03 noviembre 2015

Tierra de sueños / In America, de Jim Sheridan

Francisco Peña.


A Thiarna treoaigh muid

Sólás a thabhairt nach é a cuartú

Mar bheireann tú maithiúnas

gheobhaidh tú maithniúnas

A Thiarna treoaigh muid

Máire Brennan. "Peacemaker"



What we call the beginning is often the end

And to make and end is to make a beginning

T. S. Eliot. "Four Quartets"



Desde mediados de los 80 hemos visto un apogeo en la difusión internacional de la cultura de Irlanda, sobre todo de su música. Ahora es muy gratificante verla en cine o acercarse a su literatura. Hoy hablaremos de una de esas ocasiones en que se puede gozar de ella.


Luego de nueve años de ausencia en el cine, el director irlandés Jim Sheridan regresó con la cinta In America / Tierra de Sueños. Crea una cinta, con rasgos autobiográficos, en torno a una familia de inmigrantes ilegales que se asienta en Manhattan, en pleno Nueva York. La familia Sullivan está formada por el padre Johnny, la madre Sarah, y dos hijas, Christy y Ariel. Todos resienten la muerte reciente del tercer hijo: Frankie.

La familia Sullivan

A partir de este microcosmos familiar, Sheridan entrega una cinta donde fluyen los altibajos del amor en varias de sus manifestaciones: el amor filial, el de pareja, la amistad. Este amor tiene sus cambios en un contexto donde la vida y la muerte son acontecimientos claves, que lo refuerzan o lo ponen a prueba como sentimiento que nos define como seres humanos.

Además, Sheridan ubica su historia en una Manhattan real, la de los inmigrantes, la de los barrios depauperados, alejada de la visión glamorosa del Village artístico / intelectual, del Soho, o de las zonas pudientes como Central Park, Sutton Place y Beekman Place. Este telón de fondo, lleno de gritos en español y árabe, de música salsa y rap, habla más del crisol cultural que es Nueva York que los aparadores de la Quinta Avenida.


Así se establecen los dos ejes en los que gira el film de Sheridan. Un ambiente multicultural con el que se relaciona una familia irlandesa que, conservando su propia cultura y manera de ser, confronta su problemática personal y los hechos humanos universales del nacimiento y la muerte.

El rejuego familiar con el medio social se expresa en hechos cotidianos, los de todos los días, que parecen no tener relevancia o gran significado. Pero esa cotidianeidad y como afecta a la familia sale al frente porque parte de la narración del film está en manos de Christy, la hija mayor, de 10 años (Ariel tiene como 6).

Ariel y Johnny

Es una visión que, aunque conserva rasgos de inocencia, también ya tiene elementos de madurez. A través de esos ojos se ve la maravilla de luces que es Nueva York y Times Square; pero también es la testigo de las pequeñas odiseas diarias. Por ejemplo, en la reconstrucción del departamento familiar, ella es testigo del esfuerzo del padre por conseguir agua, por obtener un aire acondicionado durante el húmedo verano neoyorquino. Esa pequeña odisea como arrastrar el aparato por la calle, subirlo por la calle e instalarlo hasta que funciona no sólo es un esfuerzo físico, sino la demostración indirecta del amor paterno.


Dos ejemplos más de ese amor familiar que resiste altibajos y se solidariza en momentos de crisis son:

- Luego de ver E.T., de Spielberg, para que las niñas -sobre todo Ariel- sueñen, el padre y la madre van arriesgando paulatinamente todos sus ahorros para obtener un muñeco de ET que sólo cuesta 30 dólares, en un juego de feria que, como siempre, está diseñado para que la casa gane.


Esta es una de las secuencias donde la interrelación familiar de los cuatro miembros queda de manifiesto. Ya han comprometido dinero y podrían retirarse; los padres y Christy saben que ya arriesgan demasiado, pero siguen adelante porque quieren cumplir el deseo de Ariel, y luego porque deben ganar para recuperar todo el dinero ahorrado. Allí es donde se ven, condensadas, las emociones de todos los miembros de la familia, en un juego de miradas, rostros y la voz en off de Christy.

- El segundo momento es cuando juegan a la gallina ciega. Allí es el padre el que se concentra con las hijas, aunque de pronto surge el recuerdo de Frankie, el hijo muerto. El impacto de la ausencia afecta a los cuatro, y es notorio el cambio de las emociones.

