Especial de El Arco, de Kim Ki-duk.
Film Paradigma ofrece a sus lector@s su segundo Especial sobre un film. Desde dos aristas femeninas se enriquece la visión de esta cinta que ambas escritoras consideran relevante: EL ARCO, de Kim Ki-duk.
Dos textos que se acercan a un espacio humano muy delimitado, donde los personajes se acompañan en mutua soledad y se concentran las emociones. Los artículos de Angélica Ponce y Patricia Farías buscan generar una perspectiva global que beneficie a las lectoras y lectores cuando vean la película en cuestión.
En la mayoría de los casos, el Especial presupone que la cinéfila o el cinéfilo ya ha visto previamente la película por lo que conoce el desenlace de la narración. De esta forma, se abordan aspectos en detalle, por lo que hay "spoilers" de la historia en todos los textos e incluso se analiza el final.
EL ARCO, por Angélica Ponce. EL ARCO, por Patricia Farías.
Film Paradigma espera que disfruten de este Especial.
30 junio 2015
29 junio 2015
Deseando amar / In the mood for love, film de Wong Kar Wai. Por David Guzmán
Por David Guzmán.
Recordando lo que dijo Viviana en un post ‘La mano que mece…los filmes’, a veces me planto a ver una película en casa con una actitud ya de cinismo ó tal vez de escepticismo de que lo que veré será algo que realmente me sorprenda. Ayer, regresando del trabajo ocurrió que me senté a ver ‘Deseando Amar’ / In the Mood for Love de Wong Kar Wai (WKW). No la había visto, a pesar de encontrarme frecuentemente el DVD en las tiendas de video. Y creo recordar que el único acercamiento que había tenido con el trabajo de este director chino era una película que se llama ‘Happy Together’, vista también en DVD hace ya algunos años.
La experiencia con ésta última cinta, no fue –si mi memoria no me traiciona- relevante. Acaso recuerdo las desventuras de estos dos seres que, como dice esa frase popular: No pueden vivir sin estar juntos pero cuando lo están, tampoco. Era esta mínima emoción que yo recordaba del film la que me hizo dejar de lado la filmografía de Womg Kar Wai y por ende, hacer caso omiso tanto de ‘In the Mood for Love’ como de ‘2046’. Grave error.
Fue gracias a la blogósfera nuevamente que me encontré con la insistencia de este nombre. Y esta insistencia era tal que tuve que ceder a ver qué era lo que me he estado perdiendo estos últimos años. Se trataba de concederle otro voto de confianza. No contaré la experiencia de ver primero ‘2046’ en este momento, pues tengo la intención de sentarme a narrar mis impresiones sobre ella con más calma, aunque desde ahora presienta que cualquier cosa que yo diga, no le hará justicia. Pero obviamente el resultado de esa primera visión fue tal, que derivó que corriera a conseguir ‘Deseando Amar’, que ya me espere en el estante ‘Angeles Caídos / Fallen Angels’ y que vía mensajería vengan del otro lado del atlántico Chunking Express y Days of Being Wild, todas de Wong Kar Wai.
Desde que adquirí ‘Deseando Amar’ hace una semana, estuve dejándola a un lado porque tenía la sensación de que la experiencia sería gratificante y deseaba estar en el mood correcto. Ayer me animé. Llegué a casa, apagué luces nuevamente como un viejo ritual que sigo cada que pretendo ensimismarme con un film y pensé: “Veámosla pues…”
La trama, que tomo descaradamente de Zinema.Com (la explican mejor que yo, ustedes perdonen), trata de lo siguiente:
Hong Kong, 1962. Chow (Tony Leung), redactor jefe de un diario local, y su mujer se mudan a un inmueble habitado principalmente por la comunidad de Shanghai. Chow conoce a Li-zhen (Maggie Cheung), una joven que acaba de instalarse también en el edificio junto con su esposo. Ella es secretaria en una firma de exportación y su marido es representante de una empresa japonesa para la que continuamente está en viaje de negocios. Como su propia mujer se encuentra también a menudo fuera, Chow pasa cada vez más tiempo en compañía de Li-zhen. Quedan a menudo con sus caseros para jugar al mahjong o hablar del último cotilleo. Chow y Li-zhen se hacen buenos amigos. Un día, deberán enfrentarse a los hechos: sus respectivos cónyuges están teniendo una relación amorosa.
De inicio repito, sólo me dediqué a observar el devenir de ambos personajes, pero hay algo que me inquieta y no lo percibo. Hay algo distinto, esas tomas… ver sólo zapatillas atravesando el pasillo, una parte de su entallado vestido, como fuera de cuadro. Y de repente, cámara lenta…cuerpos que se rozan y esa música…esa música hipnotizante de Michael Galasso. Algo me aprisiona en mi asiento… ¿qué es esto?, ¿qué me cambia el semblante y me deja perplejo? Una carga directa de adrenalina a mi cabeza, a mis emociones. El tiempo se detiene, las miradas, los diálogos, colores y texturas. Otro momento, el leit motiv que se repite -claro- una y otra vez dándole forma y grosor apabullante a la cinta; ¿canciones en español en una película china?, ¿qué es esto?... ¿qué es?...es una delicia, un reencuentro con un director que destila genialidad.
Me siento enamorado como los personajes de el Sr. Chow y Li-Zhen y al mismo tiempo atormentado por este amor en silencio entre ellos que amenaza con desatarse en el film y salir de la pantalla. Momento que no llega porque “ellos no caerán en lo que hicieron sus parejas”, aunque el amor los queme por dentro. Es arte. Lo siente mi cuerpo, mis sentidos. Me siento rebasado y me compenetro de tal forma que tiemblo cuando veo el roce de la mano de él sobre el brazo de ella.
Ahora comprendo, Wong Kar Wai, ahora comprendo.
Recordando lo que dijo Viviana en un post ‘La mano que mece…los filmes’, a veces me planto a ver una película en casa con una actitud ya de cinismo ó tal vez de escepticismo de que lo que veré será algo que realmente me sorprenda. Ayer, regresando del trabajo ocurrió que me senté a ver ‘Deseando Amar’ / In the Mood for Love de Wong Kar Wai (WKW). No la había visto, a pesar de encontrarme frecuentemente el DVD en las tiendas de video. Y creo recordar que el único acercamiento que había tenido con el trabajo de este director chino era una película que se llama ‘Happy Together’, vista también en DVD hace ya algunos años.
La experiencia con ésta última cinta, no fue –si mi memoria no me traiciona- relevante. Acaso recuerdo las desventuras de estos dos seres que, como dice esa frase popular: No pueden vivir sin estar juntos pero cuando lo están, tampoco. Era esta mínima emoción que yo recordaba del film la que me hizo dejar de lado la filmografía de Womg Kar Wai y por ende, hacer caso omiso tanto de ‘In the Mood for Love’ como de ‘2046’. Grave error.
Fue gracias a la blogósfera nuevamente que me encontré con la insistencia de este nombre. Y esta insistencia era tal que tuve que ceder a ver qué era lo que me he estado perdiendo estos últimos años. Se trataba de concederle otro voto de confianza. No contaré la experiencia de ver primero ‘2046’ en este momento, pues tengo la intención de sentarme a narrar mis impresiones sobre ella con más calma, aunque desde ahora presienta que cualquier cosa que yo diga, no le hará justicia. Pero obviamente el resultado de esa primera visión fue tal, que derivó que corriera a conseguir ‘Deseando Amar’, que ya me espere en el estante ‘Angeles Caídos / Fallen Angels’ y que vía mensajería vengan del otro lado del atlántico Chunking Express y Days of Being Wild, todas de Wong Kar Wai.
Desde que adquirí ‘Deseando Amar’ hace una semana, estuve dejándola a un lado porque tenía la sensación de que la experiencia sería gratificante y deseaba estar en el mood correcto. Ayer me animé. Llegué a casa, apagué luces nuevamente como un viejo ritual que sigo cada que pretendo ensimismarme con un film y pensé: “Veámosla pues…”
La trama, que tomo descaradamente de Zinema.Com (la explican mejor que yo, ustedes perdonen), trata de lo siguiente:
Hong Kong, 1962. Chow (Tony Leung), redactor jefe de un diario local, y su mujer se mudan a un inmueble habitado principalmente por la comunidad de Shanghai. Chow conoce a Li-zhen (Maggie Cheung), una joven que acaba de instalarse también en el edificio junto con su esposo. Ella es secretaria en una firma de exportación y su marido es representante de una empresa japonesa para la que continuamente está en viaje de negocios. Como su propia mujer se encuentra también a menudo fuera, Chow pasa cada vez más tiempo en compañía de Li-zhen. Quedan a menudo con sus caseros para jugar al mahjong o hablar del último cotilleo. Chow y Li-zhen se hacen buenos amigos. Un día, deberán enfrentarse a los hechos: sus respectivos cónyuges están teniendo una relación amorosa.
De inicio repito, sólo me dediqué a observar el devenir de ambos personajes, pero hay algo que me inquieta y no lo percibo. Hay algo distinto, esas tomas… ver sólo zapatillas atravesando el pasillo, una parte de su entallado vestido, como fuera de cuadro. Y de repente, cámara lenta…cuerpos que se rozan y esa música…esa música hipnotizante de Michael Galasso. Algo me aprisiona en mi asiento… ¿qué es esto?, ¿qué me cambia el semblante y me deja perplejo? Una carga directa de adrenalina a mi cabeza, a mis emociones. El tiempo se detiene, las miradas, los diálogos, colores y texturas. Otro momento, el leit motiv que se repite -claro- una y otra vez dándole forma y grosor apabullante a la cinta; ¿canciones en español en una película china?, ¿qué es esto?... ¿qué es?...es una delicia, un reencuentro con un director que destila genialidad.
Me siento enamorado como los personajes de el Sr. Chow y Li-Zhen y al mismo tiempo atormentado por este amor en silencio entre ellos que amenaza con desatarse en el film y salir de la pantalla. Momento que no llega porque “ellos no caerán en lo que hicieron sus parejas”, aunque el amor los queme por dentro. Es arte. Lo siente mi cuerpo, mis sentidos. Me siento rebasado y me compenetro de tal forma que tiemblo cuando veo el roce de la mano de él sobre el brazo de ella.
Ahora comprendo, Wong Kar Wai, ahora comprendo.
21 junio 2015
Gran chico, Un / Niño Grande, Un / About a boy, de Chris y Paul Weitz. Por David Guzmán
Por David Guzmán.
Artículo publicado originalmente en 2007.
Hace algunos meses me sorprendió la declaración del actor Hugh Grant, que giraba en torno a su retiro definitivo de la actuación. Grant de 47 años, sostenía que actuar ante una cámara cinematográfica es una tortura que lleva soportando desde hace muchos años; sin embargo a pesar de estas declaraciones, el actor sigue trabajando y da gusto verlo en este tipo de comedias sencillas y agradables en las que sabe desenvolverse estupendamente.
Un gran chico es el nuevo trabajo de los hermanos Paul y Chris Weitz y en principio les confieso que el antecedente que traían de ser los realizadores de American Pie, no me motivaba mayormente para desear ver la película; pero la cinta es encantadora y con destellos de una inteligencia y candor que en lo personal, no había visto en los trabajos anteriores de este par de realizadores que incluyen títulos tan disparejos como la antes mencionada ó Cambio de Cuerpo (Down to Earth), esta última con el comediante Chris Rock (una cinta que no debería verse ni en los autobuses ADO GL, así de mala es).
Con un gran reparto que incluye a la actriz Toni Collete (que actuó en otra delicia llamada Little Miss Sunshine), Rachel Weisz y el pequeño Nicholas Hoult, Un gran Chico está basada en la novela británica de Nick Hornby (el mismo que escribiera Alta Fidelidad y que en cine protagonizara John Cusack) y narra las peripecias que ocurren en la vida de Will -interpretado por Hugh Grant-, un inmaduro solterón de 38 años y mujeriego empedernido que es capaz de inventarse un hijo con tal de acceder a un círculo de madres solteras para relacionarse con alguna de ellas sin que exista el problema de contraer compromisos indeseados que le compliquen su soltería.
Will descubre que por las características de estas mujeres, solitarias y con gran necesidad de cariño, son ideales para hacerse de compañía sin que existan ataduras sentimentales y largos periodos de conquista como en las relaciones ordinarias y esta situación le facilita abordarlas, por lo que en cuanto surge la oportunidad, se presenta a una reunión de padres solteros y conoce a Suzie (Victoria Smurfit) a quien empieza a tratar y quien finalmente provocará que conozca a un niño muy especial: Marcus, hijo de Fiona (Toni Collete), un remedo de hippie vegetariana y una de las mejores amigas de Suzie.
Marcus, niño retraído y solitario es objeto continuo de burlas en la escuela por el lazo afectivo tan fuerte desarrollado con su madre; tiene además que cargar con el peso del miedo constante por las depresiones severas de Fiona, que han propiciado que esta última intente suicidarse en más de una ocasión. El chico está en búsqueda de la figura paterna, de ese tercer miembro para que la familia funcione como tal.
El pequeño actor Nicholas Hoult, personifica a Marcus y fue seleccionado de un casting de más de 100 niños. Marcus viste suéter multicolor a rayas horizontales, zapatos pasados de moda, le gustan las canciones antiguas, posee una extraña y fascinante madurez que muy raramente se da en los niños de su edad y cuya convivencia con Will provoca -sin querer-, que el solterón comience a experimentar lentamente un proceso de maduración que le dará un nuevo sentido a su vida.
Una presencia a destacar, aunque breve, es la de Rachel Weisz (The Fountain dirigida por su esposo Darren Aronosfky), encantadora y mágica. Hay actrices que con su personalidad tan femenina dotan de momentos especiales a las películas; Will por fin se da cuenta al conocerla, que el estilo de vida que lleva es intrascendente, vacío y trata de conquistarla, aunque ello suponga el despojarse de caretas y actitudes superficiales que no encajan con la personalidad de Rachel.
