Francisco Peña.
Como en las Muestra de hace muchos años, de pronto se siente la presencia de rellenos, de películas que normalmente sirven de puente entre las cintas más fuertes del evento.
Por desgracia, esta es la impresión que deja Casi nada, film brasileño de Sergio Rezende.
La película está compuesta por tres cuentos que no se tocan entre si ni se mezclan: Hoz, Veneno y Hacha (herramientas con las que se ejecutan crímenes o suicidios). La justificación es que se trata de crímenes que pudieron ocurrir sin que nadie les preste mucha atención. Otra razón que están filmados con pocos recursos y, supuestamente, en clave minimalista.
El problema es que están filmados como cualquier película y, lejos de de mostrar alguna novedad del cine brasileño en historia o factura –como lo hizo Estación Central, de Walter Salles-, Casi nada es precisamente eso: casi nada.
Como ejercicios de un director que quiere regresar a la simplicidad luego de un gran proyecto se puede entender el cambio. Pero la cinta no hace eco en el espectador que sencillamente languidece.
Para colmo, el mejor de los cuentos es Hoz, que abre la película, por lo que la caída al aburrimiento es continua hasta el final.
Hoz narra el enfrentamiento de dos trabajadores amigos debido a que uno de ellos es nombrado jefe del otro. Joao, el nuevo jefe, resiente el rechazo y rebeldía de El compadre. El pleito es inevitable.
Al menos aquí hay un esbozo de psicología, de motivación.
Es la historia que mejor ritmo tiene y, precisamente porque es la que enseña menos pretensiones en historia como en realización funciona mejor ante el espectador.
Pero la segunda historia, Veneno, es un giro completo. Las motivaciones para que un personaje rural se enfile al suicidio son bastante pueriles: alucinaciones de gente que lo persigue, incompatibilidad con la pareja, etc. Las alucinaciones a corte directo, a salida de cuadro, están narradas cinematográficamente con formas que ya se han usado y se detectan como lugares comunes e incapacidad de realización.
Hacha es la tercera historia y la más pretenciosa en todos los sentidos. Es una historia de celos entre una pareja joven. Contada en brincos de flashback, Rezendes quiere que nos interesemos por la historia de un hombre que recuerda, y a través de su memoria se entiendan las causas del asesinato que comete al inicio del cuento.
Pero la relación de pareja carece de complejidad, de motivos más profundos que unos celos primarios que no tienen causa aparente.
Las escenas de flashback donde Glorinha trata de seducir a su futuro marido, sus inquietudes por vivir una vida más activa, apenas si confrontan el estatismo del marido. No hay juego entre personajes y ni siquiera los diálogos aportan más información en su puerilidad.
Además, en el manejo de la imagen, Rezendes descubre el agua hervida y el hilo negro con sus sobreimpresiones del marido en el monte, la cara de la mujer y otras imágenes. Se convierten en retórica visual hueca porque no mueve la historia ni la película ni a los personajes.
La filosofía del azar, del trébol de cuatro hojas frente al deseo de Glorinha de que le regalen una rosa, es hueca. No toca ninguna relación con los celos motivo del crimen.
Ni siquiera la preocupación social de basar sus historias en personajes rurales, pequeños y olvidados, víctimas de los patrones, logra pesar en el ánimo del espectador.
Muy lejos está Casi nada de los clásicos del cine social brasileño, del cinema novo que también con escasez de recursos se dio a la tarea de hablar del pueblo brasileño con imágenes nuevas en su momento. Bastaría recordar a Ruy Guerra, a Nelson Pereira dos Dantos, a cintas como La tienda de los milagros o la citada Estación Central.
Citar como motores del guión a nombres como Gorki, Borges y Guimaraes Rosa es hacer más penosa la comparación entre fuentes, pretensiones y logros. Los autores literarios tomaban a un individuo en una situación sencilla, y su logro es que los lectores encuentren en esa obra algo que pertenece también a su esencia humana. En eso estriba parte de sus logros artísticos.
Pero Rezende no logra ese eco. Las vicisitudes de sus personajes no provocan más que conductas ñoñas en pantalla, que carecen de la profundidad y humanismo de las fuentes literarias que supuestamente inspiran la cinta.
Insisto, como ejercicio de descanso de un director que viene de películas más complejas se entiende el giro a historia sencillas de realización simple. Lo que no se comprende es su presencia en la Muestra cuando en otros festivales se mencionan películas brasileñas de mayor fuerza, que aportan algo al espectador.
Casi nada es precisamente eso, casi nada de cine.
CASI NADA / QUASE NADA. Producción: Morena Filmes, Filmanía, Mariza Leao, Renata Gentil. Dirección: Sergio Rezende. Guión: Sergio Rezende, inspirado en textos de Borges, Gorki y Guimaraes Rosa. Año: 1999. Fotografía en color: Guy Goncalvez. Música: David Tygel. Edición: Isabelle Rathery. Intérpretes: Genesio de Barrios, Denise Weinberg, Augusto Pompeu, Caio Junqueira, Camilo Bevilacqua, Ana Luisa Rabelo, Chico Expedito. Duración: 95 minutos. Distribución: Latina.