Tres estaciones / Three Seasons es una película bella e interesante. Lo más sencillo es decir que esta cinta marca un momento histórico al ser la primera producción vietnamita - estadounidense desde el final de la guerra de Vietnam en 1975, que culminó con la caída de Saigón.
Tres estaciones va más allá de este hecho, que es importante pero que no debe desplazar del análisis a lo que se narra en el universo que recoge la cinta.
Lo primero que observa el espectador es que la diferencia visual entre el Saigón de los 70 y el de finales del siglo no es tan marcada. Por la famosa globalización económica se reencuentran los anuncios luminosos, los hoteles de lujo, los turistas extranjeros, la prostitución, los niños de la calle, el mercado negro, En estos signos visuales y en estas situaciones hay una semejanza.
Las dos diferencias marcadas entre las dos eras de Saigón están en dos puntos específicos: la ausencia de soldados norteamericanos en las calles y que los anuncios son de compañías japonesas o europeas y no norteamericanas.
En este Saigón actual, Tony Bui construye su película con tres ejes narrativos, tres estaciones que se entrecruzan en la bulliciosa ciudad vietnamita.
El primer hilo narrativo es el de la campesina Kien An (Nguyen Ngoc Hiep) que se dedica a cosechar flores de loto en el lago propiedad del maestro Dao (Tran Manh Cuong), que es además un poeta recluido desde hace años.
El segundo hilo narrativo lo forma la pareja de la joven prostituta Lan (Zoè Bui) y el ciclista de rickshaw (triciclo) Hai (Don Duong).
El tercer hilo se establece entre el estadounidense James Hager (Harvey Keitel) y el niño vietnamita apodado Woody (Nguyen Huu Duoc). El ex-soldado busca a la hija que dejó atrás durante la guerra y el niño Woody que vende cigarros y baratijas en la calle.
Todas las historias tienen una característica común de fondo: la solidaridad humana y la tradición cultural predominan por encima de los cambios económicos y las dificultades de ajuste que se desprenden de ellos.
Establecidos los hilos de las tres historias, con un enfoque que las unifica y en el ambiente del Saigón actual, Tony Bui cuenta con una gran herramienta para narrar su cinta con elegancia y poesía. Esa herramienta es la extraordinaria fotográfica de Lisa Rinzler, que da una densidad especial a los personajes y lugares donde se desarrolla la acción.
En medio de letreros luminosos de Maxell, Ricoh, Calsberg, Honda y Seiko se desciende a los barrios bajos de Saigón, que siguen allí, pero sin el ambiente tan corrupto del antiguo régimen.
Los problemas sociales son los mismos pero ya no hay guerra. Lo que existe ahora es una preocupación por volver a las raíces culturales del pueblo vietnamita frente a las necesidades económicas que obligan a insertar su economía en el mundo.
Una de esas raíces a la que se desea volver es la poesía y el canto tradicional. Kien An trabaja cosechando flores de loto naturales frente a un templo que habita un viejo poeta a quien no se ha visto en años. Kien An sorprende a las cosechadoras al cantar una nueva -vieja- canción. Eso le abre las puertas para conocer al maestro Dao.
En ese sentido, el loto se convierte en una metáfora de la cultura que se debería conservar como afirmación propia ante el cambio económico incontrolado que aflora en Saigón.
La realidad en el comercio diario es que sólo los viejos compran las flores naturales, al igual que los conocedores o los campesinos. A los citadinos no les interesa porque son más baratas las flores de loto de plástico y perfumadas artificialmente.
Pero no hay peor lucha que la que no se hace. Kien An vive inmersa en forma natural dentro de la tradición y la conoce. Descubre que el maestro es un poeta que ella conoce. En un último impulso de vida, el poeta pide a la muchacha que se convierta en la escriba de sus últimos poemas. Al final, Kien An, la joven vietnamita, es la heredera de la herencia poética, que conservará para mejores tiempos.
El hecho de que Kien An y Dao compartan la tragedia del poeta a la vez que se conserva la voz en sus manuscritos sólo puede lograrse por un acercamiento humano entre ambos. Sólo así se entienden las lágrimas finales de la muchacha y los últimos versos del poeta: a ambas expresiones las une un mutuo respeto de la persona humana, del uno para el otro.
Dentro de esta historia, Lisa Rinzler obtiene sus mejores imágenes. El lago, los lotos, la luz del lago enfrentada a la obscuridad del templo, logran que el espectador sienta algo vivo, una raíz espiritual que no se seca por los cambios políticos o de ideologías de cualquier signo: la cultura popular es más fuerte que todos esos ires y venires de la historia.
En la ciudad, más occidentalizada y metalizada, quedan resabios de esa cultura popular que se adapta para sobrevivir en su esencia. Los choferes de triciclo, siempre a la caza de turistas y del dólar para vivir, tienen, sin embargo, una solidaridad humana profunda.
Algunos de esos habitantes, a pesar de la estrechez económica, no han perdido la capacidad de soñar o de imaginar. Esa riqueza humana se expresa, al inicio de la cinta, en la plática sobre un nuevo hotel que funciona en Saigón. Uno de los choferes menciona que él vive en un hotel de mil estrellas y no en uno de cuatro o cinco. Sus compañeros le preguntan de que hotel se trata. El hombre contesta simplemente: "Desde mi cama puedo ver mil estrellas".
La oposición campo - ciudad se encarna en el film en la oposición entre los dos personajes femeninos. A Kien An, la campesina, se contrapone el personaje de la prostituta Lan.
Dentro del estilo occidental, Lan es una mujer que se vende a los turistas que habitan los hoteles lujosos. Sin embargo, vive en un barrio pobre a orillas de las vías del tren. Desea solamente vivir mejor y espera que uno de esos turistas se la lleve con él.
Lan encuentra a Hai, chofer de rikshaw que se enamora de ella. Este chofer ejerce una síncera seducción al usar lo único que tiene: su honestidad, su humanidad.
Lan se entrega a los turistas a cambio de un precio carísimo en Vietnam pero regalado para los occidentales o asiáticos con dinero: 50 dólares.
