17 abril 2016

Pipa: arte dedicado al placer de fumar

Francisco Peña.

El humo se desprende de la pipa y adopta formas inesperadas. Matiza el ambiente con notas aromáticas que evocan paisajes españoles, italianos, holandeses, alemanes, ingleses o conducen al Medio Oriente. Es un momento que se replica en cine, literatura y la vida cotidiana: el tiempo se detiene con el placer de fumar pipa.


J. R. R. TOLKIEN

La escena puede girar alrededor de una persona envuelta en sus pensamientos acompañada por la música o el libro que prefiere; también puede mostrar a un grupo de amigos que disfrutan de la mutua compañía y platican animadamente, en ocasiones, claro, de pipas y tabacos. Así ocurre en El señor de los anillos cuando el mago Gandalf y Aragorn meditan sobre el destino de Tierra Media, los hobbits rematan una comida exquisita o esperan el fragor de la batalla.


Pero no están solos, los acompañan Sherlock Holmes y el detective Maigret, y no serían los mismos sin su inseparable pipa. Esas páginas brillantes existen gracias a que los escritores compartían este placer con sus personajes. J. R. R. Tolkien describe pipas y tipos de tabaco, entre los que destaca el del sur de la Comarca, porque él mismo fumaba pipa con gusto. Sir Arthur Conan Doyle y Georges Simenon compartieron fumadas lentas con sus creaciones literarias.

Sherlock Holmes

Maigret

Todos los fumadores comparten con ellos una actitud básica: la pipa es un objeto muy personal que se escoge con pasión y conocimiento. No importa si es cara, barata o de colección, siempre se selecciona la mejor disponible porque su carácter define a quién la usa: objeto de arte –por fabricación, diseño e imagen- dedicado al gozo particular.

Quién comienza a fumar pipa o busca adentrarse más en esta actividad debe escoger con cuidado la primera –o una nueva- pipa. Hay que tomar en cuenta varios factores. La mayoría de las pipas están hechas de brezo, un arbusto del cual se toma la madera de sus raíces para crear la cazoleta donde se quema el tabaco; también se emplean materiales como olivo o raíz de coronilla. Son maderas duras, resistentes y difíciles de manejar. Las pipas de barro son muy populares, eficientes y de gran tradición, al igual que las hechas con cuerno de búfalo o venado.

El maestro pipero, verdadero artista del diseño, selecciona y corta las mejores piezas de madera por la belleza de sus vetas, su ausencia de nudos o porosidades e inicia el delicado pulido de la pieza; avanza con tiento como si fuera una escultura de mármol porque la madera puede ocultar defectos. Todo el proceso es artesanal tanto para maestros piperos internacionales como fábricas reconocidas.


Pipas Dunhill... extraordinarias

Para comenzar a fumar o ampliar la propia colección de pipas es mejor comprar una cara o de mediano precio que una barata porque la última puede cambiar el sabor del tabaco y volverlo amargo, o provocar fumadas muy calientes o húmedas. Es preferible recurrir a productos de los mejores maestros piperos: se obtiene diseño, calidad, funcionalidad, prestigio y exclusividad. Estos son algunos de los custodios más reconocidos del arte de crear pipas:

- El austríaco Josef Prammer. Trabaja desde 1993 y sólo fabrica alrededor de 250 pipas exclusivas al año. Usa brezo de Calabria, Italia, y madera fosilizada de sitios arqueológicos: el delicadísimo roble de Morta (www.pfeifen-prammer.com).



- El Pfeifenstudio Hartman de Design Berlin, Alemania, es el creador de la línea de pipas Maigret, inspirada en el personaje de Simenon. El precio de sus pipas comienza en 67 euros (mil pesos) y alcanza los 200 (tres mil pesos) en modelos especiales (http://www.pfeifen-db.de).


