El cine alemán está representado en la XXXVI Muestra Internacional de Cine por la cinta Las leyendas de Rita, de Volker Schlöndorff.
Este director, hombre clave para entender el gran prestigio del Nuevo Cine Alemán desde los años 70, siempre ha mantenido una visión crítica de su sociedad, y ha sido consistente en manifestar sus objeciones políticas tanto a los regímenes de derecha como de izquierda con base en el humanismo.
Ahora, con Las leyendas de Rita añade un nuevo retrato a su galería particular de personajes cinematográficos, entre los que destacan los asaltantes de La repentina riqueza de los pobres de Klombach, El joven Törless, Oscar de El tambor de hojalata, Katharina Blum, y ahora Rita Vogt la terrorista.
En la mayoría de estos casos, sus personajes intentan enfrentarse a la maquinaria del estado, al que presenta como esencialmente totalitario a pesar de –o precisamente por- las ideologías, que olvidan al individuo mientras replican los mecanismos del poder.
En sus primeras cintas hace una dura crítica del régimen de Alemania Federal, del nazismo, del estado burgués. Ahora analiza las relaciones entre los terroristas de izquierda radical y el estado comunista de la Alemania Democrática.
Para ello se basa en la historia de los terroristas arrepentidos de la Fracción del Ejército Rojo - Baader Meinhof (FER), que conmocionaron a la República Federal Alemana con sus atentados. La reacción del estado federal alemán consiguió desarticular el movimiento, pero fue cruel y tuvo un alto costo político.
Luego de la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la RDA, los archivos revelaron que los terroristas de ultraizquierda llegaron a establecer pactos con la burocracia de Alemania del Este. Schlöndorff presenta dichos pactos a través del retrato personal de Rita Vogt.
La primera parte de la cinta muestra al grupo en acción con asaltos bancarios, las discusiones ideológicas que encubrían conflictos interpersonales y la paulatina desilusión que se apodera de sus miembros ante el fracaso de sus métodos por impulsar la revolución, ya que no encuentran eco en las masas.
Es cierto que con los atentados se crean nuevas circunstancias políticas, pero estas son imprevisibles tanto para el estado afectado como para los mismos terroristas. Un par de esas circunstancias no previstas fue el rechazo de los regímenes de izquierda al método terrorista y la ausencia de eco popular en esos años.
Schöndorff también señala, en forma muy sugestiva, el tipo de relaciones interpersonales al interior del grupo: el líder carismático, su elección de una compañera y el desplazamiento de la anterior, sus relaciones emocionales que se reflejan en los argumentos ideológicos. También presenta a los miembros sínceros que descubren poco a poco que la realpolitik estaba muy alejada de sus concepciones románticas, que el socialismo real no era precisamente la utopía que buscaban.
Este proceso lo encarna en el personaje de Rita Vogt (Bibiana Beglau), que se acerca al grupo por el carisma de su líder Andi. Luego ve como los objetivos utópicos no se cumplen mientras su posición al interior del grupo se debilita.
Aunado a lo anterior, el grupo recibe cobijo clandestino por parte de la Stasi (la policía política de la Alemania del Este), que da libre tránsito a cambio de información. Su actividad se desplaza de la Alemania Federal a otros países para participar en el Frente Mundial.
Luego del planteamiento, Schlöndorff se concentra en la vida de la terrorista, que opta por dejar al grupo y adoptar la clandestinidad y la nueva personalidad que le ofrece la Stasi vía su contacto Erwin (Martín Wuttke).
A partir de ese momento Rita Vogt se sumerge en la vida diaria de la Alemania del Este y reaparece como una obrera normal. Es el comienzo de las leyendas de Rita, de las diferentes identidades que adopta en busca de una vida normal, que será siempre vigilada por el estado alemán del Este encarnado en la Stasi
Toda la nueva gente que conoce y la rodea se asombra de su decisión –de acuerdo a su nueva identidad- de pasar del Oeste al Este, y a pesar de que ella se declara izquierdista la gente calla cuando hace este tipo de afirmaciones. En esas circunstancias hace amistad con otra obrera, Tatiana (Nadja Uhl).