Hai lleva varias noches a Lan a su casa y se establece el juego entre ambos. Lan cuenta sus recuerdos de estudiante, cuando vestida a la usanza tradicional vietnamita recorría las calles y dejaba que se le acercaran los muchachos a cortejarla.
La presencia del chofer la va minando sentimentalmente así que decide alejarlo porque, insiste, jamás se casaría con un chofer. Desea otro tipo de vida deslumbrante, la de los hoteles de lujo: "Es otro mundo allá adentro. Vivimos a la sombra de ellos", aclara Lan.
El que porfía mata venado, o lo matan por porfiado, dice el refrán. Hai insiste en su amor por Lan y la espera todas las noches. Una de esas ve como es arrojada de un taxi por un rico turista japonés. Lan, humillada, responde humillando a Hai. Pero el poder de la solidaridad humana es lento pero seguro. Hai visita a la prostituta enferma y le cura la espalda. La escena es erótica pero su final no es sexual: es más importante el contacto humano, el que una persona sienta que es importante emocionalmente para otra.
El chofer conoce la tarifa de Lan y obtiene el dinero para pasar una noche con ella en uno de los hoteles; consigue el dinero gracias a la solidaridad real de uno de sus compañeros durante una carrera de triciclos.
Esa noche es extraña para Lan. Los ritos del encuentro sexual cambian: ella se comporta igual que en todos los encuentros rapiditos de siempre: fría y profesional. Hai la viste en forma tradicional y lo único que quiere es verla dormir y no usarla sexualmente. De nuevo el toque humano y un respeto básico por la persona, por el otro.
El tercer hilo tiene el mismo sello. Keitel personifica a un soldado que busca a su hija, pero al no encontrarla se refugia en el alcohol en un bar llamado Apocalypse Now -en honor de la cinta de Coppola-. Allí encuentra al niño vendedor Woody, que también se aposta en los hoteles que frecuenta Lan.
En el bar, el chico sufre el robo de su caja de baratijas y la busca en medio de la lluvia. Encuentra a otra niña que recoge latas -como las recogen los niños de Colombia, de México, de tantos países-. El sueño vence a la pareja de niños y, en una secuencia de imágenes, música y sin diálogos, comparten la misma puerta de entrada a un edificio. Aún entre los niños hay un gesto humano.
Las tres historias apuntan a que un principio de solución a los problemas humanos debe partir del corazón de los hombres. Se trata de una solidaridad natural y no forzada desde la punta de la pirámide del poder. Esta solidaridad real tiene como manifestación una cultura que hunde sus raíces en una tradición histórica.
No en balde, el régimen comunista de China resucita las enseñanzas de Confucio. No es gratuito que la cultura camboyana, casi extinguida por los Khmer rojos de Pol Pot, se manifieste con el renacimiento del Ballet Real de Camboya.
Tampoco es gratuito que Keitel argumente, como si hablara a nombre de su país, que cometió muchos errores, algunos irreparables, pero que al menos uno intentará corregir: darle una mejor vida a su hija vietnamita, que se prostituye bajo el estilo oriental, que es la sujeción al cliente al punto de darle de comer en la boca.
La propuesta de Tony Bui, a quien se acusa de tener una visión romántica y occidentalizada del Vietnam actual, en realidad tiene una validez más amplia al apuntar a una universalidad. El amor, el respeto a la tradición, la conservación de la propia cultura si pueden ser defensa ante la globalización económica.
Ante la lógica irrebatible del mercado, que no se puede ya evadir en el mundo, Bui propone una cultura que se adapte a los cambios mientras conserva lo mejor de sí misma. Una cultura que conserve un espacio propio en donde los individuos puedan recuperar lo mejor de si mismos y de sus sentimientos.
Esto es lo que puede desprenderse de la escena final: Hai recrea para Lan su verdadero sueño... Vestida con el tradicional traje blanco vietnamita, al caer la venda roja que le cubre los ojos, Lan descubre una calle cuajada de árboles con las flores rojas de su adolescencia, mientras un hombre que la ama le entrega un libro con un pétalo entre sus páginas
THREE SEASONS / TRES ESTACIONES. Producción: Glai Phing Film Studio, Open City Films, October Films, Tomy Bui, Jason Kivot, Joana Vicente. Dirección: Tony Bui. Guión: Tony Bui, basado en una historia de Timothy Linh Bui. Año: 1999. Fotografía en color: Lisa Rinzler. Música: Richard Horowitz. Edición: Keith Kramer. Intérpretes: Don Duong (Hai), Nguyen Ngoc Hiep (Kien An), Tran Manh Cuong (maestro Dao), Harvey Keitel (James Hager), Zoè Bui (Lan), Nguyen Huu Duoc (Woody), Minh Ngoc (camionero), Hoang Phat Trieu (Huy), Diem Kieu (canyanye). Duración: 113 minutos. Distribución: Gussi - Artecinema.
Para Arturo Vaillard: Jedi de la luminosa accesibilidad web para este humilde padawan, durante la confrontación con Siths que manipulan el lado obscuro de la accesibilidad web para su poder personal.
Para tod@s l@s fans de la Saga Star Wars.
La primera entrega de la nueva trilogía de La Guerra de las Galaxias se estrenó con un fuerte operativo de publicidad, control férreo del secreto sobre líneas argumentales por parte de la productora Disney, y explotó en medio de la polarización de opiniones: satisfacción, felicidad y comentarios favorables (mayoría) que enfrentaron desdeños (ñaahhh), burlas e incluso insultos (minoría).
La nueva entrega de Star Wars reafirma el hecho de que la saga no sólo es cine sino un fenómeno parafílmico, que va más allá de las películas en cuestión para incrustarse no sólo en la cultura popular sino en el mismo tejido social.
Tenemos pues tres puntos a analizar: la situación del preestreno, la película en sí misma, las reacciones del público (positivas y adversas) en un medio social. Entre ellas hay que revisar las causas del rechazo violento de una reseña minoritaria incapaz de ajustar sus filias y fobias, sus gustos y odios, frente a un fenómeno que la rebasa y desnuda sus limitaciones intelectuales y capacidad de empatía con el público al que dice servir de faro.