- El italiano Baldo Baldi trabaja desde 1966 en Génova. Sólo crea 150 pipas al año porque las concibe para fumar y coleccionar: verdaderas esculturas artísticas, algunas con volúmenes asimétricos. Usa ámbar o brezo de Liguria, que se ha secado entre 20 y 25 años en su taller. Casi no usa maquinaria eléctrica y sus pipas más accesibles cuestan 500 euros -alrededor de 7,500 pesos- (http://www.ljperetti.com/pipes/baldi.html).


- El italiano Luigi Radice es maestro desde 1961. Él y sus hijos manejan estilos muy diversificados y crean las boquillas con madera de ébano. Creadores de los estilos “Pipa del Baffo” y “Caminetto”, hoy manejan el “Rubino” (cazoleta roja), “Bruno” (negra), “Radice” (madera contrastada) y “Forma libre” para coleccionistas. Producen sólo 2 mil pipas al año (http://www.thepipetart.com/radice/Luigi_Radice_pipes.htm)


- La firma sueca Vollmer Nilsson usa brezo marroquí e italiano. Maneja diseños conservadores de silla de montar y pipa recta. Los adornos en plata son creados por la misma firma (www.vollmer-nilsson.com)


- La marca inglesa de pipas más conocida en el mundo: Alfred Dunhill (www.whitespot.co.uk/flashindex.html). Famosa por su tradición y diseños clásicos, esta marca ofrece modelos actuales desde 250 hasta 400 dólares. Sus pipas son objetos de colección codiciados; por ejemplo, el grupo de dos Bruyeres de 1922 y una Bruyere “taco de billar” 1924 cuesta hoy dos mil dólares. Todo fan de pipas Dunhill debe leer The Dunhill Briar-the patent years and after, de John C. Loring (www.loringpage.com/attpipes/book.html).Costo: 20 dólares.



Ahora sí, con una buena pipa en mano es momento de la fumada lenta. Si es nueva, conviene llenar sólo la mitad de la cazoleta y usarla así en las primeras 10 o 15 veces para que forme una pequeña capa de carbón. Al llenar la pipa, la parte baja debe quedar “esponjosa” y la de arriba “dura” para que el aire circule y el tabaco no se apague. Si el tabaco está apretado, suéltelo un poco. Llene la pipa desde la bolsa de tabaco y compáctelo pero no lo apriete; sólo asegúrese de que la cazoleta está llena. Jale aire varias veces antes de encenderla para sentir su paso por la pipa –como si usara un popote-. Si no pasa bien el aire, vacíe la pipa y empiece de nuevo.



Prenda la pipa sólo con cerillos de madera o encendedor. Durante 10 o 20 segundos jale aire profundamente. Vuelva a pasar la flama por segunda vez de forma circular y jale aire; no inhale el humo como cigarrillo porque es muy fuerte. La pipa ya debe estar prendida. Aspire suave y regularmente hasta encontrar su ritmo personal. La pipa es un placer: no fume a un ritmo más acelerado sólo por mantenerla prendida; si se apaga, sólo vuelva a encenderla y disfrute.

Como por ley se han reducido los espacios públicos para fumar pipa, lo mejor es contactar a algún club de fumadores como el Círculo de la Pipa México, A.C., con contactos en Cancún, San Luis Potosí, Torreón, Taxco y León (www.circulodelapipa.org). Es conveniente porque se participa en catas de tabacos, campeonatos de fumadas lentas y, sobre todo, porque es gente que comparte el mismo gusto.

¿Y los tabacos? Es la otra cara de la moneda en el placer de fumar en pipa. Su gran variedad de sabores, notas aromáticas, mezclas, procedencias y marcas merece un artículo complementario. Pronto en estas mismas páginas nos reencontraremos para platicar de tabacos. Mientras lo escribo, fumo mi pipa con el holandés Clan, mi favorito desde hace años.




Tabacos para pipa: catas y marcas - Aventuras aromáticas

Hay tal variedad de tabacos para pipa que forman un amplio arcoiris de posibilidades para elegir, desde los más aromáticos y dulces hasta las sobrias mezclas inglesas más oscuras.

