18 febrero 2017

Herederos, Los / Die Siebtelbauern / The Inheritors, de Stefan Ruzowitzky

Francisco Peña.



Los Herederos, de Stefan Ruzowitzky, que se exhibió en la Cineteca Nacional de la Ciudad de México, es el Ave Fénix que renace de las cenizas. Esta cinta austríaca es una vuelta a la vida de la estética del Nuevo Cine Alemán de los años 70. Esta revitalización de las formas de realización y preocupaciones políticas de los cineastas alemanes han encontrado una expresión sorprendente en este film.



Ruzowitzky narra una historia sencilla: los jornaleros de una granja de convierten en los herederos de la propiedad por voluntad testamentaria de su dueño, que lo hace como una forma de maldición final a burgueses y labriegos, como venganza conciente contra vecinos y campesinos porque sabía de las confrontaciones que surgirían por la posesión de sus tierras. También sabía que la ley no podría impedir la ejecución de su voluntad final. Lo que no sabía es que la “broma” no sería en su vejez porque muere asesinado en una venganza meditada y esperada por años.

A partir de este punto, la historia que narra esta magnífica cinta va desarrollando una verdadera lección de las contradicciones internas de los labriegos y el germen de nazifascismo oculto en la burguesía terrateniente de Austria. Este planteamiento gráfico de los pasos de la resistencia del grupo social de campesinos herederos contra terratenientes burgueses es de una claridad pasmante.

Sin caer en lo didáctico ni sermonear a su público, con una precisión estructural e ideológica envidiable y digna de un George Orwell en Granja de Animales / Animal Farm, el director austríaco analiza las personalidades de los herederos y su confrontación con la comunidad.


Primeramente se azoran ante las riquezas del terrateniente muerto y no comprenden lo que significa que ahora la tierra sea suya. El capataz, con mentalidad de siervo nazi, pretende que el comportamiento de todos sea el mismo y que él mantenga asomos de autoridad para negociar la venta de las tierras. Tiene que ser el peón legal en manos de los terratenientes burlados, que ante el testamento no pueden invocar las leyes para quedarse con las tierras.

Pero frente a este personaje fascistoide están los personajes de Lukas y Emmy. Lukas es un ser libre por naturaleza, una especie de líder natural que intuye que debe resistir. Pero quien aporta las formas operativas de la resistencia de los campesinos es Emmy, la campesina liberada sexualmente –por lo que se le acusa, claro, de “puta”-. Emmy propone las primeras votaciones entre los labriegos ahora propietarios, hace conciente a Lukas de sus obligaciones y de que viven en estado de sitio. Es, pues, este personaje femenino el más complejo y atractivo.


Además, Emmy muestra matices de luces y sombras al estar enamorada de Lukas, lo cual no le hace renunciar a su libertad sexual, a sus propias decisiones y forma de pensar. Estos elementos, un amor profundo y una personalidad propia, viven armoniosamente en Emmy, el personaje más complejo y hermoso de Los Herederos, que no tendría tal peso sin el trabajo actoral de Sophie Rois respaldándolo.

Por la parte de los terratenientes se organizan las provocaciones, los robos, la burla social, los incendios premeditados, las violaciones masivas. Es decir, buscan usar todos los mecanismos posibles para desarticular a los campesinos, cuyo único pecado social es ser ahora propietarios de sus tierra y que pueden gozar directamente del producto de su trabajo.

Cabe señalar que estos burgueses austríacos son fotografiados de tal manera que recuerdan los cuadros de Rembrandt sobre este tipo de personajes. Rembrandt remarca la dignidad, la parte positiva de esta burguesía; en cambio, Ruzowitzky deconstruye las imágenes rembrandtianas para mostrar la suciedad moral y la hipocresía de estos terratenientes. La ironía visual es uno de los grandes logros de esta película.


De entre los terratenientes destaca el personaje de Danninger, que asume la lucha contra los campesinos. De los primeros intentos de corrupción monetaria pasa a los pactos secretos con el capataz de la granja. Al fallar cada una de sus maniobras va encabritándose y busca nuevas formas de aplastar a los “nuevos propietarios”.

Lleno de ironía, desprecio y prepotencia, Danninger obtiene la pleitesía aparente de varios de los campesinos, menos de la indiferente vieja, de Lukas y sobre todo de Emmy. En una fiesta campestre Emmy hace gala de su sexualidad y de su libertad. Es la única que se burla en su cara del hipócrita burgués que la desea. Ejercerá su libertad sexual a tal grado de entregarse a quien quiera MENOS a Danninger y a su capataz títere..

Este punto político-sexual es clave en la cinta. Emmy encarna la libertad de decisión y de cuerpo que más teme Danninger porque es la libertad social, sexual y femenina que lo confronta en una sola persona. 



A partir de ese punto Danninger recurrirá a la violencia abierta, a la noche de los cristales rotos encarnada en el incendio de un granero.

En el ataque a la granja por parte de estos protonazis, Danninger aplasta a las tres libertades que odia. Destruye a la granja y desbarata la unión social entre los campesinos, contempla la violación tumultuaria de Emmy y se ceba insultándola especialmente en su calidad de mujer objeto. La radiografía de la mentalidad nazi es perfecta.


