09 octubre 2015

Retrato de una novia / Picture Bride, de Kayo Hatta

Francisco Peña.



La película Retrato de una novia / Picture Bride es una de las cintas más hermosas exhibidas en Mèxico... y en relación a su contenido una de las más complejas. Dicha complejidad emana de su enfoque transversal en las situaciones de discriminación que una persona puede vivir: se presenta el caso de una mujer discriminada por género, por ser migrante, por su nacionalidad y raza (japonesa), por su trabajo como jornalera en el campo. Basta ver la cinta para descubrir como todas las situaciones discriminatorias están ligadas por el tronco común de una profunda injusticia económica y social.



Con base en un hecho histórico, la migración de mujeres japonesas a Hawaii entre 1907 y 1924 por motivos de casamiento con hombres que laboraban en el archipielago, la directora y guionista Kayo Hatta rinde homenaje a sus raíces niponas.

El medio por el cual se establecían estos casamientos a distancia era la fotografía. Los pretendientes intercambiaban fotos personales y los parientes y casamenteras cerraban los compromisos. De esta forma, más de 20 mil mujeres atravesaron el mar para consolidar la colonia japonesa de Hawaii, llevando consigo sus costumbres tradicionales.





La cineasta Kayo Hatta, en una preciosa y sensible película, toma este contexto migratorio para ubicar a sus personajes. El hilo conductor de la historia es la muchacha Riyo (Youki Kudoh). Huérfana, sin posibilidades de lograr un matrimonio adecuado en Japón, y presionada para aceptar un compromiso fotográfico.


El arribo a Hawaii la pone brutalmente en contacto con la realidad y sus desengaños. El novio y futuro marido tiene 43 años -más que la edad de su padre muerto- y envió una foto donde se ve más joven. No tiene alternativa y se casa legalmente con Matsuji (Akira Takayama), pero lo rechaza en la vida conyugal.

A partir de ese momento, sola, aislada y con miedo, Riyo debe ganarse la vida en los campos de caña de azúcar como una campesina más, aunque es "una chica de ciudad".

Esto permite que Kayo Hatta presente en su cinta dos hilos narrativos paralelos, que se entrecruzan y combinan perfectamente: la vida de Riyo -su interioridad y su matrimonio- y la situación social de los jornaleros de los campos azucareros. En un juego perfecto de equilibrio, Kayo Hatta pone a la joven japonesa en situaciones cotidianas de crisis y de lucha por su identidad, mientras muestra como el medio social también influye en su desarrollo como persona.


Pero lo hermoso de la cinta es que el cinéfilo puede ver el retrato de una mujer y su paso de la adolescencia a la madurez hecho con simpatía, sin excesos y dejando fluir la narración y los personajes con una naturalidad y libertad poco común.

En ese sentido, la cinta de Hatta es heredera de la tradición japonesa de directores como Yazujiro Ozu, ya que toma una situación melodramática donde los sentimientos de la pareja sufren transformaciones que se sienten nacidas de su interior y no impuestas por un manejo forzado del guión.

Kayo Hatta

La sensibilidad con que Ozu manejaba los cambios emocionales -especialmente de sus personajes femeninos-, mostrando sin remarcar obviedades, el trabajo actoral contenido, encuentran en Retrato de una novia una continuidad que es muy placentera para el espectador.

Pero también en el manejo de la puesta en escena hay paralelismos entre Ozu y Katta. Uno de esos puntos es la famosa Visión de tatami / Tatami look de Ozu. En momentos especiales de la cinta, Hatta ubica su cámara en forma semejante a la de Ozu: la coloca como un personaje más que está presente en la escena y la "sienta" sobre el tatami, sobre el piso, con lo que queda a la misma altura de los personajes también sentados mientras se desarrolla la secuencia.

Esta posición de la cámara se puede interpretar como un signo cultural ya que reproduce una "visión japonesa" del entorno; usualmente las cinematografías de otros países no colocan la cámara a esa altura ni en esa posición.

