14 octubre 2015

Satín Rojo / Satin rouge / Rojo oriental, de Raja Amari

Francisco Peña.



Satín Rojo es de la directora Raja Amari y producida en Túnez. Para el área geográfica y el cine que produce este dato es importante.

La directora de cine Raja Amari.

Túnez tiene una influencia occidental más fuerte, su gobierno es de corte laico. Aunque la religión islámica tiene peso, no controla todos los aspectos de la vida diaria como sucede en Irán o, con mayor fuerza radical como se vio en el gobierno talibán de Afganistán (la ejecución de mujeres en estadios de futbol y la destrucción dinamitera de los Budas de Bamiyán por ser obra de infieles).



Estas diferencias se reflejan también en el rol de la mujer en estas sociedades, cosa que también se observa en esta cinta en relación con la película iraní Baran o la cinta afgana Osama, que muestran los límites en los cuales se puede mover la mujer y que apuntan a que varias de sus actividades son permitidas y toleradas, siempre y cuando el cimiento religioso social no sea cuestionado; la libertad sexual se encuentra bien delimitada y el machismo existe aunque criticado por las voces más liberales.

En Túnez, como lo plasma el film Satín Rojo, las diferencias de grado y calidad con respecto a la sociedad iraní (y la afgana talibán) son importantes. La mujer tiene un rol social más activo, puede tener una vida personal propia y, en su actividad sexual y de relación amorosa, puede tomar la iniciativa abiertamente.


Esta es pues la gran diferencia entre las tres películas del área islámica que mencionamos.

Satín Rojo narra la historia (insisto, dirigida por una mujer, la cineasta tunecina Raja Amari) de Lilia, una viuda que se dedica a ser ama de casa mientras vigila la educación de su hija Salma.

Las primeras tomas narran la vida diaria de Lilia, encerrada en la casa, metida en la limpieza. Salma, entre sus actividades, estudia la danza árabe del vientre y está enamorada de uno de los músicos que toca en la clase y que también lo hace en un bar nocturno.

Lilia sospecha algo extrano en Salma -su noviazgo oculto con el músico- e investiga hasta descubrir la verdad. Se adentra en el mundo nocturno del cabaret con reticencia.

En este punto la directora Raja Armani muestra una coincidencia entre madre e hija: a ambas les gusta el baile del vientre. Salma lo estudia y la madre Lilia lo practica a escondidas frente al espejo. El baile, en un sentido metafórico y visual, es un sinónimo de la actividad sexual femenina.

Lilia /Hiam Abbass

Pero la diferencia en la practica también marca una diferencia social. Mientras Salma, la hija, lo practica abiertamente en una escuela (tolerancia social), Lilia lo hace privadamente y sin compañía (es viuda y sus límites de expresión social se han contraido).

Pero interviene esa zona social de tolerancia entre luz y sombra: el cabaret. Allí se encuentran conductas sociales que no se expresan "en el día" ni en la vida cotidiana por ser inaceptables. Pero es precisamente en el cabaret donde Lilia encuentra la solidaridad de las mujeres y su propia expresión personal -y erótica- a través del baile.

También hay ausencia marcada de los límites que la religión musulmana impone a las mujeres en sus expresiones más radicales, como en Irán y Afganistán (talibán). En esa ausencia de elementos religiosos radicales, que dan aire y crean zonas de expresión al erotismo de hombres y mujeres, es donde más se expresa en la cinta el régimen laico de Túnez.


¿Todo lo anterior suena a melodrama conocido?

Si, una de las influencias que la cinta acepta y muestra es precisamente la de la telenovela latinoamericana. De hecho, en ocasiones se ve en la televisión tunecina durante la cinta, y las estrellas de esta zona marcan modas y costumbres (¿quiere un peinado como "Barbarita"?, le dicen a Lilia en el salón de belleza). Pero lo que le importa a Raja Amari es el cambio interno de Lilia provocado y encauzado por el baile.

