[Nota del Editor. David escribe en 2012 y predice el éxito
de una joven Lana del Rey. Acertó].
Que si Lana del Rey es un ‘producto’ milimétricamente
fabricado, que si es hija de un multimillonario o que tuvo una vida desastrosa
al lado de un rockero vicioso, que si se inyectó algo en los labios o que si es
un éxito temporal de internet, es algo que personalmente me importa muy poco o
realmente nada.
Lo que me ha impactado de esta mujer, no tiene nada que ver
con los chismes que se le atribuyen y ni siquiera con su belleza
extraordinaria. Lo que me importa de Lana del Rey tiene que ver con su enorme
talento, una preciosa voz y un estilo único que provoca un solo pensamiento:
hace mucho tiempo que no nacía una artista de este calibre así que “Bienvenida
señorita Elizabeth Grant, a.k.a Lana del Rey”
Esta cantante y compositora neoyorkina está causando tal
revuelo que lo mismo la encontramos engalanando la portada del Billboard que
alguna revista de belleza rusa, sus videos en Youtube han alcanzado millones de
visitas en tiempo récord y sus presentaciones en vivo comienzan a vender
totalmente las localidades.
No me extraña. Al parecer la gente también se harta de
Biebers y Spears, todos artistas ‘comerciales’ (algunos más talentosos
que otros, sin duda) que parecen olvidar lo genial que es lo sencillo y que
tratan de apantallar con parafernalias, costosos vestuarios y canciones de
fórmulas probadas, dejando oculto en algún lado lo más importante: el talento y
el regreso a lo básico.
No importa que la Srita. Del Rey (nombre tomado de la
combinación de Lana Turner y del auto Ford Del Rey) no tenga todavía un disco
formal en el mercado (el mismo sale a la venta el 31 de enero de este año
2012), tampoco importa que sus videos en onda ‘retro’ se vean hechos con tres
pesos, esta cantante ya hace apariciones en populares shows de televisión,
pequeños conciertos en vivo y las pocas canciones que se pueden conseguir en la
red, comienzan a invadir los reproductores de música de gente ávida por
escucharla.
No daré más detalles de su carrera (para eso está
Wikipedia), ni ahondaré en lo que ella ha mencionado tantas veces de su estilo
(una Nancy Sinatra gángster), ni de sus influencias “visuales” (menciona a
David Lynch, entre otros); simplemente me limitaré a sugerirles estar atentos a
ella, a que se olviden de todos los rumores que la envuelven y que mejor
presten atención a su exquisito arte que la convertirá en uno de los grandes
nombres que sonarán en 2012; de mi se acuerdan.
“Stairway to Heaven” fue probablemente la pieza de rock más
famosa de la década de los 70. Cada vez que alguien hace alguna encuesta sobre
la mejor canción de rock, esta melodía de Led Zeppelin siempre queda entre los
primeros lugares.
Ciertamente se volvió ciertamente un hito, un mito, un himno
del rock, una canción legendaria. Lo más sorprendente, es que “Stairway to
Heaven” se volvió archifamosa a pesar de tener tres desventajas:
1) Nunca salió a la venta como “single”.
2) La pieza es relativamente larga (dura ocho minutos), y
por eso, en su tiempo nunca fue programada en la radio. “Stairway to Heaven” es
más larga que “Hey Jude”, pieza que a su vez era tolerada en el radio solamente
porque era de The Beatles, aunque normalmente la truncaban. Por lo tanto ...
3) La única forma que tenía la gente de oír la canción era
comprando el álbum – algo que sería inconcebible en nuestros tiempos donde el
MP3 está mandando al álbum de rock por el mismo camino por el que salieron de
nuestro mundo los dinosaurios.
A pesar de esas tres desventajas, la pieza tuvo mucha
difusión, y se ganó su lugar entre las piezas emblemáticas del rock, dejando
una profunda huella. Debido al gran impacto que tuvo en su tiempo, todo joven
aspirante a guitarrista de rock aprendía a tocar este archifamoso tema de Led
Zeppelin,con todo y su arquetípico solo de guitarra. Y no faltan referencias a
“Stairway to Heaven” en otras manifestaciones la cultura popular.
Por ejemplo, en la película Wayne’s World, hay una escena en
la que Wayne va a comprar una guitarra eléctrica a una tienda de instrumentos
musicales. Wayne encuentra una guitarra que le gusta, y para probar su sonido,
empieza a tocar “Stairway to Heaven”. Inmediatamente aparece un empleado,
furibundo, que lo interrumpe, señalando un letrero en la pared, que dice: “No
Stairway to Heaven!”
Definitivamente la imitación es una forma de alabanza, y
numerosos músicos han rendido su homenaje a Led Zeppelin, haciendo covers de la
canción. Existe un álbum llamado “Stairways to Heaven” que que es una colección
de “covers” de diversos artistas, de la susodicha pieza. El álbum incluye música de The Australian Doors
Show, The Beatnix, John Paul Young, Kate Ceberano, Leonard Teale, Michael
Turkic, The Ministry of Fun, Neil Pepper, Pardon Me Boys, Robyne Dunn, The Rock
Lobsters, Rolf Harris, Sandra Hahn, Vegimite Reggae y otros.
Great White grabó su versión. Dolly Parton (¡guácala!)
también tiene una versión de la canción, al igual que una parodia de Foo
Fighters, que ocasionalmente puede verse en VH1. En esa parodia, a los músicos
de Foo Fighters se les olvida la letra, se impacientan con lo largo de la
canción, y al final, la cortan. En mi opinión, uno de los covers más
sorprendentes, es el que hizo un grupo llamado “Dread Zeppelin”. Lanzaron un álbum,
con una portada que parodia a uno de los discos de Zeppelin. En el disco
encontramos unas muy particulares versiones de varias piezas de Page y Plant, a
ritmo de Reggae, pero cantadas por alguien que tiene una voz y estilo muy
parecido al de Elvis Presley.
El álbum incluye, por supuesto, “Stairway to Heaven.” Según
Wikipedia, Robert Plant dijo alguna vez que Dread Zeppelin era su banda
favorita.
Pero indudablemente una de las versiones más curiosas y más
extrañas, es “Stairway to Gilligan” del grupo Little Roger and the Goosebumps.
Este obscuro grupo, fue formado en la ciudad de Davis, California a mediados de
la década de los setenta, por el guitarrista John Shields. El grupo adquirió
cierta fama en el circuito de bares de Davis, y en el campus de la UC Davis. En
1976, Shields se dio cuenta que la progresión de acordes de “Stairway to
Heaven” (La menor – Fa 7 mayor) era muy parecida a la secuencia de acordes del
tema del popular programa de televisión “Gilligan’s Island”, y rápidamente hizo
un arreglo satírico de la legendaria pieza de Led Zeppelin, en el que los
instrumentos tocaban “Stairway to Heaven”, pero con la letra de “Gilligan’s
Island.”