Otro punto interesante de la cinta es el encuentro paulatino con el vecino Mateo Kuamey. Con un guión muy bien trabajado, Sheridan parece seguir los pasos del capítulo de La Zorra y el Principito. Las apariciones del vecino negro Mateo son paulatinas, muy bien dosificadas para su desarrollo dramático.

Mateo Kuamey recibe hoscamente a las niñas en la puerta de su departamento.

La intensidad del artista negro lo hace aparecer como antisocial, hosco y hasta peligroso para las niñas. Son momentos donde aparece en la escalera, que luego se resuelven durante la noche de Halloween. Es el único que les abre la puerta en el edificio y las hace pasar.

En un breve pero intenso juego de emociones, la inocencia de Ariel y la frescura de Christy derriten la soledad de Mateo, que se humaniza poco a poco. En una sola secuencia emocional (las niñas se asustan, ríen, confían... Mateo, hosco y cerrado, llora, se alegra, demuestra cariño por las niñas) ambas soledades se fracturan y se abren al Otro.

Ariel y Mateo

Mateo entra a la vida de la familia Sullivan, con toda su carga de distintas tradiciones y creencias. En la cena, Mateo descubre los platillos y las tradiciones irlandesas; corresponde con las tradiciones animistas africanas. La relación se cimenta entre ellos e intercambian no sólo tradiciones sino verdadera amistad.

Pero la presencia del binomio vida / muerte, nacimiento / deceso, está presente a lo largo de toda la película. Es la temática de fondo que unifica a los Sullivan y a Mateo; a los irlandeses y africanos. Ante la vida y la muerte, el único puente es el amor.


La esposa, Sarah, se embaraza de nuevo. Puede haber un nuevo principio de vida, pero por cuestiones sanguíneas hay peligro de muerte para ella y la bebe nonata. El principio de vida puede apuntar al final de la muerte. Por otra parte, Mateo vive intensamente su amistad con los Sullivan porque se está muriendo. En su final, curiosamente, apunta el comienzo de su amistad y el gran cariño que le tiene a Ariel.


Los Sullivan encuentran un comienzo de nueva vida que puede ser peligroso y terminar en una muerte más, que con su presencia ya los ha marcado: la muerte y ausencia / presencia de Frankie. Mateo encuentra su final, pero apunta a un comienzo de expresión de su amor por la vida representado por su sentimiento hacia los Sullivan.

El resultado es que, en el crisol neoyorquino, se encuentran dos culturas, dos maneras de ver la vida. Tienen puentes amorosos hacia el Otro, por lo que descubren que ante la vida y la muerte dichas diferencias desaparecen porque hay un fondo común de humanidad.


Esto se resume en otra secuencia extraordinaria. Johnny y Mateo se enfrentan. El irlandés no cree que el embarazo llegue a buen término (pesimista, por el dolor de la muerte de su hijo) y no cree en Dios (ha dejado de llorar). Mateo, que no puede evitar su muerte, reclama a Johnny que no cree en Dios; es decir, de alguna manera no cree en el milagro de la vida.

También hay que destacar a Sarah, la madre. Pasa por la pérdida del hijo, por tener el papel de sostén de su esposo, por abrirle vías a la vida a sus hijas. Pero también están las dudas sobre si fue culpable de la muerte de Frankie, y más aún, la grave incertidumbre sobre su embarazo. Su decisión es tener a su bebé aún a riesgo de su propia vida. Sarah, no dejarán de notar las espectadoras, es veraz y rica en matices reales como personaje.

Sarah y sus hijas

Sheridan marca todos sus hilos narrativos, que en el análisis se pueden describir así:

1. Nueva York como centro multicultural de encuentro y fusión

2. El núcleo familiar de los Sullivan, más la ausencia/presencia de Frankie

2.1 La cultura irlandesa

2.2 El rejuego emocional entre los cuatro miembros de la familia

2.3 Mateo como la representación del Otro

2.4 La posibilidad del comienzo - nacimiento, con el riesgo de volverse un final de muerte

2.5 La confrontación, como seres humanos, de la vida y la muerte

3. Mateo, sin núcleo familiar, solitario y aislado. El artista.

3.1 Aislamiento y rechazo social.

3.2 La cultura africana

3.3 Recobra el sentimiento por la intervención de Ariel y Christy. Mateo llora. Los Sullivan como la representación del Otro

3.4 El final con la certeza de la muerte - comienzo de la vuelta a la vida por la amistad con los Sullivan

3.5 La confrontación, como ser humano, de la vida y la muerte.

Emma Bolger (Ariel) y Jim Sheridan

Todos estos elementos están muy bien desarrollados en el guión y en la puesta en escena. La mezcla de los hilos narrativos, su dosificación para enriquecer los detalles emotivos cotidianos, es magnífica. Estamos ante uno de los guiones mejor armados de los últimos años.

