31 diciembre 2016

Perro del hortelano, El., de Pilar Miró

Francisco Peña.



"El Perro del Hortelano", film de Pilar Miró, basado en la obra de Lope de Vega. NO es una reconstrucción fiel y detallada de una época. Más bien, el espectador encuentra una puesta en escena cinematográfica de primera línea, que en ningún momento aparece como teatro filmado.



La directora usa todos los recursos cinematográficos que le parecieron pertinentes para dar vida a la obra original, y se apoya en todos ellos al grado de que es notorio el empleo de vestuario y locaciones, como ejemplo de los más visibles.

Respecto de la anécdota, Pilar Miró recrea y enfatiza los nodos narrativos de la obra de Lope de Vega. Con la trama y el uso del verso, de golpe el espectador se encuentra instalado en el espíritu del teatro del Siglo de Oro español.


Es conocida la actitud de "el perro del hortelano", que ni come ni deja comer, representada en la obra por la Condesa Diana. Sus celos, indecisiones, amores y desprecios hacia su secretario Teodoro son el núcleo de los enredos de esta comedia. De allí se desprenden los amoríos de Teodoro y Marcela, la conjura del Márquez y el Conde, las idas y venidas de Tristán y sus mentiras.

Es evidente que se sigue fielmente la estructura de la comedia como se usaba en el Siglo de Oro español, pero Miró usa con acierto todas las herramientas del cine moderno.


Una de esas herramientas es la fotografía de Javier Aguirresarobe, con un cromatismo muy atractivo virado hacia el azul. La cámara, sus movimientos y encuadres no reproducen pinturas de la época (una vía de expresión posible) sino imágenes modernas que renuevan la obra sin hacerla extraña. Al contrario, con el paso de los minutos el espectador se entrega a la cinta.

El punto central donde la puesta en escena cinematográfica logra conjuntar todos los elementos es en la dirección de actores y el manejo del verso.


Como mencionaba Béla Balázs: "La expresión facial es la manifestación más subjetiva del hombre, más subjetiva aun que el lenguaje, porque el vocabulario y la gramática están sujetos a reglas y convenciones más o menos válidas universalmente, mientras que el juego de los rasgos es una manifestación no gobernada por canones objetivos, aunque se trata mucho de imitación. Esta manifestación, la más subjetiva e individual del ser humano, se vuelve objetiva en el close up" (1). Con lo que quiere decir que el rostro humano adquiere mayor certeza y precisión significativa en la pantalla cinematográfica gracias al aislamiento en el espacio de ese rostro por medio del close up.


Se puede decir que el trabajo de Miró sobre el rostro de sus actores se explica con la idea del teórico húngaro de cine. Miró usa esos rostros y sus expresiones proyectadas en la pantalla como la vía de manifestación de sentimientos y cambios de humor. Los personajes cobran vida gracias a este recurso. Gesto, reacción y miradas se conjuntan armónicamente; el resultado es una naturalidad alcanzada con un gran trabajo actoral de por medio, que acerca la obra al espectador. Esto es notorio en los diálogos entre Diana y Teodoro, donde ella cambia varias veces de parecer y él se desespera. Incluyo el diálogo donde Teodoro la recrimina precisamente por ser como el perro del hortelano.


Pero no sólo es el rostro sino también el verso el que adquiere claridad natural y no declamada; de esta forma, la manera de decir el verso hace que se convierta en un diálogo fluido, en una conversación verosímil. Este punto de dirección colabora a que la obra fluya y cobre una vida inesperada para este tipo de producciones que suelen ser acartonadas.

Otro elemento atractivo de la puesta en escena son los movimientos de los actores dentro del encuadre, que también remarcan el carácter de comedia de la obra y que se presentan también con claridad y sin regodeos. Esos movimientos sumados al lenguaje corporal terminan por dar vida a los personajes. Cabe aclarar que el movimiento de actores incluye las idas y venidas de la Condesa Diana por los cuartos de su palacio, en plena duda e indecisión, mientras que sus criados mueven una y otra vez el sillón con que la siguen. En este simple detalle se remarca la ansiedad del personaje.


Como se puede ver, la puesta en escena de todos estos elementos descritos arroja una buena película muy atractiva. El film es delicioso y placentero, por lo que el espectador puede estar seguro de que esta película merece ser saboreada y disfrutada.

(1). Balázs, Béla. "Theory of the Film". Capítulo 8: 'The face of man'. Dover Publications, Inc. New York. 1970. pp. 60.



EL PERRO DEL HORTELANO. 1995. Producción: Enrique Cerezo Producciones, Lola Films, Carel, Vicente Vieitez. Dirección: Pilar Miró. Guión: Rafael Pérez Sierra y Pilar Miró, basado en la obra homónima de Lope de Vega. Forografía en Color: Javier Aguirresarobe. Música: José Nieto. Edición: Pablo G. del Amo. Intérpretes: Emma Suárez (Condesa Diana), Carmelo Gómez (Teodoro), Fernando Conde (Tristán), Ana Duato (Marcela), Miguel Rellán (Fabián), Angel de Andrés López (Ricardo), Juan Gea (Federico), Rafael Alonso (Ludovico). Duración: 109 minutos. Distribución: Dirección General de Actividades Cinematográficas de la UNAM.