La broma musical de Shields le agradó a sus compañeros de
grupo y a su círculo local de fans, por lo que grabaron un disco sencillo de 45
R.P.M. para darle mayor difusión a su broma, sin imaginarse que esto les iba a
significar una amenaza de demanda por parte de la empresa que poseía los
derechos de publicación de la canción. De hecho, los abogados de la empresa les
exigieron que sacaran del mercado TODAS las copias del disco y que las
destruyeran. El grupo desapareció poco después de este desafortunado problema,
y posteriormente Shields murió de una enfermedad genética, antes de llegar a
los treinta años.
Por ahí sobrevivieron algunas copias del disco proscrito, y
así reapareció “Stairway to Gilligan” en el disco pirata “Knebworth.” El
productor de Joan Jett, Kenny Laguna, sacó al mercado en el año 2000 un CD que
contiene la rara pieza. Y resulta que hoy día (2006) hay varias páginas de Web
que contienen la pieza. Así que, como un servicio a todos aquellos que pudieran
tener curiosidad de oír la maldecida canción, que mereció el honor de ser
considerada por Robert Plant como su “cover” favorito a “Stairway to Heaven”,
aquí va el “link” donde podrán escuchar la pieza.
Publicado en Milenio Diario en 2008 (en noviembre de 2015 Enya sacó el disco Dark Sky Island).
Francisco Peña.
Para Angélica Ponce. Anar kaluva tielyanna!
No es extraño que a Enya se le haya visto acompañada en algún bosque mítico por J. R. R. Tolkien. Dos de sus canciones conocidas forman parte de la banda sonora de El Señor de los Anillos - La Comunidad del Anillo. Aparecen en la escena donde Aragorn y Arwen se encuentran en Rivendell (Aníron) y en los créditos finales (May it be). Así que si alguien puede asemejarse a una de las reinas elfas de la obra de Tolkien como Lúthien Tinúviel, Arwen Undómiel, Galadriel o Idril Celebrindal, es la cantante irlandesa.
La relación entre las novelas y la música antecede a la trilogía fílmica de Peter Jackson. Enya se encuentra con Tolkien en su disco Shepherd Moons donde una de sus pistas, de corte instrumental, se llama Lothlórien, el reino de Galadriel que está escondido a los ojos de los hombres.
Así surge el paralelismo entre Enya y las reinas elfas de Tolkien, que viven alejadas de la curiosidad humana, se consideran seres mágicos, las rodea el rumor y la leyenda aunque deambulan entre nosotros y, entre largos periodos de tiempo, se sabe algo de ellas. También la relación entre el finado escritor inglés y la compositora tiene otra vertiente: ambos se alejan de la curiosidad humana -celosos de su vida privada- y su obra “se cocina” durante largos períodos de tiempo. En el caso de Enya sus discos aparecen con un lapso mínimo de tres años y un máximo de cinco.
Pero hay otro paralelismo entre el escritor inglés y la cantante irlandesa. Ambos artistas han sido subidos a fuerza al carro estilístico del New Age, etiqueta ideológica y comercial que es un verdadero hoyo negro que jala todo lo que se pone a su alcance.
Así como este movimiento tiene una "base" tan amplia que caben en él desde la psicología jungiana hasta las convergencias armónicas, el tarot y las profecías milenaristas que anunciaron el fin del mundo en el año 2000, su música también es muy heterógenea.
El New Age se define más por su propósito que por sus componentes musicales. Por una parte busca crear una atmósfera de calma para la reflexión; por otra, usa el sonido para provocar estados profundos de meditación. Entonces cualquier música que pueda usarse para estos fines se ha etiquetado como New Age, independientemente de las raíces culturales, históricas y religiosas de donde provienen las melodías.
En ese hoyo negro se obliga a la fusión de cantos gregorianos con Vangelis, Brian Eno de la mano del folklore celta, cantos tibetanos con rock de Moody Blues, Tangerine Dream junto con cantos derviches hasta llegar a híbridos de seis patas como Enigma. En el lado comercial esta música se produce como si fueran pambazos: atmósferas electrónicas sin trabajo creativo que las respalde más allá de su función hipnotizante.
Así surgen diferencias con los trabajos de Enya y Tolkien. Sus obras anteceden la acuñación del término New Age; son resultado de largos periodos de tiempo de producción por lo que tienen un alto grado de calidad, rasgo poco común en el New Age comercial.
Ahora llega And Winter Came... El período de “silencio” fue tan sólo de tres años con su antecesor Amarantine (2005). Este es un hecho rarísimo en la música comercial donde distribuidores y críticos despistados insisten en que si no sacas un disco cada año “estás muerto”; situación que no preocupa a Enya porque su música es muy personal y, además, brota de un medio específico: la cultura irlandesa, enraizada en su folclor, la religión católica y su propio medio familiar.
Eithne Ni Bhraonain (Brennan) nace en una familia donde la música estaba siempre presente. Su padre fue director de una banda, la Slieve Foy Band, y su madre era maestra de música. En 1979, cuando tenía apenas 18 años, se unió como tecladista y voz al grupo Clannad, que formaban tres de sus hermanos mayores y dos tíos. Enya tomó el uso en su música de su lengua madre, el gaélico irlandés, del ejemplo de sus hermanos en Clannad.
Enya participa en dos de sus discos, Crann Ull (1979) y Fuaim (1980). Su hermana Máire, vocalista del grupo y solista por derecho propio, aclara que a Enya le fue difícil unirse a un núcleo tan compacto porque "no había participado en los tiempos en que recolectábamos canciones tradicionales originales, y por consecuencia no compartía nuestro entusiasmo por las canciones antiguas".
Enya se separa de sus hermanos para encontrar su estilo, de la mano del productor Nicky Ryan y su esposa Roma. Pero es innegable que el aprendizaje con Clannad le ayudó a desarrollar su propio sonido y a establecer sus relaciones en el medio musical.
El resto es historia. Su obra, construida con capas de sonido donde ella toca todos los instrumentos y hace los coros, comienza su recorrido en 1986 con The Celts, una banda sonora. Fue hasta 1988, con su single Orinoco Flow, de su album Watermark, cuando Enya entra al plano internacional.
Enya crea sus canciones con un perfeccionismo poco usual en el medio, donde si no tienes un CD al año eres olvidado con rapidez por la feroz competencia. Su calidad poética y su estilo musical provocan que sus discos aparezcan cada vez con mayores intervalos de tiempo: Shepherd Moons en 1991, The Memory of Trees en 1995 y A day without rain en 2000. Amarantine aparece en noviembre de 2005. (And Winter came... 2008; Dark Sky Island en 2015).
El estilo de Enya, dejando fuera la etiqueta pragmática new ager, permanece fiel a sí mismo y a sus raíces, pero se expande como un árbol con nuevas ramas. Aún presenta las baladas en gaélico irlandés, las piezas instrumentales, los valses, las sombrías canciones en latín; pero cada vez más tienen presencia las canciones alegres que celebran tan sólo la alegría de vivir.
Amarantine (2005)
Para los conocedores, Amarantine es una sorpresa. Es la misma Enya, pero con un marcado acento hacia la introspección personal, musical y estilística. Less than a pearl, que abre el disco, es la clásica canción de Enya de rasgos cuasirreligiosos y coros omnipresentes. Amarantine señala el tono general del disco de reflexión sobre el carácter del amor, con tintes nostálgicos y melancólicos; melodía emparentada con una larga tradición en su discografía desde Watermark y Shepherd Moons.
