06 enero 2016

Código da Vinci, El / The Da Vinci Code, de Dan Brown

El Código de todos conocido.

Francisco Peña.


En las alas del escándalo mediático que la precede, llega a México El código Da Vinci para revelarnos la última coca del desierto: un código ya de todos conocido.

La película está basada en el libro de Dan Brown, que rebasa los 800 mil ejemplares vendidos tan sólo en EU. El escándalo provocado por libro y película tiene tres raíces.


La primera es religiosa: Cristo se casó con María Magdalena, tuvieron una hija y escaparon a Francia; entre sus descendientes divinos estuvieron los reyes de Francia –dinastía merovingia-. La segunda: hasta la fecha existe una conspiración para ocultar esa "verdad". La tercera: Dan Brown afirma que sociedades secretas, rituales, codificaciones en arte e ideas anteriores son hechos históricos y punto, que él "revela" en la novela.


Por menos que eso, Salman Rushdie (Los versos satánicos) tiene en su contra la fatwa o edicto de pena de muerte dirigido en su contra por el ayatola Jomeini. Hoy Dan Brown camina libremente por las calles y nadie le ha tocado un pelo. El catolicismo no persigue a sus detractores literarios con coches bomba ni incita a sus creyentes al asesinato de autores, editores y dibujantes en sus oficinas editoriales.

Con menos reflectores apuntados, historiadores y escritores de todo tipo ya dinamitaron las tres columnas del Código Da Vinci: su rollo mareador ya era conocido.


Al menos se han escrito diez libros diferentes desmintiendo una o las tres premisas con las que nos cotorrea Dan Brown. La iglesia católica desestimó las aseveraciones y ha mandado distintos representantes a los programas de tv para dar su versión. Este punto ha provocado el escándalo más evidente, paralelo al del texto gnóstico El evangelio de Judas. Pero no es el escándalo más serio contra el autor.

Dan Brown fue demandado por los tres autores del libro La santa sangre y el santo grial (Baigent, Leigh, y Lincoln, 1982) aunque la demanda no fue aceptada en tribunales.



Hace más de una década plantearon que "el santo grial... era la estirpe y los descendientes de Jesús, la sangre real que custodiaban los Templarios... Al mismo tiempo, el santo grial tenía que ser, literalmente, el receptáculo que había recibido y contenido la sangre de Jesús, En otra palabras, tenía que ser el vientre de la Magdalena", según afirman.

Al igual que lo escrito en El evangelio de Judas son ideas que han surgido desde los orígenes del cristianismo, que las iglesias cristianas abiertas (eXótericas) han refutado desde antes del Concilio de Nicea cuando se consolidaron la mayoría de los dogmas cristianos. Es decir, lo que plantea Brown no es ninguna novedad histórica ni revelación que ponga en riesgo su vida. Claro, cada quién está en libertad de creer una cosa u otra, o no creer nada de ésto.



En cuanto a los mecanismos reales detrás de estas ideas heterodoxas, de cómo surgen situaciones históricas objetivas que se interpretan como conspiraciones según la gente vea lo que quiere ver aunque sea falso, quien si "revela" lo que sucede es Umberto Eco.


En El péndulo de Foucault, Eco desnuda la verdad detrás de El código Da Vinci y de Dan Brown, para los crédulos que ahora hacen peregrinaciones a los edificios mencionados en su libro como antes lo hicieron a la Gran Pirámide.

Los tres personajes de la novela de Eco mezclan una serie de aseveraciones esotéricas de chile, de limón y de manteca en una computadora (Abulafia) para que, al azar, ordene los datos. Así, se revuelven en un cóctel Kabala, sefiroths, templarios, jesuitas, nazis, catedrales... y claro, grial, Jesús, Magdalena y reyes merovingios franceses. Los personajes crean así un Plan que ellos saben que es falso, que no existía hasta que ellos lo "cuajaron" como se escribe una novela de ficción. El Plan es resultado de su imaginación y de la mezcla de un rompecabezas de piezas que no embonan.


Al inicio de la novela se burlan de su propia historia, como quién escribe un cómic sólo para divertirse. Hasta que se encuentran con eSotéricos de distintas creencias, contrapuestas entre sí, que quieren poseer el plan por "verdadero" y "destinado" a ellos. 


Umberto Eco señala el talón de Aquiles que está detrás de El código Da Vinci de hoy, de Las profecías de la Gran Pirámide (de Rodolfo Benavides -el mundo ya acabó según la cronología que descubrió en la pirámide-), las profecías mayas y laicas del año 2000 (estamos en 2016: todos estamos muertos pero no lo sabemos), los programas de tv amarillistas sobre Nostradamus (no hubo guerra nuclear en 1999), y otros productos comerciales por el estilo.


Eco, entre muchas citas de libros esotéricos en El péndulo de Foucault, desliza hacia el final una de Karl Popper:

"La teoría social de la conspiración... es una consecuencia de la desaparición de Dios como punto de referencia, y de la consiguiente pregunta: "¿Quién lo ha reemplazado?".


En un mundo sin sentido donde no sabemos que va a pasar en una hora, la búsqueda de certidumbres ocultas que expliquen la realidad es como tener sed en el desierto. Cuando se encuentra algo en que creer, se cree hasta lo más absurdo; mejor si es para unos pocos que se "salvarán" y uno está entre ellos. O bien, creer en un cóctel diseñado para hacer ricos a los involucrados, expuesto en El código Da Vinci, que revela el sentido de nuestras vidas como controladas por una conspiración (inexistente) que nos ha sido "revelada" para que seamos libres, aunque todos ya la conocíamos.