07 marzo 2015

Fibra óptica, de Francisco Athié

Francisco Peña.


Cuando se detecta un problema en una red de cómputo cableada con fibra óptica, se realizan lecturas para detectar el punto donde esta la falla: si los conectores están bien entonces el problema está en el cable, en la parte de en medio. Esa es la misma situación que presenta la película “Fibra Óptica”, de Francisco Athié. Su principio y su final son impresionantes, pero la gran falla se ubica en la mitad de la cinta: en partes de su realización y su historia.

Cuando un cable de fibra óptica está roto, la información no fluye y los puntos conectados no se comunican, no se intercambia la información.

“Fibra óptica”, en el punto de arranque de su historia muestra una visión alucinante y reveladora de la ciudad de México. Gracias a la fotografía de Rodrigo Prieto (Premio a la Mejor Fotografía en el Festival de San Sebastián, por “Un Embrujo”) redescubrimos la ciudad en que vivimos y que devela su entorno gracias a una mirada nueva, postmodernista, donde se mezclan las imágenes cinematográficas y televisivas. Una ciudad vista en pixeles cuyas imágenes de La Merced rayan en la abstracción gracias al uso del video. Esta vorágine citadina se nos presenta por medio de una edición dinámica, acelerada y en equilibrio con la imagen cinematográfica.



A partir de este punto de inicio, el espectador queda perfectamente conectado al cable / historia de “Fibra óptica” y espera ansioso las señales que el director nos enviará en el resto del film. Lo primero que llega vía “fibra óptica” es el asesinato de un líder sindical que abraza a su amante brasileña, a quien se le achaca la responsabilidad pasional del crimen. Athié cumple en esta escena la promesa del inicio de la cinta: el asesinato es crudo, descarnado, perfecto en su frialdad y ejecución.

A partir de ese momento se despliegan dos líneas argumentales que se unen en el propósito de salvar a la amante falsamente acusada y descubrir quien fue el autor intelectual. Las dos líneas las representan el periodista Marcos (protagonizado por Roberto Sosa) y un abogado, el Lic. Magaña. Ambos están contratados y coordinados por un personaje que sólo se comunica con ellos por “celular” (Alberto Estrella), que se dedica a jugar con equipos de realidad virtual y es un voyeur por decreto del guión y no por voluntad del personaje.

Marcos trabaja en la sección cultural (“of all places…”) y entrega sus escritos a un editor decadente. Aquí viene la primera falla en el cable de fibra óptica. El guión cae en el lugar común de un editor que es homosexual, y la entrega de textos se realiza en medio de una orgía hetero-bi-homo donde todos están vestidos de griegos… ¿o eran romanos?… en un reventón totalmente gratuito e irrelevante para la historia. Tenemos pues, transmisión de “basura” en la comunicación de datos: caracteres gratuitos que entorpecen la lectura del mensaje transmitido.

La línea argumental del abogado, que en principio se siente del mismo peso que la del periodista, se cierra casi de inmediato con su participación para salvar a la amante encarcelada y luego… simplemente no se desarrolla. Athié se concentra en la historia del periodista – investigador Marcos y su compañera María Ponce (Lumi Cavazos) presentados como pobres diablos clasemedieros al borde de la quiebra económica,


Forzado por el billete, Marcos acepta y celebra haciendo el amor con su compañera, escena donde destaca el juego de iluminación que nos presentan Prieto y Athié. Hasta aquí, el mensaje aún llega al espectador, aunque la fibra óptica ha tenido sus fallitas.

Se inicía la investigación amateur de Marcos que tiene que ser dirigida e impulsada por el “celular”, que corrige y regaña por los errores cometidos. Es este punto donde la narración se alenta y la “fibra óptica” -reconocida por su transparencia, velocidad y mayor ancho de banda en las transmisiones reales- se frena en la cinta para ir apuntando a tiempos muertos dentro de la narración.

En este punto la realización sabotea el concepto de fibra óptica y las acciones / movimientos de los personajes se hacen largas y en momentos se empatan al tiempo real. Adios elipsis, adios montaje dinámico, sólo permanece la calidad de la fotografía de Prieto que no es suficiente para mantener la atención del espectador. Toda esta elección estética contradice y niega la vitalidad del inicio. Hemos llegado al punto donde se ubica la falla en la “fibra óptica”… El cable está trozado y la narración – información ya no fluye: el espectador languidece lentamente.