En It´s in the rain vuelve a lograr el equilibrio musical que sólo ella consigue entre voz principal, coros, electrónica, cuerdas y letra (todas de Roma Ryan de nuevo). If I could be where you are retorna a la raíz de su primer estilo: voz no filtrada casi a capella con base casi imperceptible de bajos electrónicos.
The river sings, la quinta canción, es la más sorprendente. Quienes desconocen las raíces familiares de la cantante no entienden esta presencia. Es una canción gaélica que pudo ser creada por Clannad o su hermana Máire con coros de hermanas y sobrinas Brennan. Enya tiende una mano hacia su auténtico pasado musical: el aire irlandés es inconfundible mientras en los puentes musicales retoma su estilo inconfundible.
Pero además, esta canción es importante porque ocupa el lugar de ausencias notorias en este disco introspectivo. No hay canciones en latín (Tempus vernum, Cursum perficio) ni abiertamente alegres (Only if, Orinoco Flow). La ausencia más marcada (y quizás, la única dolorosa de Amarantine) son los hermosos valses envolventes del tipo Caribbean Blue o Flora's Secret. Pero la canción irlandesa resella la alianza de Enya con su pasado, con su familia, ante millones de seguidores.
Long long journey usa las imágenes marítimas de raiz migrante irlandesa. La balada Wild violet retoma el minimalismo lírico presente en The Celts, cantada en japonés para beneplácito de la gran cantidad de fans en ese país. Someone said goodbye es el clímax del estilo puro de Enya, destilado hasta la última nota y donde nos da el abrazo musical perfecto.
A moment lost, Drifting (la instrumental del disco), Amid the falling snow y Water shows the hidden heart recuerdan que Enya no sólo tiene una voz privilegiada, sino que es una magnífica tecladista y compositora. Las cuatro canciones están unidas por un tono melancólico y son dignas producciones de su autora.
And Winter Came… (2008)
Es un disco de tono “invernal” aunque trae canciones navideñas. La canción homónima es instrumental donde predominan piano y notas graves: el lento transcurrir del tiempo en invierno. La sensación es de paz pero no de melancolía o nostalgia.
Journey of the angels es una canción de cuna; Enya parte de la tradición cultural católica para crear armonías y juegos corales que transmiten una dulzura ya desaparecida de la música comercial. Nos hace evocar las Anunciaciones y Nacimientos de los pintores flamencos del siglo XV (Rogier van der Weyden o Robert Campin, por ejemplo).
White is in the winter night si es un villancico con colores musicales que fluyen con inocencia sin ser infantiloide. Es la paleta de plata, rojo, verde, blanco de la temporada que brota con el sonido de campanas que repican a lo lejos (“silver in the stars above/That shine on everybody”). O come, O come, Emmanuel es un clásico navideño que en momentos asemeja canto gregoriano; Enya retoma sus canciones en latín casi a capella con su voz pura sin filtrajes. Trains and winter rains es la más rítmica y alegre del disco y pertenece a la veta desarrollada desde Orinoco Flow.
Dreams are more precious es un viaje que encanta y guía a nuestra sensibilidad e imaginación a una tierra de sueños por medio de los compases. Entre el sueño y la reflexión, es una clásica del estilo actual de Enya. Last time by the moonlight es el corte más melancólico del disco y se asemeja a una caminata invernal por la nieve. One toy soldier no es una canción infantil pero como un auténtico cuento navideño recrea el ambiente navideño como un tiempo mágico que es único en el año, con un toque sacro y no laico. My! My! Time flies! es la alegría mundana que regala pero no exige nada a cambio. En su particular estilo rinde un homenaje a otros músicos (como The Beatles) y trae un puente ¡con guitarra eléctrica!; podría ser la nueva línea de su futuro desarrollo musical sin traicionar la obra que ha elaborado durante años. Oíche Chiúin es Noche de paz cantada en gaélico irlandés en una nueva versión coral con sus capas melódicas ya sin su voz a capella. El disco es una obra redonda que transmite muy bien las emociones del invierno boreal.
Frente al pop, hip-hop, reggaetón o rap machacón que producen hornadas de cantantes efímeros no es raro que los melómanos encuentren en Enya música de calidad que sí los satisface. Sus canciones crean un bosque donde aún viven las melodías, donde puede volar la imaginación y las canciones aún merecen llamarse música.
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(Cierro, en nov 2016 con una canción de Dark Sky Island, de 2015: Echoes in Rain).
Puedo ver a Rocío Dúrcal en la pantalla del recuerdo cuando era sólo una adolescente de 18 años, y yo (y muchos más de mi generación) acababa de llegar a la edad adolescente de 12 años. Por azar del destino, Rocío Dúrcal se convirtió en ese luminoso objeto de deseo que solamente a esa edad queda grabado en la memoria de una generación.
No fui su fan rabioso pero la chica española tenía un duende especial que las otras figuras pop de principios de los 60 o no tenían, o perdieron en el camino. Por ese duende con el que la Dúrcal provocaba en nosotros una atracción fatal muy inocente, cuando fui adolescente tempranero me chuté todas sus películas desde Canción de juventud (1962) hasta Acompañame (1966), donde me corté la coleta visual como los toreros.
Entonces yo no lo sabía pero Rocío era una figura del cine franquista español dirigido a las familias y adolescentes, salpicado con canciones sin llegar a la comedia musical “a la gringa”. Canción de juventud es el ejemplo más claro. Todo ocurría en un internado de monjas donde Rocío tenía sus primeros amores pero sufría melodramáticamente porque su padre estaba ausente, por ser un concertista de piano de fama internacional. Volver a verte cerraba la cinta: Rocío la cantaba acompañada de una pianista normal y, en medio de la canción llegaba el padre sin que ella lo viera, se sentaba al piano y ella lo descubría por el estilo más vigoroso en la ejecución. Allí está la canción, allí está el giro en el piano, allí está la imagen.
Lo que no giró ni cambió en esa etapa de su carrera era su magnífica voz que destacaba en los tonos altos, con una potencia y claridad de la que carecían sus “competidoras”. Plasmó esa voz en los filmes Rocío de la Mancha (1963), Tengo 17 años (1964, que dejo la canción homónima), La chica del trébol (1964, que dejó Trébole), Más bonita que ninguna (1965) y Acompáñame (1966), donde el dueto con Enrique Guzmán se volvió un clásico romántico de esa generación y sus antecesoras. Hasta la fecha se la oigo cantar a mi madre y a veces irrumpe en mi memoria como una ladrona sentimental.
“¿Bueno? ¿Por cuál vota?” era frase de cajón en la radio de los 60, y así los medios de comunicación armaron distintas “rivalidades” artificiales, con Angélica María especialmente pero también con la “otra”: Marisol. Así dejábamos todos una lanota al Telmex de entonces. Había que impulsar todos los días a nuestra favorita a la victoria. Angélica María tripulaba su mexicanidad y su rock gringo cover como armas en el “enfrentamiento radial”; la Dúrcal se defendía con su duende personal y un salero más cercano a nosotros que el rock: hoy ya nadie se acuerda quién ganaba. Del trío, la güerita Marisol era más atractiva físicamente, pero frente a las dos se fue apagando y no tuvo su estatura mítica; terminó encuerándose en pantalla tratando de sobrevivir sin evitar su ocaso definitivo.
