Francisco Peña.
La cinta venía precedida del escándalo por su proyección en la Muestra Internacional de Arte Cinematográfico de Venecia, la Mostra de 1999, en donde causó reacciones muy encontradas por sus fuertes escenas de relaciones sexuales y sadomasoquistas. De hecho, hubo quienes compararon esta cinta con El imperio de los sentidos, de Nagisha Oshima; Portero de noche, de Liliana Cavani; El último tango en París, de Bernardo Bertolucci y De monstruos y hombres del ruso Balabanov.
Posteriormente, el film sudcoreano se equiparó a otras películas actuales que son polémicas por su sexualidad abierta, como Baise - moi, codirigida por Coralie Trinh Thi ( ex-actriz porno) y la escritora Virginie Despentes, y Romance X, de Catherine Breillat.
La película sudcoreana narra una tormentosa relación sexual entre una joven llamada Y que elige a un escultor 20 años más grande que ella, J, para perder su virginidad. Posteriormente, en el curso de la relación, él hombre convence a Y para tener relaciones sadomasoquistas donde es golpeada y azotada con su consentimiento.
La joven Y tiene una posición ambivalente frente a esta situación, donde declara que le gusta al igual que no le gusta este duro prólogo a las relaciones sexuales. También, poco a poco, toma el control de las acciones pidiendo a su compañero las cosas que a ella le gustan y satisfacen.
Los encuentros son siempre programados frente a la ayuda - oposición de una amiga común, Woori, y al celo del hermano de Y, que persigue a J hasta quemar su casa.
Las relaciones amo - esclavo en el sadomasoquismo se revierten a la mitad de la cinta. J, el hombre, le pide a Y que lo golpee, y usa cada vez instrumentos más contundentes. La relación, con pocos contactos exteriores con el mundo, se centra en la insistente y cada vez más humillante solicitud de J para ser golpeado por la joven, inclusive vestida de colegiala.
Algunos detalles frescos del personaje femenino son atractivos y salpican con un poco de observaciones veraces el maratón de coitos.
En un principio, por el aislamiento y la supuesta autodestrucción de la pareja, se podría hablar de semejanzas con las cintas de Bertolucci, Oshima, Cavani e incluso Breillat. Pero la semejanza sería sólo aparente en el papel. En las cintas concretas los directores mencionados anteriormente hacen análisis en diferente profundidad de las relaciones sexuales, como medio y fin para expresar sus planteamientos sobre la condición humana.
Los personajes de Mentiras / Lies carecen de profundidad existencial, psicológica o ética que pudiera servir de cimiento para el planteamiento de un conflicto dramático de cualquier tipo. En realidad, la cinta sudcoreana cumple con todas las normas del cine porno asiático, que difieren en puntos específicos del estadounidense o europeo.
La legislación asiática, semejante en gran medida a la vigente en Japón, permite escenas de violencia entre compañeros sexuales que prohibidas para los norteamericanos. Pero tiene la prohibición específica de mostrar los genitales en la relación sexual o erecciones, cosa que si se permiten los europeos y los estadounidenses.
Mentiras sigue paso a paso el cumplimiento de estas normas e incluso hay escenas de los coitos entre Y y J, filmadas en plano-secuencia, que contienen los brincos de los cortes en donde accidentalmente se han de haber filmado los genitales. La imagen barrida en los momentos más álgidos de las secuencias sadomasoquistas buscan más ocultar que analizar. Lo que estaba en mente del realizador, quizás, era lograr una clasificación comercial sin violar las especificaciones legales de los mercados que deseaba alcanzar.
En ese sentido, esta cinta sudcoreana no es más que una sucesión de escenas sexuales ligadas por una tenue trama -algunas cintas porno hardcore tienen un argumento más sólido- que no justifica dichas secuencias. Los comentarios en off sobre lo que piensan los personajes, las cortas entrevistas a los actores principales al principio del film, no aportan nada ni justifican los encuentros.
Mientras que las películas con las que se ha comparado a Mentiras quizás muestran menos sexo -aun Romance X, de Breillat, también con escenas sexuales y sadomasoquistas- son mucho más dramáticas y fuertes porque narran con precisión las motivaciones de los personajes. El espectador se asoma a su interior para ver la causas - efectos de la conducta sexual, cualquiera que sea el resultado de acuerdo a cada uno de los directores mencionados. En síntesis, estas películas son más humanas, capaces de sacudir al espectador y crear polémicas con base… Tienen la riqueza del arte.
Por ejemplo, la francesa Catherine Breillat en Romance X plantea una mujer que ejerce con libertad su vida sexual como rebelión ante la frialdad y desprecio de su marido. Otra cosa es que en la búsqueda y ejercicio de dicha libertad tenga encuentros desagradables, o termine aceptando como compañero a su socio en los juegos sadomasoquistas, planteados más como ejercicio intelectual que como despliegue sexual por parte de los personajes.
Otro ejemplo en las pantallas mexicanas es De monstruos y hombres, donde si se analiza lo que ocurre en las mentes de los hombres y mujeres que prefieren el sadomasoquismo como expresión primaria de su sexualidad. Balabanov, además, presenta en esta cinta una metáfora sexual de como las mafias se han apoderado de la sociedad rusa ante el vacio de autoridad política: la expresión de ese caos es por la vía sexual.
Que decir de las relaciones -expresadas sexualmente- que se establecen entre los personajes de El imperio de los sentidos, El último tango en París o Portero de Noche. El cinéfilo que las ha visto sabe que son mucho más complejas narrativamente, la trama es más incisiva, los resultados sorprendentes. Evidentemente hay tela de donde cortar para una polémica con verdadero fondo en todos estos casos.
De allí que el escándalo por Mentiras sea falso porque carece de fondo.
Es decir, hay que hacer a un lado la cinta sudcoreana no porque sea explícita sexualmente sino porque carece de matices humanos, riqueza de personajes y situaciones dramáticas. Es, simplemente una mala película que, a pesar de algunos trazos femeninos, no es más que un estereotipo de un sueño húmedo masculino softcore.