22 diciembre 2014

El cinebasura es sólo basura

El cinebasura es sólo basura - INTRODUCCIÓN

Por Francisco Peña


En diferentes textos he usado el concepto “cinebasura” para definir y señalar los infraproductos cinematográficos de pésima calidad estética y fílmica.

He expuesto en diversos artículos (en especial los dedicados a El planeta de las mujeres invasoras y El falso fan de El Santo) que el cinebasura es un atentado contra la sensibilidad de todas las audiencias y en especial contra el público que sólo ejerce su derecho a la diversión, pero que por su indefensión cultural es víctima fácil de mercaderes. Los productos de cinebasura son, finalmente, no sólo un desperdicio de recursos sino un veneno letal que impide que el gusto del público evolucione hacia la degustación y consumo de productos fílmicos de mejor calidad.




Para que los lectores de Film Paradigma tengan claras las diferencias entre los conceptos de cinebasura, “Basura”/trash, kitsch y camp, ponemos a su disposición/lectura un ensayo de Lawrence O’Toole, publicado en 1979 en la revista Film Comment.

Llama la atención que algunos de los rasgos que definen el concepto “Basura”, en este ensayo, son:

-Es una expresión que nace en el cine estadounidense.

-Muestra la “mala conducta” de ciertos personajes (junto con un lenguaje de “doble sentido”) enfrentada a los clichés del cine clásico moralista.

-Su componente sexual se expresa de manera particular y específica.

-Se basa en la emoción desbordada, sea que oscile hacia el deterioro o elevación exagerada de los personajes.

El ensayo de Lawrence O’Toole pone –ante nuestros ojos- las cosas en su lugar desde 1979. El paso de los años no sólo ha certificado que los conceptos allí vertidos siguen siendo actuales y válidos; remarca la importancia de que se difundan como Antídoto contra el Veneno del Cinebasura.

¿QUÉ LE PASÓ A LA BASURA?

Por Lawrence O'Toole


Trash/Basura: la niña de las películas estadounidenses, la mayor parte melodramas -una sensibilidad explosiva que puede ser catalogada, con sus propias reglas y perímetros.

Trash/Basura: un modo de percepción y apreciación.

Trash/Basura: una cosa como camp, o kitsch, pero ninguna de las dos.

Hacia una definición de trash/basura: aprender por el ejemplo, pensar por analogía. Lo mejor es moverse con una especie de abandono al azar. "Deja que me invada", dijo Barbara Stanwyck/Sugarpuss O'Shea al profesor Gary Cooper/Bertram Pott en Ball of Fire.



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Algunos pilares del panteón. Una docena rápida.

"Creo que sólo soy... basura". -Jennifer Jones como la mestiza Pearl Chávez a Gregory Peck, en Duel in the Sun/Duelo al sol.

"No he vivido una vida buena. He sido mala". -Mary Astor mintiéndole una vez más a Bogart, en The Maltese Falcon/El Halcón Maltés.

"Tienes clase, chica. ¿O es qué no he visto a una mujer últimamente?" -El convicto Clark Gable a la mesera Joan Crawford, en Strange Cargo.

"Todavía puedo recoger mis propias tripas". -La mesera modesta y reformada Crawford, frente a una proposición de Peter Lorre, en el mismo film.

"Siempre he sido conocida por tener mucho estilo". -Barbara Stanwick como Stella Dallas.

"Nunca voy a la iglesia. Arrodillarme me arruga las medias". -Jan Sterling a Kirk Douglas, en The Big Carnival.



¿Qué has estado comiendo? ¿Cemento? -Jean Harlow, a un perico mientras limpia su jaula, en Red Dust.

"Nunca me he avergonzado de un acto de amor" -Susan Tyrell, en Fat City.

"La autoestima es lo que queda cuando ya no tienes nada más". -La mujer de negocios Joan Crawford a un compañero de trabajo en el Fit Rite Frocks, en The Damned Don't Cry.

"El cielo sabe que es maravilloso poder estirarse en una cama como una swástika" -La madre Lucille Watson le explica a la hija Norma Shearer una de las ventajas de vivir sola, en The Women.


-"Aquí está tan callado que puedes oir a los peces pedorrearse". -Liza Minelli mientras recorre una mansión, en Lucky Lady.

"Si estuviéramos en el otro mundo diría 'vamos a tomarnos una copa'". - María Casares como la Muerte a Jean Marais como el poeta, en Orpheus/Orfeo.

