Francisco Peña.
Esta cinta de la zona de conflicto de los Balcanes, y no puede escapar a la temática de dicha guerra y sus consecuencias sociales. La cinta es de Yugoslavia (hoy Serbia) y dirigida por Srdan Golubovic.
La guerra sirve como telón de fondo para el conflicto que viven dos hermanos, en una Yugoslavia de postguerra donde lo único que parece funcionar son las mafias criminales, que infiltran la economía, las actividades sociales –incluida la practica del deporte- y permean la vida de los individuos. Tal pareciera que la única respuesta posible ante ese hecho es la violencia personal.
Los dos hermanos Gordic, Sasa e Igor, provienen del deporte. Pero hay una diferencia: Sasa es el hermano más joven y va en ascenso, Igor es una gloria pasada que ha caído en la droga, que vende toda la herencia familiar para mantener su drogadicción entre deudas y amenazas.
Ante la realidad de las mafias criminales y económicas la decencia naufraga en la impotencia de Sasa y la drogadicción de Igor. La crisis se desata cuando Sasa vende el campo de tiro de su propiedad y en donde Sasa entrena con sus compañeros para el Campeonato Mundial de Tiro en París.
La instalación es comprada por un gangster, Runda, que denigra a Igor y sus viejas glorias, y trata de co-optar a Sasa para sus propios fines. Sasa sólo puede ver con impotencia el desplome de su hermano, las amenazas que recibe, la fractura de la mano, las burlas.
A esto se suma la presencia de Neske, viejo compañero de Igor, un capo más fuerte que el mismo Runda, y que juega al gato y al ratón con Igor usando la droga como carnada.
El resultado es que el desesperado Sasa decide tomar la justicia en sus propias manos. Con su capacidad de tirador atenta contra Runda y Neske, pero descubre que ni de esa manera se solucionan los problemas de su hermano, y que él mismo cae por esa vía en la descomposición social que es el telón de fondo de la cinta.
Así, mientras que muchas cintas estadounidenses se concentrarían en la figura del vengador solitario, el director Golubovic ve a Sasa en un contexto más amplio donde se involucran su amigo, su novia, su entrenador, su propio hermano. Con el acierto de que el medio también tiene una presencia particular.
La acción se sitúa entonces en una Belgrado degradada, en conjuntos habitacionales de múltiples departamentos que parecen gallineros, elevadores que funcionan con dificultad, y donde el único signo de bonanza y dinero aparece en los locales de los mafiosos.
El director recurre a elementos cinematográficos comunes a todo film, pero sin estilos visuales hollywoodenses. Parece buscar una especie de naturalismo que en momentos se le escapa de la mano o le resulta contraproducente (la actuación de Vuk Kostic, como Sasa, es en momentos demasiado fría o contenida sin transmitir emociones; Srdjan Todorovic, como Igor, tiene presencia y plasma las emociones contradictorias de su personaje con solvencia).
Al inicio de la cinta Golubovic usa un montaje paralelo para enseñar las actividades de los dos hermanos, con una buena edición y ritmo. Sasa entrena e Igor se droga. Para hacer más contundente el momento, lo remarca con grandes close ups de detalles de los blancos perforados, del rifle, de la mirilla que usa Sasa; los entrelaza también con acercamientos a Igor. Esto remarca la separación de la vida de los dos hermanos por lo que se desprende de su actividad mostrada en pantalla.
El resto de la cinta se va haciendo poco a poco previsible en su historia conforme avanza el tiempo. Se siente entonces que estamos en presencia de un melodrama más que de un thriller o película de suspenso.
Esto da como resultado que Gobulovic se interesa más por las características emocionales de los dos hermanos, en la calidad de su relación, que en regodearse en escenas de acción con Sasa como vengador anónimo. Lo cual no quiere decir que carezca de acción, de situaciones de tensión. Pero en momentos el director no maneja bien los matices del melodrama; la película tiene traspies, por ejemplo, debido a lo desigual de las actuaciones, que repercute en los personajes.
Entonces, el acento cae en la relación fraterna y como se va corrompiendo por la situación social que rodea a Igor hasta implicar profundamente a Sasa.
En un intento por borrar de golpe los problemas de Igor y que recupere la dignidad que ha perdido, Sasa pone en juego todo lo que posee y ama: su prestigio, su deporte, su novia, su mejor amigo.
Pero lo interesante es que la cinta plantea que el esfuerzo es inútil y estéril. La guerra perdida de Serbia ha corroído los valores, ha desgarrado el tejido social, y las víctimas no pueden recuperarse.
Hacia el cierre de la cinta está un diálogo entre hermanos que condensa lo ocurrido en esa sociedad. Igor, campeón y excelente tirador, terminó como francotirador en la guerra. Le aclara a su hermano que cuando regresó del frente y buscó encauzar su vida en su deporte favorito no pudo hacerlo. Cada vez que veía un blanco a través de la mira telescópica de su rifle miraba el rostro de alguien a quien había asesinado. El desfile de rostros, de ejecutados, marca que el tiro ya no es deporte... es la muerte.
Esta idea se plantea desde la primera mitad de la cinta, cuando Sasa desde la ventana de su departamento apunta su rifle a distintos transeúntes; la mira telescópica que apuntaba a blancos deportivos empieza a entrenarse con posibles blancos humanos.
Como remate de la situación, Igor le aconseja a su hermano que no cometa el mismo error y que conserve su amor al deporte como signo de vida. Su destrucción personal es muestra palpable: del deporte y vida a la guerra y muerte; de la imposibilidad de curarse de la guerra a la drogadicción.
De manera global, Tiro al Centro es un melodrama con altibajos, una buena película a secas porque no tiene un control estilístico en toda su duración. Ciertos elementos se escapan o no quedan redondeados.
Pero en general, la obra de Golubovic funciona como una alegoría de la situación de la Yugoslavia desmembrándose (hoy Serbia). Se requiere volver a la vida normal por medio de instituciones y un tejido social más fuerte, no es tiempo de justicias personales que no destruyen a las mafias. Sólo por esa vía valdrá la pena el sacrificio de los muertos en la guerra y los afectados por la misma que aparentan seguir viviendo.
TIRO AL CENTRO / (Apsolutnih sto). Dirección: Srdan Golubovic. País: República Federal de Yugoslavia. Año: 2001. Guión: Srdan Golubovic, Biljana Maksic y Djordje Milosavljevic. Fotografía en color: Aleksandar Ilic. Música: Andrej Acin. Edición: Stevan Maric. Con: Vuk Kostic (Sasa Gordic), Srdjan Todorovic (Igor Gordic), Paulina Manov (Sanja), Sasa Ali (Cvika), Bogdan Diklic (Rasa Knezevic), Milorad Mandic (Runda), Dragan Petrovic (Neske). Producción: Antonia, Bas Celik, Belgrade, Srdan Golubovic, Ana Stanic. Duración: 97 minutos. Distribución: Cineteca Nacional.