24 marzo 2018

Himalaya, de Eric Valli

Francisco Peña.

Cuando te veas ante dos caminos
Siempre escoge el más difícil
Tinle

Un hombre comanda a sus hombres
Pero recibe órdenes de los dioses
Tinle

Para hablar con justicia de la extraordinaria cinta de Eric Valli, hay que ubicarla entre las películas más recientes que han tomada a la cultura tibetana y su religión como eje central temático.


Anteriormente se han exhibido El pequeño Buda (Bernardo Bertolucci, 1993), Siete años en el Tibet (Jean-Jacques Annaud, 1997) y Kundun (Scorsese, 1997). Este es el cuarto film que se relaciona con el tema tibetano.

El pequeño Buda es el film más malo del realizador italiano desde Partner y La luna. Es sólo una lección light de budismo tibetano para habitantes posh de Beverly Hills o para “iluminar” granjeros newagers de Idaho. Su superficialidad va al parejo de su descerebrado guión. Un punto negro en la filmografía de quien dirigió El último emperador.


Con un mayor respeto e interés, la siguiente película en la escala es Siete Años en el Tibet. Una de las "objeciones" que podríamos hacerle a este film, en comparación a los dos siguientes, es tener una mirada totalmente occidental hacia la cultura tibetana; pero esto se desprende del hecho de que su personaje principal sea un alemán, actuado por Brad Pitt. En ese sentido, aunque tiene más presencia, la cultura tibetana está en un segundo lugar porque lo central es la reacción de un occidental enfrentado a ella. Eso no desmerece sus logros intrínsecos como película.


Kundun da un paso adelante. Se centra en la figura del actual Dalai Lama durante su infancia y adolescencia, y la relaciona con la invasión china del Tibet. La cultura tibetana está presente, pero su argumento central a partir de la figura religiosa del Dalai Lama es un alegato en contra de la ocupación china del territorio tibetano. La cinta es magnífica y quien la vieron seguramente la recuerdan con agrado.


En las tres cintas mencionadas, el pueblo tibetano y su cultura se hacen cada vez más presentes en la pantalla y, paralelamente la calidad de las cintas va en aumento.

Ahora, en Himalaya, la cultura tibetana en su cotidianeidad ocupa la posición central. Este hecho argumental, más los logros cinematográficos y técnicos de la cinta, la convierte en la mejor de las cuatro ya citadas, sin desmerecer los logros de éstas con la excepción del fracasado film de Bertolucci.



La música y las imágenes, desde el inicio, anuncia un poco cual será el eje del film: Los habitantes de un pueblo y sus preocupaciones más terrenales, como intercambiar sal por granos para sobrevivir el invierno. Para ello se necesita comerciar por medio de caravanas de yaks que retan el clima inclemente de las montañas y sus precipios.

El budismo tibetano tomará su posición en la sociedad permeando sus actividades, pero no como figura central de la película sino en segundo plano, a través del monje Norbou. Así surge el primer gran rasgo que separa a Himalaya de sus parientes fílmicos: la religión está viva entre la gente pero su presencia ritual no se impone desde arriba. Son ciertos miembros de la comunidad, que se convierten en clérigos, los que conviven y explican, pero no interfieren en el desarrollo de la vida social.

Como ejemplo de esta actitud en el film, está el hecho de que el monje Norbou NO desea ser el jefe de la tribu pero SI quiere ayudar en las tareas comunitarias de sobrevivencia.

Desde este enfoque, el director Eric Valli acomoda las piezas en su lugar. Narra la sucesión del poder en la tribu, cuyo jefe será determinado por el resultado de cual de dos caravanas con yaks cargados de sal llegue primero a su destino.


La crisis se precipita por la muerte en las montañas del heredero de la jefatura. Eso enfrenta al nuevo aspirante Karma con el antiguo jefe ya retirado Tinle. El pueblo observa la pugna y va tomando partido; y entre todos destacan Passang y Pema, hijo y esposa del desaparecido líder.

Hijo y madre oscilan entre la atracción por el joven aspirante a líder y el respeto por la tradición representada por Tinle.


La desaparición del líder joven destapa dos actitudes. El consejo de ancianos quiere que Karma sea líder de la nueva caravana, Tinle se opone y quiere dirigir la caravana como hace años.

El primer choque es religioso: los lamas determinan el día en que la caravana debe salir. Karma sale cuatro días antes con la mayoría de la gente, que lo apoya, y sus yaks, ya que argumenta que después las tormentas en las montañas les impedirán el paso. Tinle sale en la fecha señalada, pero va sólo con la minoría: sus viejos compañeros de viaje, su nuera y su nieto.

En el intermedio, antes de la salida de ambas caravanas, Tinle busca un nuevo sucesor a la jefatura en la persona de su segundo hijo Norbou, pero el joven ya es un diestro pintor y un monje budista. Vive en el monasterio y se niega a abandonar su vocación.

El pueblo oscila entre lo nuevo y lo viejo, entre Karma y Tinle. La indecisión y la necesidad están representadas en los acercamientos – rechazos de Pema y Passang frente a Karma. Tinle recibe finalmente la ayuda de Norbou, pero con una clara afirmación: es el hijo que ayuda al padre en la caravana, pero no quiere ser el sucesor en la jefatura: su elección de vida es el monasterio tibetano.