Francisco Peña.


Para quién comienza a fumar pipa, para un clásico con espíritu aventurero o aún para el conocedor que sabe lo que quiere siempre está presente la eterna pregunta: ¿Qué tabaco compro? La respuesta surge de una exquisita investigación interminable de sabores, notas aromáticas, mezclas y marcas: la cata personal o comunitaria de tabacos.

A partir de los tabacos esenciales se generan muchas mezclas para todos los gustos. Si se prefieren notas de olores suaves y dulces, lo mejor es probar tabacos con toques leves o subrayados de vainilla o cereza. Por su suavidad, algunos optan durante toda su vida por estos sabores y aromas para su pipa. En cambio, otros insisten en la búsqueda elusiva del tabaco perfecto: entre estos últimos están quiénes prefieren sabores más naturales, fuertes o amargos en el café, té, cerveza o chocolate, lo que se refleja en su preferencia por las mezclas llamadas “inglesas” de tabacos oscuros robustos, con mucho cuerpo. Sólo la experimentación permite encontrar el tabaco favorito y el recorrido a través de las catas es muy placentero.


Una cata puede ser muy personal, pero la comunitaria es muy divertida: se intercambian tabacos, se maduran gustos, se confrontan opiniones y se cruzan datos. Sea sólo o acompañado, un fumador de pipa debe seguir cierto orden que se asienta en un registro de cada tabaco y marca (luego podrá intercambiar los datos con amigos fumadores). Para la fumada basta llenar la cazoleta de la pipa con unos 5 gramos de cada mezcla que se va a probar. Trate de ser muy objetivo.

1. Anote nombre de la mezcla de tabaco, marca, país de origen, tipo de envase, peso, tabaquería dónde se consigue y precio. Por ejemplo, en el caso del envase, el tabaco viene en bolsa de 50 gramos, lata de 100 o 200 gramos o se vende a granel (en grandes frascos de vidrio).

2. Aroma y tacto del tabaco antes de encenderlo. Agite un poco el tabaco para que desprenda el olor original de la mezcla, incluidos sabores y aromas si prefiere mezclas suaves. Apriételo después y si recupera algo de su forma de manera elástica tiene la humedad correcta, si se troza en pedazos puede estar seco y saber horrible.


3. Colóquelo en la pipa y fume. Anote sus sensaciones y respuestas personales ante olor, densidad y abundancia de humo; fortaleza del sabor (apreciable o desapercibido); picor en lengua; velocidad de combustión; reencendidos y temperatura de la pipa; variación del sabor del tabaco durante la fumada.

4. Opinión personal. Aquí entran las comparaciones con mezclas parecidas que se probaron antes. Importa marcar si se produjeron mareos o molestias en el estómago o, por el contrario, qué tipo de satisfacción causó.

J. R. R. Tolkien

Los tabacos para disfrute personal, cata o regalo se consiguen por intercambio con los amigos en reuniones placenteras, en el extranjero o en tiendas especializadas. La Casa del Fumador (en el D.F., en Plaza Moliere o Plaza Polanco) maneja Mac Baren y Borkum Riff. De Mac Baren tiene Vintage Syrian (latakia sirio, turcos y virginias en mezcla redondeada), Navy Flake (Burley y Virginias) y Black Ambrosia; hay Borkum Riff y Borkum Riff Vainilla, entre otros de ambas marcas. Las bolsas de 50 gramos de tabaco oscilan entre 102 y 110 pesos; las latas de 100 gramos cuestan alrededor de 290 pesos. Hay venta a granel de Burley de la Casa, Perique, Príncipe Alberto I y II y otras mezclas a 90 pesos cada 50 gramos.

Estos son algunos resultados breves de catas.


Black Ambrosia

Marca: Mac Baren

Empaque: Bolsa 50 grms.