La situación del preestreno tuvo características semejantes a la mercadotecnia de otras sagas anteriores como X-Men, Los Vengadores, El Señor de los Anillos, El Hobbit, Los juegos del Hambre y regresos como Jurassic Park. Carteles y trailers van develando paso a paso imágenes atractivas y pedazos ligeros de la historia. Donde Disney rompió este molde fue en el control de la historia narrada en Star Wars: el despertar de la fuerza. Nada se coló antes del estreno. Los actores se midieron y no dijeron spoilers, ni siquiera sembrados un poco. Los trailers fueron medidos para revelar personajes pero no acontecimientos.
Todos los trailers y un "detrás de cámaras" = 13 minutos y 21 segundos.
Por supuesto, carteles, fotos y trailers se volvieron imanes para los fans y, por supuesto, también para un público menos comprometido pero que percibe la cinta podía como buen entretenimiento. Pero la secrecía de Disney incluyó un candado que molestó a varios “privilegiados culturales”. Reseñistas de cine y periodistas se ofendieron, en preestrenos y funciones de prensa, por la obligación de firmar antes una carta compromiso que les impedía “spoilear” (echar a perder con datos del film) la expectativa del público. Esto irritó especialmente a reseñistas que, de antemano, desdeñaban o de plano odiaban todas las aristas de Star Wars: películas, fans, productos y veneración social de tres generaciones de espectadores.
La estrategia funcionó. El éxito comercial no tiene precedentes y la cinta rompe records de ganancias. Pero más allá del ingreso en taquilla, esencial para Disney, la expectativa de fans y público más general se cumplió con creces. La reacción trascendió no sólo en redes sociales sino en la conversación cotidiana. Es parte del tejido social, y algunas aristas de nuestra realidad cotidiana las explicamos –en broma o en serio- con los arquetipos, personajes o acciones de Star Wars, antes o con el Capítulo VII.
Recepción de la película
En el campo cultural, la mayoría de la crítica de cine dio la bienvenida a la entrega VII. Por ejemplo, al 23 de diciembre de 2015, Rotten Tomatoes tiene una estadística impresionante. De todos los críticos que tienen ligas en ese sitio, el 95% aprueba la cinta, incluso sobre el 92% de aprobación de la audiencia. De 295 textos, 279 se inclinan a favor y sólo 16 la consideran “podrída”. La calificación es de 8.3 sobre 10 puntos posibles. El consenso de la crítica dice: “Llena de acción y poblada por caras familiares y sangre nueva. El despertar de la fuerza rememora con éxito la antigua gloria de la serie mientras que le inyecta renovada energía”.
El éxito social y financiero de Star Wars: el despertar de la fuerza fue sal sobre la herida del –ya se vio- muy minoritario grupo de reseñistas que la odian o desdeñan (ñaahhh) ahogados en sus filias y fobias.
Lo que más importa (para Disney la taquilla) fue el re-encuentro de tres generaciones con la saga. Recuerden, son tres generaciones y no una, así que la “Nostalgia” como “argumento negativo” de los reseñistas en contra (si es que puede calificarse siempre de negativo) se reduce a un tercio del público. Dos tercios vieron ahora algo de Star Wars por primera vez en cine, en pantalla grande (no exhibiciones en VHS, CD, pantalla analógica o digital). Para la generación reciente esta es su Primera Star Wars, la que harán suya y personal por ser el primer impacto fílmico total que tienen con la saga (ver el caso semejante de Mad Max: furia en el camino en este sitio).
Por lo que se refiere a Star Wars: el despertar de la fuerzaen sí misma, varios críticos han apuntado que se equipara al capítulo IV - A New Hope, 1977. La mayoría no lo dice en forma peyorativa. Reconocen que los capítulos V y VI son mejores, pero que no pide nada al IV y consideran ambos bajo una calidad común: son aperturas de saga.
Los paralelismos son evidentes:
- Robot con mensaje debe encontrar a Rebeldes/Resistencia
- Héroe/Heroína en planeta perdido descubre poco a poco lo que ocurre y su propia importancia en el esquema de los acontecimientos.
- Ambos descubren maestros guía.
- Han Solo hace lo mismo con 30 años de diferencia.
- Supuesto triángulo amoroso (en IV: Luke, Leia, Han; en VII: Finn, Rey, Poe Dameron… quizás a futuro).
- Los villanos son rudos, ya en poder del Lado Obscuro.
- El Imperio/Primera Orden busca el dominio y ataca.
- Rebelión/Resistencia ataca Estrella de la Muerte (en VII gigantesca, con nueva tecnología).
Los reseñistas con odio contenido y desdén manifiesto (ñaahhh) contra Star Wars (SW) se basan en estas semejanzas para decir que la cinta VII es un fusil de la IV. Algunos más conscientes de que NO quieren echarse a los fans encima (y perder literalmente en un día cientos de seguidores en su cuenta de Twitter) le llaman “remake” con hipócrita corrección política mientras la apuñalan por la espalda.
El problema es que ven sólo semejanzas entre IV y VII, sea por incapacidad o malicia intelectual bien destilada. Entonces viene la condena antes de la sentencia:
- Es una telenovela (o sea, es un melodrama, pues).
- No aporta nada nuevo a la saga anterior, por lo que es casi tan condenable como los capítulos I, II y III o, de plano, tan detestable como Jar Jar Binks.
- Es mediocre y una pérdida de tiempo.
- Es un producto que explota sólo la “nostalgia” del público (¿nostalgia una niña o niño de 12 años, ambos nativos digitales con abuel@s analógic@s?).
Es en las diferencias donde el capítulo VII aporta a la saga, entre otras:
- Heroína joven fuerte. Rey (muy bien actuada por Daisy Ridley) tiene un carácter más definido que Luke en la IV, aunque él se defina más al final por sus acciones físicas.