El retrato psicológico de las dos mujeres, inmersas en una sociedad que ya no cree en los ideales socialistas y se concentra en vivir día a día, muestra lo complejo de la situación para quien desea volver a la normalidad.
Por un lado, Rita Vogt no entiende las razones de una desilusión existencial como la que ve crecer en Tatiana con su alcoholismo, pequeños robos, aislamiento y necesidad de afecto; pero la siente cercana emocionalmente. El director plantea que ambas no han solucionado sus carencias sentimentales ni con la opción ideológica radical ni con la actitud de apatía.
Schlöndorff presenta las situaciones que se generan entre Rita – Tatiana sin hacer un juicio moral, pero deja entrever la honestidad que apuntala la relación entre las dos mujeres.
En el inicio es Rita quien evita la caída de Tatiana a la autodestrucción, la acepta y la acompaña. El director va marcando poco a poco en su guión como las carencias afectivas y los pequeños rasgos solidarios entre ambas van creando una relación que va más allá de la amistad. Pero Schlöbdorff es un maestro del cine y, en lugar de caer en un erotismo barato, se mantiene en un plano psicológico que es más contundente para el espectador.
La escena clave es la reunión con la familia de Tatiana. Allí emoción personal y política social se entrecruzan de nuevo. Rita conoce las causas de la inestabilidad de Tatiana contadas por su madre; pero también detecta que su pasado terrorista no ha sido olvidado en Alemania Federal y aun es buscada por el aparato estatal.
Rita siente alegría por estar viva mientras varios de sus compañeros han muerto; pero también tristeza por la desaparición de sus amigos y la soledad de su posición. Su inmersión en una vida normal no está carente de riesgos. Por lo tanto, cuando en la noche Tatiana se introduce en su cuarto y propone abiertamente una relación emocional lesbiana, Rita no la deja pasar de un beso. Tiene mucho que pensar: su vida, Tatiana y el peligro de estar entre dos estados. El rechazo de Tatiana no es sexual ni emocional; su causa es la inseguridad personal por el pasado político.
El retrato psicológico de Rita Vogt se profundiza cuando el director mete una nueva variable dramática en la cinta: las personas que rodean a Rita descubren quien es y tiene que recurrir de nuevo a la Stasi. El consejo es crear una segunda identidad ficticia. Rita se resiste por no abandonar a Tatiana pero las razones de seguridad de estado se imponen.
En ese sentido, el reclamo de Rita –al que da voz Schlöndorff- es que el socialismo real ha olvidado a los individuos, a las personas por las que fue creado en búsqueda de una felicidad general en la que los individuos participan. El contacto de la Stasi cae en un razonamiento orwelliano digno del Newspeak-Neohabla de 1984. El estado, por razones de seguridad, tiene que encarcelar o desaparecer personas para proteger a las personas.
La realidad es que Rita ya es una molesta piedra en el zapato estatal. Lo que era una ventaja de información y de control de los grupos ultras para dicho estado, con el paso del tiempo y el cambio de circunstancias, ahora es una grave desventaja que atenta contra su imagen en el exterior. Bajo ninguna circunstancia se debe conocer que Rita vive en la Alemania del Este, aun por encima de sus intereses emocionales.
La escena de despedida de las dos mujeres es la más dramática de la cinta, porque es el único momento en que ambas expresan sus sentimientos abiertamente. Schlöndorff crea una de las mejores secuencias en su filmografía al captar con la cámara una escena que va de la alegría del encuentro a la devastación emocional por la despedida.
No en balde las dos actrices, Bibiana Beglau (Rita) y Najda Uhl (Tatiana) fueron reconocidas en el pasado Festival de Cine de Berlín – Berlinale al compartir ambas el Oso de Plata de Berlín a la Mejor Actriz. El premio reconoce su labor en todo el film de Schlöndorff, pero fue esta escena la que seguramente inclinó la balanza del jurado a su favor.