Mezcla: Tabacos Virginias y Burley

Origen: Dinamarca

Venta: Casa del Fumador

Dulce sin ser avainillado, con apariencia algo oscura y se consume rápido por el componente Burley. Buen aromático como base para comparar y experimentar después con otras mezclas semejantes.



Borkum Riff Vanilla

Marca: Borkum Riff

Empaque: bolsa 50 grms.

Origen: Suecia

Mezcla: Burley, Kentucky, Cavendish, Cavendish Negro

Venta: Casa del Fumador

La vainilla se siente artificial y el aroma no es impresionante. Si prefiere los avainillados, sin duda es mejor el Mac Baren Vanilla que se vende en el mismo lugar. Funciona para principiantes en el arte de fumar pipa pero sería un error quedarse estacionado con él.

Entre decenas de tabacos que se pueden conseguir en el extranjero (aeropuertos o tabaquerías en ciudades europeas o estadounidenses) algunos interesantes son:




Clan

Marca: Theodorus Niemeyer

Empaque: Bolsa 50 grms (alrededor de 110 pesos) y lata de 200 grms (alrededor de 500 pesos)

Origen: Holanda

Mezcla: Burle, Kentucky, Cavendish, Cavendish negro, Virginia, Perique, Turco, Maryland, Latakia

Muy buen aromático: ligeramente dulce en la tradición holandesa y aroma muy agradable en ambiente. Considerado un clásico aromático en la frontera con la mezcla “inglesa” media. Se quema bien aunque caliente un poco de más la cazoleta.



Standard Mixture Medium

Marca: Alfred Dunhill

Empaque: Lata de 100 grms.

Origen: Inglaterra.

Mezcla: Mezcla inglesa con 60 por ciento de tabacos oscuros y 40 por ciento de tabacos claros. Contiene una buena proporción de latakia y orientales con buen balance de Virginias. Sabor rico, robusto y natural equilibrado. Excelente puente para pasar a mezclas fuertes como S&H Old English o Balkan Sobrante 759. Pero también vale la pena estacionarse en ella. Es fuerte y satisfactoria sin saturar.


Claro, la información generada en una cata bien armada va más allá de estos apuntes sobre tabacos. También se han omitido, a propósito, los tabacos oscuros más fuertes de mezcla inglesa o corte decididamente oriental para que el descubrimiento de esos sabores y aromas se convierta en su propia aventura personal. La investigación de los tabacos para pipa está llena de notas hechizantes y guarda sorpresas muy agradables para quien se adentra en ella.

El arte de fumar tabaco en pipa está lleno de matices. Es tan extraordinario en magia y complejidad, en misterio y placer, que va más allá de los universos paralelos del puro y el cigarrillo, sus hermanos. Quien realiza el viaje a la pipa siempre regresa contando maravillas.

Cómo reconocer un tabaco esencial por su color

Virginias: Del amarillo al marrón

Burley: Negro

Latakia: Negro

Cavendish: Marrón oscuro o medio

Kentucky: Marrón claro

Orientales: Marrones claros, incluso hasta verdosos



Pipa y tabaco: fieles para toda la vida



Cualquiera que sea su elección de tabaco, dulce o robusto, no mezcle uno aromático con un “inglés” fuerte en la misma pipa. El usar una mezcla inglesa en una pipa que se usa para tabacos aromáticos provoca que el sabor se altere y se vuelva extraño, raro o desagradable, y viceversa. Deje que su pipa se impregne del sabor del tabaco y sea exclusiva para esa mezcla.

09 abril 2016

Jules et Jim, de Francois Truffaut - (01) David Guzmán

A Catherine es fácil conseguirla, lo difícil es retenerla.

David Guzmán.


No es fácil visitar clásicos del cine, al menos no para gente de mi generación. Ayer vi El cuchillo en el agua de Roman Polanski y hoy me he decidido por Jules & Jim de Francois Truffaut. Encontré un tanto simple la película de Polanski (ya comentaré sobre ella), pero últimamente y a falta de algo nuevo de interés, he andado con el gusanillo de adquirir clásicos de la cinematografía. Y es que parafraseando a Filiberto López “mi instrucción no estará completa si no veo ciertos títulos representativos del cinema mundial”.