- Robot tierno BB8 pero en solitario. No es la pareja cómica R2D2 / C3PO, que por sí misma tiene un lugar preponderante en la saga. BB8 aún está por definirse en las dos películas restantes, aunque ya se combina en el final con R2D2 al proyectar un mapa juntos.
- Villano débil (Kylo Ren) con problemática personal conocida con rapidez (VII) frente a villano fuerte, sólido, atractivo y sin fisuras iniciales en su maldad (Darth Vader – IV).
- Resolución del personaje de Han Solo.
- Ausencia (con presencia) de Luke Skywalker.
- Maz Kanata no es Yoda.
- Personaje en evolución del Lado Obscuro al Lado Luminoso: Finn.
Por lo tanto, en narratología no se trata de un “remake” porque tiene suficientes innovaciones para tener carácter propio. Es un pase de estafeta, como en las carreras de relevos. Es el pase de estafeta entre las generaciones de los personajes, para el relevo de las tres generaciones del público.
Este pase de estafeta entre generaciones de personajes y público es un rasgo decisivo en el éxito del film.
Al salir de la función a la que asistí, vi gente de mi generación (abuel@s, con el pelo blanco) que vieron el inicio de la saga (capítulos IV, 1977, V – 1980; VI – 1983). Vi a sus hij@s, que asistieron a los capítulos más débiles (I – 1999; II - 2002; III – 2005). Vi a sus niet@s sentir como propia –por primera vez, como en Mad Max: furia en el camino- SU Primera Star Wars (2015) y tener SUS propias expectativas sobre los siguientes capítulos programados de la Saga.
Pero lo más interesante fue oírlos platicar en conjunto, a las tres generaciones, sobre los posibles desarrollos narrativos de la saga. ¿Qué va a pasar ahora? Lo hacían en grupo y en igualdad de condiciones, tod@s opinando con la misma seguridad. ¿Por qué ciertos reseñistas son incapaces de ver lo que ocurre en cine más allá de sus fobias/filias personales? Más, más adelante.
En la película misma el pase de estafeta generacional se ve en personajes y en detalles del film desde su comienzo.
- Ambientes escenográficos. Se regresa a los planetas desérticos, pero la tecnología que se observa está en ruinas. Las grandes naves del Imperio están semienterradas en la arena, polvosas, con costras; predominan escenarios entrópicos con pequeños islotes de orden. El tiempo ha pasado: 30 años. Se prepara el escenario para la aparición de los antiguos personajes, ya viejos (actores 40 años).
- En el contexto del tiempo que ha pasado, que reconoce la primera generación en las imágenes, se presenta a los nuevos personajes en el “tiempo actual”: Rey, Finn, Kylo Ren, Phasma, Kanata, Hux… parecen tomar los viejos roles, las mismas actitudes, pero NO son los mismos personajes. Es un relanzamiento de la saga. La segunda generación, la de episodios I, II y III es la que tiene más dificultades de ajuste. Vio la parte débil de la saga y el tiempo narrado que transcurrió es aún más largo. Se reconecta con su conocimiento de la saga, se adentra en el nuevo planteamiento porque lo ve por primera vez en pantalla de cine, reconoce rasgos de los roles anteriores en nuevos personajes. Para la generación más joven, la conexión con esta nueva trilogía es más sencilla. Conocen la historia pero ven por primera vez imágenes que desconocen: es su trilogía (o lo será).
- Rey, Finn y los demás tomarán contacto con los anteriores personajes de la saga, que no ocultan su deterioro físico. De hecho, el primero en aparecer es Hans Solo. El impacto es atenuado porque Harrison Ford es el actor con más exposición en cine, y su madurez se ha visto en pantalla poco a poco, incluida la saga paralela de Indiana Jones. Es por lo pronto, más aceptable por conocida. En segundo grado de exposición al tiempo está Leia / Carrie Fisher, por lo que aparece en segundo lugar aunque con mayor impacto. En tercer lugar Mark Hamill, al que vimos menos de los tres, aparece junto con el ocultamiento / revelación de Luke. Es en quién se nota más el paso del tiempo.
- BB8 se ve menos deteriorado en un contexto donde los objetos se caen a pedazos. Cuando aparece R2D2 está listo para el deshuesadero de Wall-E.
- Kylo Ren “parece” Darth Vader, pero muestra de inmediato motivaciones, fracturas emocionales que Vader no mostraba en el capítulo IV. Está más acorde con los tiempos, donde las diferencias entre “villanos” y “buenos” se desdibujan o se hacen borrosas.
- Maz Kanata devela parte de la historia y se convierte en guía, pero no tiene la complejidad ni la misión a largo plazo de Yoda (al menos en este capítulo VII). Sirve de puente para enrutar al personaje de Rey.
Al contexto del paso del tiempo en lo visual y de los personajes se suma –no la nostalgia, que sólo funciona para un tercio del público- la curiosidad de saber qué les pasó a los personajes originales. El “qué les pasó después” es un mecanismo de las personas receptoras que se da en todos los contextos. Esta curiosidad que nos ocurre en la vida cotidiana se extiende a todo tipo de ficción. Siempre queremos saber más: ¿qué le pasó a la ex pareja, a la novia/novio después de la ruptura ¿Le fue bien o mal a la amiga/amigo que hace años dejamos de ver por riña, alejamiento o cambios ajenos a nosotros? ¿Qué fue de tal jugador, deportista, actriz, actor, que admiré de joven? Al cerrar un libro con la sensación de que no queríamos que se acabara, ¿no deseamos saber “qué pasó después”? Esa curiosidad humana natural es uno de los factores que quiere satisfacer el capítulo VII. Aprovecha también este punto para plantear a los nuevos personajes y la nueva historia.