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Basura es una respuesta a la forma narrativa y los arquetipos en el melodrama y la comedia estadounidenses -una sofisticada respuesta emocional y estética llevada al exceso. Europa tuvo la ópera; Estados Unidos descubrió las películas. Sea que ese exceso fuera Bette Davis diciendo sus oraciones casi al final de Dark Victory o Paul Muni al final de The Good Earth viendo los campos y diciendo "O-Lan es la buena tierra", la Basura lo envuelve a uno totalmente en sus manifestaciones: desde el momento en que se la ve uno queda involucrado y cree en ella. Es sólo después de este hecho que uno aplica el cinismo o la ironía a lo que se ha experimentado.

Basura es la emoción desmedida a ambos extremos del espectro, y se le aprecia por lo que es. Basura es una reacción contra el buen gusto, contra los modos aceptados de conducta. Gloria Grahame y Jimmy Cagney eran ejemplos supremos de conducta basuresca. Llevada al extremo en la dirección contraria, basura es la justificación escandalosa de los modos aceptados de conducta, como Irene Dunne volando el avión de su esposo Spencer Tracy para derribar algunos japoneses al final de A Guy Named Joe. La Basura, o despliega sus banderas de no-me-importa-cómo-voy-a-portame-mal, o cruza los umbrales de la martiriología y la virtud para llevarlas a nivel sobrehumano. O bien se canta una cancioncita que dice "me gusta portarme así y qué", o se abandona la pelea y se sucumbe a los placeres de la rectitud.

Claro, hay una jerarquía de basura -desde las películas basadas en las novelas de Sidney Sheldon (The Other Side of Midnight, Bloodline), que son simplemente vulgares, como Patty Duke mandando por el excusado la peluca de Susan Hayward en Valley of the Dolls/El valle de las muñecas, hasta basura realmente fina (casi cualquier cinta donde aparezca Shelley Winters), y basura trascendental (Lola Montes de Max Ophuls). Basura, en el mejor sentido de la palabra, puede ser la forma mas alta del halago. Jean Cocteau hace que su poeta diga "El exceso nunca es rídiculo" en Orpheus/Orfeo. Apoyado un momento en esa generalización, uno puede decir que esta declaración identifica el núcleo de la sensibilidad basuresca (sin embargo, Cocteau quizás no se hubiera apresurado a juzgar tan rápido lo que ocurre en el cine actual, pero más de ésto después). Elizabeth Hardwick en Sleepless Night quizás tocó la vena correcta en su descripción de Billie Holiday: "Aquí está una mujer que nunca fue cristiana".

El estilo de vida de Billie Holiday, la selección de material de Miss Elizabeth Smith ("I Need a Little Sugar in my Bowl), la escritura de Norman Mailer, las actuaciones de Mick Jagger -todo es basura. Como lo es la música de Erich Wolfgang Korngold para Warner Brothers, los textos de Arthur Bell en The Village Voice (especialmente en conversación con Maureen Stapleton), los anuncios de brasieres de Jane Russell para "nosotras las chicas de cuerpo completo" y ciertas óperas como Il Trovatore, Salomé y La Traviata.

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Ahora comienza la parte espinosa: ¿cuáles son las distinciones entre kitsch, camp y trash/basura. Todos los conceptos tienen que ver, de una manera u otra, con el exceso. Sin embargo, uno debe examinar la calidad de esos excesos, determinar sus estructuras.

El Kitsch puede definirse como un exceso, normalmente de detalle, que muestra pobreza de imaginación -la venganza de la estupidez contra el intelecto. Star Wars es kitsch, Kitsch es: Jeanette MacDonald y Nelson Eddy; la coreografía de Busby Berkeley, con su predilección por frutas de distintas variedades; la coreografía de Gerald Arpino para el Ballet Joffrey (Trinity, Kettentanz); la voz de Joan Sutherland cuando uno la tiene que ver saliendo de su boca; las piruetas acuáticas de Esther Williams; el pelo de Farrah Fawcett-Majors; la casa de jengibre en Hansel and Gretel (verdadero Kitsch alemán); la escritura de Tom Wolfe en The Right Stuff; Rimsky-Korsakov; los ojos de Omar Sharif; Carmelita Pope; El lago de los cisnes con un corps pobre de cisnes; A Chorus Line; la versión en película de Hair. Tan simpático como puede ser el kitsch, en el fondo la respuesta de uno ante él es el ridículo y un sentimiento de superioridad -pura condescendencia.




