Francisco Peña.
Un excelente documental y un retrato humano del cineasta español Luis Buñuel es lo que entregan José Luis López Linares y Javier Rioyo en A propósito de Buñuel.
En su segunda película, los documentalistas españoles responden a la expectativa creada por la calidad de Asaltar los cielos, su primer largometraje, dedicado a investigar la figura y personalidad de Ramón Mercader, el asesino de León Trostky.
Ahora, abordan como centro de su quehacer cinematográfico a Luis Buñuel, el controvertido y contradictorio cineasta español que a lo largo de su carrera escandalizó, cuestionó y sacudió al mundo con su humor, sus imágenes perturbadoras y su constante cuestionamiento de la realidad; fuera a través del surrealismo o del análisis onírico de la personalidad humana.
Con base en materiales fílmicos del propio Buñuel, entrevistas de alto nivel, testimonios de amigos y familiares, López Linares y Rioyo van tejiendo un magnífico film que muestra al espectador todas las complejidades, luces y sombras del cineasta de Calanda, nacido el 22 de febrero de 1900.
Con un desarrollo cronológico lineal, los documentalistas no dejan piedra sin mover para entregar un retrato de Buñuel rico en matices, detalles poco conocidos y que no oculta las contradicciones personales del director español.
Comienza la cinta con el matrimonio de sus padres y su vida de infancia, donde la figura paterna y el ejercicio del patriarcado marca la formación de Luis Buñuel. Además, la presencia de la religión católica, que provoca una rebeldía en el director español por la tensión entre pecado y deseo; pero los documentalistas no evaden los momentos de ambigüedad de Buñuel que, enmedio de imágenes blasfemas en sus filmes, tenía comportamientos personales y familiares totalmente conservadores y arraigados en usos y costumbres provenientes de dicha religión.
Esta relación contradictoria y ambigüa con la Iglesia –que engloba ideología y comportamiento- queda plasmada en la frase que Buñuel usaba y que cita en pantalla el escritor mexicano Carlos Fuentes: “Soy ateo gracias a Dios”. También con el testimonio del jesuita y cinéfilo Julián Pablo, uno de los amigos más cercanos de Buñuel.
Luego de la muerte del padre dominante, los documentalistas dedican una buena parte de la cinta a mostrar la relación con la inteligencia española de la época, especialmente la que Buñuel estableció con el poeta Federico García Lorca y el pintor Salvador Dalí.
Alrededor de estas personalidades giran los escándalos y las provocaciones hacia la vieja generación de intelectuales españoles, como el hecho humorístico de llamar “viejo pedorro” a Miguel de Unamuno.
A través de estos detalles que enriquecen la narración y la personalidad de Buñuel, no falta tampoco la mención de que García Lorca y el cineasta rechazaron a la famosa Gala cuando estableció su relación personal con Dalí.
Así, López Linares y Rioyo muestran la compenetración de estos personajes de la famosa Generación del 27, que llegó a tal grado entre Buñuel y Dalí como para dar nacimiento al primer y más grande film surrealista: El perro andaluz.
En este contexto cultural, donde Buñuel carga con una tradición europea y española, se entiende la afirmación de Carlos Fuentes en pantalla donde menciona que el gran surrealismo no es el francés –atado finalmente por la lógica y la tradición cartesiana- sino el impulsado por los españoles.
Cronológicamente se avanza hacia la realización de La Edad de Oro –prohibida en Francia durante 50 años- y Tierra sin pan / Las Hurdes, así como su participación en la Guerra Civil Española.
La estancia de Buñuel en Nueva York y las relaciones que allí establece son remarcadas por los documentalistas con un par de datos poco conocidos de la labor del cineasta en el Museo de Arte Moderno: su edición de El triunfo de la voluntad, de Leni Riefenstahl, y su amistad con Alexander Calder.
Uno de los atributos del documental A propósito de Buñuel es el equilibrio que guarda entre los países en donde el cineasta español filmó su obra: España, México y Francia. No reclaman a Don Luis como figura puramente española o puramente francesa, sino que dan un lugar equilibrado y coherente a su actividad fílmica en México.
En ese sentido, muchas de las voces y testimonios provienen de personalidades mexicanas que lo conocieron: Silvia Pinal, Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, Carlos Savage, Julián Pablo, Roberto Cobo, las hermanas Pecanins, Pedro Arméndariz, Jr., Ernesto Alonso. También se usa pietaje donde Don Luis aparece en la clásica tertulia de sobremesa con los amigos, material situado en México.
Pero las citas cinematográficas también están equilibradas: tanto se muestras imágenes de sus películas de factura española y francesa como mexicana. Así, se puede ver Gran Casino y, sobre todo Los olvidados, donde se habla de la importancia de este último dentro de la filmografía buñueliana a la par de obras como Ese obscuro objeto de deseo, Bella de día y Tristana, además de las cintas eminentemente surrealistas ya citadas.
No hay señas de un desprecio por la actividad fílmica de Buñuel en México, actitud que muestran algunos críticos europeos.
De hecho, es con Los Olvidados como los documentalistas aclaran como Buñuel plasmaba en sus cintas la relación entre deseo, pecado y conducta dentro de un contexto onírico. Cuando el Jaibo ve las piernas de la mujer, los documentalistas citan a Buñuel sobre como en una misma imagen “piensas dos cosas al mismo tiempo”.
