Francisco Peña.
La lengua de las mariposas, película del director español José Luis Cuerda, cuenta como su mayor atractivo con la actuación de Fernando Fernán Gómez, que obtuvo el premio Donostia del Festival de San Sebastián al Mejor Actor.
El tema de la vida social durante la República Española en los meses que anteceden a la Guerra Civil Española (1936 – 1939) ya ha sido tocado en varias ocasiones por el cine español, en un formato de historia semejante al usado en esta ocasión por Cuerda.
Basta recordar tres ejemplos relacionados con dicho formato de trama y situaciones: La prima Angélica, de Carlos Saura (1974), Las bicicletas son para el verano, de Jaime Chavarri (1983) y Belle Epoque, de Fernando Trueba (1992). También se puede recordar otra obra fuera del cine español: Tierra y libertad, de Ken Loach (1995).
Con distintos resultados, las tres cintas españolas buscan ambientes poéticos no exentos de situaciones de comedia, domina la presencia del medio rural, y marcan en la historia de sus personajes momentos de iniciación a la vida (emocional, sexual) encajados en el contexto social de anarquía política que antecedió el estallido del conflicto.
También en estas cintas, la Guerra Civil irrumpe para marcar las vidas de los personajes y crear un giro que las fractura para siempre, cosa especialmente remarcada en el film de Saura, que se narra desde la época actual hacia el pasado por medio del recuerdo actualizado en pantalla.
Dentro de este contexto del cine español, La lengua de las mariposas tiene defectos y virtudes semejantes a sus antecesoras, pero domina la falta de cohesión entre las escenas, en el entrelazamiento de las historias que dan origen al film, y en la mayor parte del tiempo el resultado es el aburrimiento, que ni la buena actuación de Fernán Gómez puede frenar.
La cinta se basa en tres historias del libro ¿Qué me quieres, amor?, de Manuel Rivas. Pero el guión, aunque intenta interrelacionarlas en un todo coherente, falla al no mezclarlas adecuadamente, y al menos las que se refieren a Carmiña y Un saxo en la niebla no se ven afectadas ni por el ambiente de preguerra ni por el estallido de la Guerra Civil.
En ese sentido, varios de los personajes no rematan sus hilos narrativos y su presencia debilita la historia principal, La lengua de las mariposas, porque le quita cohesión, presencia, poesía y dramatismo en pantalla.
El relato principal hubiera quedado más consolidado y se hubiera logrado una mejor película si al menos una de las otras tramas (Carmiña) se hubiera dejado afuera. Pero entonces no se hubiera llegado a los reglamentarios 90 minutos para ser largometraje de exhibición comercial (con trabajos llega a 95) y no se verían escenas de sexo.
La segunda trama (Un saxo en la niebla) se adapta al convertir al hermano del niño en saxofonista incipiente y que el mismo niño Moncho participe en la Orquesta Azul. Pero el primer amor del joven no es afectado por la Guerra Civil Española ni por la situación social que la antecedió sino por el hecho romántico de que se enamora de una joven ya casada.
De esta forma, los hilos narrativos que tejen La lengua de las mariposas como film se deshilachan en perjuicio de su impacto emocional y cinematográfico sobre el público.
Si Cuerda y el guionista Azcona hubieran tomado la decisión de concentrarse en la historia principal y expandirla, como lo hicieron las tres cintas antecesoras mencionadas, La lengua de las mariposas hubiera sostenido su atmósfera poética, existencial y política con mayor fuerza. Y su final hubiera sido más contundente e impactante para el público.
En referencia a los momentos de gran calidad fílmica contenidos en La lengua de las mariposas, que por desgracia están desperdigados en secuencias inconexas, hay que mencionar en primer lugar a las que corresponden a Un saxo en la niebla, ya que están por encima de la historia del viejo maestro Don Goyo y el niño Moncho en cuanto a los logros de su intensidad.
El joven saxofonista (y su hermano Moncho) viajan para tocar en la fiesta de un pueblo cercano. Allí, el adolescente conoce a una muchacha muda que fue “secuestrada” por unos lobos a los 4 años y que, desde entonces, no habla: es la mujer del patán alcalde del pueblo. Entre ambos jóvenes surge un amor platónico cuyo clímax es un solo de saxofón que el músico dedica a la joven que lo ve desde lejos durante el baile comunitario.
Cuerda encuentra en ese momento musical y visual la poesía que debió empapar toda su cinta, y se convierte en el punto memorable de la misma. Esta secuencia se complementa con una posterior en donde la joven corre por el campo para despedirse del joven que viaja en el techo de un autobús, y le lanza un adiós con la mano en silencio.
