11 mayo 2015

t.A.t.U. - Tres videos musicales

Francisco Peña.

Publicado en Milenio Diario, en la sección El Ángel Discriminador, el 18 de noviembre de 2008.


El fantasma del lesbianismo recorre Europa. Aunque no se trata en realidad de fantasmas sino de las córporeas chicas del dueto ruso T.A.T.U. Su leyenda lésbica se extiende por radios y televisores entre amenazas de censura, escándalos, premios y ventas de más de cinco millones de discos y el mundo no sabe que hacer con ellas.


Las imágenes de Yulia Volkova y Lena Katina que se besan abiertamente de lengüita, trasmitidas por MTV y sus filiales, ha puesto al mundo del pop de cabeza. No son chicas materiales que se quieren comportar como vírgenes sino dos jóvenes que hacen gala de su preferencia sexual.

Yulia, de 18 años, y Lena, de 17, son la cresta de la ola pop del "destape" y "la movida" rusa que surge a raíz de la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS y la implosión del sistema comunista en Europa.

Luego de esos acontecimientos, Moscú tuvo su revolución sexual con luces y sombras. Con la llegada del capitalismo a la tierra de Lenin, las mafias rusas se apoderaron del negocio del sexo y surgieron como hongos los table dance, la prostitución abierta y los bares de reunión sexual.


Ya enseñoreadas de Rusia, estas mafias sombrías inundaron Internet con caracteres cirílicos y pornografía hasta crear sitios bilingües donde el inglés es el lenguaje del sexo virtual. Pero nada tarugos, los mafiosos rusos han colocado su información en servidores cuya dirección IP es inconfundiblemente estadounidense. En el arranque del milenio, ahora resulta que la soñada camaradería internacional se da en el negocio del sexo.

Para quien quiera ver una metáfora de como estas mafias rusas explotan el sexo basta un vistazo a la película "De monstruos y hombres", de Alexei Balabanov, filmada en San Petersburgo.

En el lado luminoso el "destape ruso" dio origen al dueto T.A.T.U., cuyo nombre viene de "Ta Lyubit Tu / Ella la ama". Su creador, Iván Shapolavov, de verdad que ha hecho su tarea. En poco tiempo le enseñó a los gringos que sabe el negocio del espectáculo y que puede superarlos en su propio campo.

Shapolavov cimentó el éxito de T.A.T.U. en la música, las letras de las canciones, los videos y el desenfado sexual de Yulia y Lena. Sus dos éxitos más conocidos "All the thinghs she said" y "Not gonna get us" son los nuevos himnos lésbicos desplazando en el tiempo a "Mujer contra mujer" y "¿A quién le importa?"



La música pop de T.A.T.U. supera al producto comercial estadounidense porque incorpora un cierto toque europeo. Abre espacio para que Yulia o Lena tengan sus momentos solistas y sus puentes musicales son brillantes, bien ejecutados y de calidad. El dúo recupera la melodía, asesinada impunemente por el rap, y recupera la calidad narrativa de las letras.

Las canciones están enfocadas al segmento adolescente que tiene sus primeros escarceos sexuales en general y lésbicos en particular, por lo que Lena o Yulia expresan con sus voces angustia, reto, ansiedad y decisión de mantener una relación "cuestionada" no por su existencia sino por su visibilidad social.

Esto es patente en las letras de las rolas más conocidas del dueto. Se describen primeros encuentros, la certidumbre del amor lésbico, la presión social y el anhelo de la fuga a un sitio utópico donde no sean molestadas y puedan vivir su amor a plenitud en la soledad.


Estos planteamientos han dividido las reacciones en las comunidades lésbicas. Por un lado, las más militantes han criticado a T.A.T.U. por su insistente llamado a la fuga, a la evasión, en lugar de enfrentar el medio social y forzarlo a aceptar su existencia y derecho a vivir en medio de todos nosotros. Es el enfoque que, con una óptica trágica, mantiene la película "Los muchachos no lloran", de la cineasta Kimberley Peirce, que le valió el Oscar a la actriz Hilary Swank.