Por otro lado, el camp sugiere una complicidad con el material -un gran chiste privado en el que interviene una gran cantidad de gente. A diferencia de la basura, el camp fue engendrado por el gusto homosexual y todavía es parte de la iniciación en la subcultura gay. Camp está relacionado con la ironía, siempre tiene un doble filo. Prospera con la ambigüedad y con frecuencia una ambigüedad sexual. Marlene Dietrich en Morocco, con sombrero de copa y de traje, cantando "What Am I Bid?" y agachándose para besar a una mujer, es camp. Es tan rarificado como el kitsch pero no tan exquisito. Al ver algo camp uno se siente parte de una camarilla; al ver algo kitsch, uno se siente parte de una multitud.




El camp, anclado en la ironía, es una respuesta puramente estética al material fílmico. Gladys Cooper en Mrs. Parkington diciendo "los perros pequeños con nombres franceses me ponen nerviosa" es camp; pero Gladys Cooper anunciando a su familia de clase alta, "Creo que apestamos", es basura. De hecho, mucha de la iconografía basura se ha confundido durante mucho tiempo con el camp, sobre todo el famoso diálogo de Bette Davis en Beyond the Forest, "¡Qué tugurio!". El diálogo carece de la ambigüedad camp y no existe complicidad mientras Rosa Moline establece su personalidad (una Madame Bovary de Illinois) de inmediato y con una sola frase.

Mientras que el camp es básicamente una respuesta estética, la basura es básicamente emocional. Bette Davis diciendo sus plegarias casi al final de Dark Victory es, al mismo tiempo, camp y basura. La escena está tan apartada de la personalidad que ella desarrolló en las películas que tiene que arrojarse en ella con un completo abandono profesional. Lo que convierte a esta escena en camp es la disparidad entre ser una de las actrices más fuertes de Hollywood y tener que ser tan melosa en la escena; el que sea tan buena en la escena, la sazona con ironía y la convierte en camp. Pero las emociones se sobrecargan a tal grado en la escena de la plegaria que uno puede perder de vista la ironía en el momento en que uno la ve.

Las canciones sentimentales tienen ese mismo rasgo basuresco: van a otra parte antes de llegar al intelecto. Helen Morgan cantando encima de un piano, con un cocktel en la mano, "What Wouldn´t I do for that Man", es demasiado apasionada para ser camp. Está fuera de control, se va de la mano. Como dijo Oscar Wilde: "Nunca se paga un precio demasiado alto por una sensación". El conocedor de basura está deseoso de pagar un precio emocional alto por su respuesta a los estados extremos de sentimiento en las películas.

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Sin embargo, una sensibilidad camp es una ventaja cuando se desarrolla una sensibilidad basuresca. Una inteligencia psicosexual sofisticada (sofisticación que significa la habilidad de gozar y entender toda forma de conducta), que es el sello del camp, siempre puede funcionar en la basura. Si usted puede entender por qué Swanson es Swanson y Greer Garson es Greer Garson, entonces puede lanzarse a fondo al reaccionar a las emociones que cada actriz proyecta. Para gozar de la basura, se debe tener la disposición de ser conmovido, lo que significa ser menos crítico y ser atrapado con facilidad. Uno de los aspectos más identificables de la basura es no estar conciente de sus efectos como excesivos o sobrepasados. La mayor parte de las veces son ingeniosos, y si no son ingeniosos, de plano son subversivos. Siempre ha estado marcada por dos extremos de conducta: deterioro y elevación.

Deterioro. Las películas de basura más emocionantes manejan el deterioro como si fuera a pasar de moda. Los alcohólicos son comunes: Ray Milland en The Lost Weekend, Dorothy Malone en Written on the Wind, Thomas Mitchell en Stagecoach [La Diligencia], Ann Baxter en The Razor's Edge [Al filo de la navaja], Susan Tyrell en Fat City, Susan Hayward en I'll Cry Tomorrow. Como pueden ver, ser un alcohólico en pantalla le daba al actor ventaja para el Oscar. Los lunáticos o gente a la que se le quiere convencer de que está loca, también son un sello: Olivia de Havilland mostrando sus amigdalas en The Snake Pit [Nido de víboras], Ingrid Bergman pensando que es candidata al manicomio en Gaslight, Betty Field como la loca Cassandra en King's Road, Liz Taylor convencida de que està llena de voces en Suddenly Last Summer. O los dramas de drogadictos de finales de los 50: The Man with the Golden Arm [El hombre del brazo de oro], A Hatful of Rain, Let No Man Write My Epitaph, Monkey On My Back.