La segunda leyenda de Rita la lleva a convertirse en la encargada de las vacaciones de unos niños en una escuela. Allí conoce a un hombre del que se enamora, que le propone casamiento y una nueva vida en Rusia. También ve la nueva vida de una de sus compañeras, pero con la que no puede compartir ya nada; es el pasado y no el presente lo que las separa.
De nuevo las razones de seguridad del estado evitan que Rita obtenga una verdadera “normalidad”. Su casamiento es cuestionado al igual que su embarazo. De hecho, la misma honestidad de la ex - terrorista se vuelve en su contra al comentarle a su compañero su verdadero pasado buscando que él se quede en Alemania del Este. Lógico, él no se pone en riesgo y la abandona.
La caída del Muro de Berlín pone fin al régimen socialista de Alemania del Este en una implosión social que aun muestra sus consecuencias al mundo. Como un último gesto de amistad del contacto de la Stasi, éste previene a Rita que será perseguida tanto por el gobierno alemán del Oeste como del Este. Para ambos es un peligro y debe huir.
A lo largo del film, Schlöndorff hace una radiografía conmovedora de las relaciones individuo – ideología frente a las realidades de las políticas de un estado. Las necesidades emocionales de Rita siempre pasan a un plano inferior ante los requerimientos estatales. ¿Cuál es entonces la diferencia entre ambos tipos de estado? En ambos casos el individuo tiene serias dificultades para vivir: de un lado el dinero es rey (como apunta Rita) y del otro la seguridad estatal bloquea la libertad.
Schlöndorff no da una solución masticada a sus espectadores. Aunque sus simpatías obviamente se dirigen a la izquierda, es honesto al plantear su análisis de cómo los estados se autoprotegen y olvidan cumplir con el binomio justicia – seguridad para con los individuos que representan.
Sin embargo, el director apunta al hecho de que ciertas personas, en el plano de la vida cotidiana, conservan su ética manifestada en sus sentimientos y acciones. Schlöndorff tampoco hace un juicio sobre si esta actitud es la más conveniente para vivir, pero señala su existencia. Esto, en el contexto de todos los personajes de la cinta resalta en forma determinante.
Si el espectador hace recuento de la película podrá observar que todos los personajes menos uno terminan por voltearle la espalda a Rita Vogt por su pasado de terrorista o su manera de pensar: ex – compañeros terroristas, miembros de la Stasi, compañeras de trabajo, su novio final.
Sólo Tatiana busca a Rita por lo que es como ser humano. Sin tener los medios adecuados, localiza su domicilio luego de estar en la cárcel por el simple hecho de saber quién es su amiga en verdad. Sólo Tatiana arriesga su vida por reencontrar con Rita una estabilidad emocional y amorosa que les fue negada por razones de seguridad del estado.
Este equilibrio existencial entre vida personal y pensamiento político es el que buscó Rita Vogt con un método equivocado; el que busca Tatiana sentimentalmente; el que les fue negado a ambas por Este y Oeste.
Es el punto que Volker Schlöndorff deja a la reflexión de los espectadores de su extraordinaria película.
Las leyendas de Rita / Die Stille nach dem Schuss. Producción: Babelsberg Film GMBH, Mitteldeutsches Filmkontor, Arthur Hofer, Emmo Lempert, Friedrich – Carl Wachs. Dirección: Volker Schlöndorff. Guión: Wolfgang Kohlhaase y Volker Schlöndorff. Año: 1999. Fotografia en color: Andreas Hofer. Música: Rolling Stones, Sting, Frak Schöbel, Silly. Edición: Peter Przygodda. Intérpretes: Bibiana Beglau (Rita Vogt), Martín Wutke (Erwin Wuttke (Erwin Hull), Najda Uhl (Tatiana), Harald Schrott (Andi), Duración: 103 minutos. Distribución: Cineteca Nacional.