El País, diario de España
"Si nos reconciliamos con Alemania, nos podemos reconciliar con Rusia". Andrzej Wajda.
El reciente estreno en la televisión rusa de la película Katyn (2007), sobre el exterminio de la élite militar polaca por la policía secreta de Stalin en 1940, ha sido considerado como un gesto sin precedentes de Rusia hacia Polonia y un paso clave en el camino hacia la reconciliación de dos viejos enemigos. El responsable del filme, el director polaco Andrzej Wajda, entonces de 84 años, no daba crédito cuando se enteró de que la película se había emitido en Rusia y cree que se están dando las condiciones para que Varsovia y Moscú puedan normalizar sus relaciones.
En una entrevista en los Estudios Akson de la capital polaca -tres días después del accidente aéreo en el que perdió la vida del presidente polaco, Lech Kaczynski, junto con decenas de altos cargos políticos y militares justo cuando se dirigían al recordar a las víctimas de aquella matanza-, Wajda se declara optimista respecto a la posible reconciliación entre ambos países y afirma que, aunque Polonia ha avanzado considerablemente, todavía está presa de algunos lastres del pasado.
Pregunta. ¿Es posible la reconciliación con Rusia?
Respuesta. Todo lo que se está haciendo desde Moscú apunta a la posibilidad de una reconciliación. Ojalá la matanza de Katyn quede pronto aclarada. Si nos reconciliamos con Alemania, nos podemos reconciliar con Rusia. Creo que es muy posible.
P. ¿Su película se ha convertido en un elemento de acercamiento entre ambos países?
R. Si es así, habrá que situarla como una pieza de un rompecabezas más complejo y amplio: la actitud de los ciudadanos rusos frente a los crímenes del estalinismo. Si Moscú está dispuesto a una cierta revisión de lo sucedido en la Unión Soviética, la reconciliación con Polonia es bastante posible. Estuve en Katyn el 7 de abril, cuando el primer ministro polaco, Donald Tusk, y el ruso, Vladímir Putin, rindieron homenaje a las víctimas de aquella matanza. Hay que enfrentarse al pasado estalinista.
P. ¿Cómo vivió la emisión de su película Katyn en el canal temático Kultura de la televisión rusa, el 2 de abril?
R. Me quedé estupefacto. Jamás habría imaginado, jamás, que Katyn fuera emitida en la televisión rusa. Habían comprado la película hace un año y no pensé que la llegaran a programar... Al final fue en un canal temático de audiencia limitada, pero lo hicieron. Pero lo que me pareció totalmente increíble es que la emitieran el domingo pasado en la televisión pública, con millones de telespectadores, y en horario de máxima audiencia. Me quedé boquiabierto.
P. ¿Es posible que Rusia abra los archivos secretos de la época o que llegue a pedir perdón oficialmente por Katyn?
R. Podría ser. Se puede decir que se están dando pasos en esa dirección y las cosas no pasan por casualidad; están pensadas de antemano.
P. Su padre fue uno de los 22 mil militares ejecutados en el bosque de Katyn en 1940. ¿Qué fue lo peor de aquella matanza?
R. Primero, el asesinato de la élite de todo un país. Catedráticos, profesores, médicos, policías... Los más formados fueron ejecutados. Fue muy doloroso. Es algo que está en mi corazón y seguirá allí siempre. Segundo, la mentira fue también horrible. Durante la dictadura comunista no se pudo hablar del asunto.
P. Algunos comentaristas comparan la matanza de Katyn con el accidente del sábado, puesto que en el avión iban miembros de la élite del país. ¿Está de acuerdo?
R. No es comparable. Ni en el número de muertos, ni en las circunstancias de las muertes. En 1940 fueron asesinados y, en el segundo caso, se trata de un accidente. Claro que en lo personal todos son insustituibles.
P. La reacción en Polonia a la tragedia aérea ha sido de unidad, por encima de las ideologías, para recordar a las víctimas del accidente. ¿Cree que esa actitud se consolidará?
R. Hemos reaccionado de forma muy emocional y habrá que ver si ese espíritu es viable a largo plazo.
P. En otoño de 2007, cuando hubo un cambio de Gobierno y Jaroslaw Kaczynski, el hermano del presidente fallecido, perdió las elecciones, usted parecía albergar la esperanza de que una nueva Polonia acababa de nacer. Kaczynski había centrado su política en perseguir el pasado comunista y defender los valores tradicionales. El nuevo primer ministro, Donald Tusk, prometía una renovación. ¿Le ha decepcionado?
R. Siempre he sido muy escéptico. Antes y ahora. Pero sigo apoyando a la Plataforma Cívica. El ambiente político se ha calmado. Ya no se persigue a la gente por su pasado comunista. Y nos hemos acercado a la Unión Europea. Ha habido bastantes cambios, pero aún hay restos de lo antiguo, del pasado, como el Instituto para la Memoria Nacional [donde los historiadores rebuscan en los archivos de la policía secreta comunista]. Todavía no estamos ante una nueva Polonia. Para una renovación total habrá que esperar a las siguientes elecciones.