Es fácil suponer que esta comedia inglesa nos gane al estar protagonizada por un niño ya que ocurre con mucha frecuencia que los pequeños se roban la pantalla aunque exista detrás el nombre de una estrella consagrada, pero eso no ocurre aquí. Grant está espléndido, mostrando un carisma excepcional y logra que creamos totalmente su papel del tipo desenfadado y sin trabajo (sobrevive gracias a las regalías heredadas por su padre de una canción navideña) y que entre otras cosas, gusta de comprar discos compactos, ver diariamente un programa de concursos por televisión, vestir siempre impecable y cuidar religiosamente el aspecto de su cabello.
Siento especial conexión con películas que cuentan la historia en primera persona (con voz en off), algo se mueve internamente pues propician un ambiente de calidez y una identificación del personaje principal con el espectador que provoca momentos de cercanía e intimidad y uno no puede dejar de compenetrarse con la historia. Los pensamientos de Will nos son confiados con una fuerte carga de chispa y sinceridad que irremediablemente nos afecta y es entonces cuando sobrevienen los momentos de deliciosa comedia.
Y lo que no puede faltar en una comedia que se precie como tal, son las canciones de grupos tan populares como U2 con Zoo Station o Mystikal con Shake Ya Ass, así como una apropiada y a ratos emotiva banda sonora realizada por Damon Gough, que en el disco firma como Badly Drawn Boy.
Un gran Chico apuesta por plantearnos el sentido de responsabilidad que debiera imperar en la familia y el rol que cada integrante juega. Apuesta también por la intención de profundizar (en una forma entretenida y nada académica) en el concepto de familia extendida, sí…aquella que se integra por los amigos con la importancia fundamental que pueden llegar a representar en el núcleo familiar, sobre todo en aquellas disfuncionales como la de Marcus, el pequeño protagonista. Bien por los directores, que supieron transmitirlo espléndidamente en pantalla.
Artículo publicado originalmente en 2007.
Hace algunos meses me sorprendió la declaración del actor Hugh Grant, que giraba en torno a su retiro definitivo de la actuación. Grant de 47 años, sostenía que actuar ante una cámara cinematográfica es una tortura que lleva soportando desde hace muchos años; sin embargo a pesar de estas declaraciones, el actor sigue trabajando y da gusto verlo en este tipo de comedias sencillas y agradables en las que sabe desenvolverse estupendamente.
Un gran chico es el nuevo trabajo de los hermanos Paul y Chris Weitz y en principio les confieso que el antecedente que traían de ser los realizadores de American Pie, no me motivaba mayormente para desear ver la película; pero la cinta es encantadora y con destellos de una inteligencia y candor que en lo personal, no había visto en los trabajos anteriores de este par de realizadores que incluyen títulos tan disparejos como la antes mencionada ó Cambio de Cuerpo (Down to Earth), esta última con el comediante Chris Rock (una cinta que no debería verse ni en los autobuses ADO GL, así de mala es).
Con un gran reparto que incluye a la actriz Toni Collete (que actuó en otra delicia llamada Little Miss Sunshine), Rachel Weisz y el pequeño Nicholas Hoult, Un gran Chico está basada en la novela británica de Nick Hornby (el mismo que escribiera Alta Fidelidad y que en cine protagonizara John Cusack) y narra las peripecias que ocurren en la vida de Will -interpretado por Hugh Grant-, un inmaduro solterón de 38 años y mujeriego empedernido que es capaz de inventarse un hijo con tal de acceder a un círculo de madres solteras para relacionarse con alguna de ellas sin que exista el problema de contraer compromisos indeseados que le compliquen su soltería.
Will descubre que por las características de estas mujeres, solitarias y con gran necesidad de cariño, son ideales para hacerse de compañía sin que existan ataduras sentimentales y largos periodos de conquista como en las relaciones ordinarias y esta situación le facilita abordarlas, por lo que en cuanto surge la oportunidad, se presenta a una reunión de padres solteros y conoce a Suzie (Victoria Smurfit) a quien empieza a tratar y quien finalmente provocará que conozca a un niño muy especial: Marcus, hijo de Fiona (Toni Collete), un remedo de hippie vegetariana y una de las mejores amigas de Suzie.
Marcus, niño retraído y solitario es objeto continuo de burlas en la escuela por el lazo afectivo tan fuerte desarrollado con su madre; tiene además que cargar con el peso del miedo constante por las depresiones severas de Fiona, que han propiciado que esta última intente suicidarse en más de una ocasión. El chico está en búsqueda de la figura paterna, de ese tercer miembro para que la familia funcione como tal.
El pequeño actor Nicholas Hoult, personifica a Marcus y fue seleccionado de un casting de más de 100 niños. Marcus viste suéter multicolor a rayas horizontales, zapatos pasados de moda, le gustan las canciones antiguas, posee una extraña y fascinante madurez que muy raramente se da en los niños de su edad y cuya convivencia con Will provoca -sin querer-, que el solterón comience a experimentar lentamente un proceso de maduración que le dará un nuevo sentido a su vida.
Una presencia a destacar, aunque breve, es la de Rachel Weisz (The Fountain dirigida por su esposo Darren Aronosfky), encantadora y mágica. Hay actrices que con su personalidad tan femenina dotan de momentos especiales a las películas; Will por fin se da cuenta al conocerla, que el estilo de vida que lleva es intrascendente, vacío y trata de conquistarla, aunque ello suponga el despojarse de caretas y actitudes superficiales que no encajan con la personalidad de Rachel.
Es fácil suponer que esta comedia inglesa nos gane al estar protagonizada por un niño ya que ocurre con mucha frecuencia que los pequeños se roban la pantalla aunque exista detrás el nombre de una estrella consagrada, pero eso no ocurre aquí. Grant está espléndido, mostrando un carisma excepcional y logra que creamos totalmente su papel del tipo desenfadado y sin trabajo (sobrevive gracias a las regalías heredadas por su padre de una canción navideña) y que entre otras cosas, gusta de comprar discos compactos, ver diariamente un programa de concursos por televisión, vestir siempre impecable y cuidar religiosamente el aspecto de su cabello.
Siento especial conexión con películas que cuentan la historia en primera persona (con voz en off), algo se mueve internamente pues propician un ambiente de calidez y una identificación del personaje principal con el espectador que provoca momentos de cercanía e intimidad y uno no puede dejar de compenetrarse con la historia. Los pensamientos de Will nos son confiados con una fuerte carga de chispa y sinceridad que irremediablemente nos afecta y es entonces cuando sobrevienen los momentos de deliciosa comedia.
Y lo que no puede faltar en una comedia que se precie como tal, son las canciones de grupos tan populares como U2 con Zoo Station o Mystikal con Shake Ya Ass, así como una apropiada y a ratos emotiva banda sonora realizada por Damon Gough, que en el disco firma como Badly Drawn Boy.
Un gran Chico apuesta por plantearnos el sentido de responsabilidad que debiera imperar en la familia y el rol que cada integrante juega. Apuesta también por la intención de profundizar (en una forma entretenida y nada académica) en el concepto de familia extendida, sí…aquella que se integra por los amigos con la importancia fundamental que pueden llegar a representar en el núcleo familiar, sobre todo en aquellas disfuncionales como la de Marcus, el pequeño protagonista. Bien por los directores, que supieron transmitirlo espléndidamente en pantalla.
18 junio 2015
Ya no se que hacer conmigo, del Cuarteto de Nos. Por Patricia Farías
Montaje especial de Francisco Peña, en agradecimiento a Patricia.
Con el mismo cariño y aprecio con que trabajé su texto en otro lugar, en otro año.
Porque cuando escucho hoy a Sade o Leonard Cohen, entiendo lo que ella escucha y siente con el Cuarteto de Nos.
Y porque, al final, aquí sí hay memoria y sí se reconoce el esfuerzo y la amistad de quiénes fuimos un equipo.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Publicado hace unos años en "una ciudad de la Mancha".
Patricia Farías nos recomienda la canción y el video YA NO SÉ QUÉ HACER CONMIGO, del grupo uruguayo EL CUARTETO DE NOS.
Canción para tiempo de cambios, por Patricia Farías.
El Cuarteto de Nos es un grupo uruguayo formado en el año 1984, caracterizado por letras irreverentes y muy irónicas, que han generado polémica en el Uruguay, incluso llegando a la prohibición de la venta de uno de sus discos a menores de 18 años por contener una canción que hacía referencia a José Gervasio Artigas.
La canción que hoy les recomiendo pertenece al disco “Raro”, del año 2006, que es el disco con el que personalmente “redescubrí” a este grupo sin estar guiada por referencias, prejuicios y demás. Es un disco muy parejo, donde casi todas las canciones son recomendables; por “Yendo a la casa de Damián”, estuvieron nominados para los Grammy Latinos.
Concretamente hoy recomiendo este tema, más allá de que hay expresiones locales en su letra, porque es uno de mis preferidos de este disco: en tiempo de cambios, nada mejor que un texto como éste, que habla de experimentar y no preocuparse por los cambios de rumbo que a veces nos toca pasar.
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya tuve que ir obligado a misa, ya toqué en el piano "Para Elisa"
ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa
Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia ya hice drama
Fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama
Ya fui ético, y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático
Ya fui abúlico, fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico
Ya leí Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gas oil
Ya leí a Bretón y a Moliere, ya dormí en colchón y en somier
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor
Lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya me ahogué en un vaso de agua, ya planté café en Nicaragua
Ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa
Ya creí en los marcianos, ya fui ovo lacto vegetariano
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos
Hice el curso de mitología pero de mi los dioses se reían
orfebrería lo salvé raspando y ritmología aquí la estoy aplicando
Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí
Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades
hice fácil adversidades, y me compliqué en las nimiedades
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya me hice un lifting me puse un piercing, fui a ver al dream team y no hubo feeling
me tatué al Che en una nalga, arriba de mami para que no se salga
Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo
Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo
Ya fui al psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo
ya fui alcohólico y fui lambeta, ya fui anónimo y ya hice dieta
Ya lancé piedras y escupitajos al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que ya armé relajo
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Con el mismo cariño y aprecio con que trabajé su texto en otro lugar, en otro año.
Porque cuando escucho hoy a Sade o Leonard Cohen, entiendo lo que ella escucha y siente con el Cuarteto de Nos.
Y porque, al final, aquí sí hay memoria y sí se reconoce el esfuerzo y la amistad de quiénes fuimos un equipo.
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Publicado hace unos años en "una ciudad de la Mancha".
Patricia Farías nos recomienda la canción y el video YA NO SÉ QUÉ HACER CONMIGO, del grupo uruguayo EL CUARTETO DE NOS.
Canción para tiempo de cambios, por Patricia Farías.
El Cuarteto de Nos es un grupo uruguayo formado en el año 1984, caracterizado por letras irreverentes y muy irónicas, que han generado polémica en el Uruguay, incluso llegando a la prohibición de la venta de uno de sus discos a menores de 18 años por contener una canción que hacía referencia a José Gervasio Artigas.
La canción que hoy les recomiendo pertenece al disco “Raro”, del año 2006, que es el disco con el que personalmente “redescubrí” a este grupo sin estar guiada por referencias, prejuicios y demás. Es un disco muy parejo, donde casi todas las canciones son recomendables; por “Yendo a la casa de Damián”, estuvieron nominados para los Grammy Latinos.
Concretamente hoy recomiendo este tema, más allá de que hay expresiones locales en su letra, porque es uno de mis preferidos de este disco: en tiempo de cambios, nada mejor que un texto como éste, que habla de experimentar y no preocuparse por los cambios de rumbo que a veces nos toca pasar.
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya tuve que ir obligado a misa, ya toqué en el piano "Para Elisa"
ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa
Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia ya hice drama
Fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama
Ya fui ético, y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático
Ya fui abúlico, fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico
Ya leí Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gas oil
Ya leí a Bretón y a Moliere, ya dormí en colchón y en somier
Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor
Lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya me ahogué en un vaso de agua, ya planté café en Nicaragua
Ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa
Ya creí en los marcianos, ya fui ovo lacto vegetariano
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos
Hice el curso de mitología pero de mi los dioses se reían
orfebrería lo salvé raspando y ritmología aquí la estoy aplicando
Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí
Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades
hice fácil adversidades, y me compliqué en las nimiedades
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Ya me hice un lifting me puse un piercing, fui a ver al dream team y no hubo feeling
me tatué al Che en una nalga, arriba de mami para que no se salga
Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo
Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo
Ya fui al psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo
ya fui alcohólico y fui lambeta, ya fui anónimo y ya hice dieta
Ya lancé piedras y escupitajos al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que ya armé relajo
Y oigo una voz que dice sin con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambias más"
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé qué hacer conmigo
Arco, El / The Bow, de Kim Ki-duk (02). Por Patricia Farías
Por Patricia Farías.
“...como en la tensión de un arco”
La historia es sencilla: un hombre ya mayor convive en su barco con una adolescente que encontró siendo niña, y planea casarse con ella cuando cumpla 17 años; la chica nunca ha bajado a tierra desde entonces. Su modo de vida consiste en llevar a su embarcación pescadores mediante un pequeño remolcador. A partir de esta anécdota se desarrolla una historia casi silenciosa, donde los únicos que hablan son los ocasionales visitantes de la desigual pareja.
La chica es muy bonita, aparentemente inocente y sin conciencia de su atractivo. Pero es una mujer, y los hombres que llegan a pescar casi sin excepción buscan acercarse a ella, la mayoría de las veces en forma muy grosera. Ante estas situaciones, el “remedio” del pescador consiste en disparar flechas con su arco, sin ánimo de realmente dar en el blanco, pero a modo de advertencia. El mismo arco cumple otra función mucho más agradable, cuando por las noches se transforma en un instrumento para que el anciano toque música.
La otra ocupación durante las excursiones de pesca es la adivinación: la chica se instala en un columpio que cuelga en el costado del barco, mientras el anciano desde el remolcador dispara flechas que van a clavarse en el exterior del barco, en una imagen pintada de Buda. Al finalizar, la chica las recoge y susurra su predicción, que luego es a su vez susurrada por el pescador al cliente.