Este momento emocional de pérdida, de cambio irreversible de la vida de una persona que contiene el relato de Un saxo en la niebla es el más intenso del film, y está por encima de su final mismo que corresponde a la relación Don Gregorio – Moncho (un excelente Fernán Gómez y un disparejo Manuel Lozano, aunque ya se sabe que una de las cosas más difíciles es trabajar con niños).
La historia de Carmiña no se relaciona coherentemente con el resto del film. No refleja la preocupación política y social de la trama principal; se siente como un añadido para ganar tiempo –y sexo- para la película. Sus ligas con los personajes de las otras historias son débiles y no contribuyen al esclarecimiento o cohesión de las otras historias, más bien su presencia las debilita porque distrae innecesariamente al espectador y colabora para el aburrimiento general.
El relato principal, La lengua de las mariposas, también refleja las mismas fallas y logros de la cinta en general.
La relación entre el maestro humanista – republicano Don Gregorio y el tímido niño Moncho, su planteamiento, desarrollo y clímax avanza a saltos y toma demasiado tiempo en pantalla en escenas reiterativas que no aportan a la historia.
En momentos se confunde el hecho de rodar escenas largas de ritmo lento con el hecho de que resulten atmósferas poéticas, cosa que no es automática. De allí que las distintas cacerías de mariposas en insectos en el campo ya no digan más de lo que dijeron al principio porque, inclusive, la puesta en escena es la misma sin variaciones que den otro punto de vista. Es más reveladora la primera salida al campo del grupo escolar porque expresa la cimentación de la relación maestro – alumno, pero posteriormente no se enriquece con nuevos datos personales.
De la misma manera, una vez planteada la división política del pueblo y sus simpatías políticas, no se aportan nuevos datos ni hay rejuego entre las partes (con excepción de la de Don Gregorio – cura del pueblo, que no se profundiza). Tampoco se muestra el clima de amenaza política y física de los miembros de la Falange entre los habitantes del pueblo; sólo aparecen como provocadores y represores al final de la cinta, por lo que la reacción de la madre de Moncho, del niño y del pueblo queda aislada y pierde fuerza emocional. Se entiende la idea de la autotraición por sobreviviencia pero no se comparte su intensidad.
Los logros dentro de este relato específico son también los momentos poéticos que Cuerda logra y que apuntan a la intervención humanista del maestro sobre la vida de su alumno. El clímax es cuando el niño entrega una flor a su menor amiga a instancias del viejo maestro. De que tan difícil (y fácil) es vencer la timidez para dar pie a una relación más humana con los Otros. Es otro de los momentos memorables de la cinta de José Luis Cuerda.
También algunos momentos de la relación maestro - alumno, especialmente al inicio de la cinta, apuntan a la atmósfera poética que se busca insistentemente en el film, pero que no se logra en la mayoría de los casos.
¿Por qué?
Se debe a la construcción del guión, donde las líneas narrativas chocan entre sí estorbándose más que permitir su mutuo desarrollo y enriquecimiento. Su tejido se deshace ante los ojos del espectador.
El hecho afecta la puesta en escena de Cuerda. En la mayor parte de la cinta, el ritmo lento se vuelve aburrido y no cuaja en la dimensión poética. Las imágenes bellas no existen en función del desarrollo de la trama y en ocasiones la debilitan. Aun la oposición interiores muy obscuros contra exteriores soleados que maneja la fotografía a lo largo del film no aportan ningún significado más allá de un realismo superficial.
La lengua de las mariposas se queda corta en referencia a los resultados cinematográficos que se buscaron, y ensalzarla o aplaudirla por el solo hecho de que toca el tema de la Guerra Civil Española no es válido porque tiene fallas muy marcadas en su forma y guión.
Otros resultados obtenidos por el cine español, desde la muerte de Franco, muestran que otros cineastas han logrado buenas películas sobre los antecedentes y consecuencias de la Guerra Civil, y que han podido combinar las preocupaciones políticas, sociales y poéticas con formas cinematográficas de primera línea.
Por desgracia no es el caso de esta cinta, ya que unas golondrinas de buenas secuencias aisladas no hacen un verano cinematográfico.
LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS. Producción: Sogetel, Las Producciones del Escorpión, Grupo Voz, TVE, Sogecable, Canal +, Televisión de Galicia, Fernando Bobaira, José Luis Cuerda. Dirección: José Luis Cuerda. Guión: Rafael Azcona, basado en los cuentos La lengua de las mariposas, Carmiña y Un saxo en la niebla, incluidos en el libro ¿Qué me quieres, amor? de Manuel Rivas. Año: 1999. Fotografía en color: Javier Salmones. Música: Alejandro Amenábar. Edición: Nacho Ruíz Capillas. Intérpretes: Fernando Fernán Gómez (Don Gregorio), Manuel Lozano (Moncho), Uxia Blanco (Rosa), Gonzalo Uriarte (Ramón). Duración: 95 minutos. Distribución: Gussi – Artecinema.