ante los ojos del espectador terrícola.

A estas alturas del partido de hockey sobre pasto, digo, del film, ya nomás quedan dos sibilíticas o seáse las dos gemelas: Adastrea (la gandalla) y Albunia (la buenaza), ambas buenonas porque están actuadas por Lorena Velázquez (y una chava extra con peluca, para las tomas de "rever").

De nuevo Albunia amenaza a Adastrea con la leyenda de las gemelas (¿verdad, mentira, o se plagió Homero a sí mismo? Homero Simpson, no el poeta griego). Adastrea tiene miedo, pero quién escribió el guión no lo tuvo (y además, YA tenía que acabar el film). Así que de la nada (o de la mexicanisima manga), el guión marca que el gangster sobreviviente le dispara a Albunia por la espalda.


Obvio, la Reina Adastrea muere con su gemela Albunia y todo vuelve a la normalidad: todos son medio buenos y medio gandallas, como todo el resto de la humanidad terrícola desde críticos de cine a filmópatas. Pero eso sí, Albunia recibe el honor de ser enterrada en la Tierra, a dónde quería ir aunque se muriera casi de inmediato por insuficiencia pulmonar. cosa que ya no le importaba al guionista ni, a estas alturas del partido, al público.

Todos los sobrevivientes se suben al cohete incluyendo al inefable Taquito Kid, que prende su cuete y se eleva al cielo mientras aparece la palabra FIN.

¿Qué hacer con este ejemplo mexicano de cine basura, desperdicio de recursos económicos y cinematográficos? Nada. Allí está... Lo que queda es verle las malas costuras a películas como ésta, como las costuras de las mallas que portan todas las sibíleñas y que se ven a leguas. La tarea crítica es ubicar la realidad estética de la película, o sea su carácter de basura fílmica dentro del conjunto de cine basura. Para nada exaltar lo que no tiene ni contiene porque eso implica una distorsión de los valores sociales del cine como arte y/o medio de comunicación.

No hay que caer en la trampa filmópata del doble estándar de valoración para las películas, que va de la berrinchuda exigencia irracional para el cine de arte y/o buen cine comercial hasta la exaltación de la basura fílmica como única opción cinéfila. Hay "catadores" que detectan los distintos olores de la basura fílmica como si fueran vinos europeos, chilenos, argentinos o mexicanos; pero un mal vino lo es aquí y en cualquier parte del mundo, como un film basura es basura aquí y en cualquier pantalla en el mundo.


Al descender a los infiernos del cine basura para analizar este tipo de cintas, uno agradece salir mentalmente bien librado de la degradante experiencia estética. Por desgracia, en cada incursión a este submundo se refuerza una vez más la misma conclusión, que resume el ensayista italiano Enzo Grazzini: El cinebasura es sólo basura.


Película Completa en YouTube -mientras la dejen estar en línea-.

(1) Coria, José Felipe. Cae la Luna: la invasión de Marte. Editorial Paidós Mexicana, S.A. México, 2002. pp. 204.