Ahora bien, la convivencia en ese aislamiento es armónica: la chica no encuentra nada forzado o que le falte en esa forma de vida, porque es la única que realmente conoce. Por su parte, para el hombre el aislamiento es conveniente: mientras marca los días del calendario que faltan hasta ese ansiado cumpleaños, va comprando con ilusión y alegría el ajuar para el día de su boda y mientras tanto tampoco enfrenta disconformidad por parte de su compañera. Los rituales diarios se repiten: el baño donde él lava a la chica, sin ningún toque de sensualidad en sus gestos; la música nocturna del arco; el irse a dormir en la litera superior y tomar la mano de ella en un gesto de mucha ternura; la comida preparada para ella al otro día.
Esa rutina se ve alterada por las críticas de los hombres que suben al barco: ante las flechas que dispara el pescador, se lo increpa: es un degenerado, un secuestrador, un pederasta... sin embargo durante la primera parte del filme no hay una gota de sensualidad, como si el viejo se estuviera reservando para cuando se diera la situación legalmente aceptada de que la chica fuera su esposa. Por su parte, lo que vemos en el rostro de la chica es confianza, cariño y hasta gratitud cuando las flechas la libran de manoseos de los clientes.
Un día llega un joven con su padre, y la frágil estructura empieza a desmoronarse. La chica se siente atraída por él, y él por ella. El viejo lo ahuyenta, y esto provoca reacciones de rebeldía nunca vistas. Las expresiones de los rostros cambian; ya no hay paz ni sonrisas y algunas flechas son dirigidas hacia el viejo. Ese despertar de su interés por un hombre joven también hace que la expresión de inocencia cambie; a veces es franco enojo hacia el viejo, otras veces es rencor y hasta repulsión. Los gestos de la rutina diaria cambian, parecen más de posesión que de cariño.
Confieso que no conozco detalles sobre la sociedad sur coreana, y si bien busqué información encontré opiniones contradictorias sobre el rol femenino. Algunas dicen que no es una sociedad machista y para eso citan que su actual jefe de gobierno es una mujer, otros dicen que sí. Del director Kim Ki-duk había previamente visto “Hierro 3” y “Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera”. En “El Arco” hay comportamientos que dejan a la chica en un segundo plano y tal vez en retrospectiva esto se podría ver como un intento del director de mostrar esa característica de su sociedad, ese convertir a la mujer en un objeto posesión del hombre que tenga a su lado, algo ya visto de algún modo en “Hierro 3”. En todo caso, las conclusiones quedan a cargo del espectador.
Aquí la chica es tratada como un objeto por casi todos los hombres involucrados. Ni que hablar de los pescadores que con total grosería la sientan en sus faldas para manosearla, o humillarla de alguna otra forma. El hombre por mucho que sea su cariño, la ve más como una posesión a la que tiene derecho luego de 10 años de cuidados: jamás se cuestiona una unión tan desigual donde la otra parte no tiene voz ni voto. Tal vez el que menos se comporta así sea el joven, en parte por su edad que podría sugerir otra forma de ver las cosas, pero sin embargo se erige en el salvador de la muchacha.
Obviamente el centro de la historia es que esa sumisa muchacha deja de serlo, situación a la que el viejo no está acostumbrado. Con esa rebeldía también cae a pedazos la ilusión del pescador de ser correspondido en cuanto a sus intenciones (no hablemos de sentimientos) y por primera vez la vemos herir deliberadamente a su compañero. Llega incluso el momento donde ella demuestra claramente que puede defenderse de clientes abusivos, y de una forma mucho menos inofensiva que la de su protector.
Sin embargo la rebeldía es provocada, no surge sola o de un cuestionamiento personal, o de la necesidad de ser tomada en cuenta (no podría de todos modos cuestionar esa forma de vida porque no conoce otra): surge de la mano del interés del joven hacia ella, que no solo hace los reproches habituales al pescador sino que decide buscar a su familia. Es alimentada también por la actitud posesiva del hombre: lo que antes era visto como cuidados y protección es ahora parte de los barrotes de una jaula. Una vez más la mujer necesita ser “salvada”, o al menos tener un disparador para tomar cartas en su situación particular.
En este marco, por más que se hace el ejercicio de no perder de vista que estamos viendo una producción proveniente de una cultura muy diferente a la nuestra, no deja de resultar chocante el planteo respecto a la mujer (no porque en nuestra sociedad no exista la discriminación, sino porque en general no es aceptada como algo natural, como parecería ser la situación en la historia). Se comprende por supuesto que la chica no vive una situación desagradable, no es maltratada, al contrario... pero como espectadora, siempre hay un punto de protesta callada frente a ese “decido por ti”. Finalmente la chica toma las riendas de las cosas, en principio de una forma que no es más que complacer (por gratitud, piedad, o por afecto) al viejo ya que la ceremonia de boda se lleva a cabo. Sin embargo y aquí viene la parte discordante del filme para mi gusto, un ingrediente sobrenatural interviene para que el final sea otro.
Es natural que cuando vemos un filme debamos “comprar” la propuesta que se nos muestra. Debemos creer en extraterrestres, personajes que se convierten en otro ser con superpoderes, sin cuestionar demasiado la lógica de estos argumentos. De lo contrario, nos quedamos sin nada entre las manos. Entonces, por dos horas más o menos, debemos aceptar lo que se nos muestra en la pantalla.
En este caso podremos saber que ese aislamiento del viejo y la chica no sería seguramente realizable en la práctica; sabemos que es difícil que dos personas jamás hablen entre sí en diez años (cabe suponer que esa es su rutina) más que para susurrarse profecías y sabiendo que el silencio es una característica de la obra del director, con más razón aceptamos esa situación. Todo se sustenta además en que la chica no puede ansiar lo que no conoce. Podemos aceptar incluso que dos jóvenes se enamoren con solo verse una vez (en parte gracias a las historias de infancia donde esto es moneda corriente y el “vivieron felices” es obligatorio)... pero el recurso sobrenatural utilizado es un tanto forzado y no resulta algo que aporte nada salvo algo como un “aún así me salgo con la mía”. Somos incluso testigos de cómo el hombre reconoce en su interior que sus planes no serán posibles realmente. Hacia el final, la imagen de la antigua embarcación hundiéndose tiene para mí mucha más fuerza y más significado que cualquier otro recurso anterior: proyectos y sueños rotos.
Dejando ese detalle de lado, se trata de una producción donde el espectador tiene la libertad de hacer su propia lectura de muchas situaciones, donde el silencio no se hace pesado gracias a la expresividad de los dos actores principales. Tiene el atractivo de permitir la reflexión sobre la naturaleza humana con sus luces y sombras (ya sea el viejo con su egoísmo, la chica con su inocencia, los pescadores siempre listos a criticar y murmurar, el joven con su rol de salvador); y también el de mostrar otra cultura y otra forma de hacer cine que al menos en mi país muchas veces no llega a las salas comerciales. Es un filme poético en algunos tramos y muy humano; donde la tensión del arco que le da nombre muchas veces es reflejo de las emociones más íntimas de los protagonistas, pese a la armonía y tranquilidad exterior.
The Bow / El arco.
2005.
Dirección y guión: Kim Ki-duk.
Protagónicos: Han Yeo-reum, Jeon Seong-hwang y Seo Si-jeok.
Una producción de Sur Corea y Japón.
90 minutos.
“...como en la tensión de un arco”
La historia es sencilla: un hombre ya mayor convive en su barco con una adolescente que encontró siendo niña, y planea casarse con ella cuando cumpla 17 años; la chica nunca ha bajado a tierra desde entonces. Su modo de vida consiste en llevar a su embarcación pescadores mediante un pequeño remolcador. A partir de esta anécdota se desarrolla una historia casi silenciosa, donde los únicos que hablan son los ocasionales visitantes de la desigual pareja.
La chica es muy bonita, aparentemente inocente y sin conciencia de su atractivo. Pero es una mujer, y los hombres que llegan a pescar casi sin excepción buscan acercarse a ella, la mayoría de las veces en forma muy grosera. Ante estas situaciones, el “remedio” del pescador consiste en disparar flechas con su arco, sin ánimo de realmente dar en el blanco, pero a modo de advertencia. El mismo arco cumple otra función mucho más agradable, cuando por las noches se transforma en un instrumento para que el anciano toque música.
La otra ocupación durante las excursiones de pesca es la adivinación: la chica se instala en un columpio que cuelga en el costado del barco, mientras el anciano desde el remolcador dispara flechas que van a clavarse en el exterior del barco, en una imagen pintada de Buda. Al finalizar, la chica las recoge y susurra su predicción, que luego es a su vez susurrada por el pescador al cliente.
Ahora bien, la convivencia en ese aislamiento es armónica: la chica no encuentra nada forzado o que le falte en esa forma de vida, porque es la única que realmente conoce. Por su parte, para el hombre el aislamiento es conveniente: mientras marca los días del calendario que faltan hasta ese ansiado cumpleaños, va comprando con ilusión y alegría el ajuar para el día de su boda y mientras tanto tampoco enfrenta disconformidad por parte de su compañera. Los rituales diarios se repiten: el baño donde él lava a la chica, sin ningún toque de sensualidad en sus gestos; la música nocturna del arco; el irse a dormir en la litera superior y tomar la mano de ella en un gesto de mucha ternura; la comida preparada para ella al otro día.
Esa rutina se ve alterada por las críticas de los hombres que suben al barco: ante las flechas que dispara el pescador, se lo increpa: es un degenerado, un secuestrador, un pederasta... sin embargo durante la primera parte del filme no hay una gota de sensualidad, como si el viejo se estuviera reservando para cuando se diera la situación legalmente aceptada de que la chica fuera su esposa. Por su parte, lo que vemos en el rostro de la chica es confianza, cariño y hasta gratitud cuando las flechas la libran de manoseos de los clientes.
Un día llega un joven con su padre, y la frágil estructura empieza a desmoronarse. La chica se siente atraída por él, y él por ella. El viejo lo ahuyenta, y esto provoca reacciones de rebeldía nunca vistas. Las expresiones de los rostros cambian; ya no hay paz ni sonrisas y algunas flechas son dirigidas hacia el viejo. Ese despertar de su interés por un hombre joven también hace que la expresión de inocencia cambie; a veces es franco enojo hacia el viejo, otras veces es rencor y hasta repulsión. Los gestos de la rutina diaria cambian, parecen más de posesión que de cariño.
Confieso que no conozco detalles sobre la sociedad sur coreana, y si bien busqué información encontré opiniones contradictorias sobre el rol femenino. Algunas dicen que no es una sociedad machista y para eso citan que su actual jefe de gobierno es una mujer, otros dicen que sí. Del director Kim Ki-duk había previamente visto “Hierro 3” y “Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera”. En “El Arco” hay comportamientos que dejan a la chica en un segundo plano y tal vez en retrospectiva esto se podría ver como un intento del director de mostrar esa característica de su sociedad, ese convertir a la mujer en un objeto posesión del hombre que tenga a su lado, algo ya visto de algún modo en “Hierro 3”. En todo caso, las conclusiones quedan a cargo del espectador.
Aquí la chica es tratada como un objeto por casi todos los hombres involucrados. Ni que hablar de los pescadores que con total grosería la sientan en sus faldas para manosearla, o humillarla de alguna otra forma. El hombre por mucho que sea su cariño, la ve más como una posesión a la que tiene derecho luego de 10 años de cuidados: jamás se cuestiona una unión tan desigual donde la otra parte no tiene voz ni voto. Tal vez el que menos se comporta así sea el joven, en parte por su edad que podría sugerir otra forma de ver las cosas, pero sin embargo se erige en el salvador de la muchacha.
Obviamente el centro de la historia es que esa sumisa muchacha deja de serlo, situación a la que el viejo no está acostumbrado. Con esa rebeldía también cae a pedazos la ilusión del pescador de ser correspondido en cuanto a sus intenciones (no hablemos de sentimientos) y por primera vez la vemos herir deliberadamente a su compañero. Llega incluso el momento donde ella demuestra claramente que puede defenderse de clientes abusivos, y de una forma mucho menos inofensiva que la de su protector.
Sin embargo la rebeldía es provocada, no surge sola o de un cuestionamiento personal, o de la necesidad de ser tomada en cuenta (no podría de todos modos cuestionar esa forma de vida porque no conoce otra): surge de la mano del interés del joven hacia ella, que no solo hace los reproches habituales al pescador sino que decide buscar a su familia. Es alimentada también por la actitud posesiva del hombre: lo que antes era visto como cuidados y protección es ahora parte de los barrotes de una jaula. Una vez más la mujer necesita ser “salvada”, o al menos tener un disparador para tomar cartas en su situación particular.
En este marco, por más que se hace el ejercicio de no perder de vista que estamos viendo una producción proveniente de una cultura muy diferente a la nuestra, no deja de resultar chocante el planteo respecto a la mujer (no porque en nuestra sociedad no exista la discriminación, sino porque en general no es aceptada como algo natural, como parecería ser la situación en la historia). Se comprende por supuesto que la chica no vive una situación desagradable, no es maltratada, al contrario... pero como espectadora, siempre hay un punto de protesta callada frente a ese “decido por ti”. Finalmente la chica toma las riendas de las cosas, en principio de una forma que no es más que complacer (por gratitud, piedad, o por afecto) al viejo ya que la ceremonia de boda se lleva a cabo. Sin embargo y aquí viene la parte discordante del filme para mi gusto, un ingrediente sobrenatural interviene para que el final sea otro.
Es natural que cuando vemos un filme debamos “comprar” la propuesta que se nos muestra. Debemos creer en extraterrestres, personajes que se convierten en otro ser con superpoderes, sin cuestionar demasiado la lógica de estos argumentos. De lo contrario, nos quedamos sin nada entre las manos. Entonces, por dos horas más o menos, debemos aceptar lo que se nos muestra en la pantalla.
