Francisco Peña.
De entrada nos encontramos con una cinta autobiográfica donde el director, su familia y sus colaboradores son sus propios personajes, actuados por ellos mismos. La realización y la edición buscan una forma más suelta de expresión, para dar una impresión de libertad, de desparpajo, de vida cotidiana. Por eso Moretti se permite dejar colas en edición, movimientos de cámara en apariencia sucios, improvisación, etc. Esta forma de cine es una elección consciente de un estilo, que se maneja a lo largo del film y que incluye materiales de televisión y video.
La forma va aparejada con una historia donde el director cuenta sus propios problemas para realizar películas y documentales sobre la situación política y social de Italia a partir de 1994 hasta 1997, unidos a su situación familiar que se centra en el nacimiento de su hijo Pietro.
El resultado que obtiene Moretti al relacionar política, producción cinematográfica y vida familiar, en una expresión estilística que se quiere fresca y descuidada, es un film deshilvanado, localista y sin significado. La gran conclusión final es que todo carece de importancia ante el nacimiento y desarrollo de la propia prole.
La película inicia con el triunfo de la centroderecha italiana en las elecciones de 1994, al mando de Silvio Berlusconi, el magnate de la TV privada y dueño del equipo Milan; termina con la victoria de la centroizquierda tres años después, donde el PDS (el antiguo Partido Comunista Italiano, transvestido) juega un papel esencial. Enmedio se narran las preocupaciones políticas y familiares de Moretti, enfrentado a la necesidad de hacer un trabajo político con su cine mientras espera, participa y goza del nacimiento de su primer hijo, Pietro.
El resultado es que, si no se conoce nada de la situación política italiana de los últimos años, o no se tiene contacto con la problemática de los intelectuales italianos de izquierda, las cosas que narra Moretti son poco comprensibles y se pierde el significado de la cinta. En ese sentido, Moretti ha hecho un film dirigido estrictamente al ámbito italiano y no se preocupa por explicar nada a los que son ajenos a esa realidad social.
En el campo personal, si no se comprende el contexto social en donde se mueve Moretti, sus preocupaciones se vuelven insignificantes. Vemos al típico intelectual de la izquierda italiana aburguesada que vota “sinistra” pero vive como burgues y celebra Navidad comiendo ganso.
De allí que lo que la cinta plantea no tenga resonancia en otros lugares que no sean la propia Italia.
Insisto, vemos su preocupación por cubrir documentalmente el recorrido de Bossi, el líder impulsor de la Liga del Norte, partido - sombrilla que amalgama racistas, separatistas y todo lo que desdeña al Sur italiano subdesarrollado. Bossi es un líder poderoso que declara la “fractura” de Italia en dos países: por un lado el Sur de los “terrone”, de los polvorientos que emigran al Norte, de la basura burocrática romana; por el otro, propone la Padania, un nuevo país soberano que abarcaría todo el Norte italiano, que es industrial, desarrollado, blanco. Es evidente que muchos habitantes de ese Norte piensan como Bossi y que el problema es delicado.
Pues bien, a diferencia de otros cineastas de izquierda, que si narran estos problemas desde distintos ángulos, Moretti cuenta como se toma un capuccino y dirige las tomas de la llegada de Bossi desde un celular mientras él está en la azotea. ¿No que muy preocupado por la realidad italiana? Este es sólo un ejemplo de lo que ocurre en todo el film.
Esta actitud de desenfado y despreocupación que muestra en su propia película contrasta con la declaración de Moretti en el programa de mano de la Muestra: “Pero es increíble que nadie haya hablado en el cine de lo que ha sucedido durante estos últimos años en Italia, En este país no parecemos capaces de narrar la evolución de nuestra sociedad, a causa de una mezcla de autocensura, pudor y falta de curiosidad”.
Me parece que es increíble la autocomplascencia con que Moretti intenta narrar lo que pasa en su sociedad, porque a las causas que él menciona sobre la incapacidad de contar lo que pasa en Italia habría que agregar su propia irresponsabilidad. No basta con hacer unas tomas en una sede del PDS, pitorrearse de Berlusconi o hablar de todas las cartas de protesta que ha escrito a la RAI, al PCI o a quien se deje para salvar su conciencia de izquierda. Por el caño desliza la tradición del cine italiano político, desde Rosi a Bertolucci pasando por Pontecorvo.
La escena política italiana, parece decir Moretti, es tan caótica, que sólo vale la pena preocuparse por la situación personal representada por el nacimiento de su hijo.
Si lo que se pretendía era un retrato, o un autorretrato en este caso, de un ser dentro de una situación social, lo que propone el film es dejar la política a un lado y dedicarse a las obligaciones paternales. ¿Qué otra conclusión puede sacar un espectador con las escenas finales? Moretti rodeado de papeles que acumuló durante años sobre la situación italiana, las portadas de “L’Espresso” con sus chavas encueradas, todo se va por el tubo histórico mientras Pietro revuelve todo.
Lo que queda al final de la cinta es un pitorreo de la comedia musical italiana de los 50, cuando toda la izquierda apoyaba a Stalin y el único personaje feliz es un pastelero trotskista. Adios Togliatti, adios Berlinguer, adios Gramsci, Nanni Moretti los saluda.
La misma situación de “Io me ne frego / me vale… queso” se refleja en la factura del film. Es cierto que tiene unidad estilística, que todo concuerda para hacer participe al espectador. ¿Participe de qué? Ese es el nodo del problema.
Terminemos pues por creer que se trata de una comedia. Unas cuantas botanas y chistes son chispazos de humor que iluminan la cinta pero que no construyen ninguna continuidad.
Tenemos que conformarnos con ver una cinta autocomplaciente y vacía a la cual se supone que tenemos que aplaudir, por los premios que antes ha recibido su realizador. Lo que pienso es que atrás queda la trayectoria de un cine italiano vivo en la memoria, del cual seguramente en el futuro veamos algo que valga la pena, y no algo como este autorretrato que no nos refleja nada de importancia.
ABRIL. 1997. Italia - Francia. Producción: Sacher Films, Les Films Alain Sarde, Bac Films, La Sept Cinéma, Canal +, Angelo Barbagallo, Nanni Moretti. Dirección: Nanni Moretti, Guión: Nanni Moretti. Fotografía en Color: Giuseppe Lanci. Música: L. Einaudi, M. Vivanco, Dàmaso Pérez Prado. Edición: Angelo Nicolini. Intérpretes: Nanni -Giovanni- Moretti (Nanni), Silvio Orlando (Silvio), Silvia Nono (Silvia), Pietro Moretti (Pietro). Duración: 78 minutos. Distribución: Cineteca Nacional.