Pero la Dúrcal también pasó por una crisis artística. La fórmula juvenil se agotó porque Rocío creció y sus fans con ella. En la década de los 70 ya andaba de capa caída.
Pero a diferencia de otras estrellas juveniles (¿ya pensaron las chavas hojalateadas de RBD qué les espera en el futuro?), la Dúrcal se lanzó a una reingeniería artística de punta: se reinventó a sí misma por completo de la mano de Juan Gabriel y de la música mexicana.
Esta segunda etapa es la que más ha calado en el gusto de las nuevas generaciones y, sea o no la mejor intérprete de Juan Gabriel, su voz y duende están asociadas a varias de sus canciones. ¿No me creen? Hasta hace unos años en el Día de las Madres sólo se oía Las Mañanitas como música de cajón. Hoy toda celebración maternal (incluidos cumpleaños, santos y demás yerbas) no está completa sin la melancólica Amor Eterno, cantada única y solamente por Rocío Dúrcal.
Con estas imágenes musicales más recientes es como ella entró al imaginario popular mexicano, al verdadero, al que no distingue clases sociales ni el paso del tiempo entre generaciones. Allí estará en ese recuerdo de cultura viva que todos compartimos.
Pero en mi baúl personal, junto con las canciones de Juan Gabriel que Rocío Dúrcal hizo suyas, también la oigo y veo en Tengo 17 años donde, esquivando la censura franquista misógina, se convertía en la joven moderna que impulsaba a los chavos a descubrir, en una fábrica artesanal, el color bermellón, llamado “rojo Natalia” en su honor. Gracias a ella, en ocasiones me doy el lujo de aún tener 17 años (o 12, para el caso es lo mismo).
La explosión social que recorrió el mundo en 1968, desde el Mayo Francés pasando por el aplastamiento soviético de la Primavera de Praga checa, la represión en Gdansk – Polonia hasta llegar a Tlatelolco en México, tuvo una fuerte connotación de movimiento contracultural, que también se enfrentaba por esa vía a las estructuras del poder establecido.
Una de las consignas que regía el movimiento estudiantil mundial era la famosa frase La imaginación al poder. A partir de allí, quienes participaban, usaron figuras culturales, musicales y literarias como banderas del movimiento. No sólo hubo ideas y consignas políticas y sociales sino también culturales y sexuales.
En todos lados aparecieron íconos del Che Guevara junto con míticos Jim Morrison y Jimi Hendrix por mencionar sólo a dos. También se añadían imágenes de Janis Joplin, Rolling Stones y hasta los mismos Beatles a partir de su disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Activistas, simpatizantes, estudiantes, se reunían en mayor o menor número a ambos lados de La Cortina de Hierro para discutir la situación de los movimientos estudiantiles enfrentados a las estructuras de poder de los estados. Pero no todo era discusión y toma de decisiones. En los tiempos muertos, de entrevela, o luego de las asambleas, quienes participaban buscaban descanso e inspiración en las manifestaciones de las figuras contraculturales que se han mencionado. Asimismo, en esas madrugadas, el sol los sorprendía en la discusión o práctica de nuevas conductas sexuales, que reflejaban con otros matices la búsqueda innovadora de cambios sociales.
Han pasado ya décadas desde el surgimiento de ese ambiente, de ese viento distinto que recorrió muchas sociedades. Ahora se habla de globalización económica, pero se ha olvidado que en ese año se dio un fenómeno de globalización cultural.
Jóvenes que nunca se conocieron entre sí, que jamás se juntaron, vivían estrechamente experiencias parecidas selladas por una misma canción, por alguna melodía que marcó el recuerdo de una actitud contestataria frente a sistemas autoritarios de distinto sello ideológico, al que opusieron sus ideas y su juventud.
¿Qué ha sido de esa música? ¿Qué ha sido de esos jóvenes? De alguna forma, esa generación aún enfrenta una vieja barba contestataria contra el traje de diseñador de la generación yuppie posterior. Ese es sólo un signo visible de que dicha generación del 68 aún conserva –transformada en distintas manifestaciones- una cierta actitud ante la vida.
Las cosas no son ya las mismas que en ese año. El esfuerzo de una generación -que quizá no obtuvo todo lo que deseaba en ese momento- no fue ni estéril ni pasajero. Sí se modificaron ciertas estructuras sociales por ese impulso, y en el campo cultural son aún más visibles las huellas permanentes de un movimiento que también fue contracultural.
Muchas manifestaciones artísticas, musicales, cinematográficas actuales han abrevado en lo que se gestó en 1968. Quizás las nuevas generaciones no saben cómo y cuando surgió lo que ahora viven en el campo de la cultura. Pero si se revisan estos años podrán detectar sobrevivencias, transformaciones y cambios que se generaron a partir de 1968.
No es un ejercicio de la nostalgia el hecho de escuchar la música de esos años, ni de revisar su literatura, su cine modernista, underground o testimonial. Oír, leer o ver lo que entonces se generó como contracultura es captar de nuevo un espíritu que fue renovador en su intento por llevar la imaginación al poder. Esa idea aún vive en medio de todos los cambios ocurridos en el mundo.
Para rabia de filmópatas que hoy dicen: “El cine soy yo (o la música, la literatura, el arte, el deporte, etc.)”, o la ira de chicos retro que “explican” autoritariamente “cómo fueron en verdad las cosas” a Los Viejos que las vivieron cuando ellos ni siquiera habían nacido, la Imaginación al Poder vive -aunque sigue siendo una meta-, pero es indudable que desde ese año ya se ha recorrido parte del camino.
Para Sandra Notario. Por los viejos cha-cha-chas de Jorrín en las noches todosianas.
Esta cinta es agraciada por dos razones: cuenta con la presencia de Los Van Van y es un buen documental.
La cinta de Liliana Mazure y Aarón Vega logra captar la vitalidad del grupo musical cubano, además de dar un contexto amplio a la calidad de su trabajo musical, su actividad tras bambalinas, y dar una aproximación al rol de sus miembros y su interrelación.
La cinta abre y cierra con imágenes de su concierto el 4 de diciembre de 1999 en La Habana. La imágenes de este concierto multitudinario enmarcan un delicioso círculo de fiesta, alegría, palomazos y baile que no evaden los momentos de reflexión.
En medio de las partes gozosas de música y baile van desfilando las partes testimoniales de los miembros que conforman el grupo, la destacada presencia de Juan Formell como director, el amor de la gente por su música verdaderamente popular, que terminan por dar una idea de la evolución y la presencia de Los Van Van.
En esas partes intermedias destacan puntos que los realizadores tocan a profundidad, pero siempre con una alegría y una empatía que empapa las imágenes. Un ejemplo es el proceso de integración paulatina de músicos jóvenes que van sustituyendo a los viejos por causa natural de la edad.