Otra de las virtudes de Retrato de una novia es mostrar una situación social de injusticia mediante la narración sencilla de los hechos, pero sin perder objetividad a cambio de tratar de forzar una conciencia en el espectador.


Al retratar la relación de las jornaleras con el capataz -también él un oprimido por la organización del trabajo-, los cantos en japonés que sólo ellas entienden, la búsqueda por ahorrar y salir del ingenio, los pagos exiguos e injustos, Hatta presenta los hechos pero no los juzga. La situación de injusticia habla por sí misma y no es necesario enfatizarla.

En ese sentido, dos hechos de la cinta muestran que la decisión de Hatta es correcta en su descripción de los hechos sociales.

1. Mientras trabajan, las trabajadoras insisten en mover continuamente el toldo que protege a sus niños pequeños, los cuales tienen que ser llevados a los campos de cultivo porque es la única forma posible de cuidado. La tensión entre el capataz que debe cumplir una cuota con los trabajadores a su mando y las mujeres que velan por los niños muestra las formas reales de explotación e injusticia sin requerir discursos externos por parte de la directora.

De hecho, una de las secuencias a mitad de película, hace evidente que la tensión no es gratuita porque las trabajadoras son conscientes del peligro que corren los pequeños y que puede desembocar en una tragedia.



2. Los roces étnicos entre japoneses y filipinos, ya que los últimos cobran aún menos que los primeros aunque cumplen la misma cuota de trabajo. El hecho de que esto suceda se debe al racismo de los patrones norteamericanos -haole- pero las repercusiones violentas se dan entre las etnias trabajadoras y no contra quien genera el problema. De nuevo Hatta enseña la situación y deja que el espectador haga su propio análisis y conclusiones.

Enmedio de esta situación social y la intimidad de Riyo y su marido Matsuji hay un personaje puente: la trabajadora Hana (Tamlyn Tomita). Esta mujer tuvo los mismos sueños de novia que Riyo, las mismas esperanzas y desengaños; pero tiene una personalidad más fuerte y lucha contra su situación. Lava ropa en la noche, cuida personalmente a su hijo, protege y enseña a Riyo, finalmente se gana el puesto de líder de las trabajadoras. Además, interviene sabiamente en la relación de pareja de sus amigos: hace conciente a Matsuji de su falta de romanticismo y delicadeza.


Bajo esa guía Riyo avanza en su propia madurez. En sus momentos de crisis encuentra un apoyo en la mujer mayor, que finalmente, en una bella secuencia de realismo mágico, le dice a Riyo la verdad: ¿Para qué regresar a Japón? ¿Quién te espera allá? De esta forma Riyo culmina su proceso de la adolescencia a la adultez; no pierde sus raíces japonesas ni sus tradiciones, pero sabe que debe adaptarse a su nuevo medio ambiente.

El personaje de Riyo es el más rico y delicado. Hatta lo dibuja con objetividad y con respeto, y deja ir en momentos una simpatía por Riyo que conmueve al espectador. El rechazo infantil de su esposo, las huidas nocturnas en busca de Kana, el desamparo y soledad que siente están captados con una maestría poco común para un debutante, ya que es su primera cinta.

Mucho de la delicadeza de Riyo llega a la pantalla por el trabajo actoral de Youki Kudoh (nacida en 1971, con 24 años cuando se filmó la película y con 16 años de edad el personaje). Con una actuación llena de matices, Kudoh translada a Riyo hacia la madurez. Escenas donde destaca Riyo - Kudoh son los encuentros en la cama con su marido (que muestran el desarrollo de su relación), la búsqueda de una respuesta existencial en la naturaleza (el mar, la luna, el cañaveral), su gusto por las tradiciones y los festejos japoneses (el baile comunitario casi al final), la llegada a la aduana, etc. Basta con pedir al cinéfilo que fije su atención en esta actriz y el manejo de su personaje.

Hay que destacar además otros dos elementos que enriquecen Retrato de una Novia.

