27 enero 2016

Luna Papá, de Bakhtiyar Khudojnazarov

Francisco Peña.


Aventuras y desventuras de una adolescente embarazada podría ser el subtítulo alternativo de esta película rusa ambientada en Tajidistán, ex-república soviética.



En un tono de farsa con algunos momentos cómicos, la cinta de Bakhtiar Khudojnazarov es una película más que refleja el caos y desorden interno de Rusia años después de la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética.


Antes, tanto en Muestras como Foros de la Cineteca, se habían proyectado películas que mostraban directamente la descomposición social y política de repúblicas ex-soviéticas, o que era usada como fondo para los conflictos de personajes afectados por ella. Dentro de esta gama de cintas están Vor / El ladrón, de Pavel Chukrai; Asesino, de Darezhan Omirbaev y De monstruos y hombres, de Alexei Balabanov.

El turno toca a Luna Papá, una farsa con remate de realismo mágico, que cae dentro de las cintas que usan el deterioro social como fondo. Pero el enfoque es más ligero y burlón ante las situaciones absurdas.


La adolescente Mamlakat (Chulpan Khamatova, que quiere ser actriz y que admira el teatro, queda embarazada de un supuesto actor del que sólo conoce la voz, pero no el rostro. Su familia la componen únicamente su hermano Nasredin (Moritz Bleibtreu), un retrasado, y su padre.

El padre vende conejos mientras se enfrenta a gavillas armadas con carros blindados, y el hermano replica los vuelos rasantes de un avión de pasajeros manejado por un piloto corrupto con amante en cada pista clandestina.


La consecuencia principal es que la familia es rechazada por la sociedad conservadora de su pueblo, instalado más en la ley musulmana que en la fallida modernidad ex-comunista.

La solución también es conservadora. La opción para la joven es un aborto clandestino o conseguir marido. La primera opción se cierra por la muerte del ginécologo del pueblo, que muere en el fuego cruzado de dos pandillas de mafiosos mientras pide una bebida local.


Todo en broma, todo en farsa, pero se percibe muy bien como la adolescente recorre un medio social en descomposición, donde el dinero es el amo y está escaso. Esto da pie a que la adolescente busque al padre de su hijo en medio de muchas situaciones picarescas donde la norma que impera es la violencia o el ingenio para estafar.

Así, la adolescente Mamlakat se ve envuelta en un absurdo tras otro -que no son tan absurdos si se ve como viven las gentes en una economía informal donde todo se vale para sobrevivir-. Ejemplos abundan en Luna Papá: la falsa ambulancia que paga cinco dólares por transfusión de sangre pero que "se pagan por correo"; fraude evidente para comercializar la sangre sin dar nada a cambio a los donadores. Juegos de cartas que terminan cuando uno de los participantes es arrojado de un tren en marcha. El cabecilla paramilitar y su carro blindado vencidos por la de un padre armado de un revólver.



Todo acontecimiento absurdo es posible en este medio social, hasta el hecho de que dos personajes antagónicos mueran ahogados en el momento de su reconciliación cuando literalmente les cae un toro del cielo en el muelle donde festejan.

La crítica se desarrolla, pues, como una obra de teatro. Cada cuadro social que muestra Luna Papá enseña una situación caótica con ausencia de autoridad. El hilo que une esos cuadros es Mamlakat y el problema de su embarazo, cuya solución es un casamiento conservador, siempre frustrado.

Para cuando el director Khudojnazarov juzga que es momento de terminar su película, ya queda claro al espectador que la situación rusa no tiene solución posible o inmediata. Sólo queda reaccionar con humor o esperar una solución mágica, digna del mejor realismo mágico salido de la obra del colombiano Gabriel García Márquez.


La cinta también se apoya en imágenes muy hermosas del lugar, del pueblo y del mar, que sirven como respiros para el espectador ante la farsa de las situaciones ilógicas que se suceden una tras otra.

Pero llega un momento en que el espectador siente que Luna Papá no aporta nada nuevo ni en su realización ni en las situaciones que narra.

Las repúblicas ex-soviéticas se han sumergido en situaciones absurdas al derrumbarse un sistema ideológico -que tenía sus propias farsas codificadas- y caer en el capitalismo salvaje; pero cualquier latinoamericano es experto conocedor de esos absurdos, contradicciones y farsas porque las ha vivido desde tiempo atrás.


El espectador latinoamericano ha pasado por situaciones semejantes, las ha vivido con humor, con estoicismo, con ira, mucho antes que otros segmentos de la sociedad rusa.

Por eso se siente que Luna Papá no transciende ni va más allá del reconocimiento de situaciones semejantes entre la cinta rusa y lo que vive a diario el cinéfilo. Por lo tanto, el espectador puede permitirse frente a esta película unas cuantas risas y muchos bostezos de aburrimiento.


Producción: Prisma Film, Pandora Film, Thomas Koerfer Film, NTV-Profit, Les Films de L’Observatoire, Euro Space, Thomas Koerfer, Philippe Avril, Igor Toulstonov Dirección: Bakhtiyar Khudojnazarov Guión: Irakli Kwirikadze, Bakhtiyar Khudojnazarov Año: 1999 Fotografía en Color: Martin Gschlacht, Rotislav Pirumov, Dusan Joksimovic, Rali Ralchev Música: Daler Nasarov Edición: Kirk von Heflin, Evi Romen Intérpretes: Chulpan Khamatova (Mamlakat), Moritz Bleibtreu (Nasreddin), Ato Mukhamedshanov (Safar), Merab Ninidze (Alimzan), Nikolai Fomenko (Yassir) Duración: 106 minutos Distribución: Latina