Los testimonios de viejos y jóvenes, sobre su actividad dentro del grupo y su instrumento particular, dejan ver que se cumple lo que se dice: Se busca que “la gente joven que entre, que entienda lo que se está haciendo aquí desde hace muchos años”.
A esa continuidad musical se suman sinergicamente las aportaciones de jóvenes y viejos para entregar una música viva donde todos evolucionan al parejo. Un ejemplo es el baterista joven que entra en lugar del viejo. Tiene más técnica y no el mismo estilo, pero que se funde en el crisol de todo el grupo para beneficio de todos los que gozan de las canciones. Este punto remata en la cinta con un excelente solo de batería que deja entusiasmado al espectador.
Entonces, entre testimonios, conciertos y palomazos improvisados, los espectadores perciben que la evolución de Los Van Van queda marcada por las aportaciones sabias y colmillo de los viejos, a las que se suman los experimentos de los jóvenes.
Es patente que el eje sobre el cual giran todos es la libertad que todos tienen para la creatividad musical bajo la guía de Formell.
Pero los realizadores muestran que esa libertad y ese goce por la música no están limitados a los conciertos o al resultado final de los discos. Las cámaras van detrás de bambalinas o hasta el mismo estudio de grabación, en donde se remarca el perfeccionismo (y el gusto por HACER música) de los participantes. Con close ups y cámara en mano se asiste a la grabación por track individual de instrumentos separados, de coros, de voces, de solistas.
También hay momentos de reflexión, donde uno de los miembros habla de la vieja costumbre de que los músicos de conservatorio evitaran la música popular como la peste, y como unos pocos, “los pachangueros”, preferían mezclar lo culto con lo popular. Esos “pachangueros” son ahora de los mejores músicos de Cuba.
Por otra parte, los directores muestran el arraigo de la orquesta en el gusto de la gente. Los testimonios se suceden uno a uno de niños a grandes: unos cantan las canciones, otros muestran su orgullo por la orquesta, y hasta se les predice la dicha y la buena fortuna.
Pero en varios de esos testimonios no sólo aparecen las palabras, las declaraciones, sino la música misma y varios terminan bailando a cámara la música de Los Van Van. Si eso no es estar presente en el gusto de un pueblo, quien sabe que lo será.
No sólo entre el bailador anónimo tiene presencia la orquesta. Están presentes los testimonios de figuras como Silvio Rodríguez (que comparte a cámara el escenario) y el de Pablo Milanés. El rejuego de gustos y estilos musicales entre todos es evidente; lo unifica el amor por la música.
También los realizadores apuntan las consecuencias políticas del ejercicio de la buena música. La nominación de Los Van Van al Grammy en 1999 y conciertos en Miami provocó protestas de parte de la comunidad cubana en el exilio. A pesar de esa oposición el grupo ganó el premio y los festejó como un reconocimiento a su música.
Desde el punto de vista cinematográfico la película cumple su objetivo con buena factura. Cuando la música es el personaje central, cuando lo que ocurre en el escenario está dictado por el ritmo inigualable de la música cubana, lo más sencillo sería ilustrar y dejar correr las cámaras múltiples ubicadas en un único concierto.
Pero los realizadores buscaron otra cosa, que lograron con un trabajo de edición finísimo que NO se nota si no se pone atención. Varias canciones corren completas en pantalla, en vivo, pero las imágenes de esa canción provienen al menos de dos conciertos distintos.
El manejo de entradas y salidas, de movimientos en cuadro de una a otra toma están muy bien logrados. Podrá parecer muy sencillo el montar imágenes de fuentes distintas para dar vida a una canción única, pero los que han editado conocen que no es fácil, que se requiere de muchas horas de trabajo en editoras para llegar a la perfección de lo “natural”.
En ese sentido, la labor de edición de esta cinta es notable, gracias a Miguel Sverdfinger. Mientras menos se nota su mano en los números musicales más brillante resulta su labor para los profesionales del montaje, con un ojo dedicado a este tipo de trabajo.
Así, las imágenes no son esclavas de la música, cuando esta última es la reina temática de una película. Se buscó una solución creativa que aportara riqueza al conjunto de la película.
Esta buena cinta deja en el recuerdo muchos momentos gozosos, de baile, de fiesta. Entre ellos el de las jóvenes cubanas que bailan en el escenario mientras tocan “Sandunguera”; el mar de manos que se agitan en el concierto de La Habana.
Todos llevan a lo mismo...
Hay Van Van para rato.
¡VAN VAN, EMPEZÓ LA FIESTA! Dirección: Liliana Mazure y Aarón Vega. País: Argentina-Cuba. Año: 2000. Guión: Martín Salinas. Fotografía en color: Marcelo Iaccarino y Rafael Solís. Música: Orquesta Los Van Van. Edición: Miguel Sverdfinger. Con: Orquesta Los Van Van: Juan Formell, Pedro Calvo, Hugo Morejón, Álvaro Collado, Edmundo Pina, Samuel Formell, Boris Luna, Jorge Leliebre, Gerardo Miró, Pedrito Fajardo, Manuel Labarrera, Julio Noroña; Pablo Milanés, Silvio Rodríguez. Producción: Productora Cinematográfica ICAIC, Arca Difusión, Juan Devoto. Duración: 84 minutos. Distribución: Canela Films.
Montaje especial de Francisco Peña, en agradecimiento a Patricia. Con el mismo cariño y aprecio con que trabajé su texto en otro lugar, en otro año.
Porque cuando escucho hoy a Sade o Leonard Cohen, entiendo lo que ella escucha y siente con el Cuarteto de Nos. Y porque, al final, aquí sí hay memoria y sí se reconoce el esfuerzo y la amistad de quiénes fuimos un equipo.
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Publicado hace unos años en "una ciudad de la Mancha".
Patricia Farías nos recomienda la canción y el video YA NO SÉ QUÉ HACER CONMIGO, del grupo uruguayo EL CUARTETO DE NOS.
Canción para tiempo de cambios, por Patricia Farías.
El Cuarteto de Nos es un grupo uruguayo formado en el año 1984, caracterizado por letras irreverentes y muy irónicas, que han generado polémica en el Uruguay, incluso llegando a la prohibición de la venta de uno de sus discos a menores de 18 años por contener una canción que hacía referencia a José Gervasio Artigas.
La canción que hoy les recomiendo pertenece al disco “Raro”, del año 2006, que es el disco con el que personalmente “redescubrí” a este grupo sin estar guiada por referencias, prejuicios y demás. Es un disco muy parejo, donde casi todas las canciones son recomendables; por “Yendo a la casa de Damián”, estuvieron nominados para los Grammy Latinos.
Concretamente hoy recomiendo este tema, más allá de que hay expresiones locales en su letra, porque es uno de mis preferidos de este disco: en tiempo de cambios, nada mejor que un texto como éste, que habla de experimentar y no preocuparse por los cambios de rumbo que a veces nos toca pasar.