Pero también está el otro lado de la moneda: “¿Qué va a pasar?” Toda narración por entregas usa este mecanismo: de Balzac a las telenovelas, de los seriales chafas gringos de los 30/40 a las sagas cinematográficas de hoy pasando por las series televisivas actuales (por ejemplo Mad Men, ante la cual ciertos reseñistas que critican el mismo mecanismo en SW7 se postran en adoración mística como SantasTeresasDeJesús reloaded que “mueren porque no mueren”). El “¿qué va a pasar?” atrapa a las tres generaciones, en especial a la más joven. De allí que haya personajes “dejados a medias” que ya son objeto de discusión intergeneracional: ¿la capitana Phasma es la madre de Rey y posible pareja de Luke? ¿Finn se queda “dormido” para que Poe enamore a Rey? ¿El líder Snoke es de la especie de Yoda –nunca se ha visto otro de la misma- qué se agranda en la holoproyección, o sea un Yoda Obscuro? La especulación intergeneracional más interesante fue… si tienen que encontrar el Primer Templo Jedi… ¿no se encontrará éste en un planeta llamado Tierra? La sonrisa del Dr. Asimov iluminó todo este punto de la conversación entre generaciones familiares.
Estafeta generacional de los personajes
Recorrido de Rey
- Rey – encuentro con Han Solo, que confirma que el mito de la Fuerza es real – encuentros con Kylo Ren – encuentro con Maz Kanata – despertar de la Fuerza en ella – encuentro con Leia – encuentro con Luke. Cada encuentro de la heroína representa un salto adelante en su proceso de crecimiento y conciencia de ser la próxima Jedi. Apela a la primera generación por similitud con Luke, atrae a la segunda generación, la tercera generación se identifica con ella.
Recorrido de Finn
- Dudas en el primer ataque de la Primera Orden – Phasma ordena reprogramación – ayuda a escapar a Poe Dameron – conoce a Rey y se enamora – “la protege” cuando ella lo saca de apuros varias veces – deseo de escapar del conflicto y recuerdos de quien es – regreso al conflicto por Rey – Reencuentro con Poe. Cada paso es pendular, paso del lado obscuro al luminoso, hasta convertirse en un resistente real. Su caso “ambiguo” atrae a la segunda y tercera generación de espectadores: puente entre generaciones. La tercera descubre algo nuevo en esta trilogía (no, no todo es nostalgia).
Recorrido de Kylo Ren
- Ya en el lado obscuro pero con tentaciones hacia el luminoso – ejecución de la población en primer ataque (no tiene la dimensión mítica negativa de Darth Vader, no la alcanza y lo sabe) – promesa ante el casco del abuelo Vader – roces con el General Hux (en IV, V y VI, Vader era la autoridad absoluta frente a los militares; Kylo Ren tiene el mismo status que Hux y en ocasiones se ve más ridículo) – enfrentamientos con Rey (en cada uno pierde más fuerza hasta ser derrotado) – enfrentamiento con Han Solo – sucesivos encuentros con Snoke. No da la talla mítica malvada de Darth Vader: o refuerzan su maldad en VIII y IX o crean un villano más contundente y reservan a Kylo para otro rol en la narración. Es otro personaje “ambiguo” con ganchos al pasado: aceptado por primera generación, atrae a segunda generación, tercera generación lo adopta como el villano de Su Propia Saga.
Recorrido de Han Solo
- El mismo traficante y contrabandista de IV, sólo que 30 años después (es el eje de la estafeta generacional de la primera generación de espectadores a la segunda y en especial la tercera) – junto con su “brother” Chewbacca recupera El Halcón Milenario – reencuentro con Leia y platica sobre su hijo Ben (la primera generación acepta el paso del tiempo –ahora sí, con cierta nostalgia-). Diálogos sobre un hijo que puede tenerlos cualquier padre o madre de la primera generación sobre la segunda; diálogos que padres/madres de la segunda comienzan a tener sobre sus vástagos de la tercera; información para la tercera de “cómo son vistos” por la primera y segunda cuando no están presentes. – cumple con el rol de líder rebelde en el movimiento “actual” de Resistencia – enfrentamiento con Kylo Ren.
Han Solo es el personaje que pasa, de manera más transparente, la estafeta histórica de la primera sección de Star Wars a la actual. Por lo tanto, es el único personaje que, para lograr ese paso, tiene una resolución definitiva como personaje en la trama.
Recorrido de Leia
- Generala y Lideresa de la Resistencia – Encuentro con Han – Motor de la búsqueda de Luke – Abrazo familiarizado, de reconocimiento y maternal para Rey. Es el personaje que traspasa la estafeta de la actividad femenina a Rey. Primera y segunda generaciones de fans femeninas de la saga entregan la estafeta a la tercera generación, más activa y con nuevos roles/responsabilidades que responden a una realidad social externa a la saga: como si una sufragista pasara la estafeta a una presidenta. Resultado de la lucha feminista por igualdad y equidad durante 100 años. Habrá que ver el desarrollo de esta línea argumental con Rey en VIII y IX.
Recorrido de Luke
- Ausencia (y presencia) en VII. Su importancia narrativa debe estallar en VIII aunque probablemente su presencia física no se extenderá a IX más que en forma marginal o de cameo. El héroe clásico de la primera generación hará la entrega de la estafeta a la tercera (Rey), con la segunda como testigo presencial.
Recorrido de BB8
- A lo largo de la cinta VII, el robotito juega una función semejante a R2D2. – Contiene un secreto – Debe llegar a las manos correctas – Cae en manos del aprendiz de Jedi (Luke/Rey ahora) – Toma iniciativas para liberarse como R2D2 – Luego pertenece a alguien anterior (Poe Dameron/Leia) – R2D2 se reactiva y da visto bueno a BB8 al formar junto la imagen completa de la información. La gran diferencia entre ambos es C3PO: pareja cómica con R2D2 durante la saga, mientras que BB8 está solo. Eso altera toda la mecánica cómica de VII que es diferente de IV en cantidad, calidad e intensidad. Pero al unificarse ambos robots en la proyección, R2D2 cobra vida y da sentido a la misión inial de BB8 dentro de la Resistencia. Paso de estafeta en la legitimización de BB8 para VIII y IX. Los niños y niñas que fueron de primera generación pasan la estafeta a los de la tercera (su robot “cómico” y momento de ternura) que atestigua la segunda generación, mas inmersa en la pareja R2D2/C3PO.