Por otra parte, Ruzowitzky no se hace ilusiones sobre sus campesinos, y retrata crudamente sus contradicciones e ignorancia. Sobre todo, hace apuntes precisos como la secuencia del sombrero superfluo que una de las labriegas compra enmedio del grave problema económico para pagar deudas de la granja. Todos colaboran y trabajan extra para pagar, pero ella despilfarra. Este es otro de los púntos que recuerda a Orwell y Granja de Animales: es la vaca la que busca su sombrero mientras que todos los animales trabajan para mejorar la granja.

De esta forma, los labriegos no presentan un frente unido que era su mejor arma frente a los terratenientes. Los distintos personajes campesinos defienden o reflejan intereses también mezquinos e individuales, que ponen en peligro la empresa comunitaria.

Las distintas escenas de las confrontaciones al interior de la comunidad de labriegos muestran las peleas, los deseos de bienestar material individual y el uso egoista del dinero. En parte, estas secuencias son un homenaje y una transformación de los valores del “nuevo cine alemán”, que se cristalizaron alrededor de La repentina riqueza de los pobres de Klombach, dirigida por Volkër Schlöndorff.


Enmedio de todo este panorama, Lukas es el personaje más contradictorio a pesar de su “pureza” inicial. Labriego por elección, podría ser el verdadero heredero porque es el hijo bastardo del propietario original. Es hasta el final de la cinta cuando descubre que su madre era una campesina deseada por todos los burgueses y que fue violada por el dueño de la granja. Así, el personaje de Lukas concentra las contradicciones internas de los líderes que inicían un movimiento pero pueden traicionarlo, no importa si es conciente o inconcientemente. Parecería que todo líder lleva en sí mismo las semillas de destrucción de lo que ha creado.

Lukas tiene sólo rasgos anarquistas de lucha contra la autoridad pero sin el esbozo de conciencia social de Emmy. Además, su machismo es evidente cuando ejerce la función de líder de los labriegos. Es Emmy quien debe siempre tomar las verdaderas iniciativas, como el hecho de ofrecerse finalmente a Danninger para salvar la vida de Lukas.

Finalmente, Lukas es cazado como una bestia humana, sin asomo de piedad ni de justicia por parte de sus perseguidores. Este es otro punto donde la cinta austríaca rinde homenaje a otro representante del Nuevo Cine Alemán”: Peter Fleischmann y su Escenas de Caza en la Baja Baviera.


También hay que anotar el tercero de los homenajes de Ruzowitzky al Nuevo Cine Alemán: es la escena de la llegada del elefante a la granja junto con un circo. La presencia de este animal en plena campiña austríaca es un guiño visual a las imágenes extrañas, a los ambientes alucinados del genial Werner Herzog, como en Aguirre, la ira de Dios.

La cinta cierra con coherencia histórica. Luego de que los labriegos fueron dispersados, su propiedad destruida, su líder asesinado y su lideresa violada, Ruzowitzky hace que los sobrevivientes emigren a América. Por la época en la que sitúa su película es perfectamente coherente que remate así su película; no existían las condiciones para ninguna otra acción más que el exilio y el asesinato de Danninger.


América –en particular los Estados Unidos- es aún la tierra de la gran promesa. El director auistríaco remata la cinta con un deseo de mejoría, con el principio de un viaje. Ya otras cinematografías, aún la de Estados Unidos, ha analizado lo falso de dicha esperanza y lo duro de la realidad del inmigrante en Norteamérica, pero eso es ya otra película…

Por todo lo anterior, la austríaca Los Herederos es una digna “heredera” del Nuevo Cine Alemán. Su valor está en la reelaboración de los descubrimientos alemanes, de su estética y de sus preocupaciones políticas. Es un nuevo producto que reenvía una forma de hacer cine hacia el futuro partiendo de bases firmes. Todo narrado con una excelente economía narrativa: 95 minutos precisos. No hay regodeos, no hay alargamientos. Todo dura lo que tiene que durar.

Para quienes no conocieron en su momento las cintas de Schlöndorff y Fleischmann o las cimas del Nuevo Cine Alemán, ver Los Herederos es una especie de obligación. Se siente la vieja fuerza en una nueva propuesta. El Nuevo Cine Alemán, como el Ave Fénix, está vivo y resurgiendo de sus cenizas aunque su nueva casa esté en Austria.


LOS HEREDEROS / DIE SIEBTELBAUERN. Austria – Alemania. PRODUCCION: Dor Film, Österrreichischerorf Rundfunk, Bayerischer Rundfunk, Danny Krausz, Kurt Stocker. DIRECCION: Stefan Ruzowitzky. GUION: Stefan Ruzowitzky. AÑO: 1997. FOTOGRAFIA EN COLOR: Peter von Haller. MUSICA: Erik Satie. EDICION: Britta Burkert-Nahler. INTERPRETES: Simon Schwarz (Lukas Lichtme), Sophie Rois (Emmy), Ulrich Wildgruber (Danninger), Lars Rudolph (Severin). DURACION: 95 minutos. DISTRIBUCION: Cineteca Nacional