Pero además, la realización cinematográfica muestra que tan excelente director es Sheridan. Trabajar con niños es de los más difícil, y Sheridan obtiene una gran riqueza de rasgos y emociones no sólo de una sino de DOS niñas. Ambas, en su papel, están extraordinarias.


Christy está en el bajo perfil de la narradora ocasional, de la observadora que señala al público detalles relevantes. Ariel es un encanto perfecto de inocencia, pero con una gama de sentimientos en pantalla que ya quisieran varias de las divas del cine para un fin de semana. Al final, ambas niñas entrecruzan estilos de actuación. En las escenas finales Ariel baja su intensidad, mientras que Christy saca toda la emocionalidad contenida ya que, de alguna manera, tiene razón: ha llevado sobre sus hombros, desde la muerte de su hermano, la carga emocional de la familia, en un esfuerzo por defender la estabilidad del grupo.

Christy (Sarah Bolger)

El trabajo actoral de las niñas es de primera, pero el de los adultos también está matizado y muy bien controlado por el director. En síntesis, la cinta no sería creíble sin las aportaciones de sus actores y el tono de matices logrado por Jim Sheridan.

Además, con su manejo del encuadre, de la cámara y del montaje, Sheridan gradúa perfectamente su cinta. Los sentimientos no se desbordan sino que se acumulan para crear en el espectador un salto cualitativo. No sólo se trata de que se emocione, sino que vea como los personajes confrontan sus problemas cotidianos y los hechos de nacimiento y deceso. El salto consiste en que, de alguna manera el espectador también comparta esa cotidianeidad y confronte sus propias actitudes sobre vida y muerte.


En ese sentido, la cinta de Sheridan es un logro completo y redondo, tanto artísticamente como fílmica y filosóficamente.

Para cimentar estas afirmaciones y rematar los ejemplos de como Sheridan construye su excelente película, basta mencionar el montaje paralelo entre lo que ocurre en dos hospitales: Mateo Kuamey agoniza y la nueva bebé Sarah lucha en la incubadora rodeada por sus padres:

What we call the beginning is often the end

And to make and end is to make a beginning

El entrecruzamiento de vida / muerte, familia / cultura pocas veces ha sido tan explícito en pantalla como en la cinta de Sheridan, que lo muestra de una forma tan cotidiana que no deja de impactar al espectador en lo más íntimo, porque le habla de una realidad más cercana de lo que normalmente se aborda en el cine.


Es un logro extraordinario de Jim Sheridan y, a través de él, del cine irlandés. Una muestra más de una cultura que, basada en sus tradiciones, se abre al mundo y su modernidad. Muestra que, sin dejar de ser quienes son, tienen una voz propia en el mundo, que no rechaza tampoco la modernidad, para finalmente unirla al coro de la Humanidad entera.

A Thiarna Dé

Líon mé le do ghrá o

Tusa an Rí

An Slánaitheoir

Nach aoibhinn an lá

Nuair a chuala tú mo ghlór

Thug tusa sólás domhsa

Máire Brennan. "Grá Dé"


Producción: East of Harlem, Harlem Film Productions, Hell's Kitchen Films. Dirección : Jim Sheridan Guión : Naomi, Kirsten y Jim Sheridan Países : Irlanda-Reino Unido Año : 2002 Fotografía : Declan Quinn Música : Gavin Friday y Maurice Seezer Edición : Naomi Geraghty Actores : Samantha Morton (Sarah), Paddy Considine (Johnny), Sarah Bolger (Christy), Emma Bolger (Ariel) Djimon Hounsou (Mateo), Neal Jones (oficial de inmigración), Randall Carlton (segundo oficial de inmigración), Adrián Martínez (encargado de la zapatería) y Bernardette Quigley (administradora). Duración : 103 minutos Distribución : 20th Century Fox.