28 diciembre 2017

Nosferatu, de Werner Herzog, y otros vampiros fílmicos...

Desde su creación en 1979, el Nosferatu de Werner Herzog aún es el vampiro por excelencia del cine moderno, con perdón de chupasangres gringos y sus fans.

Francisco Peña.

Calvo, mirada diabólica con toque melancólico, ojos inyectados, piel ajada, dos largos dientes centrales. Es el rostro del Conde Drácula como Nosferatu, visualización europea del vampiro cristalizada en dos películas alemanas hermanadas a través del tiempo.




Este vampiro se desdobla en Nosferatu, una sinfonía del horror (Murnau, 1922) y Nosferatu: fantasma de la noche (Herzog, 1979). Ambas cintas se unen por deseo expreso de Werner Herzog, que realizó la suya como “reescritura” de la primera. El cineasta germano tendió un puente de parentesco con el cine de la Alemania de Weimar brincándose todo el cine nazi y el comercial de los años 50 y 60: marcó así la relación del Nuevo Cine Alemán con el Expresionismo, su ilustre antepasado. “Es el único cine alemán que ha existido antes de la actual generación”, declaró para explicar por qué retomaba de las figuras mítico-culturales del cine.

Nosferatu, de Murnau

Con Nosferatu, que no es un remake, Herzog regresó al verdadero origen poético del Vampiro para enfrentarlo con fuerza a Hollywood y, con honrosas excepciones, a su blandengue estereotipo del chupasangre que sumió al personaje hasta el fondo del bote de cinebasura estadounidense y europeo. A esas profundidades sólo desciende algún filmópata sólo para extraer filmes como Vampiras lesbianas - Vampyros lesbos, tres cintas diferentes con el mismo título (1971, 2008 y 2008) y que presume como platillos para "gourmets"cinéfilos.


Nosferatu cuenta con las actuaciones de Klaus Kinski, Isabelle Adjani, Bruno Ganz y Roland Topor, la música del grupo Popol Vuh y sigue más al Nosferatu de Murnau que a la novela original de Bram Stocker, de la cual se han hecho infinitas variaciones. Al volver a la raíz, Nosferatu viola las convenciones del cine de vampiros. No está creada para impulsar emociones artificiales ligadas a lo “fantástico sobrenatural”; más bien retoma el arquetipo del vampiro y genera emociones como miedo, terror, inquietud y horror naturales; por ejemplo, las que ocurren en la escena entre Lucy (Adjani) y Drácula (Kinski) que contiene la entrega de la mujer, la mordida en el cuello y culmina con el amanecer fatal.



Las convenciones del cine de vampiros las creó el cine hollywoodense por medio de repeticiones cada vez más pobres a lo largo de los años. Surgen con Drácula (Browning, 1931) y la actuación de Bela Lugosi: no es un ser desfigurado y solitario sino un elegante aristócrata, culto, educado, “gente decente” pues... A partir de entonces el vampiro hollywoodense sólo se altera a la vista de la sangre, disfruta de la inmortalidad sin padecerla, el momento en que muerde el cuello de la mujer tiene una veta fuerte de erotismo, muere con ira a los golpes de la estaca en su corazón.


Como la prioridad siempre ha sido ordeñar la taquilla hasta el último dólar, el estereotipo del chupasangre se explotó en secuelas con más gore, violencia y sexo hasta olvidar la tragedia intrínseca del personaje. Drácula inspiró secuelas cada vez más aburridas según pasaba el tiempo: La hija de Drácula (1936), El hijo de Drácula (1943), La casa de Drácula (1945) entre otras.

