Francisco Peña.
En la XXXVI Muestra de Cine se exhibió la tercera producción realizada bajo las normas de Dogma 95, el manifiesto de cineastas daneses que ha causado impacto en el cine internacional.
Si gusta de la estética Dogma en el cine vea la tercera de sus realizaciones fílmicas, que consiste en una comedia de humor negro.
A grandes rasgos, un ejecutivo se casa con la hija del dueño de la fábrica, pero les ha ocultado el hecho de que tiene parientes que son granjeros, por aquello de su propia conveniencia para subir de clase social. Pero las cosas se complican en su luna de miel porque le anuncian la muerte de su padre.
A regañadientes vuelve a la granja paterna mientras su familia política sospecha de algo turbio.
El espectador descubre que Kresten (Anders W. Berthelsen) tiene un hermano que es retrasado mental y que estaba bajo cuidado del padre. La granja es un desastre y Kresten tiene que ganar tiempo para arreglar las cosas y ver que hace con su hermano.
Mientras, corre paralela la historia de la call girl Liva (Iben Hjelje), especializada en femdom, que es acosada por un pervertido sexual telefónico que siempre la localiza a pesar del cambio de número. Por consejo de sus amigas del oficio decide poner tierra de por medio y responde a un anuncio en el periódico… que publicó Kresten para alguien que los ayude en la granja.
De golpe Liva aterriza en el caos de los hermanos. Las situaciones absurdas y de humor negro se suceden entre los tres personajes, basados en un humor nórdico más contenido que el mediterráneo. Una anécdota semejante hubiera sido muy distinta en manos de un realizador italiano o español,
Pero las situaciones absurdas, no muy bien ligadas en el guión, en el contexto de la historia general, salen a flote por un excelente trabajo actoral de los cuatro personajes principales, especialmente Iben Hjelje (que, obvio, ya dio el salto a Hollywood con High Fidelity, dirigida por Stephen Frears) y Andres Berthelsen).
La labor de los actores permite que las secuencias más logradas de la película sostengan a las más flojas en la estructura del guión al darles continuidad. Iben Hjelje es quien se roba la cámara (por supuesto que a mano, con iluminación ambiental y sonido directo como marca Dogma 95) con la fotogenia del rostro y los cambios de carácter del personaje.
De dichas secuencias logradas esta la que explica el nombre de Mifune en el título. Uno de los juegos que realizaban los hermanos era alrededor de tener encerrado al actor Toshiro Mifune en su personaje de Los siete samuráis, de Kurosawa. De hecho, entre juego y juego el mismo Kresten lo imita hasta en el caminar y los gritos. Precisamente personificando a Mifune es que Kresten conoce a Liva.
Otro de los puntos que la cinta comparte con otras realizaciones de Dogma 95 es la crítica a la hipocresía de la sociedad. Mientras estos personajes “marginales” aspiran a un equilibrio, muestran los secretos de los “triunfadores”: el pastor que usa hotlines porno, el maestro disciplinario que se somete a juegos eróticos de sumisión.
En síntesis, mientras los “marginales” van logrando una expresión más libre de su sexualidad, los “triunfadores” viven en un mundo de doble moralidad. Este punto, en forma más cruda y evidente, también lo comparte Festen, otra cinta Dogma 95.
Pero esta comedia de humor negro también tiene sus tintes románticos, que no están prohibidos por el Dogma 95 aunque sus primeras realizaciones son dramas. La historia general da varios pasos (algunos en falso) para que los dos personajes principales se enamoren.
Mifune: secretos de familia es la más accesible al público general de las películas creadas bajo el Dogma 95 tanto por su temática como por su realización. La historia es sencilla, está salpicada de situaciones absurdas que se suceden una a la otra, y que puede en momentos parecer muy obvia.
Sin embargo, lo que pierde en obviedad la cinta lo gana en seducción al público por sus actores. Si los personajes –Rud o en ocasiones Bjarke- se sienten esquemáticos o absurdos –Kresten y Liva-, se vuelven todos creíbles por las actuaciones ricas en matices que Krag – Jacobson logra.
Así, la cinta avanza con la confrontación de los personajes con lo inesperado, en su búsqueda frenética por encontrar una identidad propia, un equilibrio con el medio. Curiosamente, el argumento de Krag – Jacobsen apunta a que dicho equilibrio puede lograrse a pesar de –o más bien por- la mezcla tan heterogénea de personalidades como las que presenta.
Mifune: secretos de familia es otra buena manifestación del Dogma 95, con la novedad de que el movimiento se aventura por el mundo de la comedia, del humor negro y del melodrama. Tiene buenos resultados y da fuerza a la estética que impulsa este movimiento cinematográfico.
Mifune: secretos de familia. Producción: Nimbus Film, Zentropa Entertainments, DRTV & STV Drama, Nordisk Film og TV Fond, Det Danske Filminstitut, Brigitte Hald, Morten Kaufmann. Dirección: Soren Krag – Jacobsen. Guión: Anders Thomas Jensen y Soren Krag – Jacobsen, basado en un argumento de este último. Año: 1999. Fotografía en color: Anthony Dod Mantle. Música: Thor Backhausen, Karl Bille, Christian Sievert y Nulle & Vendersorkestret. Edición: Valdís Öskarsdóttir. Intérpretes: Iben Hjelje (Liva), Anders W. Berthelsen (Kresten), Jesper Asholt (Rud), Sofie Grabol (Claire), Emil Tarding (Bjarke). Duración: 98 minutos. Distribución_ Gussi – Artecinema.