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya tuve que ir obligado a misa, ya toqué en el piano "Para Elisa"
ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa
Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia ya hice drama
Fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama
Ya fui ético, y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático
Ya fui abúlico, fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico
Ya leí Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gas oil
Ya leí a Bretón y a Moliere, ya dormí en colchón y en somier
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor
Lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya me ahogué en un vaso de agua, ya planté café en Nicaragua
Ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa
Ya creí en los marcianos, ya fui ovo lacto vegetariano
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos
Hice el curso de mitología pero de mi los dioses se reían
orfebrería lo salvé raspando y ritmología aquí la estoy aplicando
Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí
Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades
hice fácil adversidades, y me compliqué en las nimiedades
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya me hice un lifting me puse un piercing, fui a ver al dream team y no hubo feeling
me tatué al Che en una nalga, arriba de mami para que no se salga
Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo
Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo
Ya fui al psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo
ya fui alcohólico y fui lambeta, ya fui anónimo y ya hice dieta
Ya lancé piedras y escupitajos al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que ya armé relajo
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Montaje especial de Francisco Peña, en agradecimiento a Patricia. Con el mismo cariño y aprecio con que trabajé su texto en 2010.
Porque esto es FP y no CV, porque me acerco al final pero soy más libre. Porque cuando escucho hoy a Sade o Leonard Cohen, entiendo lo que ella escucha y siente con Jaime Roos. Y porque, al final, aquí sí hay memoria y se reconoce el esfuerzo y la amistad de quiénes fuimos un equipo.
Y un día
Un día te veré contento
El día que te abrace el viento
De Durazno y Convención
Montevideo, Uruguay.
Jueves 22 de Octubre de 2015.
Foto de Patricia Farías.
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Publicado el 17 de agosto de 2010.
Patricia Farías, con todo cariño desde (y para) Uruguay, nos recomienda la canción Durazno y Convención, de Jaime Roos, de la que nos escribe:
Recuerdos de hace mucho tiempo: Durazno y Convención, de Jaime Roos
Tenía diez años cuando nos mudamos al Barrio Sur (en Montevideo, “barrio” se le llama a las zonas en las que se divide la ciudad, a veces en forma no “oficial”). Esta es una zona de Montevideo cargada de historia, de nostalgia incluso. Ya en aquella época los que siempre habían vivido allí decían que ese lugar poco a poco estaba perdiendo su esencia: desaparecían edificios, se perdían tradiciones… Era muy joven la primera vez que escuché “Durazno y Convención”, de Jaime Roos, por lo que en aquel momento fue un tema que me gustó mucho, sin tener los recuerdos que tiene ahora, años después.
Este músico, compositor y productor uruguayo vivió desde que nació en esa zona, para luego radicarse en Amsterdam. Su música se ha caracterizado por la fusión de géneros como el rock and roll, tango, milonga, candombe y las murgas (típico de Uruguay, merecería comentario aparte sin duda) con letras muy representativas de lo que es mi ciudad. Usualmente se presenta acompañado por destacados músicos uruguayos.
Por esa característica de retratar nuestras cosas, ésta es una imagen clarísima de las calles que rodeaban mi infancia. El nombre del tema alude a la esquina de la calle Durazno con la calle Convención (esquina donde vivía J. Roos); yo viví al menos veinte años muy cerca de allí, en una calle que también se vestía “toda de lila”.
Durazno y Convención – Jaime Roos
La calle Durazno
Nace a la intemperie
Telón ceniciento
Palmeras al viento
Abierta a las olas
Marrones y blancas
De la playa chica
Que muere en el Gas
La calle Durazno
Muere sin saberlo
Cuando se ilumina
Toda de lila
En pleno diciembre
A la hora más lenta
La siesta obligada
Del jacarandá
La vida
La vida como siempre dura
La noche como siempre oscura
Por la calle Convención
El mismo
El mismo taconeo absorto
Los yiros del paseo corto
De la calle Convención
La vida
La vida tironeando el cobre
La tienda del judío pobre
De la calle Convención
Botijas
Botijas de la moña suelta
De las rodillas bien mugrientas
Por la calle Convención
La calle Durazno
Atraviesa dos barrios
De chata figura
De amarga dulzura
Son Sur y Palermo
Rivales y hermanos
Que cruzan Durazno
Camino del mar
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Canilla
Canilla Acción El Plata Diario
Paquete bajo el brazo largo
Por la calle Convención
Los lentes
Los lentes de los relojeros
Los ojos de los bagayeros
De la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te lleve el viento
De Durazno y Convención
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Los perros
Los perros de los bichicomes
Durmiendose por los rincones
De la calle Convención
Baldosas
Baldosas partidas hace años
Recuerdos que me hicieron daño
Por la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te abrace el viento
De Durazno y Convención
Y acá va la "traducción":
Que muere en el Gas (se refiere a la Compañía del Gas, que está sobre la rambla)
Los yiros del paseo corto (“yiros” = prostitutas, del italiano “girare”, dar vueltas)
La vida tironeando el cobre (= el dinero)
Botijas (“botijas” se les llama en Uruguay a los niños)
Botijas de la moña suelta (en la Escuela Pública en el Uruguay los chicos llevan túnica blanca y moña azul.. que muchas veces se desatan jugando)
Candombe murga y batucada (“batucada” = en Uruguay, toque de tamboriles en el candombe)
Canilla (“canilla” o “canillita” vendedor de periódicos, salía con los diarios bajo el brazo en un paquete, ver más abajo en la letra)
Acción El Plata Diario (Acción, etc son nombres de periódicos que ya no salen)
Los ojos de los bagayeros (“bagayeros” = contrabandistas)
Los perros de los bichicomes (“bichicome” = quien vive en la calle y se alimenta de desperdicios)
Por David Guzmán. Montaje especial de Francisco Peña, en agradecimiento a David.
Siempre he observado con mucha curiosidad, como los jóvenes gritan y casi se desmayan cuando ven a sus ídolos musicales en el escenario. Es sumamente interesante ver lo que una persona (porqué no decirlo) ‘común y corriente’, puede provocar en tantas otras a grados de lágrima o histeria colectiva. Pero mucho más curioso, es percatarse que aún siendo un observador distante de tal efecto en ‘las masas’ (sin intención despectiva), haya estado latente algo de ello en mi interior. Debo decir a mi favor (¿a quién engaño?, ¡por Dios!) que estas emociones desbordadas no suelen emerger continuamente pues mi ‘ídolo personal’ (el mortal al que yo he subido a un pedestal) casi no viene a México y bajo esta circunstancia me es mucho más fácil publicar que en mi, no aplican tales desfiguros.
Pero… vino Michael Nyman a México y toda mi compostura se fue (felizmente) al carajo. Una semana antes de su presentación en el Teatro Metropolitan (como invitado de lujo al Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México –FICCO-), me puse a retomar los discos que he escuchado tantas veces, una y otra y otra vez casi a manera de consuelo pues pensaba seriamente que me era imposible asistir al evento. Para acabar de complicar la situación, vivo en una ciudad a 1,800 km de distancia del Distrito Federal, que (dicho sea de paso) se convierte siempre en el centro de todo lo que huela a arte y cultura y obviamente en el escenario de todos los artistas de talla mundial que ‘vienen a México’ (rectifico) ¡no señor!, no vienen a México… ¡vienen al Distrito Federal!