Pero decía yo que no es fácil acercarse a esas películas porque antes hay que hacer un trabajo de ambientación y auto-concientización; básicamente porque estamos acostumbrados a una narración más rápida, repleta de color, acción vertiginosa ó al menos historias con muchos más giros y vueltas de tuerca que logran acaparar fácilmente nuestra inquieta atención. Creo que todo el éxito o fracaso de una visita de éstas radica en el click que se pueda llegar a tener con la película en cuestión y si éste es inmediato, será mucho mejor.


Así que le concedo un espacio (con bastante expectación además) a la cinta que consagró a Jeanne Moreau. Rodada (intencionalmente) en blanco y negro en 1961 y cobijada en esa corriente denominada Nueva Ola Francesa (de la que Truffaut era uno de sus más grandes exponentes) Jules & Jim detalla la amistad surgida entre los dos amigos del título, sus discusiones filosóficas, sus relaciones sentimentales y como el universo de ambos se transforma cuando aparece Catherine (Moreau), con una personalidad radiante, mentalidad libre y desparpajada logrando atraer a estos dos personajes hacia ella como ninguna otra mujer lo había hecho.


Por citar un referente actual, Bernardo Bertolucci realizó un ejercicio similar en Los Soñadores (The Dreamers) que siendo honestos, hace un notorio y extenso homenaje a la película de Truffaut en este film.

Entrando de lleno al estilo de narración, me vino de inmediato a la mente la Amelié de J. P. Jeunet (que por supuesto también le hace sus guiños a la cinta de Truffaut) y detalla las correrías de los protagonistas (en la primera mitad, el film se mira como una bella postal sobre la amistad) y el director logra meternos de lleno al encanto de la película adicionando una exquisita partitura compuesta por George Delerue; basta ver en las secuencias iniciales el encuentro entre Catherine y Jim con una sublime música que la acompaña. Es aquí donde la magia del cine empezó a aparecer e irremediablemente me hizo pensar: “¡Ah, que belleza de película!” como exclamaría el más inocente de los cinéfilos.


Es admirable la cantidad de elementos cinematográficos que Truffaut utilizó en el film y que hoy pueden parecernos de lo más usuales (travellings, imágenes congeladas, paneos, etc.). Los gestos de infelicidad/alegría de Catherine son congelados por la cámara del realizador con claros fines narrativos; su sonrisa y su gracioso canto, provocan que uno como espectador termine también enamorado de ella y compenetrados con los sentimientos de todos los personajes.


Coincido plenamente con Paco Peña que señala en su crítica del film la fuerte influencia/homenaje que le brinda el cineasta a otro coterráneo: Jean Renoir, pues muchas de sus imágenes en exteriores nos remiten al estilo que desplegaba el creador de La Bella y la Bestia y Un día de Campo. Sobresale en la cinta el brillante trabajo fotográfico en blanco y negro y contrario a lo que pudiese pensarse, pareciera que el tiempo no ha pasado por ella regalándonos bellos cuadros convirtiendo así varias secuencias del film en momentos clásicos per sè. Todo un deleite visual.


Catherine hace gala de su libertad sexual, mental (se avienta verdaderas disertaciones filosóficas con Jules y Jim por demás interesantes) y esas características -en mi opinión- son las que ejercen especial fascinación en los hombres que la rodean. Nadie es siquiera capaz de retenerla y a la vez consienten sus libertades con tal de no perderla.


Truffaut logra convertir una historia a ratos escandalosa (una mujer casada que se acuesta con el amigo en la misma casa que comparte con el esposo ante la complacencia de éste último) en una atractiva y tierna película sin que podamos juzgar a los personajes más allá de lo que se nos muestra volviéndonos sólo atentos observadores de lo que ahí ocurre, aunque en el fondo todos estemos conscientes que lo que mal empieza, mal acaba.