Aunque revivió en Inglaterra con la dispareja serie de películas de la Hammer Films actuadas por Christopher Lee y Peter Cushing, los estadounidenses lo confinaron a él y sus parientes vampíricos al cinebasura. Asi surgieron títulos que hablan por sí mismos de su “calidad” y “variedad temática” como Drácula contra Frankenstein (1971), Billy the Kid contra Drácula (1966), El perro de Drácula (1978), El regreso de Drácula (1957, ¿ésta y cuántas veces más?), Doctor Drácula (1978), Drácula, el viejo cochino (1969), Lujuria por Drácula (2004), Emmanuelle contra Drácula (2004), Los ritos eróticos de la Condesa Drácula (2001) … uff. Para estas cintas se contrataron grandes actores y actrices (en su casa los conocen) como Molinee Green, Luke Anthony, Eva Stroemberg, Denis Price y directores de la talla de Jack Malone, Donald Glut y William Edwards.


El cine mexicano también tuvo sus Dráculas y vampiras de la mano del cinebasuresco luchador El Santo con Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo (1973, con Nubia Martí), La venganza de las mujeres vampiro (1970, con Gina Romand), Santo en el tesoro de Drácula (1969, con Noelia Noel), El Barón Brákola (1967, ¡con Meche Carreño encuerada para exportación!) y Santo VS las mujeres vampiro (1962, con Lorena Velásquez). Todas un asco a pesar de alguna perorata a su favor de algún filmópata de gusto pervertido y pervertidor.



Sin embargo, cada vez que Hollywood considera que hay una nueva generación de espectadores intenta revivir el mito y así surgen las excepciones a la regla decadente de los chupasangre: películas de vampiros y dráculas que vale la pena ver. Destacan La danza de los vampiros (1967, con Sharon Tate) donde Polanski se burla de todas y cada una de convenciones del género y es muy disfrutable, el Drácula de Coppola (1992) con la actuación “remasterizada” de Gary Oldman, Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994) con Brad Pitt, Tom Cruise y Kirsten Dunst; como buen cine comercial están Blade y Blade II (1998 y 2002, de Del Toro) con la acción frenética de Wesley Snipes y la serie de Buffy, la cazavampiros que tiene muchísimos fans.


Pero en los últimos 30 años sólo las actuaciones de Klaus Kinski e Isabelle Adjani lograron imprimirle a Drácula y a su víctima una carnalidad trágica, de un erotismo difuminado apenas comunicado por los gestos de Kinski o el bello rostro de Adjani. Junto con ellos, en estos años sólo Herzog ha sido capaz de plasmar la poesía de la muerte y disolución de Nosferatu, del Vampiro, del mito mismo dentro de la ficción clásica. La tragedia existencial del personaje, el pesado fardo de su inmortalidad donde la soledad es indescriptible están acompañadas del desorden y terror social que brotan con su sola presencia. ¡Este es el Vampiro que merece el cine de arte!


Mejores frases de vampiros

Nosferatu (Herzog, 1978) -Se oyen aullidos de lobos-: Escucha. Los niños de la noche hacen su música.

Nosferatu (Murnau, 1922): ¿Es tu esposa? ¡Que hermoso cuello!

Drácula (Browning: 1931): ¡Morir! ¡Estar realmente muerto… debe ser glorioso!

Drácula (Coppola, 1992): Te condeno a la muerte viviente. Al hambre eterna de sangre viviente.

Entrevista con el vampiro (Jordan, 1994): La sangre de ella corrió por mis venas más dulce que la vida misma. Y mientras lo hacía, las palabras de Lestat cobraron sentido. Conocí la paz sólo cuando mataba, y cuando escuché latir su corazón con ese ritmo terrible supe otra vez lo que podía ser la paz.

Mejores vampiros ingleses y estadounidenses

Christopher Lee en Drácula (1958), Los satánicos ritos de Drácula (1973), o sea, las cintas de la productora Hammer Films.

Gary Oldman en Drácula (1992)

Brad Pitt en Entrevista con el Vampiro (1994)

Bela Lugosi (¡clásico!) en Drácula (1931)

Ferdy Mayne en La danza de los vampiros (1967)