En los últimos años Canadá ha tenido un incremento en la producción y un concomitante crecimiento en su prestigio internacional cinematográfico. En el caso específico de la exhibición en México, dentro del marco del Tratado de Libre Comercio, este cine ha obtenido una mayor difusión en las pantallas mexicanas. Sin embargo, frente al gigante estadunidense, su cinematografía tiene menor producción aunque no desmerece la calidad de su producto.
La cinematografía canadiense, más que la mexicana, ha sufrido por la cercanía con los Estados Unidos porque mucho de su talento humano ha emigrado a Hollywood a lo largo de su historia. Asimismo, dicha cercanía ha causado que la producción canadiense dependa de capitales norteamericanos a lo largo de su historia.
El resultado es que, apenas hasta la década de los 80, las cintas canadienses se abocaron al documental porque las películas de ficción estaban en manos de productores, distribuidores y exhibidores norteamericanos o ingleses. De hecho, mientras que la primera película documental canadiense se registra en 1900, fue hasta 1914 en que se filmó la primera cinta de ficción: “Evangeline”. Pero la incipiente industria de Canadá sufrió terriblemente con la llegada del sonido a las pantallas.
La identidad del cine canadiense y una mayor producción empezó a despuntar gracias al apoyo inglés y no al estadunidense. El punto de despegue se da en 1939 con la llegada a Canadá de John Grierson, el padre de la Escuela Documental Inglesa, y que tenía una formación sólida tanto técnica como ideológica. Para Grierson el cine era un medio de educar a la población y hacerla conciente de los problemas sociales.
Grierson
La reputación del National Film Board, que se mantiene a la fecha, se cimentó durante la Segunda Guerra Mundial con series documentales de propaganda como “Canada carries on” y “The world in action”. Fue un período altamente productivo donde se realizaron materiales militares, educacionales, industriales, cortometrajes y animación. Además, se entrenó una gran cantidad de personal creativo, técnico y de producción que, bajo las mismas vías temáticas aumentaron el prestigio del cine canadiense.
Luego de la guerra, el cine canadiense continuó creciendo. El National Film Board de Canadá se convirtió en un centro esencial de producción y aumento su financiamiento, enfocado aún a las cuestiones documentales. Dentro de las ramas que impulsó estuvo la animación y el cortometraje. En estas tres zonas consiguió Canadá un reconocimiento mundial en festivales internacionales.
En ese momento, directores ingleses como Stuart Legg y canadienses como Norman McLaren, se dieron a la tarea de experimentar con las formas cinematográficas. McLaren tuvo reconocimiento internacional por sus obras, que tuvieron difusión en México a través de varios organismos diplomáticos y culturales.
Norman McLaren
Durante las décadas de los 50 y 60 la producción cinematográfica avanzó en la región de Quebec con producciones francófonas, pero el nivel general de Canadá se mantuvo en una producción de números bajos y un mercado totalmente doméstico.
El talento humano tenía que emigrar a Estados Unidos o Inglaterra para desarrollarse, como fue el caso de Norman Jewison, Irvin Kershner, Ted Kotcheff y Sidney J. Furie.
Ante esta situación general, el gobierno canadiense reaccionó finalmente en 1967 y decidió impulsar la producción cinematográfica por medio de financiamiento, becas y préstamos. En 1970, en el renglón de ficción, se llegó a la cifra de 25 largomentrajes contra 3 en 1960. El cambio cuantitativo era ya notorio.
Pero no bastaba con aumentar la producción porque el talento creativo emigraba a los Estados Unidos. Fue hasta finales de los 80 y principio de los 90 que Canadá pudo mostrar al mundo una nueva generación de cineastas con la suficiente creatividad como para hablar ya de un cine canadiense fuerte.
Entre 1970 y 1990 llegó cine canadiense a México esporádicamente y se exhibía en el evento de la Muestra Internacional de Cine. Allí se vieron films de Claude Jutra y la presencia de Genevieve Bujold.
Bujold.
Con el Tratado de Libre Comercio el cine canadiense llegó con más facilidad a México y se conocieron los nombres de Denys Arcand, Lea Pool, Michel Brault y Jacques Leduc. Además, hay directores canadienses o que trabajan en ese país que ya tienen nombre internacional: Patricia Rozema, David Cronenberg y Atom Egoyan.
En México se han visto películas de estos tres directores:
- Patricia Rozema (When night is falling / Al caer la noche).
- David Cronenberg (Videodrome - Crash / Extraños placeres).
- Atom Egoyan (Exotica – El Ajustador).
También se vio en México Love & Human Remains / Amor y restos humanos, de Denys Arcand.
Existe además la posibilidad de ver una cinta que contiene 5 cortos de varios directores canadienses, que se han unido alrededor de la figura de Atom Egoyan y que forman una especie de “Grupo de Montreal”. Este “Grupo de Montreal” comparte preocupaciones temáticas y estéticas muy semejantes como se atestigua en la cinta Montréal vu par… que dirigen Rozema, Leduc, Brault, Pool, Egoyan y Arcand.
Además, en la parte actoral, debe mencionarse el surgimiento de Mia Kirshner (actriz principal en Exótica y co-protagonista en Amor y restos humanos). Nacida en Toronto de padre periodista y madre maestra de escuela, Mia saltó a la fama desde Exótica y ahora se roza con lo mejor de Hollywood; por ejemplo, en Mad City en donde es la coprotagonista de Dustin Hoffman y John Travolta.
Este renacimiento del cine canadiense se debe a varios factores. Se ha hablado del apoyo gubernamental, pero se tiene que añadir el impulso educativo y cultural que se le ha dado al cine.
Por el lado educativo se debe mencionar la calidad de sus escuelas y cursos, que van desde lo más sofisticado de la técnica fotográfica y de animación hasta el guionismo. Las ciudades más importantes en este renglón son Vancouver, Montreal, Toronto y Ottawa. Esto ha propiciado una demanda de técnicos y creativos canadienses en la industria norteamericana por la calidad de su preparación.
Por la parte cultural destaca el esfuerzo por educar a la población canadiense en el gozo y placer que se deriva del arte cinematográfico.
La cima de la montaña es la asistencia a dos Festivales Internacionales de Cine: Toronto y Montreal. De hecho, el festival de Toronto es uno de los cuatro más importantes a nivel mundial para el mercado de distribución de películas. Su cercanía a los Estados Unidos permite que se estrenen en el Festival de Toronto muchas cintas que carecen de distribuidores; es allí donde varias compañías internacionales compran derechos de muchas cintas.