El deterioro en las películas estadounidenses del género basura sigue y sigue: The Barefoot Contessa [La condesa descalza], A Double Life, Eleanor Parker que va a prisión en Caged, Paul Muni en el mismo viaje en I Am a Fugitive from a Chain Gang, Sunset Boulevard, Lonelyhearts, I Want to Live, James Mason en A Star is Born, Tennessee Williams hizo de la basura un arte -y Geraldine Page, como Alexandra del Lage en Sweet Bird of Youth [Dulce pájaro de juventud], la encarnó brillantemente: "Entonces, hay algo, Dios nos ayude, llamado closeup".

Elevación: Esto requiere ser noble. Piensen en todas las mujeres que tuvieron que renunciar a sus bebés -Stanwyck como Stella Dallas, Olivia de Havilland en To Each His Own, Davis en The Old Maid -y todos aquellos que hicieron grandes sacrificios por su pareja -deslizarse al agua en Lifeboat, Ronald Colman en haciendo la "mejor cosa", Shelley Winters nadando con condición cardíaca en The Poseidon Adventure, Trevor Howard diciendo adiós a Celia Johnson en Brief Encounter. En la Basura no hay límites para el sacrificio y la bondad humanas. Es conmovedora y desgarradora. Cuando Mae West dijo, "La bondad no tiene nada que ver", definió una forma de basura, y su contraparte, "La realidad no tiene nada que ver", define el otro tipo.

En términos de elevación, el clímax se alcanzó en la basura religiosa, mucha de la cual emanó en los 40. No es la basura religiosa de los 50, que, con toda la atención que se le prestó al detalle de vestuario y maquillaje, convirtió a todo el conjunto en kitsch: The Prodigal, The Ten Commandments, The Egyptian, etc. La basura religiosa de los 40 se restringió a casullas y tuvo una capa emocional muy pesada: Come To The Stable, Barry Fitzgerald encontrando a su madre anciana al final de Going my Way, The Song of Bernadette (chica estúpida de Lourdes ve a dama extraña en gruta), Ingrid Bergman enfundada en su vestuario pobre durante la Gran Rostizada en Joan of Arc. Y -¿quién puede olvidarla?- Ingrid Bergman como monja y Bing Crosby como sacerdote y la canción "The Bells of Saint Mary's" cuando se despiden mientras se nos parte el corazón.

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Y, claro, en el principio fue el sexo.


 


Antes de la Gran Relajación Moral, antes de la celebración de las Chicas Malas de Donna Summer, el sexo en las películas era una actividad subversiva y, por lo tanto, excitante. Estaba el mismísimo Rey de la Basura, Clark Gable, quee parecía estar siempre listo para encamarse con cualquiera o con lo que fuera. En Red Dust, la muy propia y decente (pero no en el fondo) Mary Astor le explica a Jean Harlow porque cedió al beso de Gable. En la respuesta de Harlow, con su implicación "cremosa", está la quintaesencia de la basura: "Cuídate del siguiente momento, querida, dura más que el primero". Joan Crawford en Rain y Rita Hayworth como Sadie Thompson en Gilda, donde la liberación contra el buen gusto anuncia los tiempos actuales. Todo era una sugerencia resbalosa: Dorothy Malone como la vendedora de libros en The Big Sleep ocultando una líbido tan grande como el Ritz detrás de sus lentes, o la toma del tobillo de Stanwyck mientras baja las escaleras en Double Indemnity. La basura sobrevivió en una larga serie de guiños cachondos. Mantuvo atento al público cuando acudía al cine. Nunca se sabía cuando se escucharía una frase como "Por mí han marchado ejércitos" (Rita Hayworth le cuenta su vida a Robert Mitchum en Fire Down Below). Es más seguro decir que hoy el público ya no espera el doble sentido en pantalla.




El principio del fin de la basura sexual pudo entreverse en la decadencia de la carrera de Marilyn Monroe. Al momento de su muerte ya estaba domada por Fox, pero quizás no tanto por su poca cooperación y poca confiabilidad. En cambio, toda una serie de películas más explícitas estaban desembarcando desde el otro lado del Atlántico (Room at the Top, The Lovers, La Dolce Vita) lo que provocó que la atracción suave y empalagante de Monroe pareciera anacrónica. También en casa ya estaba Lee Remick con sus suéteres ajustados en Anatomy of a Murder, con su uso de palabras como "violación" y "panties". Los estudios vieron entonces "la escritura en la pared".