En este caso podremos saber que ese aislamiento del viejo y la chica no sería seguramente realizable en la práctica; sabemos que es difícil que dos personas jamás hablen entre sí en diez años (cabe suponer que esa es su rutina) más que para susurrarse profecías y sabiendo que el silencio es una característica de la obra del director, con más razón aceptamos esa situación. Todo se sustenta además en que la chica no puede ansiar lo que no conoce. Podemos aceptar incluso que dos jóvenes se enamoren con solo verse una vez (en parte gracias a las historias de infancia donde esto es moneda corriente y el “vivieron felices” es obligatorio)... pero el recurso sobrenatural utilizado es un tanto forzado y no resulta algo que aporte nada salvo algo como un “aún así me salgo con la mía”. Somos incluso testigos de cómo el hombre reconoce en su interior que sus planes no serán posibles realmente. Hacia el final, la imagen de la antigua embarcación hundiéndose tiene para mí mucha más fuerza y más significado que cualquier otro recurso anterior: proyectos y sueños rotos.
Dejando ese detalle de lado, se trata de una producción donde el espectador tiene la libertad de hacer su propia lectura de muchas situaciones, donde el silencio no se hace pesado gracias a la expresividad de los dos actores principales. Tiene el atractivo de permitir la reflexión sobre la naturaleza humana con sus luces y sombras (ya sea el viejo con su egoísmo, la chica con su inocencia, los pescadores siempre listos a criticar y murmurar, el joven con su rol de salvador); y también el de mostrar otra cultura y otra forma de hacer cine que al menos en mi país muchas veces no llega a las salas comerciales. Es un filme poético en algunos tramos y muy humano; donde la tensión del arco que le da nombre muchas veces es reflejo de las emociones más íntimas de los protagonistas, pese a la armonía y tranquilidad exterior.
The Bow / El arco.
2005.
Dirección y guión: Kim Ki-duk.
Protagónicos: Han Yeo-reum, Jeon Seong-hwang y Seo Si-jeok.
Una producción de Sur Corea y Japón.
90 minutos.
Whisky, film uruguayo de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella. Por Patricia Farías.
Cuando la procesión va por dentro….
Por Patricia Farías.
Artículo publicado originalmente en diciembre de 2008.
Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella, los dos de 31 años, están viviendo un sueño. El sueño de hacer cine en el Uruguay, y tener éxito además.
Un éxito sin precedentes, cuando uno piensa en que esta película ha cosechado elogios por todos los lugares donde ha pasado, incluso cuando se trataba de un guión: localmente, ganó el premio FONA (Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional) e internacionalmente el premio NHK 2003 en el Festival de Sundance. Ya como película, la lista sigue: Cannes (FIPRESCI y 2º lugar en el premio “Un certain regard”), España (Goya a la mejor película extranjera), Perú (mejor actriz, mejor guión), Brasil (película, actriz) y… Japón (primer premio Festival de Cine de Tokyo).
Pero… ¿qué puede tener en común Japón con una película uruguaya? ¿Sería esta historia comprensible para un público tan ajeno a las cosas nuestras? Es lo que pensaba yo antes de ver esta película. “Whisky” es una historia simple, “pequeña” como dicen los propios directores, donde “lo importante no es tanto la historia o lo que se dice, sino más bien lo que no se dice”. También antes de verla, había leído que se la podía comparar con “El hombre sin pasado”, de Aki Kaurismäki (2002), película que tuve oportunidad de ver en esos cada vez más frecuentes estrenos de cine europeo en Montevideo. La comparación me parecía un tanto aventurada, entre otras cosas porque la película finlandesa me resultó bastante ajena a mí, me sentí alejada de la historia completamente: tal vez sin dudas, porque no es el tipo de película que usualmente llega a este país.
Sin embargo, viendo “Whisky”, es cierto que hay puntos en común, y por eso he podido valorar de otro modo la película de Kaurismäki… Y es que esta historia es tan simple y sin vueltas como la otra, sólo que está rodeada de elementos familiares, costumbres uruguayas, y una ideología común: no hay nada ajeno esta vez, por supuesto.
Hacer cine en el Uruguay es una tarea laboriosa. Mucho, y se ve a simple vista cuando se lee la ficha de las películas uruguayas: en este caso es una coproducción de Uruguay, Argentina, Alemania y España. Todas las películas filmadas aquí se producen de esta manera: en el Uruguay hay talento, pero muchas veces los recursos son escasos. Sin embargo y pese a todo, las últimas películas uruguayas han tenido cierto éxito afuera. Los ejemplos más recientes son “En la puta vida” (2001) de Beatriz Flores Silva, “Corazón de Fuego” (2002, también conocida como “El último tren”) de Diego Arsuaga, y “El viaje hacia el mar” (2003), de Guillermo Casanova, basada en un cuento de Juan José Morosoli.
Hacer cine en el Uruguay cuesta, y los que estudian y se preparan para ello, apuestan a la fe, a la voluntad y a la idea de que “se puede”.
Así pues, Stoll y Rebella (que debutaron con muchos elogios con “25 watts” en 2001), empezaron la aventura de filmar esta historia, cosa que hicieron en ocho semanas en los meses de julio y agosto de 2003, pleno invierno en nuestro país. Durante la filmación afrontaron problemas tragicómicos, como la venta del destartalado auto de Jacobo Köller, que ya habían usado en otras escenas, y fue vendido a un depósito de chatarra. También afrontaron el problema de cómo filmar tal y como se lo habían propuesto: con la cámara inmóvil. Esto traía problemas con el encuadre, como ellos mismos cuentan en el sitio oficial de la película, pero finalmente se mantuvieron en esa línea y el resultado, a su parecer, es el deseado: “como en un libro de cuentos infantiles, ir entrando escena a escena en el pequeño mundo de la narración”. Un tiempo antes de la filmación, habían comprado un cómic, y según Juan Pablo Rebella, “Cuando lo vimos, sentimos que habíamos encontrado algo que trasmitía visualmente un ambiente similar al concepto que teníamos para filmar el guión”.
La historia
“hoy es lo mismo que ayer
es su vida sin mañana” (Ali Primera)
Jacobo y Herman Köller son dos hermanos de alrededor de 60 años, judíos, y ambos se dedican a la fabricación de medias. La gran diferencia es que mientras Jacobo (Andrés Pazos) se ha quedado en el Uruguay y su fábrica va cuesta abajo, Herman (Jorge Bolani) vive en Brasil hace veinte años y es, para los estándares familiares, un empresario exitoso.
Por su parte, Jacobo ha cuidado a la madre de ambos hasta su muerte, que por algunos detalles que vemos en el departamento de éste, sucedió luego de una larga enfermedad.
Jacobo es soltero, pero además es solitario, poco comunicativo, hasta amargado. Sus días son siempre iguales: desayuna en un bar cercano a su casa, donde el vendedor de periódicos siempre hace el mismo comentario (típicamente uruguayo) sobre “cómo anda ese cuadrito (de fútbol)” y si “sube o no sube” (de categoría); luego llega a su fábrica, donde lo espera todos los días Marta (Mirella Pascual), su mano derecha, la empleada de más antigüedad en el negocio..
Todos los días el diálogo es el mismo: “Buenos días”, dice él; ella responde “Buenos días, Don Jacobo”. Y hasta ahí. Jacobo sube la cortina de metal de la puerta de la fábrica (parecida a una entrada de garage, y muy común en la zona de Montevideo donde está filmada… pero bastante más tétrica que otras pequeñas empresas familiares) y entran.
Una vez dentro, mientras Jacobo enciende luces y máquinas, Marta entra al vestuario, se pone una túnica, se recoge el cabello… y sube a prepararle un té a Jacobo. Se lo lleva, hablan de cosas del negocio y ella trata - a veces, y sin éxito - de hablar de algún otro tema, así se trate de la reparación de una cortina del local. Estas escenas se repiten, estableciendo claramente la rutina diaria y la interacción entre los dos personajes.
Así las cosas, Marta seguramente es indispensable para Jacobo, pero también es invisible. La cámara también nos muestra una y otra vez los engranajes de las ya antiguas máquinas que tejen las medias (siempre el mismo diseño a rombos, parecería, además), como si cada persona en la fábrica fuera a su vez parte de esa maquinaria.
A la vez vemos la rutina de Marta después del trabajo: controla los bolsos de las empleadas (algo muy común en ese tipo de fábrica y que tal vez se siga haciendo) para verificar que no se llevan mercadería, las saluda todos los días igual con un “hasta mañana si Dios quiere” y luego cierra el negocio junto a su patrón. Sube a un ómnibus donde va escuchando música romántica de los 60 y 70, a veces va a su casa y otras al cine, sola. Marta rara vez dice algo en esas secuencias, pero sus gestos son clarísimos: es una mujer desencantada, no amargada tal vez, pero con una tristeza muy grande. Si pudiera elegir, su vida sería otra.
Un día esa aparentemente rutina se ve rota, porque ha llegado el primer aniversario del fallecimiento de la madre de Jacobo. Es el momento de la matzeiva o matzevá (literalmente, “lápida”), que es una ceremonia judía que normalmente se lleva a cabo una vez terminado el luto por el fallecido; esto puede ser al año, aunque aparentemente no hay un plazo establecido. La ceremonia consiste en colocar la lápida sobre la tumba del fallecido.
Como es una ceremonia solemne, Jacobo se ve obligado a avisar a su hermano Herman, para que viaje a Montevideo. Jacobo le envía un fax cortísimo, donde ya vemos que los hermanos tienen poco para decirse. Ahora bien, como para Jacobo su hermano es el exitoso, que está casado y tiene dos hijas, se le ocurre una extraña idea tal vez para no parecer tan fracasado a los ojos de Herman: le pide a Marta que lo ayude “unos días, en la casa”… en realidad, lo que le pide es que se haga pasar por su esposa.
Y Marta acepta, con mucho más interés del que Jacobo tiene. Se muda al departamento, lo ordena (Jacobo vive casi como si recién se hubiera mudado, las cosas de su madre por todas partes todavía), lo embellece dentro de lo posible. Y hace que Jacobo vaya con ella a sacarse una fotografía para hacer más creíble su reciente matrimonio, a lo que Jacobo accede, y resulta hasta graciosa su tremenda “cara de foto” cuando el fotógrafo les dice el clásico “digan whisky!” para mantener la sonrisa para la fotografía. Y es que en el Uruguay, es lo que se dice normalmente, aunque hay otras opciones: “whisky”, precisamente.
Porque diciendo “whisky” la foto sale bien, sin importar lo que pase en realidad, o cómo se sienta el fotografiado.
Así, con la llegada de Herman ese equilibrio diario se rompe, como se rompe una media salida de la máquina justamente antes de que Jacobo vaya a recoger a su hermano. En “Whisky”, hay pequeñas cosas que pueden pasar desapercibidas, que dicen mucho más que las palabras: esa media rota, un imán decorativo en el refrigerador que cambia significativamente de posición, casi expresando los pensamientos de Jacobo sobre su hermano…
Herman es toda una sorpresa, sobre todo para Marta, porque él parece ser todo lo contrario a su hermano: es alegre, “entrador” como diríamos aquí, un poquito seductor pero sin pasar los límites aceptables. Es inevitable que hable sobre su negocio y su familia, por supuesto, y sin querer, pareciera que hace alarde de lo bien que le va.
Los hermanos intercambian regalos en el aeropuerto (medias, por supuesto), y hacen el intento de conversar durante la cena. Jacobo está cada vez más incómodo, sobre todo porque Marta parece revivir durante la charla con su supuesto cuñado. Mayor aún la incomodidad cuando Herman muestra las fotos de sus hijas, una de ellas va a ser “la primera doctora de la familia”, comentario muy común sobre en generaciones pasadas en el Uruguay, donde tener un hijo médico, abogado, contador o ingeniero era lo máximo para las familias de inmigrantes e incluso para las más humildes que veían en esos títulos el premio a sus esfuerzos y sacrificios (ver “M’hijo el dotor”, del dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez).
En realidad, cualquier cosa que venga de Herman le resulta molesto a su hermano y a veces al espectador los comentarios de Herman suenan un poquito a alarde tal vez involuntario; por eso Jacobo frustra cualquier intento de diálogo y que está deseoso de terminar de una vez por todas con la ceremonia y poner a su hermano otra vez en el avión de vuelta a Brasil.
Pero cuando ya está terminada la parte protocolar, y Jacobo ya se empieza a ver liberado de su hermano, resulta que éste los invita a pasar unos días por Piriápolis. Este balneario fue escenario de las vacaciones de los hermanos en su niñez, por lo que (Herman al menos) tienen recuerdos agradables de él. Pero resulta que Piriápolis (balneario fundado en 1893 por Francisco Piria, con el nombre de “Balneario del Porvenir”), que en verano es un lugar muy concurrido por uruguayos que buscan la mezcla de tranquilidad y algo de vida nocturna y también por turistas que visitan su Argentino Hotel (donde se filmaron los interiores del hotel en la película), en invierno es exactamente como lo vemos en “Whisky”: está muerto, apagado… y más aún con días grises como los de la filmación.
Esos días en Piriápolis agravan la situación, porque Marta se empieza a revelar como una mujer mucho más alegre de lo que Jacobo cree y hasta atractiva, y ese cambio en realidad es debido a las atenciones de Herman. No hay ningún acercamiento entre Marta y Jacobo, aunque compartan una habitación: pero parecería que él siente que en cierto modo “se la están robando”. Del tiempo que pasan en Piriápolis, la mayor parte Marta lo pasa con Herman. Hay una falsa alegría en todo, como si Herman tratara de imprimir vitalidad, aunque sea forzada, en su estadía allí: y más “whisky”, claro, para una foto de los tres.
Por la noche salen a un bar bastante tristón, donde Herman hace un torpe intento de resarcir a su hermano, ofreciéndole dinero para “compensar” los años de dedicación de Jacobo a su madre enferma. Peor aún, sugiere que ese dinero le hará falta en su negocio: Jacobo lo rechaza, pero luego sin que lo vean lo toma y tratará de deshacerse de él en el casino, con resultados inesperados y que tendrán su efecto al final, que los directores dejan abierto a la interpretación (o al deseo) de los espectadores.