Leía con especial atención a Miguel Cane decir que cuando una actriz y un director hacen química, pueden lograr trabajos sobresalientes que pueden permanecer en el imaginario colectivo por largo tiempo y coincido en su ejemplo de Jeanne Moreau y Francois Truffaut que aquí en Jules & Jim parecen perfectas almas gemelas logrando este resultado.


En resumen, Jules & Jim es todo un clásico continuamente referenciado en el cine actual. Es un deleite ver las películas que sembraron la semilla de muchas de las temáticas que vemos hoy día, identificar las influencias en estilo de los nuevos directores y aunque hay que ponerse a tono para verlas, al final uno siente que la visión ha sido enriquecida y seguramente este bagaje adquirido, emergerá cuando veamos cosas nuevas pues seguramente habremos de exclamar: “¡Ah, Jules & Jim nuevamente!”


Jules et Jim, de Francois Truffaut - (02) Francisco Peña

Francisco Peña.


La película Jules et Jim es uno de los clásicos tempranos de la larga carrera de François Truffaut en el cine. Luego de darse a conocer con Los 400 golpes, Truffaut se convirtió en una de las cabezas más importantes de la Nueva Ola Francesa, al combinar tanto el terreno intelectual como el de la realización cinematográfica.



Con estas películas, más las de sus compañeros Godard, Rohmer y Chabrol, el prestigio de este movimiento cinematográfico estalló con brillantez al final de la década de los 50 e inicio de los 60. Dentro del contexto cultural y fílmico de la época, Jules et Jim causó polémica por sus planteamientos temáticos y reforzó el prestigio de su director y del movimiento cinematográfico francés.

Por el lado estilístico, Jules et Jim es una muestra más de las premisas de puesta en escena y realización proclamadas por la Nueva Ola Francesa, bajo el punto de vista de Truffaut. Para comenzar, la cinta fue filmada en blanco y negro, lo que abarataba costos pero también permitía variaciones en la fotografía.

Inspirado por el cine estadounidense, al que siguió con frecuencia como crítico en los famosos Cahiers du Cinéma, Truffaut puso en juego emplazamientos de cámara novedosos sin romper la continuidad visual. Es así como aparecen contrapicados, paneos y travellings que siguen a los personajes, mientras que la edición procura unificarlos de manera uniforme.


Para remarcar los momentos de alegría o tristeza de los personajes, Truffaut recurre a un modo de edición y de cámara que rompe con la impresión de realidad del espectador, pero que le permite entrar en la profundidad de la psicología de sus personajes, especialmente el femenino principal, que es el eje de la narración en la cinta.

Este recurso visual es el uso de congelamientos (freeze) de las imágenes en close up de los personajes, en donde las emociones se analizan y observan con mayor detenimiento. Las expresiones son subrayadas por ese congelamiento, para luego retomar su movimiento normal, frenarse y arrancar. Estos supuestos saltos en la toma permiten que el espectador se adentre en las reacciones gestuales de los personajes. Así, la tristeza, la alegría y la misma risa, al exponerse con este estilo visual de cámara, se convierten para el espectador en puentes hacia el interior de los personajes.


Este recurso descrito se usa con economía y fineza, y no altera el transcurso de la narración sino que la hace comprensible y más viva a la inteligencia del espectador, sin fracturar su emocionalidad con exageración brechtiana.

En cuanto al estilo de la imagen, Truffaut hace referencia explícitas al cine del director francés Jean Renoir, maestro del realismo poético francés, que estuvo en la cresta de la ola veinte años antes de la Nueva Ola Francesa. Esto es notorio en las secuencias campestres / exteriores de Jules et Jim. Las escenas en la playa, las caminatas por el bosque, los paseos en bicicleta por los caminos rurales están diseñadas bajo los patrones estilísticos de Renoir.