Lo que se narra es que Marcos y María continúan la investigación del crimen y arman los pedazos gracias a las pistas que encuentran o que son “sugeridas” por el celular. Lo que descubren es un litigio sobre terrenos propiedad del líder y/o el sindicato. Alrededor de los terrenos y del control del sindicato se establece una lucha entre poder regional y poder central representados por la viuda del líder (Angélica Aragón) y el “celular”.

En ese sentido, Marcos y María son sólo píezas del ajedrez entre ambos poderes. La película se estructura entonces alrededor de una descripción de los distintos niveles del poder político, donde el poder mayor puede o no intervenir con una lógica propia desconocida para el ciudadano común, pero cuyo único objetivo es autoperpetuarse como estructura viviente y dominadora.


Pero la historia y la realización fallan en la descripción de este enfrentamiento en varios puntos de la trama de la fibra óptica. Por ejemplo, Marcos y María llegan a un pueblo cercano a las propiedades y enfrentan el silencio de los habitantes. Marcos topa con un testigo que, casualmente, le menciona que tres periodistas ya han muerto en el mismo intento y se encuentran enterrados en alguna parte de esos terrenos. Enmedio del susto, y con la ayuda de una prostituta, su investigación local avanza. Pero la prostituta pide a cambio transladarse a la ciudad, cosa que hace María.

De pronto, Marcos descubre que quienes representan al poder regional han atrapado a la prostituta y la torturan. María, inexplicablemente, ha escapado sin que le hagan un rasguño. En este punto tenemos una falla estructural porque no hay razón para que los matones del poder regional respeten a María o la dejen viva. ¿O es que temen a las represalias del poder central que apoya a Marcos? Esta podría ser la única justificación.

La respuesta es NO, porque en ese momento de la historia sólo una persona del poder regional sabe que Marcos está apoyado por el “celular”: la hija del líder sindical, que desea a Marcos y lo seduce. Por esa razón detesta a María, a quien desea eliminar metafóricamente de la historia al borrar el nombre MARIA PONCE de su computadora. A ese personaje le convenía la muerte de María.

No hay pues razón para que los matones del poder central respeten a María. El error está en la construcción del libreto porque el guionista, en su papel de dios de los personajes, conoce el final y sabe que el remate estará en manos de María. Pero NO justifica el hecho en este momento de la cinta que a María ni siquiera le den una calentadita.

En la parte de la realización visual hay otra relación fallida. La hija del líder está obsesionada por la figura paterna al grado de ser totalmente una Electra. Tiene que hacer el amor con Marcos mientras escucha los discursos del padre en grabadora de una pulgada, o se refleja en su cuerpo las imágenes paternas en pleno discurso gracias al uso de un proyector de 16 mms. En ambos casos pura tecnología VIEJA sin relación con la modernidad de la “fibra óptica”.

Lo que seguramente se buscó fue remarcar el complejo de Electra con imágenes sobrecargadas de significado; pero el objetivo no se logró completamente. Es imposible dejar de relacionar está escena con las imágenes barrocas y saturadas de “El libro de cabecera”, de Peter Greenaway. Resuena el eco en el espectador ilustrado que relaciona ambas cintas, para perjuicio de la obra de Athié.

A todo esto debemos sumar la fractura principal de esta “fibra óptica”, el punto donde el cable se troza. Son los tiempos muertos en los que deambulan Marcos y María, sobre todo hacía el final de la cinta. La narración se empata con tiempo real en las escenas. Pero el problema no es narrar que no pasa nada, o que a un personaje no le ocurre nada… Es que en la pantalla no se muestra algún elemento que haga avanzar la narración.

En ese sentido, aún los “tiempos muertos” de realizadores reconocidos como Anghelopoulos siempre tienen en la pantalla un elemento dinámico que hace avanzar la historia, aunque el tiempo cinematográfico se empate al real y se de paso a grandes trozos de plano-secuencia. En el caso de “Fibra Óptica” todo se detiene por completo. Sus “tiempos muertos” de verdad están muertos.