Finalmente llega a su fin la estadía, Herman y Marta se despiden solos en una cafetería en Piriápolis donde otra vez hay mucho que no se dice y que Herman evita que se diga también, y luego los tres van al aeropuerto. Y entonces, Marta y Jacobo vuelven a Montevideo, al departamento de él, donde Marta hace su equipaje para irse a su casa, medio esperando que le digan que no se vaya… Jacobo le llama un taxi, y Marta se va: por el espejo retrovisor la vemos en una imagen muy fuerte y que podría pasar desapercibida.
Pero… ¿qué puede tener en común Japón con una película uruguaya?
La respuesta es simple: todo. Porque esta película uruguaya no es completamente local, a pesar de estar plagada de cosas reconocibles por los uruguayos como propias (expresiones, el vendedor de diarios, la ida a la cancha al partido de un cuadro chico, etc.), su argumento es común a cualquier cultura.
La soledad, el resentimiento, las cuentas pendientes familiares, todo eso se comprende más allá de la ideología de un país, más allá del idioma. En muchas familias está el que se fue, el que se quedó y enfrentó la enfermedad de uno de los padres que al final, se siente inevitablemente como una injusticia. En muchas familias está el que busca excusas patéticas como el trabajo y la distancia para nunca, en veinte años haber tenido tiempo de visitar a su familia en su ciudad natal.
Y siempre habrá una mujer sola, triste, a la cual un poco de atención y una mirada que la reconozca como mujer, hagan que las líneas de amargura de su rostro cambien y se transforme en una señora atractiva, alegre, ocurrente.
Los actores merecen un aparte, porque son los que se ocupan de que la historia nos “entre”. Andrés Pazos logra que Jacobo no nos resulte tan desagradable con su forma de ser, su andar encorvado, su perpetuo malhumor. Más bien lo comprendemos, por momentos. Jorge Bolani logra lo mismo con Herman, porque podría resultar un ser insoportable con su aire de empresario superado dándole consejos a su hermano; y más aún con su desinterés por todo lo que no sea él mismo.
Mirella Pascual hace que Marta sea el centro muchas veces porque queda como atrapada entre los dos hermanos. Su cambio, de ser esa mujer de rasgos contraídos, de mirada apagada, a la mujer que habla y hasta coquetea con su “cuñado” es tan gradual y delicado que disfrutamos ver a Marta iluminándose por dentro, y sonreímos al verla.
Así que “Whisky”, que es una película uruguaya como recalcaron al ganar el Goya sus directores, es una historia universal; sin finales estudiadamente felices ni adornos de ningún tipo: la historia es lo que es, y sola se basta a sí misma.
Mientras, Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella están viviendo un sueño, como decía al principio. Y ojalá el sueño de ellos, se vuelva un sueño recurrente para los cineastas uruguayos y también para el público de nuestro país.
“Whisky” (2004)
Dir: Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella
Guión: Pablo Stoll, Juan Pablo Rebella y Gonzalo Delgado Galiana
Con: Andrés Pazos, Mirella Pascual, Jorge Bolani, y la participación especial de Ana Katz y Daniel Hendler.
Por Patricia Farías.
Artículo publicado originalmente en diciembre de 2008.
Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella, los dos de 31 años, están viviendo un sueño. El sueño de hacer cine en el Uruguay, y tener éxito además.
Un éxito sin precedentes, cuando uno piensa en que esta película ha cosechado elogios por todos los lugares donde ha pasado, incluso cuando se trataba de un guión: localmente, ganó el premio FONA (Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional) e internacionalmente el premio NHK 2003 en el Festival de Sundance. Ya como película, la lista sigue: Cannes (FIPRESCI y 2º lugar en el premio “Un certain regard”), España (Goya a la mejor película extranjera), Perú (mejor actriz, mejor guión), Brasil (película, actriz) y… Japón (primer premio Festival de Cine de Tokyo).
Pero… ¿qué puede tener en común Japón con una película uruguaya? ¿Sería esta historia comprensible para un público tan ajeno a las cosas nuestras? Es lo que pensaba yo antes de ver esta película. “Whisky” es una historia simple, “pequeña” como dicen los propios directores, donde “lo importante no es tanto la historia o lo que se dice, sino más bien lo que no se dice”. También antes de verla, había leído que se la podía comparar con “El hombre sin pasado”, de Aki Kaurismäki (2002), película que tuve oportunidad de ver en esos cada vez más frecuentes estrenos de cine europeo en Montevideo. La comparación me parecía un tanto aventurada, entre otras cosas porque la película finlandesa me resultó bastante ajena a mí, me sentí alejada de la historia completamente: tal vez sin dudas, porque no es el tipo de película que usualmente llega a este país.
Sin embargo, viendo “Whisky”, es cierto que hay puntos en común, y por eso he podido valorar de otro modo la película de Kaurismäki… Y es que esta historia es tan simple y sin vueltas como la otra, sólo que está rodeada de elementos familiares, costumbres uruguayas, y una ideología común: no hay nada ajeno esta vez, por supuesto.
Hacer cine en el Uruguay es una tarea laboriosa. Mucho, y se ve a simple vista cuando se lee la ficha de las películas uruguayas: en este caso es una coproducción de Uruguay, Argentina, Alemania y España. Todas las películas filmadas aquí se producen de esta manera: en el Uruguay hay talento, pero muchas veces los recursos son escasos. Sin embargo y pese a todo, las últimas películas uruguayas han tenido cierto éxito afuera. Los ejemplos más recientes son “En la puta vida” (2001) de Beatriz Flores Silva, “Corazón de Fuego” (2002, también conocida como “El último tren”) de Diego Arsuaga, y “El viaje hacia el mar” (2003), de Guillermo Casanova, basada en un cuento de Juan José Morosoli.
Hacer cine en el Uruguay cuesta, y los que estudian y se preparan para ello, apuestan a la fe, a la voluntad y a la idea de que “se puede”.
Así pues, Stoll y Rebella (que debutaron con muchos elogios con “25 watts” en 2001), empezaron la aventura de filmar esta historia, cosa que hicieron en ocho semanas en los meses de julio y agosto de 2003, pleno invierno en nuestro país. Durante la filmación afrontaron problemas tragicómicos, como la venta del destartalado auto de Jacobo Köller, que ya habían usado en otras escenas, y fue vendido a un depósito de chatarra. También afrontaron el problema de cómo filmar tal y como se lo habían propuesto: con la cámara inmóvil. Esto traía problemas con el encuadre, como ellos mismos cuentan en el sitio oficial de la película, pero finalmente se mantuvieron en esa línea y el resultado, a su parecer, es el deseado: “como en un libro de cuentos infantiles, ir entrando escena a escena en el pequeño mundo de la narración”. Un tiempo antes de la filmación, habían comprado un cómic, y según Juan Pablo Rebella, “Cuando lo vimos, sentimos que habíamos encontrado algo que trasmitía visualmente un ambiente similar al concepto que teníamos para filmar el guión”.
La historia
“hoy es lo mismo que ayer
es su vida sin mañana” (Ali Primera)
Jacobo y Herman Köller son dos hermanos de alrededor de 60 años, judíos, y ambos se dedican a la fabricación de medias. La gran diferencia es que mientras Jacobo (Andrés Pazos) se ha quedado en el Uruguay y su fábrica va cuesta abajo, Herman (Jorge Bolani) vive en Brasil hace veinte años y es, para los estándares familiares, un empresario exitoso.
Por su parte, Jacobo ha cuidado a la madre de ambos hasta su muerte, que por algunos detalles que vemos en el departamento de éste, sucedió luego de una larga enfermedad.
Jacobo es soltero, pero además es solitario, poco comunicativo, hasta amargado. Sus días son siempre iguales: desayuna en un bar cercano a su casa, donde el vendedor de periódicos siempre hace el mismo comentario (típicamente uruguayo) sobre “cómo anda ese cuadrito (de fútbol)” y si “sube o no sube” (de categoría); luego llega a su fábrica, donde lo espera todos los días Marta (Mirella Pascual), su mano derecha, la empleada de más antigüedad en el negocio..
Todos los días el diálogo es el mismo: “Buenos días”, dice él; ella responde “Buenos días, Don Jacobo”. Y hasta ahí. Jacobo sube la cortina de metal de la puerta de la fábrica (parecida a una entrada de garage, y muy común en la zona de Montevideo donde está filmada… pero bastante más tétrica que otras pequeñas empresas familiares) y entran.
Una vez dentro, mientras Jacobo enciende luces y máquinas, Marta entra al vestuario, se pone una túnica, se recoge el cabello… y sube a prepararle un té a Jacobo. Se lo lleva, hablan de cosas del negocio y ella trata - a veces, y sin éxito - de hablar de algún otro tema, así se trate de la reparación de una cortina del local. Estas escenas se repiten, estableciendo claramente la rutina diaria y la interacción entre los dos personajes.
Así las cosas, Marta seguramente es indispensable para Jacobo, pero también es invisible. La cámara también nos muestra una y otra vez los engranajes de las ya antiguas máquinas que tejen las medias (siempre el mismo diseño a rombos, parecería, además), como si cada persona en la fábrica fuera a su vez parte de esa maquinaria.
A la vez vemos la rutina de Marta después del trabajo: controla los bolsos de las empleadas (algo muy común en ese tipo de fábrica y que tal vez se siga haciendo) para verificar que no se llevan mercadería, las saluda todos los días igual con un “hasta mañana si Dios quiere” y luego cierra el negocio junto a su patrón. Sube a un ómnibus donde va escuchando música romántica de los 60 y 70, a veces va a su casa y otras al cine, sola. Marta rara vez dice algo en esas secuencias, pero sus gestos son clarísimos: es una mujer desencantada, no amargada tal vez, pero con una tristeza muy grande. Si pudiera elegir, su vida sería otra.
Un día esa aparentemente rutina se ve rota, porque ha llegado el primer aniversario del fallecimiento de la madre de Jacobo. Es el momento de la matzeiva o matzevá (literalmente, “lápida”), que es una ceremonia judía que normalmente se lleva a cabo una vez terminado el luto por el fallecido; esto puede ser al año, aunque aparentemente no hay un plazo establecido. La ceremonia consiste en colocar la lápida sobre la tumba del fallecido.
Como es una ceremonia solemne, Jacobo se ve obligado a avisar a su hermano Herman, para que viaje a Montevideo. Jacobo le envía un fax cortísimo, donde ya vemos que los hermanos tienen poco para decirse. Ahora bien, como para Jacobo su hermano es el exitoso, que está casado y tiene dos hijas, se le ocurre una extraña idea tal vez para no parecer tan fracasado a los ojos de Herman: le pide a Marta que lo ayude “unos días, en la casa”… en realidad, lo que le pide es que se haga pasar por su esposa.
Y Marta acepta, con mucho más interés del que Jacobo tiene. Se muda al departamento, lo ordena (Jacobo vive casi como si recién se hubiera mudado, las cosas de su madre por todas partes todavía), lo embellece dentro de lo posible. Y hace que Jacobo vaya con ella a sacarse una fotografía para hacer más creíble su reciente matrimonio, a lo que Jacobo accede, y resulta hasta graciosa su tremenda “cara de foto” cuando el fotógrafo les dice el clásico “digan whisky!” para mantener la sonrisa para la fotografía. Y es que en el Uruguay, es lo que se dice normalmente, aunque hay otras opciones: “whisky”, precisamente.
Porque diciendo “whisky” la foto sale bien, sin importar lo que pase en realidad, o cómo se sienta el fotografiado.
Así, con la llegada de Herman ese equilibrio diario se rompe, como se rompe una media salida de la máquina justamente antes de que Jacobo vaya a recoger a su hermano. En “Whisky”, hay pequeñas cosas que pueden pasar desapercibidas, que dicen mucho más que las palabras: esa media rota, un imán decorativo en el refrigerador que cambia significativamente de posición, casi expresando los pensamientos de Jacobo sobre su hermano…
Herman es toda una sorpresa, sobre todo para Marta, porque él parece ser todo lo contrario a su hermano: es alegre, “entrador” como diríamos aquí, un poquito seductor pero sin pasar los límites aceptables. Es inevitable que hable sobre su negocio y su familia, por supuesto, y sin querer, pareciera que hace alarde de lo bien que le va.
Los hermanos intercambian regalos en el aeropuerto (medias, por supuesto), y hacen el intento de conversar durante la cena. Jacobo está cada vez más incómodo, sobre todo porque Marta parece revivir durante la charla con su supuesto cuñado. Mayor aún la incomodidad cuando Herman muestra las fotos de sus hijas, una de ellas va a ser “la primera doctora de la familia”, comentario muy común sobre en generaciones pasadas en el Uruguay, donde tener un hijo médico, abogado, contador o ingeniero era lo máximo para las familias de inmigrantes e incluso para las más humildes que veían en esos títulos el premio a sus esfuerzos y sacrificios (ver “M’hijo el dotor”, del dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez).
En realidad, cualquier cosa que venga de Herman le resulta molesto a su hermano y a veces al espectador los comentarios de Herman suenan un poquito a alarde tal vez involuntario; por eso Jacobo frustra cualquier intento de diálogo y que está deseoso de terminar de una vez por todas con la ceremonia y poner a su hermano otra vez en el avión de vuelta a Brasil.
Pero cuando ya está terminada la parte protocolar, y Jacobo ya se empieza a ver liberado de su hermano, resulta que éste los invita a pasar unos días por Piriápolis. Este balneario fue escenario de las vacaciones de los hermanos en su niñez, por lo que (Herman al menos) tienen recuerdos agradables de él. Pero resulta que Piriápolis (balneario fundado en 1893 por Francisco Piria, con el nombre de “Balneario del Porvenir”), que en verano es un lugar muy concurrido por uruguayos que buscan la mezcla de tranquilidad y algo de vida nocturna y también por turistas que visitan su Argentino Hotel (donde se filmaron los interiores del hotel en la película), en invierno es exactamente como lo vemos en “Whisky”: está muerto, apagado… y más aún con días grises como los de la filmación.