Pero se debe aclarar que no es una copia mecánica y desangelada de un estilo por parte de Truffaut. Es una reconstrucción consciente de Truffaut como cinéfilo, crítico y director de los ambientes del cineasta que admira.

Tan es así que estos ambientes y puesta en escena se adecúan perfectamente al tema, a la historia. El homenaje a Renoir no sólo es retomar un estilo, sino fundirlo en la puesta en escena para darle vigor y solidez a la propia narración de Truffaut. Como resultado Jules et Jim tiene una vigencia y fuerza que sorprenden aún después de décadas de filmada.


Pero en su momento de estreno la polémica alrededor de Jules et Jim no giró alrededor de su realización cinematográfica sino por la temática del film: el triángulo amoroso, aceptado por las tres partes, donde la mujer es el motor dinámico y activo de las acciones y la historia.

The friendship of Jules et Jim
Had no equivalent in love
They enjoyed little things together
They accepted their differences
With tenderness

Este es uno de los diálogos de la cinta que resume la esencia de la amistad entre los dos polos masculinos del triángulo. A lo largo de la cinta se exponen las personalidades opuestas de Jules y Jim. Jules es serio, sin éxito con las mujeres pero de gran sensibilidad y humanismo. Jim es el mujeriego empedernido, escritor de novelas, más maduro y citadino. La amistad está pivoteada en que las diferencias no son puntos de ruptura sino de mutuo conocimiento basado en la diferencia del Otro.


Tan es así que tratan de ayudarse mutuamente en la vida. Jim le presenta posibles novias a Jules mientras comparten su vida diaria en cafés y practicando el deporte. Pero uno de esos encuentros es determinante para los dos: ambos conocen a Catherine, el polo femenino del triángulo, actuado soberbiamente por la actriz francesa Jeanne Moreau.

Uno de los primeros paseos del trío, cuando aún son sólo amigos, demuestra el carácter dinámico, emprendedor y libre de Catherine. Ella, vestida de hombre y con unos bigotillos pintados liderea el paseo, cuyo punto culminante en la memoria del cinéfilo es la carrera por un puente, imagen reproducida en posters del film y que representa a Jules et Jim como film clásico.


Jules es el primero en caer prendado de la femineidad libre de Catherine, Jim detecta que es posible que ella no sea la mujer de un solo hombre. Los vértices del triángulo están establecidos. Pero los separa la Primera Guerra Mundial: Jules es austríaco, Jim francés, y se enfrentan en trincheras diferentes, a lo que se suma el hecho de que Jules se casa con Catherine.

Pasado el conflicto bélico el triángulo vuelve a rearmarse, pero de una forma en la cual se crítica claramente la concepción burguesa de la felicidad matrimonial en pareja.


Jim visita a sus amigos en su chalet. Catherine le enseña la casa, muy hogareña; Jim conoce a su hija y ve que en la superficie el matrimonio parece llevarse de maravilla, pero de igual forma siente que algo está mal. Jules se lo confirma: Catherine se fue seis meses de la casa y acaba de regresar, y le ha sido infiel algunas veces.

If Catherine wants something
and she thinks no one will be hurt
She may be wrong but she'll do it...
To learn from the experience.
It's her way of achieving wisdom.

She's usually kind and generous,
but when she thinks she's not appreciated
She becomes terrible
and suddenly goes from one extreme
to the other with sudden attacks.

Estos dos diálogos, separados en la película por diferentes situaciones, muestran los rasgos de carácter de Catherine. A partir de esta definición se puede ver como la excelente actriz Jeanne Moreau les da presencia y peso en la pantalla. No en balde este film lanzó a la fama internacional a Jeanne Moreau, convirtiéndola en un ícono de la Nueva Ola Francesa, junto a Anna Karina, impulsada en la obra de Godard.



Lo interesante el triángulo es que, aunque se coloca en tiempos pasados, tiene una vigencia actual que no se ha perdido con el paso del tiempo, y que además para su época provocaba el escándalo.

