07 enero 2016

El Síndrome Gollum

Francisco Peña.

En medio de todos nosotros, casi invisible entre la multitud de coleccionistas alegres y divertidos, deambula un ente peligroso que susurra "¡Míosss, preciossos, mis tesssoros, sólo miosss!"


Todos hemos coleccionado algo: timbres, monedas, ranitas, películas, discos, libros, autos, autógrafos y todo tipo de cosas. Mostramos esos objetos, los prestamos o regalamos a nuestros amigos; gracias a ellos aprendemos más de historia, geografía, biología, literatura, cine, jazz, rock y biografías. Coleccionar es un placer personal compartido siempre con quiénes nos rodean.

Pero hay un individuo ahogado en los meandros de su psicopatía, poseído por los objetos de su propia colección pero que la utiliza para imponer su poder personal. Es el ejemplo perfecto del síndrome Gollum.


El psicoanalista Hans Olvera Trejo, subdirector académico de la Dirección de Educación Continua de la Universidad Iberoamericana, ha definido rasgos del síndrome de Gollum, que él llama Síndrome de Atesoramiento y que brota de una personalidad obsesiva-compulsiva ya desquiciada. El comportamiento que lo delata es el atesoramiento en cantidades irracionales de ciertos objetos, independientemente del uso que los caracteriza, sea de disfrute o de cambio/venta. Los objetos guardados se relacionan con el origen del padecimiento. Por ejemplo, una recopilación desmedida de comics de tono sadomasoquista podría implicar una mente dominante frustrada, que vive una existencia muy solitaria.


"Ese conflicto de personalidad tiene que ver con la necesidad de control, de juntar una serie de objetos y saber que de esa persona depende lo que va a ocurrir con ellos. Cuando las personas no pueden controlar adecuadamente los vínculos afectivos que tienen con las personas a su alrededor, tienen la compulsión de coleccionar cosas... Es decir, estos tesoros sustituyen la necesidad de un vínculo sentimental", afirma Olvera. "Cuando la persona busca a toda costa estos objetos, gasta cantidades excesivas de dinero y llega a romper lazos personales en su afán de conseguirlos, el síndrome ya está disparado y se integra un cuadro patológico".


Veamos un caso hipotético de sindrome de Gollum. Imaginemos que en Ciudad Satélite habitara un divorciado sesentón: milloneta aunque quizás jubilado en circunstancias "sospechosistas" por un supuesto desequilibrio mental que ya afectaba su trabajo. Vecinos y conocidos lo considerarían -erróneamente- educado, decente, cumplidor -compulsivo- de leyes y reglamentos. En su "Bóveda Secreta" estarían momificadas más de 6 mil películas en todo tipo de formatos -actuales y descontinuados como el Betamax-, y unos 2 mil cómics, entre ellos varios cotizadísimos primeros números de Batman y Superman,


Este "filmópata" tardaría más de ¡8 años! para ver todo su "tesssoro" fílmico completo, a razón de dos películas por día y sin descansos. Los cómics permanecen sin leer dentro de sus bolsitas de plástico, "congelados" en refrigeradores de carnicería como cabezas-trofeo de un asesino serial. También la mayoría de las películas están sin abrir. ¿Inversión para vender a futuro a mejor precio? ¿Herencia familiar? No y no: "¡Son miosss, mis tesssoros!"


El secreto está en la temática. La mayoría de las películas atesoradas despiden distintos aromas pútridos del peor cinebasura: El Santo ("¡Hizo 53 películas! ¡Más que Almodóvar, Tarantino, Cuarón y Resnais juntos!", diría), terror y horror "gore" en sus peores variantes gringas, japonesas o italianas. Sus directores favoritos NO son Tim Burton, Zhang Yimou o Stanley Kubrick sino "clásicos inolvidables" como Alfredo B. Crevenna y su Planeta de las mujeres invasoras,  Edward L. Bernds, chipocludo creador del bodrio La reina del espacio sideral (Queen of Outer Space) o Nathan Juran, directorazo de la nefasta Ataque de la mujer de 50 pies (Attack of the 50 feet Woman). Vive tan encerrado en su obsesión que de 300 y El perfume sólo comentaría: "No se quién las dirige pero ya están a la venta en Blockbuster".


Que guarde discos de acetato, películas o cómics en su envoltura original y sin abrir no implica conservación de los objetos, uso como "master" para salvar música ya casi desaparecida o para vender después como un vino tinto exclusivo. Se trata de poseer el objeto en su condición de "virgen". Lo que lo excita -casi hasta el orgasmo sexual- es el Control Total sobre el estado del objeto y, a través de éste, controlar mentes y corazones de quiénes lo rodean. Por eso no regala objetos originales de su colección sino "clones" o copias comerciales: quiere adoradores subyugados y no discípulos pensantes.


Cuando las personas descubren su juego perverso de dominación y huyen atemorizadas, el sujeto exige de inmediato la devolución de todos y cada uno de los regalos igual que una amante despechada y enloquecida. Por años acosa a estas personas haciéndose la víctima de "estafa" y "robo". ¡Igual que Gollum se dice despojado por Bilbo y Frodo Bolsón!



En oposición frontal a este ejemplo hipotético pero aterrador del síndrome de Gollum podemos mencionar a personas reales que son felices gracias a sus colecciones. Ivonne Bermúdez, feliz madre y abuela que vive en Iztapalapa, colecciona ranitas -en especial de color azul- en todo tipo de materiales: cerámica, vidrio, metal. Tiene 273 en casa y gracias a su hobby aprendió la biología y conducta de estos animalitos. Enrique Segoviano, el reconocido y creativo productor de Televisa, tiene mil películas en DVD que giran alrededor del tema del Oscar, en especial las ganadoras como Mejor Película. Presta su colección sin restricciones y, gracias a ella, sus dos maravillosas hijas tienen un conocimiento excelente del cine mundial y siguen con éxito los pasos de su padre.

Javier Ballescá colecciona autos, es dueño de un Mini Cooper clásico y preside el club de propietarios de coches de esta marca en México; por este hobby, Ballescá es uno de los mejores conocedores de la cultura inglesa en nuestro país. Su tesis de cine versó sobre el Documentalismo Inglés, con John Grierson y Humphrey Jennings a la cabeza, y su influencia en el cine mexicano. Yo colecciono música del grupo irlandés Clannad y de sus miembros como solistas: Enya (Eithne Ni Bhraonáin) y Máire Brennan (Máire Ni Bhraonáin). A los amantes de la música irlandesa les comparto que los primeros CD de Clannad se obtienen en Shanachie Records Corp. (P.O. Box 284. Newton, NJ 07860 EUA) cuyo catálogo incluye discos de Planxty, Chieftains y Steeleye Span. Al final todos, ustedes lectores y nosotros, disfrutamos y compartimos nuestras colecciones como rasgo común de humanidad.

Por eso ¡cuidado! cuando alguien presuma de sus objetos pero no los enseñe o, si los muestra, es sin abrirlos o sin prestarlos: quiere convencernos de que su colección es única y, por lo tanto, ÉL ES ÚNICO. Sólo lo hace para llenar el vacío insaciable de su ego maníaco, que lo esclaviza igual que el Anillo Único sojuzgó a un hobbit ya "muy viejo" llamado Gollum en Tierra Media.