Esos días en Piriápolis agravan la situación, porque Marta se empieza a revelar como una mujer mucho más alegre de lo que Jacobo cree y hasta atractiva, y ese cambio en realidad es debido a las atenciones de Herman. No hay ningún acercamiento entre Marta y Jacobo, aunque compartan una habitación: pero parecería que él siente que en cierto modo “se la están robando”. Del tiempo que pasan en Piriápolis, la mayor parte Marta lo pasa con Herman. Hay una falsa alegría en todo, como si Herman tratara de imprimir vitalidad, aunque sea forzada, en su estadía allí: y más “whisky”, claro, para una foto de los tres.
Por la noche salen a un bar bastante tristón, donde Herman hace un torpe intento de resarcir a su hermano, ofreciéndole dinero para “compensar” los años de dedicación de Jacobo a su madre enferma. Peor aún, sugiere que ese dinero le hará falta en su negocio: Jacobo lo rechaza, pero luego sin que lo vean lo toma y tratará de deshacerse de él en el casino, con resultados inesperados y que tendrán su efecto al final, que los directores dejan abierto a la interpretación (o al deseo) de los espectadores.
Finalmente llega a su fin la estadía, Herman y Marta se despiden solos en una cafetería en Piriápolis donde otra vez hay mucho que no se dice y que Herman evita que se diga también, y luego los tres van al aeropuerto. Y entonces, Marta y Jacobo vuelven a Montevideo, al departamento de él, donde Marta hace su equipaje para irse a su casa, medio esperando que le digan que no se vaya… Jacobo le llama un taxi, y Marta se va: por el espejo retrovisor la vemos en una imagen muy fuerte y que podría pasar desapercibida.
Pero… ¿qué puede tener en común Japón con una película uruguaya?
La respuesta es simple: todo. Porque esta película uruguaya no es completamente local, a pesar de estar plagada de cosas reconocibles por los uruguayos como propias (expresiones, el vendedor de diarios, la ida a la cancha al partido de un cuadro chico, etc.), su argumento es común a cualquier cultura.
La soledad, el resentimiento, las cuentas pendientes familiares, todo eso se comprende más allá de la ideología de un país, más allá del idioma. En muchas familias está el que se fue, el que se quedó y enfrentó la enfermedad de uno de los padres que al final, se siente inevitablemente como una injusticia. En muchas familias está el que busca excusas patéticas como el trabajo y la distancia para nunca, en veinte años haber tenido tiempo de visitar a su familia en su ciudad natal.
Y siempre habrá una mujer sola, triste, a la cual un poco de atención y una mirada que la reconozca como mujer, hagan que las líneas de amargura de su rostro cambien y se transforme en una señora atractiva, alegre, ocurrente.
Los actores merecen un aparte, porque son los que se ocupan de que la historia nos “entre”. Andrés Pazos logra que Jacobo no nos resulte tan desagradable con su forma de ser, su andar encorvado, su perpetuo malhumor. Más bien lo comprendemos, por momentos. Jorge Bolani logra lo mismo con Herman, porque podría resultar un ser insoportable con su aire de empresario superado dándole consejos a su hermano; y más aún con su desinterés por todo lo que no sea él mismo.
Mirella Pascual hace que Marta sea el centro muchas veces porque queda como atrapada entre los dos hermanos. Su cambio, de ser esa mujer de rasgos contraídos, de mirada apagada, a la mujer que habla y hasta coquetea con su “cuñado” es tan gradual y delicado que disfrutamos ver a Marta iluminándose por dentro, y sonreímos al verla.
Así que “Whisky”, que es una película uruguaya como recalcaron al ganar el Goya sus directores, es una historia universal; sin finales estudiadamente felices ni adornos de ningún tipo: la historia es lo que es, y sola se basta a sí misma.
Mientras, Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella están viviendo un sueño, como decía al principio. Y ojalá el sueño de ellos, se vuelva un sueño recurrente para los cineastas uruguayos y también para el público de nuestro país.
“Whisky” (2004)
Dir: Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella
Guión: Pablo Stoll, Juan Pablo Rebella y Gonzalo Delgado Galiana
Con: Andrés Pazos, Mirella Pascual, Jorge Bolani, y la participación especial de Ana Katz y Daniel Hendler.
Gigante, film uruguayo de Adrián Biniez. Por Patricia Farías.
Patricia Farías.
Jara (el actor de teatro Horacio Camandulle, en su primera aparición en cine) es un empleado de seguridad en un Hipermercado de Montevideo, donde trabaja en el turno de la noche, turno en el que poco hay que hacer salvo mirar los monitores y pasar el rato entre mates, crucigramas y su música preferida. También trabaja como guardia de seguridad en una disco-pub de la ciudad. Por su aspecto, Jara es un hombre intimidante, tiene una expresión por momentos adusta, pero detrás de esa apariencia se esconde un hombre sumamente tímido y de corazón tierno.
Su trabajo, que básicamente consiste en estar solo no ayuda a que su timidez disminuya. Esta es la rutina en la vida de Jara hasta que a partir de un incidente laboral le llama la atención Julia (la actriz Leonor Svarcas), una de las empleadas encargadas de la limpieza nocturna en el hipermercado.
A partir de ahí, la vida de Jara se transforma en seguir los pasos de Julia a través de los monitores, llegando incluso a modificar sus rutinas diarias fuera del trabajo, llegando a comportarse por momentos como un enorme ángel de la guarda capaz de impartir una justicia muy particular. La muchacha por su parte no repara en ese seguidor, y en el trabajo él es solamente alguien a quien saluda brevemente si se encuentran en un pasillo. La pregunta es si Jara podrá o no superar su timidez…
Esta es la línea argumental de Gigante, estrenada en Montevideo el 22 de mayo, una película que ha sido definida salomónicamente por su director, Adrián Biniez (34 años, argentino radicado hace 5 años en Montevideo) como “una película uruguaya hecha por un argentino”, en un intento de dirimir las controversias que ya se han planteado sobre la nacionalidad de la película. Según su director, Gigante está realizada con actores y técnicos uruguayos, y “fue pensada en Uruguay, con imágenes uruguayas”.
Hace meses se empezó a escuchar hablar de Gigante, y su éxito en el exterior hizo que todos esperáramos con mucha intriga su estreno para verla. Se trata de una película simple, incluso en sus actuaciones, con muy pocos diálogos porque la historia y los cambios que experimenta Jara tienen que ser vistos a través de los enormes ojos claros del protagonista.
Esta película simple ha ganado tres importantes premios en la 59ª edición del Festival de Berlín (Gran Premio del Jurado, Premio Alfred Bauer, Mejor Opera Prima), lo cual fue una sorpresa para el propio director, quien confiesa que fue terminada 48 horas antes de presentarla en el festival, y que incluso ahora seguiría retocando detalles de su obra. Cuenta una historia íntima pero con la que se puede sentir identificado cualquier espectador, de ahí tal vez este éxito fuera de nuestro medio y la aceptación que según cuenta su director, percibió en el público: un éxito al cual el cine uruguayo parece estarse acostumbrando poco a poco.
Para quien guste de películas con gran despliegue de efectos o con historias complejas, este tipo de historia donde las escenas se repiten, como se repiten las cosas que diariamente hacen los personajes, y donde no hay demasiados diálogos, seguramente Gigante resultará incluso lenta. Sin embargo, es una película que no pretende ser más de lo que es, que cuenta una historia simple en forma sencilla y desde el humor muchas veces, un humor que trasciende fronteras a partir de la tremenda timidez del personaje central. Y ahí está el encanto de la película. Tal vez el encanto radica en no haber sido hecha para cosechar premios, y sin embargo haberlos cosechado de todos modos. En cuanto al cine uruguayo, también sale de lo común ese enfoque de sencillez y humor, ya que como antes hemos comentado muchas veces el cine nacional ha tenido la tendencia a caer en cierta solemnidad y “depresión”, que hacía que muchos espectadores simplemente, esquivaran el ver películas nacionales.
El sueño de los cineastas uruguayos –o para el caso, de este argentino que eligió el Uruguay para vivir-, del que hablábamos en ocasión del estreno de Whisky, ese sueño de hacer cine en Uruguay y que te vaya bien, parece seguir convirtiéndose lentamente en una realidad.
Ficha técnica:
Director: Adrián BiniezUruguay / Argentina / Alemania / HolandaFicción, 35 mm, colorDuración aproximada: 90 minProducción: Control Z filmsEn coproducción con: Rizoma Films (Argentina) / Pandora Films (Alemania) / IDTV (Holanda)Producción ejecutiva: Fernando Epstein / Agustina ChiarinoEn asociación con: Ibermedia / MVD Socio AudiovisualCon el apoyo de: ZDF/ Arte, HBF, Festival de La Habana Latinoamerica Primera Copia, Filmfstintung NRW
Jara (el actor de teatro Horacio Camandulle, en su primera aparición en cine) es un empleado de seguridad en un Hipermercado de Montevideo, donde trabaja en el turno de la noche, turno en el que poco hay que hacer salvo mirar los monitores y pasar el rato entre mates, crucigramas y su música preferida. También trabaja como guardia de seguridad en una disco-pub de la ciudad. Por su aspecto, Jara es un hombre intimidante, tiene una expresión por momentos adusta, pero detrás de esa apariencia se esconde un hombre sumamente tímido y de corazón tierno.
Su trabajo, que básicamente consiste en estar solo no ayuda a que su timidez disminuya. Esta es la rutina en la vida de Jara hasta que a partir de un incidente laboral le llama la atención Julia (la actriz Leonor Svarcas), una de las empleadas encargadas de la limpieza nocturna en el hipermercado.
A partir de ahí, la vida de Jara se transforma en seguir los pasos de Julia a través de los monitores, llegando incluso a modificar sus rutinas diarias fuera del trabajo, llegando a comportarse por momentos como un enorme ángel de la guarda capaz de impartir una justicia muy particular. La muchacha por su parte no repara en ese seguidor, y en el trabajo él es solamente alguien a quien saluda brevemente si se encuentran en un pasillo. La pregunta es si Jara podrá o no superar su timidez…
Esta es la línea argumental de Gigante, estrenada en Montevideo el 22 de mayo, una película que ha sido definida salomónicamente por su director, Adrián Biniez (34 años, argentino radicado hace 5 años en Montevideo) como “una película uruguaya hecha por un argentino”, en un intento de dirimir las controversias que ya se han planteado sobre la nacionalidad de la película. Según su director, Gigante está realizada con actores y técnicos uruguayos, y “fue pensada en Uruguay, con imágenes uruguayas”.
Hace meses se empezó a escuchar hablar de Gigante, y su éxito en el exterior hizo que todos esperáramos con mucha intriga su estreno para verla. Se trata de una película simple, incluso en sus actuaciones, con muy pocos diálogos porque la historia y los cambios que experimenta Jara tienen que ser vistos a través de los enormes ojos claros del protagonista.
Esta película simple ha ganado tres importantes premios en la 59ª edición del Festival de Berlín (Gran Premio del Jurado, Premio Alfred Bauer, Mejor Opera Prima), lo cual fue una sorpresa para el propio director, quien confiesa que fue terminada 48 horas antes de presentarla en el festival, y que incluso ahora seguiría retocando detalles de su obra. Cuenta una historia íntima pero con la que se puede sentir identificado cualquier espectador, de ahí tal vez este éxito fuera de nuestro medio y la aceptación que según cuenta su director, percibió en el público: un éxito al cual el cine uruguayo parece estarse acostumbrando poco a poco.
Para quien guste de películas con gran despliegue de efectos o con historias complejas, este tipo de historia donde las escenas se repiten, como se repiten las cosas que diariamente hacen los personajes, y donde no hay demasiados diálogos, seguramente Gigante resultará incluso lenta. Sin embargo, es una película que no pretende ser más de lo que es, que cuenta una historia simple en forma sencilla y desde el humor muchas veces, un humor que trasciende fronteras a partir de la tremenda timidez del personaje central. Y ahí está el encanto de la película. Tal vez el encanto radica en no haber sido hecha para cosechar premios, y sin embargo haberlos cosechado de todos modos. En cuanto al cine uruguayo, también sale de lo común ese enfoque de sencillez y humor, ya que como antes hemos comentado muchas veces el cine nacional ha tenido la tendencia a caer en cierta solemnidad y “depresión”, que hacía que muchos espectadores simplemente, esquivaran el ver películas nacionales.
El sueño de los cineastas uruguayos –o para el caso, de este argentino que eligió el Uruguay para vivir-, del que hablábamos en ocasión del estreno de Whisky, ese sueño de hacer cine en Uruguay y que te vaya bien, parece seguir convirtiéndose lentamente en una realidad.
Ficha técnica:
Director: Adrián BiniezUruguay / Argentina / Alemania / HolandaFicción, 35 mm, colorDuración aproximada: 90 minProducción: Control Z filmsEn coproducción con: Rizoma Films (Argentina) / Pandora Films (Alemania) / IDTV (Holanda)Producción ejecutiva: Fernando Epstein / Agustina ChiarinoEn asociación con: Ibermedia / MVD Socio AudiovisualCon el apoyo de: ZDF/ Arte, HBF, Festival de La Habana Latinoamerica Primera Copia, Filmfstintung NRW
Amor / Amour, de Michael Haneke. Por Patricia Farías.
Patricia Farías.
Algo hace que me proteja de algunas películas de Michael Haneke. Y admito, no he visto muchas, pero las que he visto sé que mueven muchas cosas. La que más recuerdo es “La Pianista”. Hoy me arriesgué con “Amour”, mejor película extranjera en los Oscars 2012 … película que demoré en ver hasta hoy porque de algún modo supe que me iba a golpear muy profundamente.
Amor, con mayúsculas. Como Actores, con mayúsculas. Por favor, Jean-Louis Trintignant, tiene que volver a aparecer en cine más frecuentemente, para que los más jóvenes sepan el tremendo ACTOR que es, más allá de títulos como “Un hombre y una mujer” o “El Conformista” (alguien más que lo convenza de aparecer más en cine además del teatro)… Emmanuelle Riva, que admito no haber reparado en su nombre hasta ahora: enorme actriz también… Isabelle Huppert, que ya me sacudió en “La pianista” de Haneke, y en tantas otras, ella sí ...