Pero por otro lado hay participantes de la comunidad lésbica que defienden a las chicas de T.A.T.U. Antes que nada las apoyan por la visibilidad que dan a la comunidad en los medios; pero también porque narran el surgimiento de esos amores, sus primeros pasos y confusiones, así como la primera decisión de aceptar lo que en realidad sienten: el paso necesario para una elección amorosa y sexual libre.



Desde el lado conservador no se han hecho esperar los gritos y los sombrerazos en contra, especialmente en las sociedades de raíces protestantes. De allí han surgido acusaciones violentas contra Yulia, Lena y Shapolavov por explotación de menores, comercialización desmedida, falsedad en declaraciones e incluso de pedofilia.


Pero el centro de la polémica y el arma de comunicación de T.A.T.U. han sido sus videos, a los que algunos han tildado de porno blanda y otros han alabado por su realización. La expresión abierta del lesbianismo, aderezada con los besos ardientes entre Yulia y Lena, se enmarca con imágenes en tonos verdes y azulados cuya frialdad se asocia al rechazo social; en cambio los tonos más cálidos se reservan para la fuga final de las chicas.







También en este campo Iván Shapolavov conoce muy bien su negocio. El video de "Not gonna get us" es un homenaje velado al realizador ruso Andrei Konchalovski. Las chicas huyen -de nuevo la fuga a un lugar utópico- en un trailer, abandonan la cabina y se suben al techo mientras el vehículo corre desbocado en medio de la nieve. Son imágenes inconfundibles que remiten a la película "The Runaway Train / El tren del escape", del director ruso y protagonizada por el actor Jon Voigt.

Como vemos, las chicas de T.A.T.U. tienen un toque europeo que le da otro sabor a su producto, y que las hace destacar con calidad propia. Esos elementos las ponen por encima de la mayoría de las cantantes estadounidenses, porque ya no se sabe si Christina Aguilera le copia a Britney Spears o viceversa.


Lo que es innegable es que mientras Enimen ya es sólo un tigre de papel domesticado en el USA post-Irak y Madonna se convierte en respetable madre de familia, las tropas de asalto rusas encabezadas por T.A.T.U. invaden la escena. Lo que no logró la URSS en la guerra fría lo han hecho estas chicas rusas: conquistar EU y ganarse "las mentes y los corazones". En cambio, en México sólo atinamos a cantar "pinche gringo puñetero" porque nos dicen "frijolero", pero de allí no pasa la cosa.


- - - - - - -  CODA Mayo 2015 - - - - - - -

Mucha agua ha pasado bajo el puente en 12 años. t.A.T.u. entró en crisis, Shapolavov fue separado de la organización. Yulia y Lena son heterosexuales. Como grupo, se han separado, reunido y vuelto a separar para seguir sus carreras individuales en medio de mutuas críticas. Sin embargo, a pesar de las fricciones y escándalos entre las dos cantantes, el producto t.A.t.U aún funciona entre el público, como se ve en el video conmemorativo de los 10 años del lanzamiento de "Not gonna get us".

Sin embargo, las críticas vertidas por ser un producto "artificial y comercial" deben tener en cuenta dos hechos. 

El primero: t.A.t.U. sí dio visibilidad global a la comunidad de mujeres lesbianas, en especial a las adolescentes, en muchos países. Aunque la confrontación "visual" de sus videos tiene lugares comunes, no por eso las situaciones descritas son irreales: muchas adolescentes han pasado realmente por el "embudo social" verdadero, y estos "lugares comunes" para ellas son vivencias personales de estigmas, discriminación y de lucha personal por ser ellas mismas en plena libertad.

El segundo: a pesar de ser un grupo de creación "comercial", t.A.t.U. abrió camino a otras organizaciones musicales semejantes pero comprometidas desde sus raíces con estos temas. Por ejemplo, las canadienses Tegan & Sara, verdaderas hermanas gemelas y ambas lesbianas, no estarían dónde se encuentran hoy: hubieran tardado cinco años más y el esfuerzo y desgaste existencial hubiera sido el triple de lo que les ha costado.

Si se juzga con justicia y equidad, NO, el paso de t.A.t.U. por la música pop NO ha sido "artificial"... NI ESTÉRIL.