Recorrido de Chewbacca
- Aparición como gran compañero de Han en la línea de IV, V y VI – Recorre todas las aventuras de enfrentamientos con Han – Acepta la presencia de Rey, e incluso la deja pilotear El Halcón Milenario. En cierto sentido, Chewbacca representa a la primera generación que acepta a Rey como personaje legítimo, capaz de ejecutar las hazañas de Han Solo sumadas a las de su futuro rol de Jedi desarrollado. Probable que sean compañeros, al menos en VIII.
Con el proceso descrito en los personajes en el VII se observa que sí hay cambios significativos. El capítulo VII cierra el ciclo de 77-82, refuerza con algo nuevo y mejor a los de la 2ª trilogía (I, II, III), se relanza la saga y ofrece a las nuevas generaciones Su Propia Star Wars.
El Mito del Eterno Retorno
El mecanismo profundo implícito en el paso de estafeta es el uso narrativo del “Mito del Eterno Retorno” que asciende en espiral.
“Para las sociedades tradicionales, todos los actos importantes de la vida corriente han sido revelados ab origine por dioses o héroes. Los hombres no hacen sino repetir infinitamente esos gestos ejemplares y paradigmáticos” (1). Este es el punto de arranque. El mito que cuenta el origen (en este caso de Star Wars) es el que da sentido al mundo, por lo tanto no es un desprestigio que Rey y los demás personajes “repitan” (con innovaciones narrativas suficientes para ser en realidad algo nuevo) el mito inicial e iniciático. Por lo tanto, la nueva generación de personajes “repite” los ritos de los personajes antiguos y establecen un terreno común que anula el paso del tiempo y, al mismo tiempo, genera “un tiempo nuevo”. Hay un principio, un fin y un nuevo principio. Es la estructura de la nueva saga VII, VIII y IX, que permite el cambio de estafeta generacional y el reacomodo de la “historia”.
Entonces, en esta ficción se regresa al inicio como un tiempo que se renueva. Es lo que acontece en situaciones mítico-religiosas como el Fuego Nuevo Azteca o el cambio de ciclos en el Calendario Maya. Nosotros lo aplicamos en festividades religiosas (Navidad, Semana Santa) o laicas (Año Nuevo). El Despertar de la fuerza es el Año Nuevo de Star Wars.
“Cuando ocurre ese corte del tiempo que es el “Año”, asistimos no sólo al cese efectivo de cierto intervalo temporal, sino también a la abolición del año pasado y del tiempo transcurrido. Tal es, por lo demás, el sentido de las purificaciones rituales: una combustión, una anulación de los pecados y de las faltas del individuo y de la comunidad en su conjunto, y no una simple “purificación”. La regeneración es, como lo indica su nombre, un nuevo nacimiento… Todo Año Nuevo es volver a tomar el tiempo en su comienzo, es decir, una repetición de la cosmogonía” (2).
El Tiempo Renovado es el significado que hermana a tres generaciones de espectadores y a la mayoría de la crítica cinematográfica; la supuesta "repetición de la cosmogonía" es, en realidad, un extrañamiento y un re-conocimiento de los temas principales de la saga Star Wars.
"La salida del “Eterno Retorno” y la incorporación al devenir de la historia, “significa la emancipación absoluta de toda la especia de “ley” natural y, por lo tanto, la más alta libertad que el hombre pueda imaginar: la de poder intervenir en el estatuto ontológico mismo del universo. Es, en consecuencia, una libertad creadora por excelencia" (3).
Es el planteamiento profundo que se esboza en VII y quizás se desarrolle a plenitud en VIII y IX. Intervenir en el universo por medio de una libertad creadora. Si esta tarea la ejecuta la joven Rey, se transformará en uno de los personajes más simbólicos de la Saga oficial: puede romper el balance luz/obscuridad que ha persistido para que, con un acto creativo, la balanza se incline hacia la luz y se rompa el ciclo de retorno con un comienzo irrepetible.
Después de observar el paso de estafeta entre generaciones de espectadores y de personajes, de analizar que se ejecuta por medio del concepto del Mito del Eterno Retorno, ¿qué pasa con el rechazo de cierto grupo minoritario de reseñistas? ¿Cambiarán de opinión? No, jamás, primero muertos que sencillos. ¿Pero cuáles serían algunas razones de ese menosprecio y desdén?
- Odian la Ciencia Ficción.
No hay que olvidar que toda la saga de Star Wars, incluido el nuevo capítulo VII, pertenece al subgénero más popular, sencillo y juvenil de la Ciencia Ficción: la “Space Opera”, como la llaman en inglés.
“No hay nada que aprender sobre la naturaleza del Mal en Star Wars, a pesar de los sermones místicos de Obi Wan Kenobi (que vienen de la viva voz de Alec Guinness). Tampoco hay nada que aprender de ciencia, a pesar de la maravillosa tecnología que despliega el film. Si uno define “space opera” como aquello que explota la vastedad sorprendente de máquinas futuras y ambientes espaciales, sin consideración alguna para la ciencia o la verosimilitud, entonces Star Wars es Thrilling Wonder Stories en su estado más puro” (4). Con esta definición, desde el comienzo se encuadró a Star Wars IV, V y VI en “Space Opera”.
Pero, además, en su origen Star Wars tomó elementos narrativos de las obras de “Space Opera” precedentes, en especial de los “pulps” del género, novelas reconocidas y, claro, ancestros fílmicos.
“Star Wars es lo que los críticos literarios llaman “pastiche”, es decir, que que está hecha de préstamos. El gusano de arena es de Dunas. “La Fuerza” es el mismo tipo de intervención mística como en Lens de E. E. Smith. El inmenso y corrupto Imperio Galáctico le debe algo a la Fundación de Asimov. Los robots son descendientes cercanos del Robby de Forbidden Planet (que a su vez descidende de Kuttner y Asimov). Los grandes corredores con máquinas y los pozos verticales recuerdan a aquellos de los Krel, de nuevo en Forbidden Planet. El combate espacial no sólo recuerda escenas de las películas de guerra aérea del pasado si no que, de hecho, se hicieron animando naves espaciales cuadro por cuadro. Los ataques repetidos contra la Estrella de la Muerte, en el clímax del film, pudieron casi hacerse de la misma forma que el final de la película sobre bombarderos de la Segunda Guerra Mundial llamada The Dam Busters. Algunas veces los préstamos son específicos y literales, del tipo de lo que en música se conoce como “citas”. Algunas veces son generales, de una clase más amplia de historias. En conjunto, constituyen casi la totalidad de Star Wars. El triunfo de Star Wars, lo que la hace ser una obra maestra de su tipo, es que Lucas y su asociado más cercano Gary Kurtz conjuntaron y orquestaron todos estos elementos de una forma magnífica” (5).