En los 70 fueron Brando y la mantequilla.

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Con sus caras bañadas por la luz de la televisión, dos cinéfilos lamentaban la desaparición de su forma favorita de entretenimiento (y, la verdad sea dicha, de arte): la basura. Enfrente tenían el final de The Women, película que en 1939 la MGM adaptó de la obra de Claire Booth Luce, empleando el talento de George Cukor y casi la mitad de las actrices de Hollywood: Crawford, Shearer, Roz Russell, Mary Boland, Marjorie Maine, Paulette Gordard, Ruth Hussey, Virginia Grey e inclusive Hedda Hopper. Su lamento llegó a proporciones dolorosas cuando apareció el último diálogo de Crawford a Shearer: 'Por cierto, hay una palabra para ustedes damas, pero no se usa en la alta sociedad -fuera de la perrera". Cosas semejantes no volverán a escucharse. Cosas semejantes no pueden escucharse otra vez.


La basura está muerta. ¡Viva la basura!

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¿Qué le pasó a la Basura? Bueno, el cine creció y se volvió arrogante, consciente de sus posibilidades como "film" más que como película. Así que el ingenio, la convicción y el coraje que eran la marcas de la Basura -junto con la emoción sin disculpas o monerías- se perdieron. Se perdieron también el doble sentido y la sugerencia subversiva.

Hubo un tiempo en que se podía ser risqué. Ese tiempo ha desaparecido con el surgimiento de la tanga. La conducta basuresca se ha vuelto, aparentemente, un rasgo necesario de la modernidad. En la música New Wave y en el punk rock se volvió un estilo identificable de su momento. Nos hemos vuelto tan conscientes de la mala conducta que el portarse mal, en el sentido de Mary Astor, se ha vuelto artificial -la basura como afectación-. Imaginen: seremos recordados por ser obvios. Ésto puede ser el por qué Tom Wolfe aplica las técnicas del Nuevo Periodismo a sus reflexiones sobre la conducta de pilotos y astronautas en The Right Stuff, técnica que se basa mucho en ponerle itálicas al pensamiento, y que se vuelve sorprendentemente redundante.

Y si se necesita otra prueba de que el destino de la Basura ha sido la muerte, es que Pauline Kael ha dejado de escribir sobre cine. Nuestra Señora de Zinger se fue a Hollywood pero ya se veía venir desde hace tiempo. Esta es la mujer que introdujo la palabra "mear" en las páginas del New Yorker; que respondía magníficamente a la conducta basuresca en las películas; quien, en los últimos años, se quejaba de que les películas estadounidenses habían perdido su chispa y su energía basuresca. Parafraséando una de sus citas, Kael era nuestra gran original. Trató de mantener vivas algunas de las mejores cosas de las películas norteamericanas: su carencia de pretensión, su población de iconoclastas y marginales, la suciedad de sus personajes. Como buena activista, nos hartó a todos, lo que significa que se le extrañará. ¿Ahora con quién se puede polemizar? Es un secreto a voces: ya no está Kael para pelearse con ella. Se ha ido a Hollywood y puede que ponga ratas en su alberca. Ella misma es una "Basura" original y sólo le queda una vía de redención: el regreso. Puede que no hayamos oido lo último de Pauline.

Pauline Kael

Ojalá se pudiera decir lo mismo de la sensibilidad basuresca. Las películas basurescas recientes -Fedora, Winter Kills, Death on the Nile y ciertas partes de The Fury, son demasiado autoconscientes, aunque parte del placer que generan está anclado en su tono elegíaco. Fedora, que es conmovedora, lo es en parte porque es un dinosaurio. Sus excesos (la imagen de William Holden que abre un cajón para encontrárselo lleno de los guantes blancos de Fedora) demandan un conocimiento del cine a priori, entre ellos el de varias visiones de Sunset Boulevard. Hay demasiadas ironías en Fedora para considerarla Basura pura; nuestra era cínica está dispuesta a exprimir hasta la última gota de sus elementos camp y dejarla morir.

