30 diciembre 2016

Precio del Éxito, El / Celebrity, de Woody Allen

Francisco Peña.


¿Un film de Woody Allen sin Woody Allen es Woody Allen? Esta es la primera pregunta que surge en el cinéfilo luego de ver "Celebrity / Celebridad / El precio del éxito", del realizador norteamericano.



Luego de ver "Deconstructing Harry / Los enredos de Harry", un film brillante e incluso innovador por proponer algunas nuevas formas cinematográficas, "Celebrity" se antoja como una película de descanso por parte del cineasta, que de nuevo nos presenta su universo plagado de seres normales medio neuróticos y contradictorios mezclados con la élite snob y creativa de Nueva York.

En ese sentido, "Celebrity" conserva los rasgos de toda creación de Allen: un buen guión, la fuga continua de situaciones absurdas, los diálogos brillantes entre los personajes y una excelente fotografía (en esta ocasión en blanco y negro) a cargo del sueco Sven Nykvist (con el que cerró su carrera cinematográfica Ingmar Bergman).


En síntesis, es una buena película digna de su producción normal, pero que no llega a ser de la serie de sus mejores obras como "Zelig", "La rosa púrpura del Cairo", "Manhattan", "Balas sobre Broadway" o la mencionada "Los enredos de Harry". En ese sentido, se emparenta con cintas más sencillas como "Broadway Danny Rose", por ejemplo.

Pero los cinéfilos en general, y los que gustan de Woody Allen en particular, se encuentran con el hecho de que Allen no aparece como actor en esta cinta, pero su personaje clásico si permanece dentro de la obra. El lugar del actor Allen que personifica al personaje Allen es ocupado por el actor y director británico Kenneth Branagh -propagador una tendencia que desea una Nueva Era de signo obscuro (los que difunden la tendencia luminosa podrían reflexionar sobre este punto y este actor).


Branagh encarna al personaje escritor Allen - Lee, que tiene las mismas características de cintas anteriores. Un escritor que sobrevive y aspira a un cambio radical en su vida, tanto amorosa como creativa, que lo lleve a la plenitud del sexo, a la celebridad y fama que Nueva York concede a unos pocos elegidos.

Allen - Lee, el escritor al borde del fracaso y con un divorcio encima, reconoce su crisis cuarentona en medio de una fiesta con sus antiguos compañeros de secundaria. Todos son (y quienes no lo hayan vivido ya lo sabrán a su tiempo) muy distintos de lo que eran entonces. Las bellas de la clase "se convirtieron en su mamá" y todos están gordos o calvos o simplemente viejos. Lee no quiere eso y busca desesperadamente afirmarse tanto sexual como existencialmente, en medio de los diálogos sobre terapeutas y psicoanalistas.


Allí comienza la ruptura con su esposa y la búsqueda de una nueva compañera sexual, de la cual no tiene una idea clara, lo que lo lleva a involucrarse con cuanta falda le pasa por enfrente: desde actrices famosas que eran vulgares adolescentes precoces (Melanie Griffith) pasando por supermodelos (Charlize Theron), editoras de libros (Famke Janssen) e incipientes actrices de teatro (Winona Ryder). Cada uno de estos encuentros tiene el sello del personaje de Allen como la inseguridad, el diálogo atropellado, la torpeza en la seducción de la amada, el delirio cómico intelectual.

Dos secuencias son clásicas y dignas del universo narrativo de Allen. La primera es toda la relación que sostiene Lee - Allen con la supermodelo rubia, en donde se muestra la fragilidad y deseo sexual de Lee frente a una mujer que está más allá de él, y que termina con un jugador de basquetbol mientras él le procura una medicina. La segunda es cuando Lee decide abandonar a la editora Bonnie para relacionarse con la actriz Nola, donde se muestra de nuevo la brillantez con que Allen maneja las situaciones absurdas y los diálogos.