Volviendo a “Amour” concretamente. ¿Qué deseamos al final de nuestra vida? Dignidad, sobre todo, si me guío por lo que supe ver y saber de mis seres queridos. Y además, alguien que nos ame tanto como para preservar esa dignidad aunque otros no lo entiendan, o les parezca que con cuidados especializados se preserva. Alguien que sepa qué queremos o querríamos para nosotros mismos. Eso es lo que Michael Haneke nos muestra en “Amour”.
Qué pasa cuando uno de los dos se enferma, y solamente puede ir empeorando. Qué pasa cuando el otro, que ya no es joven y los años le pesan de verdad… (vale ver cómo camina Georges, no es un hombre joven ni mucho menos), tiene que enfrentar esa situación, y además el dolor de ver cómo pierde a su compañero en vida, cómo se hace frente al día a día, a los cuidados, al declive. La frase “tu preocupación no me sirve de nada” que dice Georges a su hija puede sonar dura... pero es real: la preocupación no ayuda, el que está todos los días lidiando con una situación no gana nada con la preocupación (bienintencionada y amorosa) de otros.
La descripción casi analítica de cómo pasa el día su esposa es aparentemente tranquila y hasta fría, si uno no supiera el dolor que hay detrás de haber perdido en vida a su compañera. Georges asume su situación y el atender a su esposa sin dramatismos, como algo “debido” pero si leemos más profundamente, vemos que no es nada de eso: la ausencia de dramatismo o victimización es fruto de que en su forma de ver las cosas, cuando se ama a otro… estas cosas, por tremendas o difíciles que sean, son parte de la relación. La única vez en que “violenta” es cuando Anne se niega a tomar agua… si no bebe, morirá seguramente. Georges la abofetea… pero mirando bien, ¿no es tal vez un mensaje de Anne? ¿Qué hacer con ese mensaje? Escucharlo, por duro que sea, es una opción.
“Amour” nos enfrenta sin anestesia a muchas preguntas que tal vez nos hayamos hecho anteriormente. ¿Cómo queremos terminar nuestra vida? ¿Hasta qué punto somos capaces de respetar cuando los conocemos, los deseos de nuestros seres queridos? ¿Qué tanto amamos al otro como para asumir sin dramatismos que ahora hay que cuidarlo, atenderlo, ayudarlo como a un bebé a veces?
Georges pierde a su compañera, primero no intelectualmente sino en cuanto a autonomía. Después, la pierde en cuanto a quien ella es. Solo escucha “dolor, dolor”… y sabe que Anne no quiere hospitales, ni internaciones, ni ese tipo de cosas que prolongan la vida sin dignidad.
Michael Haneke nos puede hacer llorar en este filme, si nos toca de cerca; si aún no, nos puede dejar algo en qué pensar y qué recordar más adelante. A título muy personal, agradecí no haber tenido que decidir nada, aún sabiendo, como su Georges, cuál era la voluntad de mi ser más querido hace unos años. Pero la realidad es que nos enfrenta a nosotros mismos y a qué haríamos en esa situación. Hasta dónde puede llegar el egoísmo de tener al otro sea como sea, y hasta dónde llega el respeto por la voluntad del otro.
Espero que en algún momento, otro tenga la fortaleza de cumplir con mi voluntad, y que yo tenga la misma entereza de recordar más allá del egoísmo, de dejar ir al otro.
Dicho todo esto… es uno de los filmes más hermosos que he visto últimamente. Hermosos, así de simple. No un filme fácil de ver, no es de pasar el rato, por supuesto que no. Nos deja en carne viva, pero es hermoso. Sí… parece extraño, después de hablar de qué trata, y apenas superficialmente de cómo el director nos golpea en lo más íntimo y remueve cosas tan personales. Más aún, nos puede hacer llorar. Y sin embargo es hermoso. Porque el deseo, o la esperanza, o la vivencia de un Amor como el de Georges y Anne, es lo que muchas veces queremos. Y Michael Haneke nos dice que puede ser, no de una forma edulcorada y de cuento de hadas, sino con una historia crudamente posible, dolorosa… pero que irónicamente hace que el que la ve quiera tener un amor como éste. Con todas sus connotaciones y consecuencias. Con todo el Amor.
Montevideo, 23/03/13
Algo hace que me proteja de algunas películas de Michael Haneke. Y admito, no he visto muchas, pero las que he visto sé que mueven muchas cosas. La que más recuerdo es “La Pianista”. Hoy me arriesgué con “Amour”, mejor película extranjera en los Oscars 2012 … película que demoré en ver hasta hoy porque de algún modo supe que me iba a golpear muy profundamente.
Amor, con mayúsculas. Como Actores, con mayúsculas. Por favor, Jean-Louis Trintignant, tiene que volver a aparecer en cine más frecuentemente, para que los más jóvenes sepan el tremendo ACTOR que es, más allá de títulos como “Un hombre y una mujer” o “El Conformista” (alguien más que lo convenza de aparecer más en cine además del teatro)… Emmanuelle Riva, que admito no haber reparado en su nombre hasta ahora: enorme actriz también… Isabelle Huppert, que ya me sacudió en “La pianista” de Haneke, y en tantas otras, ella sí ...
Volviendo a “Amour” concretamente. ¿Qué deseamos al final de nuestra vida? Dignidad, sobre todo, si me guío por lo que supe ver y saber de mis seres queridos. Y además, alguien que nos ame tanto como para preservar esa dignidad aunque otros no lo entiendan, o les parezca que con cuidados especializados se preserva. Alguien que sepa qué queremos o querríamos para nosotros mismos. Eso es lo que Michael Haneke nos muestra en “Amour”.
Qué pasa cuando uno de los dos se enferma, y solamente puede ir empeorando. Qué pasa cuando el otro, que ya no es joven y los años le pesan de verdad… (vale ver cómo camina Georges, no es un hombre joven ni mucho menos), tiene que enfrentar esa situación, y además el dolor de ver cómo pierde a su compañero en vida, cómo se hace frente al día a día, a los cuidados, al declive. La frase “tu preocupación no me sirve de nada” que dice Georges a su hija puede sonar dura... pero es real: la preocupación no ayuda, el que está todos los días lidiando con una situación no gana nada con la preocupación (bienintencionada y amorosa) de otros.
La descripción casi analítica de cómo pasa el día su esposa es aparentemente tranquila y hasta fría, si uno no supiera el dolor que hay detrás de haber perdido en vida a su compañera. Georges asume su situación y el atender a su esposa sin dramatismos, como algo “debido” pero si leemos más profundamente, vemos que no es nada de eso: la ausencia de dramatismo o victimización es fruto de que en su forma de ver las cosas, cuando se ama a otro… estas cosas, por tremendas o difíciles que sean, son parte de la relación. La única vez en que “violenta” es cuando Anne se niega a tomar agua… si no bebe, morirá seguramente. Georges la abofetea… pero mirando bien, ¿no es tal vez un mensaje de Anne? ¿Qué hacer con ese mensaje? Escucharlo, por duro que sea, es una opción.
“Amour” nos enfrenta sin anestesia a muchas preguntas que tal vez nos hayamos hecho anteriormente. ¿Cómo queremos terminar nuestra vida? ¿Hasta qué punto somos capaces de respetar cuando los conocemos, los deseos de nuestros seres queridos? ¿Qué tanto amamos al otro como para asumir sin dramatismos que ahora hay que cuidarlo, atenderlo, ayudarlo como a un bebé a veces?
Georges pierde a su compañera, primero no intelectualmente sino en cuanto a autonomía. Después, la pierde en cuanto a quien ella es. Solo escucha “dolor, dolor”… y sabe que Anne no quiere hospitales, ni internaciones, ni ese tipo de cosas que prolongan la vida sin dignidad.
Michael Haneke nos puede hacer llorar en este filme, si nos toca de cerca; si aún no, nos puede dejar algo en qué pensar y qué recordar más adelante. A título muy personal, agradecí no haber tenido que decidir nada, aún sabiendo, como su Georges, cuál era la voluntad de mi ser más querido hace unos años. Pero la realidad es que nos enfrenta a nosotros mismos y a qué haríamos en esa situación. Hasta dónde puede llegar el egoísmo de tener al otro sea como sea, y hasta dónde llega el respeto por la voluntad del otro.
Espero que en algún momento, otro tenga la fortaleza de cumplir con mi voluntad, y que yo tenga la misma entereza de recordar más allá del egoísmo, de dejar ir al otro.
Dicho todo esto… es uno de los filmes más hermosos que he visto últimamente. Hermosos, así de simple. No un filme fácil de ver, no es de pasar el rato, por supuesto que no. Nos deja en carne viva, pero es hermoso. Sí… parece extraño, después de hablar de qué trata, y apenas superficialmente de cómo el director nos golpea en lo más íntimo y remueve cosas tan personales. Más aún, nos puede hacer llorar. Y sin embargo es hermoso. Porque el deseo, o la esperanza, o la vivencia de un Amor como el de Georges y Anne, es lo que muchas veces queremos. Y Michael Haneke nos dice que puede ser, no de una forma edulcorada y de cuento de hadas, sino con una historia crudamente posible, dolorosa… pero que irónicamente hace que el que la ve quiera tener un amor como éste. Con todas sus connotaciones y consecuencias. Con todo el Amor.
Montevideo, 23/03/13
15 junio 2015
Noctámbulo, El. Film uruguayo de Gabriel Díaz. Por Patricia Farías.
Patricia Farías.
Montevideo, Uruguay.- Finalmente llegó el día del estreno de “El Noctámbulo”, una película uruguaya que fue anunciada por sus creadores varios meses antes de su estreno. La película, con un costo de 150 mil dólares, es un trabajo del equipo de Alternativo Films, quienes buscan una nueva forma de narrar historias dentro del cine nacional. Tal como lo anunciaran, sabemos que ha sido filmada en formato digital de alta definición, y que es el primer proyecto de este tipo realizado en el Uruguay. El rodaje se realizó durante 6 semanas, con participación de un equipo enteramente uruguayo.
“El Noctámbulo” es una película diferente, por supuesto. No entra dentro de las películas intimistas a las que estamos, tal vez, acostumbrados como asociadas a lo que llamamos “cine uruguayo”. Como ya dijimos en otra oportunidad (Whisky, 2004), el cine uruguayo es una tarea de mucho sacrificio; tanto que sólo llevar adelante un proyecto cinematográfico y verlo terminado, es en sí mismo un logro.
Desde el comienzo vemos algo poco habitual: lo que se busca es algo más comercial, una historia que se alimenta abiertamente del comic y de películas como las de Tim Burton que, para su creador Gabriel Díaz (27 años, director – productor – protagonista), han sido sus grandes influencias.
En una entrevista publicada en el Diario El País de Montevideo, Díaz comenta que las historias de los héroes de comics tienen todos los ingredientes para que sean atractivas: amor, venganza, tragedia… y la capacidad de convertirse en alguien totalmente diferente. Hablando sobre el público a quien está dirigida la película, manifestó que está principalmente dirigida a los adolescentes, quienes gustan más de este tipo de historias. Díaz describe su creación como “una historieta viviente”.
Podríamos decir que la historia en sí misma es algo ya tratado por otros films, y de hecho en este caso es así (The Punisher y Daredevil nos guiñan cómplices desde la pantalla): sin embargo, la historia del hombre común que empujado por la tragedia decide tomar la justicia por mano propia es un tema que aún da de sí, a la vista está con muchas de los comics llevados a la pantalla con gran éxito.
La historia cuenta que Marcos Andrade, un muchacho común y corriente que vive con su novia Natalia, trabaja para un poderoso empresario llamado Lucio Franco (el actor Sergio Pereira) que está envuelto en negocios turbios y está siendo investigado, incluso por la prensa. Un buen día Marcos lee unos documentos que no debería haber leído y la tragedia se desencadena: más tarde Marcos crea su alter ego, “El Noctámbulo” y amparado en la oscuridad busca aplicar su lema: ojo por ojo. Para esto recibe ayuda de muchos perjudicados por Franco, incluso de la prensa, encarnada en una periodista (Gabriela Ers) que prepara un informe sobre las actividades ilegales de Franco.
Si bien la historia podría verse extraña en Montevideo, esto no sucede. La película busca emparentarse con el comic mediante dibujos que dan comienzo a los distintos “bloques” de la historia, y esos dibujos se funden luego en el paisaje real de nuestra ciudad.
Sin embargo, hay algo que falla en el desarrollo de la historia y el problema más serio radica en la forma en que los actores recitan sus diálogos: precisamente, no los interpretan, con lo cual la historia resulta poco convincente donde más falta hace que lo sea. Son los actores los que deben “vendernos” la historia. Un espectador adulto no se cree realmente las emociones que los actores muestran.
Esto es algo a cuidar especialmente, ya que las películas basadas en comics en realidad descansan en eso: en que el actor nos convenza y nosotros juguemos el juego de creer lo que vemos, por imposible o improbable que sea.
Sin duda Gabriel Díaz tiene buenas ideas y es de desear que las lleve adelante, pero tal vez su rol deba ser precisamente el de creador y director, y no frente a las cámaras. Esto, acompañado de algunos detalles técnicos que hacen que las imágenes en exteriores pierdan definición (una lástima, dado los exteriores elegidos, que son algunos de los lugares más hermosos de la ciudad de Montevideo como la Bahía y el Parque Batlle y Ordóñez) hacen que este esfuerzo uruguayo pierda algo de su brillo.
Se destacan como puntos positivos la banda sonora de Facundo Fernández Luna, así como el tema central de Graciela Villar y Andrés Fisher, y sobre todo la idea en sí: empezar a producir el género de acción y fantasía en el Uruguay, un género que no se había explorado hasta este momento. Algo que parecía improbable, pero hoy vemos que sí se puede hacer; es cosa de tener la inventiva… y algo de la personalidad de los superhéroes que inspiraron a la gente de Alternativo Films.