Como Fedora, Winter Kills, de William Richerts, ha sido promocionada pobremente y tuvo poca audiencia, y también requiere el mismo conocimiento "interno" de la sabiduría del cine, como Dorothy Malone repitiendo su papel en Written on the Wind. Y como el propósito evidente de Richerts es mostrar un sentido del humor original, hay una tensión constante entre la fuerza de su Basura y la inmediata e instántanea ironización de la misma. Como los retratos basurescos de los jóvenes fans en Carrie y Phantom of the Paradise y la vida superlujosa de The Fury, o Chinatown de Polanski, Winter Kills es un comentario autoconsciente del extremismo basuresco, no una demostración total del mismo.

Como se ve, la Basura nos abrió (¡uh!) el apetito por el arte.

Parecería que, en el futuro, sólo tendremos algunos momentos basurescos, sólo destellos brilantes. Es la inocencia perdida. Adiós a la Basura. Sin embargo, en los 70 hay momentos de Basura pura: Jessica Lange en la mano de King Kong; la escena de Mia Farrow, ebria, en Death on the Nile; Angela Landsbury dejando libre su líbido en la misma cinta; Julie Christie que se va debajo de la mesa en Shampoo; la actitud general de Lee Grant en la misma; Diana Ross en Mahogany ("El éxito es nada a menos que tengas a alguien con quién compartirlo"); Shelley Winters levantándose la falda y bailando en una escena de fantasía de Next Stop, Greenwich Village; Rachel Roberts le cuenta a Gene Hackman como Dyan Cannon le quitó una basurilla del ojo para desembocar en una confrontación lesbiana en Doctors' Wives; Karen Black piloteando el avión en Airport 75; Ellen Burstyn y el hachis en Alice doesn't live here anymore; Sylvester Stallonee en Rocky; Sally Field como Norma Rae.





¿Quiénes son las estrellas basurescas de hoy? Más bien, ¿quiénes podrían ser las estrellas basurescas de hoy? Bueno, está Clint Eastwood ("Aquí hay un supositorio de cinco estrellas"), Burt Reynolds, Nick Nolte, Jack Nicholson, Brando si no cobrara tanto, Por el lado femenino, como siempre, hay más: Dyan Cannon claro, Faye Dunaway, Sarah Miles (en el remake de The Big Sleep usa unos pantalones tan entallados que no tendría que desvestirse con el ginecólogo), Lee Grant, Karen Black, Veronica Cartwright, Sigourney Weaver (a quien Pauline Kael quería como la protagonista de Mommie Dearest -¡guau!).





La Basura, como se puede ver, era y todavía es femenina. Los hombres, a los que se les permite ser groseros y fornicadores, sólo pueden ser subversivos en relación a la ley. La nobleza, excepto en la guerra y en la silla de montar, no era un atributo particularmente masculino (a menos que uno fuera Herbert Marshall o Leslie Howard). Se reservaba a las mujeres, así como también la emoción desbordada. Cuando se trataba de sexo, las mujeres tenían que ser subversivas en una forma en que los hombres no podían: iban en contra de los patrones de conducta tradicionales si eran malas. Suzanne Pleshette le contesta a James Franciscus, "No tengo carácter y, además, me gusta toser", a cuando él le pregunta por qué volvió a fumar en Youngblood Hawke: la respuesta tiene un tono más cachondo que si Franciscus hubiera dicho ese diálogo. Oir a la divina Marie Dressler decir, "No nací y no me arrastraron a los muelles para nada" (Anna Christie) o "Metételo por el culo" (Emma) es escuchar de nuevo lejanos rumores del sexo prohibido: en parte liberadores, en parte sorprendentes.



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La Basura siempre ha sido grande: The Big Heat, The Big Carnival, The Big Knife, The Big Sleep, The Big Street, Bigger Than Life.

La Basura ha sido arte muchas, muchas veces: Shanghai Express, To Have and Have Not, All about Eve, The Postman Always Rings Twice, Imitation of Life, Sunset Boulevard, The Godfather. Muchas más.

La Basura ha sido el arte fino de insultar llevado a alturas poéticas... tour de force con énfasis en la fuerza... la ópera estadounidense... el menos culpable de todos los placeres fílmicos.

Las últimas palabras son de la loca y basuresca Norma Desmond: "Yo SOY Grande. Son las películas las que se volvieron pequeñas".





O'Toole, Lawrence. "What Happened to Trash?", Midsection. Film Comment, Volume 15, number 5, september-october 1979. Film Society of Lincoln Center. 140 West 65 Street, New York, New York. 10023, USA. pp. 40-44.