Otro punto a señalar en una lectura de “Fibra Óptica” es precisamente el concepto y uso de la fibra óptica. En una entrevista de prensa, el director Francisco Athié declaró: “Igual que en la fibra óptica lo importante no es el cable, sino la información que va adentro; en esta película lo importante no es lo que ves, sino lo que pasa entre los personajes que estás viendo, no es lo que se dice, sino lo que no se dice, lo que se intuye es lo importante”.

No estoy de acuerdo. Todo ingeniero, informático o gente informada en el área de cómputo y redes sabe que la fibra óptica REAL actualmente tiene una importancia capital en el desarrollo y expansión de la tecnología. Si se puede transmitir más información con calidad por medio de la fibra óptica es precisamente por la capacidad propia de este medio. Así que SI es importante el cable como elemento para soportar y conectar una red.

De igual forma, en el campo cinematográfico, si importa lo que se ve porque es lo que permite al espectador entender “lo que pasa entre los personajes que estás viendo”. También importa lo que se dice en los diálogos, para poder intuir lo no dicho en el discurso. Por lo anterior, el uso del título “Fibra Óptica” para nombrar a esta película es desafortunado, tanto metafórica como denotativamente, por las expectativas que provoca en el espectador y que no se cumplen.

En el renglón de que el título “Fibra Óptica” haga despertar imágenes de modernidad tecnológica al servicio del poder político también se fracasa. Toda la tecnología mostrada en la cinta no llega a equipararse al funcionamiento real de una instalación basada en fibra óptica real. Como puntales de la tecnología mostrada en la cinta están sólo un celular y monitores de televisión con imágenes de cámaras espías. El juego de Realidad Virtual no se muestra al espectador y es sólo un dato que no se profundiza.

Ambos elementos, telefonía celular y monitoreo televisivo, en el estado en que se muestran en la película, están superados por formas más sofisticadas de captura y transmisión de información que SI están al servicios de poderes políticos reales. Aquí también “Fibra Óptica” no se equipara a la fibra óptica.

De hecho, tampoco la lucha de poderes entre región y centro es acertada. Si el central es todopoderoso técnica y políticamente como para controlar totalmente al regional… ¿qué necesidad REAL tenía de utilizar para sus fines a un personaje como el periodista Marcos? Ninguna. Es pues, otra historia muy diferente la que se debería de contar.

El hecho de recabar la información de Marcos para destrozar al poder regional se contradice en el guión, ya que es el mismo poder central (el “celular”) quien guía a Marcos y lo saca de sus errores. El “celular” ya sabía el fin de la novela porque la estaba escribiendo. Pudo usar recursos más fuertes e inmediatos; el uso y abuso del personaje de Marcos por parte del poder es totalmente inútil como instrumento de presión… cuando mucho es un divertimento, una ociosidad.

Si lo que se pretendía finalmente era una metáfora o una descripción del mecanismo del poder en México y el papel de la prensa en el mismo, la investigación debió ser iniciativa del propio Marcos y que el personaje confrontara en realidad a AMBOS poderes. Si lo que se quería era mostrar la asimilación de la prensa por parte del poder, entonces Marcos debió aceptar las dos ofertas finales (la integración, como Magaña, o el exilio): era lo lógico.

Dentro de toda esta secuencia narrativa, el final de la cinta es también difícil de aceptar por dos razones:

- El argumento busca dar tantas vueltas de tuerca para acorralar a Marcos que el final parece incongruente y sacado de la manga. Luego de todas las complicaciones el dios guionista corta de tajo los problemas con una solución “mágica” o demasiado coincidental para ser verosímil: la caída de un cable de luz.

- Esta herramienta narrativa sacada de la manga permite que el espectador suponga que la información será usada (¡finalmente!) en un periódico para denunciar la verdad de la muerte del líder sindical. Pero después de presentar un poder central casi ilimitado, que observa las acciones de los personajes a través de circuito cerrado, que conoce de antemano las acciones de los personajes… es improbable que no haya calculado las acciones finales de Marcos y María.

Así pues, en la lógica que plantea la película sobre el poder, al que muestra en proceso de perpetuarse e intervenir si le conviene o no, el final debería ser otro. Donde falló el poder regional –matar a los personajes periodistas-, no fallaría un poder central tan aplastante y eficaz como el que se plantea en la obra de Athié.

En síntesis, la instalación de “Fibra Optica” está trozada en una parte del cable argumental, por lo que la información que quiere transmitir se queda atascada en el tiempo muerto de un cable trozado.