El cine inglés, que normalmente tiene un nivel excelente de calidad en su producción fílmica comercial, permite hablar de una cinta luminosa: se trata de Pequeña Voz / Little Voice, del director Mark Herman.
Esta película está basada en la obra The Rise and Fall of Little Voice, de Jim Cartwright. Al pasar al cine, Herman hace una película que brilla por el magnífico trabajo histriónico de sus actores. Destacan Michael Caine, Brenda Blethyn y, claro, Jane Horrocks en el papel de LV.
Estos actores dan vida a personajes extraídos de la clase media baja de la sociedad inglesa, aquellos que se debaten desesperadamente por no caer en los niveles proletarios que tan bien ha analizado Ken Loach en su propia obra fílmica, usando escenarios de Escocia.
El microcosmos cerrado de Little Voice se centra en Scarborough, en los barrios y sitios donde deambulan personajes fracasados en busca de una última oportunidad por subir en la escala social. En ese sentido, la idea de triunfo que tienen está asociada únicamente al bienestar económico. La problemática es aún más fuerte porque quienes buscan esa oportunidad ya se encuentran en la decadencia física, moral y sexual.
Dentro de este contexto social, cuatro son los personajes principales: tres presencias y una ausencia. Primero está la madre (Brenda Blethyn), el descubridor de talento Ray (Michael Caine) y la reticente estrella Little Voice o simplemente LV (la fabulosa Jane Horrocks).
La madre es una mujer vulgar que no respeta ni la personalidad ni la intimidad de su hija LV, pero que está obsesionada por su decadencia física y sexual ante la ausencia de un hombre que signifique compañía, sexo y seguridad económica. Su conducta se centra en una fallida promiscuidad que a cada paso muestra el rechazo social por su forma de ser. Su única amiga es una vecina gorda casi reducida a la mudez.
Por otro lado se encuentra Ray (Michael Caine), otro fracasado que ha visto pasar sus mejores años, que es agente de números artísticos deprimentes, y que se relaciona con propietarios de bares y centros nocturnos que son, también, artistas fracasados.
Ray trata de mantener una imagen de ganador que no corresponde a la realidad, porque sólo maneja una imagen de padrote de segunda con un convertible que debió ser signo de virilidad hace muchos años y ahora sólo muestra la decadencia de su dueño.
En medio, en una zona personal a donde nadie tiene acceso, se encuentra LV (Jane Horrocks). Este es el tercer personaje de la cinta, y el único que tiene en cuenta al cuarto personaje, que se mueve entre una presencia / ausencia en la mente de LV: su padre fallecido.
Ante el hecho de la muerte, de la desconsideración y abuso de la madre, LV sólo tiene un recurso: unirse sentimentalmente al padre por medio de los discos que él escuchaba y que generaban su único momento de felicidad frente a la promiscuidad de su esposa. Allí se pueden ver los viejos acetatos de puras cantantes mujeres, con nombres como Billie Holiday, Marlene Dietrich, Edith Piaf, Shirley Bassey, Marilyn Monroe y… claro, Judy Garland.
En ese mundo propio, verdadero homenaje a las divas cantantes de los años 40, 50 y 60, a la comedia musical, al Mago de Oz, deambula LV. La chica no habla, resiste casi cualquier contacto con una timidez trabajada a base de miradas y gestos corporales. Pero en unos pocos momentos, cuando visualiza a su padre, LV se convierte en la perfecta imitadora, porque encarna hasta la más pequeña de las sutilezas de las cantantes que admira. Es casi una perfecta Garland, una Bassey dinámica, una Dietrich sensual…
A través de esas imitaciones, LV da cuerpo a toda una serie de figuras mitológicas, y vive a través de ellas la posibilidad de “comunicarse” con el único ser que la ha amado, su padre.
Fuera de las trampas evidentes del complejo de Electra, que se muestra en el film como una realidad, pero que no se enfoca en forma freudiana en la cinta, Mark Herman logra que LV y todas las cantantes renazcan para la audiencia.
Pero no hay que olvidar que alrededor de LV está su madre y el cazador de talentos Ray. Cuando los dos, junto con Mr Boo (Jim Broadbent) el dueño del cabaret, descubren el talento escondido de LV, las cosas cambian. Los dos escaladores ven en la chica el último tren al éxito, la última oportunidad de abandonar una vida de fracaso y llegar a la seguridad económica.
La madre ve a futuro un matrimonio con Ray. El agente ve en Little Voice lo que podría llegar a ser: una estrella —y la riqueza-.
A partir del planteamiento, la trama sigue su curso. Herman retrata los sueños y cultura popular de una clase social inglesa con la misma distancia y cariño con que los documentalistas ingleses o el Free Cinema se acercó a otras clases sociales en pasados periodos históricos del cine inglés.