Pero dejemos de lado esta molestia nacional; la duda de asistir al concierto me duró un día, moví influencias en la oficina, puse manos a la tarjeta de crédito y abusando de la buena fé de un amigo en el D.F. compré mi boleto de avión para efectuar el sorpresivo viaje. Mi cuate se aplicó consiguiéndome el mejor lugar que pudo en el citado teatro; todo el movimiento hecho, debo decirlo, guardando una compostura y sobriedad que pocos pueden presumir.
Y es que… ¿cómo no habría de ir al concierto de Michael Nyman? El señor tiene más de 60 años y para variar casi no viene a México. La última vez que vino fue en 1997 y yo todavía era estudiante universitario; afortunadamente pude asistir a la Sala Nezahualcoyotl de la UNAM y esa ocasión me sirvió para corroborar las razones por las que había elevado a este simple mortal a la categoría de ídolo: el británico es uno de los mejores compositores de música que existen actualmente en el mundo y lo mejor (saludos Filiberto) es que suena exactamente igual en vivo que en sus discos.
Así las cosas y ya con el boleto en mano, de alguna forma entré al teatro pensando que Nyman no lo llenaría. Mi amigo me dijo previamente que ‘este tipo de música no tiene tantos adeptos’ y eso es algo que de alguna forma yo asimilo pues el sonido Michael Nyman no es algo que podamos catalogar propiamente de ‘comercial’ ó ‘popular’. Adicionalmente, su música es compuesta casi especialmente para el cine denominado ‘de arte’, por lo que el círculo de conocedores de su nombre y obra, podría ser todavía más reducido…al menos en México.
Pero ¡vaya sorpresa! Personas de todas las edades, condición social y cultura, se dieron cita el 23 de febrero para presenciar El Concierto de The Michael Nyman Band y parte importante de lo que completó mi total asombro fue escuchar que este heterogéneo público, sostenía conversaciones respecto de ‘la actriz que salió en El Cocinero, el Ladrón su Esposa y su Amante ó con frases como ‘Nyman se hizo famoso a raíz de El Piano’. Debo confesar (con cierto egoismo ó vanidad) que escuché con escepticismo tales afirmaciones. Quería yo interrumpir esos diálogos en mero plan de hacerles ver –con falsa modestia- que se referían a Helen Mirren ó que ciertamente, Nyman trascendió a nivel mundial con la banda sonora que hizo para la película de Jane Campion, pero sus mejores trabajos los realizó para el –entonces- poco conocido Peter Greenaway. Me di cuenta de que mi capa de fan, empezaba a querer elevarse del suelo.
Pero me contuve…como también me contuve cuando escuché ‘tercera llamada, tercera…comenzamos’. No puedo mentirles, sentí un vuelco en el corazón, una actividad inusual del torrente sanguíneo mientras mis manos comenzaban a aplaudir como verdadera foca. De pronto, aparece LA banda: 14 músicos que se sentaron en sus respectivos lugares e instantes después, arribando tímidamente al escenario, Michael Nyman. ¡Dios!…ahí estaba quién me había hecho endeudarme con mi tarjeta de crédito, volar en avión y pagar el mejor lugar posible dentro del teatro. Nyman está físicamente igual que cuando lo ví por primera vez en la Sala Nezahualcóyotl –pensé.
Para cuando empezaron los acordes en piano de la música que hizo paraWonderland (la de Michael Winterbottom), algo me indicaba que mis ojos no podrían retener la lágrima. ¡Cuánta emoción en fracción de minutos! Y siguió con música de The Claim (de Winterbottom de nuevo) como para ir calentando el ambiente. Ya cuando la Banda interpretó los temas que hizo para las cintas de Peter Greenaway, aquello tomó otro nivel: Los libros de Próspero (Mirandaes una maravilla), El Piano (con algunos temas interpretados con él al piano como The Heart Asks Pleasure First, solo en el escenario), el infaltable y obligado Memorial directamente de la banda sonora de El Cocinero, el Ladrón, su Esposa y su Amante provocando obviamente gran emoción en el público; las divertidas composiciones para El Contrato del Dibujante y la infaltable velocidad de las cuerdas en Knowing The Ropes extraído de Drowning by Numbers que literalmente provocó el rompimiento masivo de cuerdas en violines. Fueron en esencia, dos horas de energía pura, de recuerdos e imágenes cinematográficas que fluían con inmediatez en mi mente.
He de confesar con cierta decepción que cuando comenzaron los acordes de Memorial, esperaba ver –como en 1997- a Sarah Leonard (su soprano de cabecera) permanecer paciente en el escenario para que justo en el minuto 8 de esta magna composición entrar con su espléndida voz a completar el cuadro, pero no ocurrió. También anhelaba escuchar las notas del Stroking de Water Dances (sí, esa estupenda pieza utilizada en La Habitación del Hijo de Nanni Moretti) y tampoco ocurrió; sin embargo ya cuando el público con sus aplausos provocó el regreso de Nyman por segunda ocasión al escenario, éste coronó la noche con una de mis grandes favoritas: la melancólica y emotiva Time Lapse, de A Zed and Two Noughts.
Michael Nyman cumplirá 62 años el próximo 23 de marzo de 2006 (72 en 2916) y sigue trabajando arduamente: hoy en México, mañana en Italia, después estrenando óperas o componiendo música para algún buen film; el señor es incansable. Mi inicial insatisfacción por no poder mover más las manos o golpetear el suelo con el zapato al ritmo de la velocidad que Nyman le imprime a sus temas fue controlada y finalmente suprimida. Tuve que concientizarme que estaba siendo espectador de un concierto de música de cámara (si de colgarle una etiqueta se trata) y había que comportarse. Esta vez no cometí la locura de pararme de mi asiento y correr a darle la mano como en 1997 mientras era ovacionado por su público, esta vez fui más mesurado pero sentí que había hecho lo necesario como buen y discreto fan que soy: asistí a su concierto que se antojaba tarea imposible…Ojalá no transcurran otros 9 años para volverlo a disfrutar, las baterías han sido recargadas y aunque no lloré ni me desmayé, mi voluntad estuvo a un paso de ceder.
¡Feliz cumpleaños Michael Nyman! Publicado originalmente en 2006.
Publicado en Milenio Diario, en la sección El Ángel Discriminador, el 18 de noviembre de 2008.
El fantasma del lesbianismo recorre Europa. Aunque no se trata en realidad de fantasmas sino de las córporeas chicas del dueto ruso T.A.T.U. Su leyenda lésbica se extiende por radios y televisores entre amenazas de censura, escándalos, premios y ventas de más de cinco millones de discos y el mundo no sabe que hacer con ellas.
Las imágenes de Yulia Volkova y Lena Katina que se besan abiertamente de lengüita, trasmitidas por MTV y sus filiales, ha puesto al mundo del pop de cabeza. No son chicas materiales que se quieren comportar como vírgenes sino dos jóvenes que hacen gala de su preferencia sexual.
Yulia, de 18 años, y Lena, de 17, son la cresta de la ola pop del "destape" y "la movida" rusa que surge a raíz de la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS y la implosión del sistema comunista en Europa.