La solidaridad femenina se manifiesta con Lilia a partir de la recepción cálida que le dan las otras bailarinas del cabaret. No hay drama, ni padrotes, ni dramones a la mexicana. La danza es una expresión erótica femenina, codificada en un espacio tolerado, donde los hombres aceptan la inversión de los roles sexuales al ir a ver a las bailarinas, que toman la iniciativa.


El cabaret es el espacio de expresión y la danza del vientre es la manifestación del erotismo femenino que, cierto, es resultado de una codificación social tolerada en las inmediaciones del cuerpo social completo. En ese sentido, no es de extrañar que Satín Rojo presente escenas de verdadera solidaridad femenina cuando las bailarinas "visten" a Lilia con ropa de baile para que se exprese en el escenario. Tampoco extraña que el dueño del lugar comente que, a pesar del éxito inmediato de Lilia ante los asistentes en realidad ella "baile para sí misma y se escape en el escenario. Le hace falta bailar para el público".

La solidaridad femenina también se expresa cuando la estrella del cabaret le enseña a Lilia ciertos secretos en el trato con el público y lo hace sin envidias, sin guardarse sus conocimientos.

Todo esto provoca que Lilia vuelva al cabaret y termine por asistir todas las noches para bailar. No faltan los incidentes con quien la quiere seducir, pero ella finalmente se inclina por Chokri, el músico que es novio de su propia hija.

Así, por un lado tenemos un triángulo pasional de corte melodramático. Pero por el otro vemos en pantalla a Lilia como una mujer que toma control de su propia vida, de su propia sexualidad. Es cierto que seduce al novio de su hija, pero a lo largo de este proceso es ella quien va tomando la iniciativa.


Desde la mujer viuda y tímida surge otra distinta que se expresa a través del baile y que finalmente expresa su sexualidad.

Es quizás este el punto más valioso de Satín Rojo, Que en un film generado en una cultura musulmana y árabe se de una expresión cinematográfica en donde la mujer tiene un rol activo, encuentra un medio de expresión de su erotismo y que, como culminación, sea quien toma la iniciativa sexual en una relación.


Hay que anotar que los giros increibles de esta historia se vuelven verosímiles para el espectador gracias a la actuación de Hiam Abbass como Lilia (quien participa en la cinta La novia siria, que bien vale la pena ver también). Es una bella actriz en su viaje a la madurez que, por la expresión facial y los rasgos de sus ojos el espectador recuerde a la actriz Anouk Aimeé. Su labor actoral fluye en pantalla con sencillez y llega a momentos climáticos precisamente durante los bailes de la danza del vientre.

Por estas razones Satín Rojo resalta. Es la contraparte de cintas como Osama y Baran ya que muestra un posible rol activo de la mujer en estas sociedades del Medio Oriente, sacudidas entre la modernidad occidental y un conservadurismo religioso que a veces desemboca en un fundamentalismo antioccidental.


El punto de equilibrio entre ambas tendencias no se hjja encontrado en el caldero hirviente. Pero Satín Rojo (donde en el equipo de producción y guión predominan las mujeres) aboga por una sociedad laica donde la mujer tenga el control de su propia vida y no una serie de ayatollahs y mullahs religiosos que imponen a toda la población su concepción de lo que debe ser una sociedad islámica.

SATIN ROJO. Dirección: Raja Amari, Año: 2002. Guión: Raja Amari y Saida Ben Mahmoud. Fotografía en color: Diane Baratier. Música: Nafwel El Manaa. Edición: Pauline Dairou. Intérpretes: Hiam Abbass (Lilia), Hend El Fahem (Salma), Maher Kamoun (Chokri), Monia Hichri (Folla), Faouzia Badr (vecina), Nadra Lamioun (Hela). Producción: ADR Productions, Nomadis Images, Arte France Cinéma, Agence Nationale de Promotion de l'Audiovisuel Tunisie. Duración: 100. Distribución: Nuvisión.