Catherine es una mujer capaz de reconocer la generosidad, vulnerabilidad e inocencia de Jules, pero también la inseguridad que forma parte de su carácter. De esta manera, Catherine no está satisfecha con su vida ni con su pareja, aunque reconoce sus valores. Ella se abre con Jim y cuenta todo lo sucedido en la realidad y desde su punto de vista: el resultado es que emocionalmente no está satisfecha y quiere su libertad.



Lo que está abajo de la argumentación y situación de Catherine es el drama de la mujer moderna. Con aspiraciones propias, tanto emocionales como profesionales, encuentra que los modelos de convivencia social le quedan chicos. Preparada para pelear, aunque con desventaja frente a los hombres en el mundo, encuentra que los papeles finales como el matrimonio y la maternidad ya no le son suficientes. No es que los rechace por sí mismos pero para redondear su vida le hace falta realizarse en otros contextos sociales.

Así, dentro de este esquema, Catherine es el motor del film y empuja a los dos personajes masculinos a entrar en una dinámica que ella gobierna y ellos no.


Esto da pie al pragmatismo en el amor como forma de obtener la felicidad entre los tres personajes: aceptar la situación y vivirla a plenitud viviendo cada uno su rol. Para finales de los años 50 esta era una proposición de vida que era un escándalo y una provocación.

Así, se da una inversión en las situaciones dramáticas usuales en Jules et Jim.

Las situaciones "extrañas" como el mismo triángulo amoroso son tratadas con la mayor civilidad y urbanidad entre los tres personajes. En cambio, las situaciones "normales" como el matrimomio contienen, de manera implícita o explícita, un mayor grado de violencia evidente.


Dentro de este esquema, es comprensible que Jules analice la situación y le pida, civilizadamente, a Jim que se convierta en amante de Catherine para que ambos sean felices, especialmente ella.

Se dan entonces los juegos y rejuegos. Catherine, como motor, modula la intensidad del triángulo: es capaz de amar a Jim y de celarlo mientras seduce de nuevo a Jules. Pasan así un mes perfecto en donde reina el pragmatismo del amor y no el "deber ser" en el ámbito de las emociones.

Pero a su vez Jim tiene otra amante, Gilberte... Catherine se cobra de manera igualitaria la situación: alienta el triángulo que ella controla pero no un cuarteto... Catherine muestra su independencia de Jules con Jim, pero también de Jim al tomar otro amante llamado Albert. Así, Albert equilibra a Gilberte.


Estos problemas van erosionando el triángulo amoroso. Tal parece que ni Jules ni Jim son capaces de contener a Catherine y hacerla feliz dentro de un contexto de libertad femenina irrestricta: es un espíritu libre que toma y suelta según desea, ¿No fue eso lo que se intentó vivir a finales de la década de los 60s?

De esta manera el film avanza hacia su desenlace en medio de cartas intercambiadas y malentendidos entre los tres, especialmente entre Catherine y Jim. Hacia el cierre, Truffaut sigue fiel a estilo y planteamiento: lo extraño se vive civilizadamente, lo normal se vive con violencia.

Jules et Jim, como dije antes, conserva su actualidad gracias al planteamiento de su triángulo amoroso; es un ejemplo extraordinario del estilo fílmico de la Nueva Ola Francesa. Pero, sobre todo, es un botón de muestra de la sensibilidad de Truffaut como director y de Jeanne Moreau como actriz.



Con el paso de los años ambos artistas lograron éxitos magníficos en el cine francés, pero siempre será una delicia verlos en sus comienzos, en un Jules et Jim que plantea la condición humana en su recorrido desde la inocencia a la sabiduría de la vida, con todas las alegrías y sinsabores que conlleva la adquisición de este conocimiento de nuestra existencia como seres humanos, en donde Todo es imperfecto... menos, quizás, el mundo maravilloso del cine.