Eric Valli concentra su narración en la caravana de Tinle, que es la segunda en partir. Hace también uso del montaje alternativo para ver algunas de las dificultades que enfrenta Karma y su actitud frente a los dioses.


El recorrido de ambas caravanas está fotografiado por Eric Guichard y Jean-Paul Meurisse con maestría. La belleza de las imágenes por sí mismas oculta la pericia técnica y el esfuerzo sobrehumano que implicó la captura de las secuencias en las locaciones naturales.

Sin embargo, el ritmo de la cinta y la edición no se engolosinan con el paisaje natural sino que los relaciona perfectamente con los personajes y los conflictos que los aquejan. Medio ambiente y hombres están plasmados en esta cinta en simbiosis y lucha de sobrevivencia. La naturaleza llega a ser otro personaje en si mismo.

El contrapunto y confrontación entre Karma (incredulidad ante dioses) y Tinle (tradición viva) se va desgranando conforme avanza la cinta. Para alcanzar a Karma, Tinle hace uso de su conocimiento personal de las montañas y de la religión imbricada en su cultura: “Cuando te veas ante dos caminos, siempre escoge el más difícil”.

Así Tinle llega a un desfiladero en cuyo fondo se encuentra un lago sereno. En una de las escenas más difíciles de realizar, Tinle intenta cruzarlo para ahorrar camino y corta la distancia que lo separa de Karma.

A lo largo del recorrido de las dos caravanas, Eric Valli logra mantener un ritmo pausado que permite la contemplación de la fotografía y no cae en el aburrimiento. El “secreto” atractivo de esta parte de la cinta es que se sostiene gracias a la música, que sostiene con su ritmo propio el que Valli le imprime a su película visualmente. Imagen y sonido se unen aquí con magníficos resultados.



Finalmente, las dos caravanas se encuentran en una planicie. La sorpresa de Karma y sus acompañantes es mayúscula. La ventaja de cuatro días se esfumó inexplicablemente.

Pero los conflictos no desaparecen sino que cobran más fuerza. Ahora la disyuntiva es quedarse porque hay buen tiempo (posición de Karma) o forzar el avance (postura de Tinle) ya que el augurio de la sal que no crepita le indica a Tinle un repentino cambio en el tiempo.

La gente ahora sigue más a la tradición - Tinle, que ha probado una vez más su sabiduría innata.

Este momento es aprovechado por Tinle para captar la atención de su nieto Passang, al cual le explica la lectura del cielo. Abuelo y nieto no sólo comparten conocimientos y formación del futuro jefe Passang, sino que estrechan los lazos de amor familiar.

El cruce de las montañas en medio de la tormenta de nieve es la prueba de fuego para todos e indica el reajuste social dentro de los miembros del pueblo. Las posiciones se acercan ante el reto común: el clima inclemente de las montañas.

Por un lado, Karma reconoce la sabiduría de Tinle y su respeto por los dioses al afirmar: “Él vio en el cielo azul la tormenta”. Tinle acepta que Karma tiene los rasgos necesarios para ser el nuevo jefe, y añade un consejo: “Un hombre comanda a sus hombres, pero recibe órdenes de los dioses”.

Estas dos afirmaciones condensan la postura de la cinta sobre la cultura tibetana y su religión.

El enfrentamiento de lo nuevo contra la tradición es una situación errónea en relación a los hechos reales que vive la comunidad, que la violenta y la desgarra en dos, parece apuntar Valli en su cinta. La introducción de lo nuevo es por medio de la evolución: lo tradicional cede espacios a lo nuevo, mientras su representante acepta elementos del enfoque tradicional. La renovación en el futuro depende del orden secuencial en que se realizan los ajustes: se cuida la secuencia por relevo y se desecha el ajuste por enfrentamiento.

En forma conjunta, Valli también posiciona en su cinta el factor religioso del budismo en la sociedad tibetana.

El monje Norbou incorpora la saga de su pueblo a la tradición religiosa al pintarla y narrarla en las paredes de su monasterio. El futuro jefe, el niño Passang, conoce un árbol de verdad, que sólo había entrevistó por las palabras de su tío el monje.

A partir del cine de ideas, que plantea magníficamente la película de Valli, el espectador puede aclarar su propia posición con respecto al tema. Pero lo que es un hecho es que, de las cuatro películas occidentales mencionadas, Himalaya es la que pone en el primer plano de la pantalla a la cultura tibetana y a su pueblo como protagonistas de su propia historia.


HIMALAYA. Producción: Antelope, BAC Films, France 2 Cinéma, Galatée Films, Les Productions JMH, Les Productions de la Guéville, National Studios Inc., Christophe Barratier y Jacques Perrin. Dirección: Eric Valli. Guión: Natalie Azoulai, Olivier Dazat, Louis Gardel y Jean – Claude Guillebaud. Año: 1999. Fotografía en color: Eric Guichard y Jean – Paul Meurisse. Música: Bruno Coulais. Edición: Marie Jósephe Yoyote. Intérpretes: Thilen Lhondup (Tinle), Hurgón Kyap (Karma), Lhakpa Tsamchoe (Pema, madre de passang), Karma Wangel (Passang), Karma Tensing (Norbou). Duración: 104 minutos. Distribución: Cine, Video y Televisión.