Por desgracia, un problema de derechos de autor con Gustavo Alatriste –poseedor de los derechos en México de El Ángel Exterminador, Simón del Desierto y Viridiana- obligaron a los documentalistas a eliminar diez minutos de la copia que se exhibe en nuestro país. Eso atentó contra la integridad de la cinta y contra el papel de México en la obra de Buñuel. Es algo que, por infortunio, no veremos.
Otra ausencia lamentable en A propósito de Buñuel en la parte relacionada con México es la participación de Gabriel Figueroa en las películas de Don Luis. Esta ausencia es por desgracia entendible: Don Gabriel murió antes de la realización del documental, pero en muchas entrevistas el artista plástico de la fotografía dejó testimonio de su actividad con el cineasta español, misma que enriqueció a ambos artistas.
De hecho, esa relación permitió que Don Gabriel Figueroa conservara copia de Los Olvidados con el verdadero final y también de Simón del Desierto. Con la conocida generosidad de la familia Figueroa, el cinefotógrafo alentaba a los estudiantes de cine a ver estas copias privadas de su colección, en donde se proyectaba la obra de Buñuel sin mutilaciones ni finales felices impuestos por la censura. En ese sentido, la labor de Don Gabriel fue invaluable para las nuevas generaciones.
Otro de los momentos deliciosos del documental es cuando se aborda la relación de Buñuel con las mujeres. Como gozaba de un oder de seducción innato que, curiosamente, lo hacía sonrojar y proteger la desnudez de sus actrices para que sólo fueran observadas por la cámara.
Para ilustrar este punto, hay testimonios de Angela Molina, Carole Bouquet –Ese obscuro objeto de deseo- y fragmentos de Diario de una recamarera con Jeanne Moreau. Pero el análisis es franco y directo en el documental, al equiparar el personaje siempre representado por Fernando Rey con rasgos personales poco conocidos de Buñuel.
Así, se interrelacionan escenas donde se describen momentos de su matrimonio y la relación con sus hijos, que muestran los rasgos contradictorios de liberalidad y conservadurismo que convivían en la persona de Buñuel.
También se habla de hechos conocidos como su manejo de la sordera, de como filmaba con un guión de hierro que contenía todo tipo de detalles, de su relación con las actrices, de como su imaginación corría libre a través de la imagen cinematográfica.
Los documentalistas también remarcan el carácter humano de Buñuel, no sólo en base a la tertulia con los amigos, sino al hecho de que el cineasta español disfrutaba enormemente de la bebida y el cigarro. De hecho, uno de los puntos curiosos que recoge la película es una declaración del guionista francés Jean Claude Carriere, donde menciona que el hielo entre él y Buñuel se rompió en una conversación sobre el vino.
Y al citar a Carriere se debe mencionar que el guionista da entrada a una de las partes más emocionales del documental… Como se da la muerte de Buñuel. El recuerdo de los amigos y las citas del libro Mi último suspiro dan una idea muy sentida de lo que fueron los últimos días del cineasta español.
Los documentalistas tampoco evaden un humor negro que hubiera aplaudido el mismo Buñuel. Por ejemplo, en la edición hay un momento en que se exhibe una escena de Tristana, donde la mujer exhibe ante el joven Saturno su cuerpo desnudo y abre la bata roja para exhibirse. La siguiente toma contiene el rostro de Buñuel, como si observara desde abajo el cuerpo desnudo de Tristana. La ironía en el montaje es deliciosa y es uno de los mejores comentarios en imagen que hacen los directores del documental.
La obra de López Linares y Rioyo es un film rico, lleno de matices y que logra comunicar al espectador los detalles de una personalidad tan compleja como la de Luis Buñuel.
A propósito de Buñuel es un documento imprescindible para los admiradores y conocedores de la filmografía buñueliana. Muchos mitos caen por su propio peso y se recupera la dimensión humana, la complejidad y contradicciones del cineasta y de su obra.
Así, las nuevas generaciones pueden desprenderse de las malas lecturas críticas de la obra de Buñuel, y de las regurgitaciones de ciertos cineastas que se dicen influidos por su obra. Tanto esta crítica como esos cineastas autoproclamados buñuelianos solamente han tomado una o dos vertientes temáticas de la compleja obra del español, olvidando precisamente este punto: la complejidad.
Por eso, A propósito de Buñuel llega muy a tiempo para clarificar y precisar la figura y la obra de uno de los cineastas más importantes de la historia del cine: Luis Buñuel.
A propósito de Buñuel. Producción: Cero en Conducta, Producciones Amaranta, Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad, Filmoteca de la UNAM, Televisión Española, Cadena de Arte-Francia, Laura Imperiale, Silvia Martínez, Juliette Buñuel, Jessica Berman. Dirección: José Luis López-Linares y Javier Rioyo. Guión: Agustín Sánchez Vidal, José Luis López-Linares y Javier Rioyo. Año: 2000. Fotografía: José Luis López-Linares. Música: Mauricio Villavecchia. Edición: Fidel Collados. Entrevistados: María Asquerino, Stéphane Audran, José Luis Barros, Lucía Bosé, Carole Bouquet, Juan Luis Buñuel, Román Gubern, Claudio Isaac, José María Isbert, Marisol Martín del Campo, Manuel Mindán Valero, Ángela Molina, Nieves Muñoz Suay, Bulle Ogier, Silvia Pinal, Pere Portabella, Francisco Rabal, Carlos Saura, Delphine Seyrig, Carlos Fuentes, Carlos Savage, Elena Poniatowska. Duración: 90 minutos. Distribución: Imcine.