Luego de esos acontecimientos, Moscú tuvo su revolución sexual con luces y sombras. Con la llegada del capitalismo a la tierra de Lenin, las mafias rusas se apoderaron del negocio del sexo y surgieron como hongos los table dance, la prostitución abierta y los bares de reunión sexual.
Ya enseñoreadas de Rusia, estas mafias sombrías inundaron Internet con caracteres cirílicos y pornografía hasta crear sitios bilingües donde el inglés es el lenguaje del sexo virtual. Pero nada tarugos, los mafiosos rusos han colocado su información en servidores cuya dirección IP es inconfundiblemente estadounidense. En el arranque del milenio, ahora resulta que la soñada camaradería internacional se da en el negocio del sexo.
Para quien quiera ver una metáfora de como estas mafias rusas explotan el sexo basta un vistazo a la película "De monstruos y hombres", de Alexei Balabanov, filmada en San Petersburgo.
En el lado luminoso el "destape ruso" dio origen al dueto T.A.T.U., cuyo nombre viene de "Ta Lyubit Tu / Ella la ama". Su creador, Iván Shapolavov, de verdad que ha hecho su tarea. En poco tiempo le enseñó a los gringos que sabe el negocio del espectáculo y que puede superarlos en su propio campo.
Shapolavov cimentó el éxito de T.A.T.U. en la música, las letras de las canciones, los videos y el desenfado sexual de Yulia y Lena. Sus dos éxitos más conocidos "All the thinghs she said" y "Not gonna get us" son los nuevos himnos lésbicos desplazando en el tiempo a "Mujer contra mujer" y "¿A quién le importa?"
La música pop de T.A.T.U. supera al producto comercial estadounidense porque incorpora un cierto toque europeo. Abre espacio para que Yulia o Lena tengan sus momentos solistas y sus puentes musicales son brillantes, bien ejecutados y de calidad. El dúo recupera la melodía, asesinada impunemente por el rap, y recupera la calidad narrativa de las letras.
Las canciones están enfocadas al segmento adolescente que tiene sus primeros escarceos sexuales en general y lésbicos en particular, por lo que Lena o Yulia expresan con sus voces angustia, reto, ansiedad y decisión de mantener una relación "cuestionada" no por su existencia sino por su visibilidad social.
Esto es patente en las letras de las rolas más conocidas del dueto. Se describen primeros encuentros, la certidumbre del amor lésbico, la presión social y el anhelo de la fuga a un sitio utópico donde no sean molestadas y puedan vivir su amor a plenitud en la soledad.
Estos planteamientos han dividido las reacciones en las comunidades lésbicas. Por un lado, las más militantes han criticado a T.A.T.U. por su insistente llamado a la fuga, a la evasión, en lugar de enfrentar el medio social y forzarlo a aceptar su existencia y derecho a vivir en medio de todos nosotros. Es el enfoque que, con una óptica trágica, mantiene la película "Los muchachos no lloran", de la cineasta Kimberley Peirce, que le valió el Oscar a la actriz Hilary Swank.
Pero por otro lado hay participantes de la comunidad lésbica que defienden a las chicas de T.A.T.U. Antes que nada las apoyan por la visibilidad que dan a la comunidad en los medios; pero también porque narran el surgimiento de esos amores, sus primeros pasos y confusiones, así como la primera decisión de aceptar lo que en realidad sienten: el paso necesario para una elección amorosa y sexual libre.
Desde el lado conservador no se han hecho esperar los gritos y los sombrerazos en contra, especialmente en las sociedades de raíces protestantes. De allí han surgido acusaciones violentas contra Yulia, Lena y Shapolavov por explotación de menores, comercialización desmedida, falsedad en declaraciones e incluso de pedofilia.
Pero el centro de la polémica y el arma de comunicación de T.A.T.U. han sido sus videos, a los que algunos han tildado de porno blanda y otros han alabado por su realización. La expresión abierta del lesbianismo, aderezada con los besos ardientes entre Yulia y Lena, se enmarca con imágenes en tonos verdes y azulados cuya frialdad se asocia al rechazo social; en cambio los tonos más cálidos se reservan para la fuga final de las chicas.
También en este campo Iván Shapolavov conoce muy bien su negocio. El video de "Not gonna get us" es un homenaje velado al realizador ruso Andrei Konchalovski. Las chicas huyen -de nuevo la fuga a un lugar utópico- en un trailer, abandonan la cabina y se suben al techo mientras el vehículo corre desbocado en medio de la nieve. Son imágenes inconfundibles que remiten a la película "The Runaway Train / El tren del escape", del director ruso y protagonizada por el actor Jon Voigt.
Como vemos, las chicas de T.A.T.U. tienen un toque europeo que le da otro sabor a su producto, y que las hace destacar con calidad propia. Esos elementos las ponen por encima de la mayoría de las cantantes estadounidenses, porque ya no se sabe si Christina Aguilera le copia a Britney Spears o viceversa.
Lo que es innegable es que mientras Enimen ya es sólo un tigre de papel domesticado en el USA post-Irak y Madonna se convierte en respetable madre de familia, las tropas de asalto rusas encabezadas por T.A.T.U. invaden la escena. Lo que no logró la URSS en la guerra fría lo han hecho estas chicas rusas: conquistar EU y ganarse "las mentes y los corazones". En cambio, en México sólo atinamos a cantar "pinche gringo puñetero" porque nos dicen "frijolero", pero de allí no pasa la cosa.
- - - - - - - CODA Mayo 2015 - - - - - - -
Mucha agua ha pasado bajo el puente en 12 años. t.A.T.u. entró en crisis, Shapolavov fue separado de la organización. Yulia y Lena son heterosexuales. Como grupo, se han separado, reunido y vuelto a separar para seguir sus carreras individuales en medio de mutuas críticas. Sin embargo, a pesar de las fricciones y escándalos entre las dos cantantes, el producto t.A.t.U aún funciona entre el público, como se ve en el video conmemorativo de los 10 años del lanzamiento de "Not gonna get us".
Sin embargo, las críticas vertidas por ser un producto "artificial y comercial" deben tener en cuenta dos hechos.
El primero: t.A.t.U. sí dio visibilidad global a la comunidad de mujeres lesbianas, en especial a las adolescentes, en muchos países. Aunque la confrontación "visual" de sus videos tiene lugares comunes, no por eso las situaciones descritas son irreales: muchas adolescentes han pasado realmente por el "embudo social" verdadero, y estos "lugares comunes" para ellas son vivencias personales de estigmas, discriminación y de lucha personal por ser ellas mismas en plena libertad.
El segundo: a pesar de ser un grupo de creación "comercial", t.A.t.U. abrió camino a otras organizaciones musicales semejantes pero comprometidas desde sus raíces con estos temas. Por ejemplo, las canadienses Tegan & Sara, verdaderas hermanas gemelas y ambas lesbianas, no estarían dónde se encuentran hoy: hubieran tardado cinco años más y el esfuerzo y desgaste existencial hubiera sido el triple de lo que les ha costado.
Si se juzga con justicia y equidad, NO, el paso de t.A.t.U. por la música pop NO ha sido "artificial"... NI ESTÉRIL.