También Allen plantea la vida paralela que establece la ex-esposa de Lee, Robin Simon (Judy Davis) luego de su divorcio, lo que la lleva a conocer un productor de TV, abandonar su boda con este personaje porque es demasiado perfecto para ser real y desparramar su neurosis por toda la pantalla. El clímax cómico de este personaje se da durante su consulta a una prostituta para aprender nuevas técnicas sexuales, que rematan con un plátano atragantado en la garganta de la maestra.


Todo lo que se ha descrito siempre ha estado dentro del universo fílmico de Allen, pero ahora entra un nuevo elemento: el actor Branagh en un papel que siempre encarnó Woody Allen. Y es allí donde está el negro en el arroz, o el blanco en los frijoles.

Branagh trata de recrear el personaje de Allen como si fuera el actor Allen, y sus movimientos, forma de hablar e inclusive de tartamudear recrean o copian al actor Allen. El resultado no es halagador y se siente perfectamente el "miscast", se percibe que el actor está por debajo del personaje a pesar de una excelente técnica actoral.


Branagh, rechonchín y cuarentón, no proyecta nunca la inseguridad, fragilidad y humanidad que el actor Allen daba a su personaje. Los deseos sexuales de Allen se veían desmedidos frente a las frondosas mujeres simplemente por su propio físico. Eso era el punto de partida para hacer aún más evidentes las debilidades del personaje Allen frente al mundo que lo rodeaba. Branagh, en este caso, se ve simplemente como un viejo rabo verde, un ligador al cual no se le observa el encanto por el cual lo aceptan las mujeres.

A partir de este punto, los chistes y los diálogos brillantes caen porque están hechos alrededor de un actor que no puede encarnar en forma adecuada su personaje. En lugar de ser tierno en medio de la idiotez personal o general, Branagh proyecta estupidez simplemente. El drama existencial que subyace a la comedia se diluye porque no hay cuerpo actoral que sostenga las contradicciones del personaje.



La escena del cuarteto sexual, con Leonardo di Caprio, sería excelente con el actor Allen, sus lentes y sus temores; mientras que el rechonchín Branagh navega en esta escena sin poder dar a entender al público el por qué le asusta la homosexualidad. Este ejemplo puede extenderse a todas las situaciones en donde el personaje aparece en la película.

En síntesis, Branagh no es creíble como la encarnación del personaje Lee - Allen. Esto juega contra toda la comicidad de la cinta porque jamás adquiere la intensidad que pudo tener en el guión. Si Woody Allen busca quien lo substituyera en el papel de Allen en el cine, no debe ser Branagh el camino a seguir.

El problema de Branagh como Allen - personaje se extiende a toda la cinta y contamina la temática central que se aborda: la celebridad y sus efectos en quienes la viven, en quienes la desean y en quienes viven a su alrededor sin poseerla. La fuerza con la que se pudo mostrar baja mucho de intensidad por Branagh; mientras que la subtrama de la ex-esposa Robin (Judy Davis) si se expresa adecuadamente en la pantalla con la neurosis suficiente. Robin pasa al universo de Allen, Lee se queda estrellado en su Aston Martin contra un aparador, abandonado por la modelo y por el público.

Por lo anterior, "Celebrity" es perfectamente visible, pero el espectador debe bajar un poco su expectativa y dejar que Branagh le de gato por liebre. Después de todo, esperemos que regrese el auténtico Allen a encarnar el personaje de Allen.

EL PRECIO DEL EXITO / CELEBRITY. Estados Unidos. PRODUCCION: Sweetland Films, Jean Doumanian, Richard Brick. DIRECCION: Woody Allen. GUION: woody Allen. AÑO: 1998. FOTOGRAFIA EN BLANCO Y NEGRO: Sven Nykvist. EDICION: Susan E. morse. INTERPRETES: Hank Azaria (David), Kenneth Branagh (Lee Simon), Judy Davis (robin Simon), Leonardo DiCaprio (Brandon Darrow), Melanie Griffith (Nicole Olivier), Famke Janssen (Bonnie), Joe Mantegna (Tony Gardella), Winona Ryder (Nola), Charlize Theron (supermodelo). DURACION: 113 minutos. DISTRIBUCION: Gussi - Artecinema