Cuando se presentó en pantallas mexicanas El violín rojo (ese gato por liebre, falsa película artística) uno de los pocos elementos que era atractivo era que cada época estaba hablada en el idioma del lugar: italiano, alemán, inglés, chino. Pero esto no bastaba esta presencia en dicha cinta para salvarla, aunque el punto de los lenguajes fue notado por muchos críticos como positivo y respetuoso de los ambientes donde ocurría la trama.

En donde los distintos idiomas si se usan también correctamente como manifestación de distintos grupos es en la cinta alemana En algún lugar de Africa, de Caroline Link.

En el caso de Retrato de una novia hay que hacer la misma observación del respeto de los lenguajes de cada grupo, con la ventaja adicional de que en este caso el uso de los idiomas SI refuerza la calidad de la cinta, su manejo no es artificial, y es un elemento armónico y bien manejado por Kayo Hatta.

El japonés -con su variante campesina y de ciudad-, el tágalo, el inglés masticado del capataz, el inglés puro de los haoles o norteamericanos puros, la mezcla de inglés con otros lenguajes que manejan los jornaleros como lengua común. El uso de todos estos lenguajes incrementan la verosimilitud de la cinta porque sus hablantes los comparten como herramienta social, y los identifica por un lado o permite la interacción étnica por otro. Pero Hatta deja que sea otro elemento más que enriquezca la historia, y permite que el espectador intuya el valor del idioma en la película.

También hay que marcar la presencia - homenaje de Toshiro Mifune en un papel especial. Como elemento que integra a la comunidad japonesa está el cine junto con las tradiciones. Mifune es el benshi o narrador de las cintas mudas que un cine ambulante proyecta ante los japoneses. Las historias de este cine son épicas: conocidos samurais ofrendan su vida en batallas. Hay pues un guiño al cinéfilo sobre la continuidad del cine japonés de samurais que, obviamente, se encarna en Toshiro Mifune y las realizaciones de Kurosawa.


Hay que mencionar que, en relación a lenguajes y el homenaje, el benshi Mifune detecta de inmediato el acento citadino del japonés que habla Riyo, proveniente de Yokohama.

No se trata aquí de las citas tipo Nueva Ola francesa sino de un homenaje preciso a una tradición fílmica y a un actor. Además, el homenaje ocurre dentro de la anotación de que el cine es un elemento importante para la identidad social de los grupos humanos, alimenta la conciencia y permite conservar las raíces culturales.

Otro elemento es la excelente cinematografía de la cinta, de Claudio Rocha. Su relación con la naturaleza de Hawaii, con los elementos japoneses, la hace lucir sin juegos pirotécnicos. Está al servicio de la narración pero puede brillar por sí misma.

Retrato de una novia fue uno de los mejores films del 19 Foro Internacional de la Cineteca, una delicia para el espectador, y un recordatorio de que hay manera de narrar la intimidad de una mujer sin caer en los clichés de Hollywood. Bien empleados los cinco años empleados en la investigación para el guión por parte de la directora. Se agradece a Kayo Hatta y a Youki Kudoh este trabajo de amor cinematográfico que comparten con el público.


RETRATO DE UNA NOVIA / PICTURE BRIDE. Producción: Miramax Internacional, Thousand Cranes Filmworks, Cecile Co. Ltd., Lisa Onodera, Diane Mei Lin Mark, Cellin Gluck. Dirección: Kayo Hatta. Año: 1995. Guión: Kayo Hatta y Mari Hatta. Fotografía en color: Claudio Rocha. Música: Mark Adler. Edición: Lynzee Klingman y Mallory Gottlieb. Intérpretes: Youki Kudoh (Riyo), Akira Takyama (Matsuji), Tamlyn Tomita (Kana), Toshiro Mifune (benshi), Cary-Hiroyuki Tagawa (Kanzaki), Yoko Sugi (tía Sode). Duración: 98 minutos. Distribución: Quality Films / Videocine.