Cuando una obra posmodernista logra conjuntar sus diversos elementos primarios y transciende la amalgama y el pastiche, se da un salto estético y sinérgico: la obra es “más” que la suma de sus partes. Es cuando el postmodernismo funciona y entabla un diálogo con la sociedad que se vuelve significativo.
Y este es el logro de la saga Star Wars: el ser caja de resonancia de los sueños, expectativas y diversión de sus espectadores en tres generaciones. Un ejemplo de cómo esta Space Opera posmodernista ofrece algo novedoso es este: los paisajes desérticos que conocemos perfectamente se convierten en algo extraño, diferente, nunca visto, cuando se añaden elementos de otros ambientes y se colocan en el desierto. El resultado es un extrañamiento y un re-conocimiento de lo cotidiano a través de su “anormalidad” posmodernista. Esto es extensivo a todos los ambientes físicos y escenografías que expone Star Wars, incluso cuando se retoma a sí misma en el capítulo VII.
Todo este proceso, de la Space Opera de la Ciencia Ficción a su expresión posmodernista en Star Wars, es detestado por una minoría de reseñistas porque, entre sus filias y fobias, no hay hueco ni eco para estos temas, aunque en otros rubros se hinquen ante cintas posmodernistas menos complejas pero acordes con sus intereses particulares. No sorprende que, si desde IV, V, VI detestaban Star Wars, lo harán aún más con VII, VIII y IX. Es una cuestión personal que no está basada en la substancia y forma de la saga sino en la fobia activa al género y una de sus manifestaciones más populares.
No se trata de ignorancia, sino de desdén y desprecio. Luego se quejan de que el público que sigue este tipo de sagas ignore sus publicaciones, o las rechace en sus redes sociales con “unfollows” y perdida de “amigos”. Los reseñistas han perdido la brújula… y el contacto con sus lectores.
- Sólo aceptan la Proyección de su gusto y se niegan a la Identificación con el Otro
Otro punto que no aceptan ciertos reseñistas en su desprecio es el rejuego de Proyección / Identificación entre el espectador y la película. “La proyección es un proceso universal y multiforme. Nuestras necesidades, aspiraciones, deseos, obsesiones, temores, se proyectan en el vacío no solamente en sueños e imaginaciones, sino sobre todas las cosas y seres… atribuimos a una persona a quien estamos juzgando los mismos rasgos de carácter y las tendencias que nos son propias: todo es puro para los puros y todo impuro para los impuros (6).
“En la identificación, el sujeto, en lugar de proyectarse en el mundo, absorbe el mundo en él. La identificación incorpora en el yo el ambiente que le rodea y lo integra afectivamente” (7).
Lo que se observa en las expresiones de la minoría reseñista contra Star Wars VII y cómo saga es un énfasis en la proyección personal que raya en el egoísmo cinematográfico. Al no encontrar ganchos en pantalla donde proyectar su personalidad y retorcer la película "a su imagen y semejanza”, generan el rechazo, desdén e incluso odio. Esta postura es impermeable a cualquier tipo de Identificación, que supone que el Ego cede para que el Otro haga su propuesta fílmica.
Este mecanismo que sólo subraya la Proyección e impermeable a la Identificación, se mezcla atrozmente con las filias/fobias personales. Para estos reseñistas minoritarios, el éxito inicial de Star Wars, el ser Space Opera de Ciencia Ficción y no tener ganchos para la Proyección del propio gusto, condenó toda la saga durante décadas. Sentenciaron al capítulo VII desde el anuncio de su producción.
- Detestan a la heroína Rey.
En general, esta minoría acepta que Daisy Ridley encarnó a Rey maravillosamente, con soltura, gama de emociones y un trabajo profesional que destaca en pantalla. Pero no dejan ir su presa y la atenazan con la aseveración de que el capítulo VII tiene a una heroína “porque está de moda hacerlo en Hollywood”. Con ello, se refieren a sagas como El Hobbit (la elfa Taurel y la más “activa” Galadriel), Harry Potter (detestan a Emma Watson por su excelente Hermione Granger), Los juegos del Hambre (Katniss, actuada por la “hackeada” Jennifer Lawrence), Mad Max (Furiosa, actuada por Charlize Theron) entre las más evidentes.
En estas heroínas, esos “expertos” no encuentran anclas para ejercer la Proyección de sus filias por lo que les recetan lo mejor de sus fobias. En esa acción, “olvidan” convenientemente que la aparición de heroínas no es “una moda de Hollywood” ni concesión gratuita de los grandes estudios. Es el resultado de un doble impulso social sobre la industria del cine estadounidense.
Por un lado, la incesante lucha feminista (con sus distintos matices ideológicos) por la equidad de género en el ejercicio igualitario de los derechos comunes con los hombres, en todas las actividades humanas. Por otro, el reclamo específico de las actrices para tener igual paga que los hombres en las producciones: las voceras más conocidas son Meryl Streep, Emma Watson y Jennifer Lawrence. El reclamo se basa en un derecho consagrado en el artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas (1948): “Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual”. No es una “moda de Hollywood”, es una reivindicación histórica.
A estos dos elementos, se une el constante reclamo social a la productora Disney para que sus personajes femeninos –o “princesas”- tengan roles o papeles de la misma importancia que los masculinos. Que dejen de ser las chicas pasivas a las que les suceden cosas –algunas terribles- mientras esperan la llegada del Príncipe Azul que pondrá fin a sus problemas “para ser felices por siempre”.