Ficha:
Título original: El Noctámbulo
Estreno: 11 de Agosto de 2006
País y año de producción: Uruguay, 2006
Dirección: Gabriel Díaz
Guión: Gabriel Díaz
Con: Sergio Pereira, GD, Gabriela Ers, Fernando Lemos, Verónica D'Andrea
Duración: 100 minutos
Montevideo, Uruguay.- Finalmente llegó el día del estreno de “El Noctámbulo”, una película uruguaya que fue anunciada por sus creadores varios meses antes de su estreno. La película, con un costo de 150 mil dólares, es un trabajo del equipo de Alternativo Films, quienes buscan una nueva forma de narrar historias dentro del cine nacional. Tal como lo anunciaran, sabemos que ha sido filmada en formato digital de alta definición, y que es el primer proyecto de este tipo realizado en el Uruguay. El rodaje se realizó durante 6 semanas, con participación de un equipo enteramente uruguayo.
“El Noctámbulo” es una película diferente, por supuesto. No entra dentro de las películas intimistas a las que estamos, tal vez, acostumbrados como asociadas a lo que llamamos “cine uruguayo”. Como ya dijimos en otra oportunidad (Whisky, 2004), el cine uruguayo es una tarea de mucho sacrificio; tanto que sólo llevar adelante un proyecto cinematográfico y verlo terminado, es en sí mismo un logro.
Desde el comienzo vemos algo poco habitual: lo que se busca es algo más comercial, una historia que se alimenta abiertamente del comic y de películas como las de Tim Burton que, para su creador Gabriel Díaz (27 años, director – productor – protagonista), han sido sus grandes influencias.
En una entrevista publicada en el Diario El País de Montevideo, Díaz comenta que las historias de los héroes de comics tienen todos los ingredientes para que sean atractivas: amor, venganza, tragedia… y la capacidad de convertirse en alguien totalmente diferente. Hablando sobre el público a quien está dirigida la película, manifestó que está principalmente dirigida a los adolescentes, quienes gustan más de este tipo de historias. Díaz describe su creación como “una historieta viviente”.
Podríamos decir que la historia en sí misma es algo ya tratado por otros films, y de hecho en este caso es así (The Punisher y Daredevil nos guiñan cómplices desde la pantalla): sin embargo, la historia del hombre común que empujado por la tragedia decide tomar la justicia por mano propia es un tema que aún da de sí, a la vista está con muchas de los comics llevados a la pantalla con gran éxito.
La historia cuenta que Marcos Andrade, un muchacho común y corriente que vive con su novia Natalia, trabaja para un poderoso empresario llamado Lucio Franco (el actor Sergio Pereira) que está envuelto en negocios turbios y está siendo investigado, incluso por la prensa. Un buen día Marcos lee unos documentos que no debería haber leído y la tragedia se desencadena: más tarde Marcos crea su alter ego, “El Noctámbulo” y amparado en la oscuridad busca aplicar su lema: ojo por ojo. Para esto recibe ayuda de muchos perjudicados por Franco, incluso de la prensa, encarnada en una periodista (Gabriela Ers) que prepara un informe sobre las actividades ilegales de Franco.
Si bien la historia podría verse extraña en Montevideo, esto no sucede. La película busca emparentarse con el comic mediante dibujos que dan comienzo a los distintos “bloques” de la historia, y esos dibujos se funden luego en el paisaje real de nuestra ciudad.
Sin embargo, hay algo que falla en el desarrollo de la historia y el problema más serio radica en la forma en que los actores recitan sus diálogos: precisamente, no los interpretan, con lo cual la historia resulta poco convincente donde más falta hace que lo sea. Son los actores los que deben “vendernos” la historia. Un espectador adulto no se cree realmente las emociones que los actores muestran.
Esto es algo a cuidar especialmente, ya que las películas basadas en comics en realidad descansan en eso: en que el actor nos convenza y nosotros juguemos el juego de creer lo que vemos, por imposible o improbable que sea.
Sin duda Gabriel Díaz tiene buenas ideas y es de desear que las lleve adelante, pero tal vez su rol deba ser precisamente el de creador y director, y no frente a las cámaras. Esto, acompañado de algunos detalles técnicos que hacen que las imágenes en exteriores pierdan definición (una lástima, dado los exteriores elegidos, que son algunos de los lugares más hermosos de la ciudad de Montevideo como la Bahía y el Parque Batlle y Ordóñez) hacen que este esfuerzo uruguayo pierda algo de su brillo.
Se destacan como puntos positivos la banda sonora de Facundo Fernández Luna, así como el tema central de Graciela Villar y Andrés Fisher, y sobre todo la idea en sí: empezar a producir el género de acción y fantasía en el Uruguay, un género que no se había explorado hasta este momento. Algo que parecía improbable, pero hoy vemos que sí se puede hacer; es cosa de tener la inventiva… y algo de la personalidad de los superhéroes que inspiraron a la gente de Alternativo Films.
Ficha:
Título original: El Noctámbulo
Estreno: 11 de Agosto de 2006
País y año de producción: Uruguay, 2006
Dirección: Gabriel Díaz
Guión: Gabriel Díaz
Con: Sergio Pereira, GD, Gabriela Ers, Fernando Lemos, Verónica D'Andrea
Duración: 100 minutos
13 junio 2015
Durazno y Convención, de Jaime Roos. Por Patricia Farías
Montaje especial de Francisco Peña, en agradecimiento a Patricia.
Con el mismo cariño y aprecio con que trabajé su texto en 2010.
Porque esto es FP y no CV, porque me acerco al final pero soy más libre.
Porque cuando escucho hoy a Sade o Leonard Cohen, entiendo lo que ella escucha y siente con Jaime Roos.
Y porque, al final, aquí sí hay memoria y se reconoce el esfuerzo y la amistad de quiénes fuimos un equipo.
Patricia Farías, con todo cariño desde (y para) Uruguay, nos recomienda la canción Durazno y Convención, de Jaime Roos, de la que nos escribe:
Recuerdos de hace mucho tiempo: Durazno y Convención, de Jaime Roos
Tenía diez años cuando nos mudamos al Barrio Sur (en Montevideo, “barrio” se le llama a las zonas en las que se divide la ciudad, a veces en forma no “oficial”). Esta es una zona de Montevideo cargada de historia, de nostalgia incluso. Ya en aquella época los que siempre habían vivido allí decían que ese lugar poco a poco estaba perdiendo su esencia: desaparecían edificios, se perdían tradiciones… Era muy joven la primera vez que escuché “Durazno y Convención”, de Jaime Roos, por lo que en aquel momento fue un tema que me gustó mucho, sin tener los recuerdos que tiene ahora, años después.
Este músico, compositor y productor uruguayo vivió desde que nació en esa zona, para luego radicarse en Amsterdam. Su música se ha caracterizado por la fusión de géneros como el rock and roll, tango, milonga, candombe y las murgas (típico de Uruguay, merecería comentario aparte sin duda) con letras muy representativas de lo que es mi ciudad. Usualmente se presenta acompañado por destacados músicos uruguayos.
Por esa característica de retratar nuestras cosas, ésta es una imagen clarísima de las calles que rodeaban mi infancia. El nombre del tema alude a la esquina de la calle Durazno con la calle Convención (esquina donde vivía J. Roos); yo viví al menos veinte años muy cerca de allí, en una calle que también se vestía “toda de lila”.
Durazno y Convención – Jaime Roos
La calle Durazno
Nace a la intemperie
Telón ceniciento
Palmeras al viento
Abierta a las olas
Marrones y blancas
De la playa chica
Que muere en el Gas
La calle Durazno
Muere sin saberlo
Cuando se ilumina
Toda de lila
En pleno diciembre
A la hora más lenta
La siesta obligada
Del jacarandá
La vida
La vida como siempre dura
La noche como siempre oscura
Por la calle Convención
El mismo
El mismo taconeo absorto
Los yiros del paseo corto
De la calle Convención
La vida
La vida tironeando el cobre
La tienda del judío pobre
De la calle Convención
Botijas
Botijas de la moña suelta
De las rodillas bien mugrientas
Por la calle Convención
La calle Durazno
Atraviesa dos barrios
De chata figura
De amarga dulzura
Son Sur y Palermo
Rivales y hermanos
Que cruzan Durazno
Camino del mar
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Canilla
Canilla Acción El Plata Diario
Paquete bajo el brazo largo
Por la calle Convención
Los lentes
Los lentes de los relojeros
Los ojos de los bagayeros
De la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te lleve el viento
De Durazno y Convención
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Los perros
Los perros de los bichicomes
Durmiendose por los rincones
De la calle Convención
Baldosas
Baldosas partidas hace años
Recuerdos que me hicieron daño
Por la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te abrace el viento
De Durazno y Convención
Y acá va la "traducción":
Que muere en el Gas (se refiere a la Compañía del Gas, que está sobre la rambla)
Los yiros del paseo corto (“yiros” = prostitutas, del italiano “girare”, dar vueltas)
La vida tironeando el cobre (= el dinero)
Botijas (“botijas” se les llama en Uruguay a los niños)
Botijas de la moña suelta (en la Escuela Pública en el Uruguay los chicos llevan túnica blanca y moña azul.. que muchas veces se desatan jugando)
Candombe murga y batucada (“batucada” = en Uruguay, toque de tamboriles en el candombe)
Canilla (“canilla” o “canillita” vendedor de periódicos, salía con los diarios bajo el brazo en un paquete, ver más abajo en la letra)
Acción El Plata Diario (Acción, etc son nombres de periódicos que ya no salen)
Los ojos de los bagayeros (“bagayeros” = contrabandistas)
Los perros de los bichicomes (“bichicome” = quien vive en la calle y se alimenta de desperdicios)
Con el mismo cariño y aprecio con que trabajé su texto en 2010.
Porque esto es FP y no CV, porque me acerco al final pero soy más libre.
Porque cuando escucho hoy a Sade o Leonard Cohen, entiendo lo que ella escucha y siente con Jaime Roos.
Y porque, al final, aquí sí hay memoria y se reconoce el esfuerzo y la amistad de quiénes fuimos un equipo.
Y un día
Un día te veré contento
El día que te abrace el viento
De Durazno y Convención
Montevideo, Uruguay.
Jueves 22 de Octubre de 2015.
Foto de Patricia Farías.
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Publicado el 17 de agosto de 2010.
Patricia Farías, con todo cariño desde (y para) Uruguay, nos recomienda la canción Durazno y Convención, de Jaime Roos, de la que nos escribe:
Recuerdos de hace mucho tiempo: Durazno y Convención, de Jaime Roos
Tenía diez años cuando nos mudamos al Barrio Sur (en Montevideo, “barrio” se le llama a las zonas en las que se divide la ciudad, a veces en forma no “oficial”). Esta es una zona de Montevideo cargada de historia, de nostalgia incluso. Ya en aquella época los que siempre habían vivido allí decían que ese lugar poco a poco estaba perdiendo su esencia: desaparecían edificios, se perdían tradiciones… Era muy joven la primera vez que escuché “Durazno y Convención”, de Jaime Roos, por lo que en aquel momento fue un tema que me gustó mucho, sin tener los recuerdos que tiene ahora, años después.
Este músico, compositor y productor uruguayo vivió desde que nació en esa zona, para luego radicarse en Amsterdam. Su música se ha caracterizado por la fusión de géneros como el rock and roll, tango, milonga, candombe y las murgas (típico de Uruguay, merecería comentario aparte sin duda) con letras muy representativas de lo que es mi ciudad. Usualmente se presenta acompañado por destacados músicos uruguayos.
Por esa característica de retratar nuestras cosas, ésta es una imagen clarísima de las calles que rodeaban mi infancia. El nombre del tema alude a la esquina de la calle Durazno con la calle Convención (esquina donde vivía J. Roos); yo viví al menos veinte años muy cerca de allí, en una calle que también se vestía “toda de lila”.
La calle Durazno
Nace a la intemperie
Telón ceniciento
Palmeras al viento
Abierta a las olas
Marrones y blancas
De la playa chica
Que muere en el Gas
La calle Durazno
Muere sin saberlo
Cuando se ilumina
Toda de lila
En pleno diciembre
A la hora más lenta
La siesta obligada
Del jacarandá
La vida
La vida como siempre dura
La noche como siempre oscura
Por la calle Convención
El mismo
El mismo taconeo absorto
Los yiros del paseo corto
De la calle Convención
La vida
La vida tironeando el cobre
La tienda del judío pobre
De la calle Convención
Botijas
Botijas de la moña suelta
De las rodillas bien mugrientas
Por la calle Convención
La calle Durazno
Atraviesa dos barrios
De chata figura
De amarga dulzura
Son Sur y Palermo
Rivales y hermanos
Que cruzan Durazno
Camino del mar
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Canilla
Canilla Acción El Plata Diario
Paquete bajo el brazo largo
Por la calle Convención
Los lentes
Los lentes de los relojeros
Los ojos de los bagayeros
De la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te lleve el viento
De Durazno y Convención
Candombe
Candombe murga y batucada
Paseándose por la bajada
De la calle Convención
Los perros
Los perros de los bichicomes
Durmiendose por los rincones
De la calle Convención
Baldosas
Baldosas partidas hace años
Recuerdos que me hicieron daño
Por la calle Convención
Y un día
Un día te veré contento
El día que te abrace el viento
De Durazno y Convención
Y acá va la "traducción":
Que muere en el Gas (se refiere a la Compañía del Gas, que está sobre la rambla)
Los yiros del paseo corto (“yiros” = prostitutas, del italiano “girare”, dar vueltas)
La vida tironeando el cobre (= el dinero)
Botijas (“botijas” se les llama en Uruguay a los niños)
Botijas de la moña suelta (en la Escuela Pública en el Uruguay los chicos llevan túnica blanca y moña azul.. que muchas veces se desatan jugando)
Candombe murga y batucada (“batucada” = en Uruguay, toque de tamboriles en el candombe)
Canilla (“canilla” o “canillita” vendedor de periódicos, salía con los diarios bajo el brazo en un paquete, ver más abajo en la letra)
Acción El Plata Diario (Acción, etc son nombres de periódicos que ya no salen)
Los ojos de los bagayeros (“bagayeros” = contrabandistas)
Los perros de los bichicomes (“bichicome” = quien vive en la calle y se alimenta de desperdicios)
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