07 octubre 2015

Pauline y Paulette, de Lieven Debrauwer

Francisco Peña.


Esta película demuestra una vez más que se puede hacer un cine digno, con momentos brillantes, sin tener que recurrir al elefante hollywoodense ni a su maquinaria financiera o creativa. El director y guionista Lieven Debrauwer toma una anécdota sencilla y, con simpatía por sus personajes, se adentra en el mundo cotidiano de tres hermanas ya mayores de edad, una de ellas con discapacidad.



El centro de este melodrama es Pauline, señora de edad que tiene una discapacidad intelectual y cuya relación con el mundo trascurre sin grandes sobresaltos o carencias. El problema y la situación que filma Debrauwer comienza cuando Martha, la cuarta de las hermanas, muere y Pauline tiene que ir a vivir con alguna de sus otras hermanas o ser internada en un asilo.


El director concentra sus imágenes en la cotidianeidad de las hermanas, en los conflictos que giran alrededor de Pauline, y en el carácter de sus personajes. Para ello cuenta con la extraordinaria actuación de Dora van der Groen (Pauline) que encarna a una señora de 66 años pero que por su discapacidad tiene conducta de niña. Las secuencias están trabajadas cuidando los detalles pero sin cargarlas de falso dramatismo, exageraciones o momentos melodramáticos absurdos. El tono de la película se mantiene en la simpatía y en algunas situaciones tiene un dejo de comedia.

Con esta óptica, Pauline se ve envuelta en distintas situaciones. Primero en la casa donde vive durante los funerales de su hermana Martha, después en la tienda y casa de Paulette que la recoge por unos días. Luego en un viaje a Bruselas, donde se queda en el pequeño departamento de Cecilia, en un asilo y finalmente en su hogar definitivo. Las hermanas y las otras personas que se relacionan con Pauline tienen que adaptarse a situaciones cotidianas y cómo manejar las sorpresas en su conducta y conversación derivadas de su propia manera de pensar y ver el mundo.

A estas situaciones diarias se suma el hecho de que la herencia de Martha no será entregada si nadie se hace caro de Pauline; se dividirá en tres partes si vive con una de las dos hermanas.

Así, con este planteamiento, Pauline vive día a día y muestra que tiene sus propios recursos y cuenta con su propia fuerza de voluntad. Decide vivir con su hermana Paulette, se esfuerza por cumplir los encargos que se le encomiendan a pesar de que las mecánicas cotidianas cambian, es capaz de regresar sola a su casa y encuentra un sentimiento de felicidad propio en su relación con las flores (la secuencia en donde las riega al ritmo de El lago de los cisnes, su colección de recortes de flores, su descubrimiento de los timbres postales con motivos florales).


Pauline podrá ser una persona con discapacidad intelectual pero siempre se esfuerza por sacar lo mejor de sí misma, da sus opiniones, se defiende y no se rinde. Lo que ocurre en el fondo es la lucha de Pauline porque se respete su condición humana como persona por encima de su discapacidad.

Entonces, el director Debrauwer plasma tres retratos de las hermanas y de su interrelación, y poco a poco va observando sus rasgos característicos, sus dudas, sus pequeños logros, sus soledades.

La cinta se distancia del melodrama hollywoodense, que con este mismo guión haría algo totalmente diferente. Debrauwer prefiere quedarse en las cosas pequeñas, en los ambientes femeninos, en las observaciones de Pauline que en ocasiones está más centrada en la verdad que sus propias hermanas. También observa con cariño los procesos de mutua adaptación entre todas, que tienen raíz en el cariño innegable que sienten por Pauline.

Sólo así se entiende que Cecile ponga en riesgo su relación de pareja con el francés Albert, personaje que muestra la otra cara de la situación: la impaciencia, la incomprensión, el egoismo frente a la condición de una persona con discapacidad. En el fondo, Albert muestra su profundo prejuicio y discriminación.



El personaje de Paulette se asemeja en su inicio a Albert. No tiene paciencia con Pauline, desconoce sus necesidades sociales y de cariño. Vive en un pequeño mundo ordenado, color rosa, donde Pauline irrumpe con toda su humanidad y su cariño. A lo largo de la cinta, la relación Pauline - Paulette se irá modificando. En principio Pauline le "estorba", le causa problemas en su trabajo, en su actividad de cantante amateur de opereta. Su decisión es internar a Pauline en una institución. Pero la vida diaria va acercando a las dos hermanas y la relación se humaniza entre altas y bajas, entre ridículos sociales y soledades personales. Pauline tendrá una discapacidad pero es honesta; Paulette descubre que varias personas que la rodean carecen de esa honestidad básica, esencial, de su hermana.


De esta situación se va creando el cariño entre hermanas.

En ese sentido, la narración cinematográfica de Debrauwer se basa en un buen guión fruto de la observación de la conducta humana. Guión y realización van sumando poco a poco los rasgos que definen a las tres hermanas en pequeñas situaciones de conflicto o de armonía. Estas situaciones van desde la angustia que se genera en un museo entre Albert - Cecile - Pauline, a la compra de unos tennis donde Pauline le demuestra a Paulette que ella es la única que ha pensado que los broches de velcro son mejores a las agujetas.


Así, Debrauwer crea un melodrama digno en base a tres retratos de mujeres, dedicado al espectador que aun capta el detalle fino, goza de un buen oficio cinematográfico, y el valor que tiene un melodrama bien contado y con fondo humanista. Pauline y Paulette se encuentra por encima del producto medio hollywoodense, donde actualmente los melodramas se fabrican en serie como salchichas deodorizadas y sin sabor. Y es bueno recordar gracias a la cinta de Debrauwer que la vida cotidiana es aun digna de ser contada, y en esa vida, las personas con discapacidad se ganan su espacio con dignidad y esfuerzo propios.

PAULINE Y PAULETTE. Dirección: Lieven Debrauwer. País: Bélgica-Francia-Noruega. Año: 2001. Guión: Jacques Boon y Lieven Debrauwer. Fotografía en color: Michel van Laer. Música: Frédéric Deberse. Edición: Philippe Rabote. Con: Dora van der Groen (Pauline), Ann Petersen (Paulette), Rosemarie Bergmans (Cécile), Julienne de Bruyn (esposa del carnicero), François Beukelaers (director de la casa para personas con discapacidad), Herman Coessens (carnicero), Magda Cnudde (Marie José). Producción: Canal +, K Star, K2, Ministère de la Communauté Française de Belgique, NCRV, Radio Télévision Belge Francofone, Staccato Films, TF1 International, Vlaamse Radio en Televisie, Jacques Boon, Dominique Janne, Emjay Rechsteiner, Arlette Zylberberg. Duración: 78 minutos. Distribución: Cine, Video y Televisión.