Disney es una productora que conoce su negocio –ya lo demostró con el lanzamiento de Star Wars VII-. Ha captado el reclamo feminista, pero también el cambio de gustos y preferencias de su público femenino que está detrás del reclamo. Ha ido modificando el perfil de sus heroínas poco a poco, de Mulan y Pocahontas a heroínas más fuertes como Valiente, Campanita y ahora Rey. Claro, aún dentro de su esquema general de cine para familias. Pero el cambio ya es evidente y, probablemente, irreversible por el gusto actual de las y los espectadores.
De ahí que la aseveración de que Rey responde a una “moda de Hollywood” sea irresponsable o maliciosa cuando los reseñistas se consideran el Faro del Gusto del público cinéfilo.
Sin embargo, todas las objeciones esgrimidas por la minoría reseñista se han estrellado frente al entusiasmo de críticos y público, como se menciona al inicio con los indicadores de Rotten Tomatoes. Es, de verdad, una minoría muy pequeña.
Lo triste de la situación es que estos reseñistas no se abran a los fenómenos cinematográficos que van más allá de la película misma. En el pecado va la penitencia: al no captar el gusto cambiante del público y, de verdad, guiarlo, sus textos son rechazados o ignorados. Mientras tanto, Star Wars no los espera y sigue adelante.
Los recuerdos del porvenir.
El consenso general es que Star Wars: el despertar de la fuerza, el capítulo VII de la saga, es una buena película. Satisface las expectativas de tres generaciones de fans y de público en general porque contiene aristas narrativas que, en conjunto, dicen cosas cercanas a todas y todos los espectadores. El proceso de Proyección / Identificación está equilibrado e, incluso, en la nueva generación se inclina a la Identificación.
Dentro de esta aceptación generalizada, que incluye a la mayoría de la crítica cinematográfica, se sabe que la película es buena pero no es la cima de la montaña. Eso lo refleja el 8.3/10 de Rotten Tomatoes y el 8.6/10 de IMDb.
En ese sentido, público y crítica receptiva saben que están ante un producto que es Inicio de una Saga. Es decir, está producida para dar pie a nuevas entregas fílmicas. Incluso su final está estructurado como se dio en El Señor de los Anillos y El Hobbit. Son películas para verse ligadas como una sola unidad, aunque esta visión sea posterior a su exhibición en cines. Se da en dispositivos móviles (Netflix, Claro Video) o en colecciones de Blue Ray / DVD (incluso, no se descarta una versión aumentada de VII, VIII y IX para fans, con medias horas extras de acción).
El cierre de VII es incluso más elegante que la división entre Hobbit II y Hobbit III, que se sintió como un corte abrupto, casi sin asidero narrativo, para ver la continuación un año después; su ventaja es que la historia se conoce. En el caso Star Wars el porvenir es desconocido. Se acentúa el “¿Qué va a pasar” y se incrementan las expectativas de los espectadores sobre el clímax de la historia.
Con base en un buen arranque fílmico en VII, es probable que lo mejor esté por venir. VIII y IX serán mejores que VII porque es el arranque. De la misma forma, lo mejor de El Señor de los Anillos no estuvo en La Comunidad del Anillo (I) sino en Las Dos Torres (II) y, claro, El Retorno del Rey (III). Star Wars apunta en la misma dirección y Disney lo sabe. El estudio debe ser muy cuidadoso con la historia y separarla más de la Trilogía IV, V y VI para crear sus propios mitos y base de fans.
El punto débil es Kylo Ren, el villano con matices que no se iguala –y lo sabe como personaje- con su antecesor Darth Vader. Esto debe estar calculado por la productora, por la sencilla razón de que, sí creó una excelente heroína, debe encontrar un antagonista del mismo calibre para mantener e incrementar la intensidad de la saga.
Mientras llegan las siguientes entregas programadas el público puede divertirse, solazarse, entretenerse y gozar con Star Wars: el despertar de la fuerza. Vale la pena hacerlo sin vergüenza de ser fan o como público en general sin ser seguidor o seguidora. Es lo suficientemente sólida para ser un buen trampolín que impulse el éxito de las próximas películas.
Esa es la expectativa y el cimiento es real, ya no un deseo sino una realidad.
No soy fan de Star Wars aunque pertenezco a la primera generación que vio su nacimiento. Pero puedo comprender (y en cierto sentido compartir en menor grado) la expectativa de quienes siguen Star Wars, así como su felicidad por ver algo nuevo en pantalla que continúe la historia. Soy fan de El Señor de los Anillos y, durante años pensé que era infilmable en la escala y calidad que requería la obra literaria de J. R. R. Tolkien. Pero mi sueño y el de todos los “Ringers” se hizo realidad.
Por eso comparto con ell@s, las y los fans de Star Wars, la ilusión de ver mi saga preferida en pantalla, comparto con ell@s el ansía de la espera anual para ver la siguiente entrega, comparto con ell@s el deseo de ver el estreno lo más pronto posible y comentarlo con quienes me rodean, comparto con ell@s el deseo de saber qué pasó y qué pasará.
Así que, cuando vi Star Wars: el despertar de la fuerza, sentí que no podía desearles “Que la Fuerza esté con ustedes” porque “La Fuerza ya está con ustedes”. Mi mejor deseo es que l@s acompañe por muchos años más en “una galaxia muy, muy lejana…”
(1) ELIADE, Mircea. El mito del eterno retorno. Madrid, España: Alianza Editorial, El libro de Bolsillo 379, 1972. p. 38.
(2) Ibidem, p. 57.
(3) Ibidem, p. 158.
(4) POHL, Frederik y POHL, Frederik IV. Science Fiction Studies in Film. New York, USA: Ace Books SF, first Ace printing, January 1981. p. 247.
(5) Ibidem, p. 246.
(6) MORIN, Edgar. El cine o el hombre imaginario. Barcelona, España: Editorial Seix Barral, S.A., Biblioteca Breve de Bolsillo 112, primera edición 1972. p. 101.
(7) Ibidem, p. 102.