Algunas secuencias son excelentes. Cuando Ray decide invertir en la presentación de LV, con todo y una Big Band de música, vende todo lo que tiene e inclusive se endeuda con prestamistas ilegales. Apuesta a los caballos mientras organiza la producción del número. No hay un solo diálogo. Todo está comentado por la banda musical, donde se oye a Shirley Bassey cantar —con suma ironía por parte del director- la canción Goldfinger, de la cinta del mismo nombre con Sean Connery como James Bond — 007.
Esto no sólo marca la cultura popular de una clase social inglesa, sino que el comentario es más incisivo porque proyecta las ambiciones de Ray por vivir un estereotipo fílmico mientras su realidad es la de un hombre decadente y fracasado.
Esto se vuelve a marcar en la cinta en una secuencia con edición alterna. Por una parte, LV escucha los discos de su padre en la planta alta de la casa. En la sala, su madre y Ray festejan en una fiesta privada con la música de Tom Jones. La contraposición entre ambas visiones de la vida se expresan a través de la cultura musical que las expresa.
Cuando Ray descubre a LV, él trata de jugar con sus viejos trucos para convencer: promete el estrellato. Pero LV no reacciona a sus ruegos. Ray es astuto pero no inteligente: intuye la relación Little Voice — música — canto — padre. La manipula y obtiene lo que desea: el debut de LV.
Pero Ray no es inteligente porque sólo obtiene de LV el acuerdo de actuar una sola noche, en honor a su padre. Obsesionado por su propio éxito, descubre el resorte que mueve a la muchacha, pero jamás profundiza en la situación porque no le importa. Su propio egoísmo será la causa de su fracaso final porque no alcanza a sentir la importancia que tiene para LV justificar la memoria y la existencia del padre a través de su propia voz al imitar a las cantantes.
La mejor secuencia de la cinta es el show de LV en la noche de su triunfo. A pesar de un fracaso anterior, donde el público escucha a obscuras a Billie Holliday, LV localiza a su padre entre la audiencia y hace la mejor actuación de su vida.
Se trata de una delicia antológica cuyo mérito recae en Jane Horrocks. Su rango de actriz es amplio pues va desde la joven tímida casi catatónica, que se expresa en mirada y manejo corporal hasta las excelentes imitaciones de las cantantes, no sólo con la voz sino un lenguaje corporal desenvuelto.
En la pantalla, a través de LV — Jane Horrocks cobran vida Monroe, Bassey, Streisand, Dietrich y Garland. El público, en ambos lados de la pantalla, reconoce la calidad de la imitadora y aplaude a rabiar. Por unos minutos todas estas cantantes, y un segmento de la historia de la música y el cine, adquieren la vida y el dinamismo que tuvieron en su momento.
Después de mí, el diluvio. Después de la función, el desastre: LV se niega a actuar de nuevo. Todos los preparativos y las esperanzas de la madre, Ray y Mr. Boo se transforman en caos y derrota. El sueño se rompe en pedazos.
Nadie, en ningún momento, tiene cuidado de la muchacha. Para todos es el instrumento que logrará el bienestar económico, pero nunca es un ser humano.
Ante estos personajes egoístas, Herman y la obra original oponen solamente a un personaje: un tímido joven que se enamora de LV (actuado por Ewan McGregor antes de Star Wars 1, 2 y 3).
Es quien abre literalmente la ventana y rescata a LV. Así, la joven no sólo rompe con la madre sino también con la imagen del padre. Tiene la posibilidad de madurar y convertirse en un ser humano independiente y equilibrado. Puede ya volar…
Herman crea una cinta humana y en momentos conmovedora. No rehuye el melodrama pero lo enriquece con su homenaje a la cultura popular, lo que da una dimensión verosímil a sus personajes. Si a esto se suma el excelente trabajo actoral —porque la cinta es una cinta de actores-, Herman obtiene una buena película para el gozo de sus espectadores.
No queda más que remarcar también el trabajo de Michael Caine, que refrenda su calidad de actor. No en balde se adjudicó un Globo de Oro en 1998 por esta cinta. La angustia de Ray, su egoísmo y su desprecio final por sí mismo adquieren un peso real gracias a su magnífica actuación. De estos verdaderos actores ya quedan pocos.
Little Voice también es el retrato de una habilidad artística pisoteada por la vulgaridad de los familiares cercanos. Es el relato de como la incomprensión y el egoísmo pueden borrar “las líneas finas” de la sensibilidad humana.
LV recupera su libertad, la herencia emocional y cultural de su padre, y su personalidad gracias a un tímido amor. Pero esa independencia le permite recuperarse a sí misma con una sola frase: “y mi nombre es Laura”.